Por
José Natanson
El
viernes, Carlos Chacho Alvarez sorprendió a sus seguidores
al anunciar su retiro de la actividad partidaria, completando
el ciclo iniciado con su renuncia a la vicepresidencia. Sin embargo, lejos
de llamarse al silencio, el ex vice ayer insistió en la línea
de autocrítica y definió cuál será su rol
y el del Frepaso en esta nueva etapa. Pero, además, Chacho profundizó
los fuertes cuestionamientos al Gobierno que había expresado el
viernes y que muchos interpretaron como un virtual pase a la oposición.
Ayer dijo que la figura de Fernando de la Rúa está opacada
y diluida, que el Presidente no tuvo la voluntad suficiente para
generar un cambio cultural y que su gestión sigue
generando mucha exclusión, desigualdad y marginalidad.
Rompiendo tres semanas de mutismo, el viernes pasado Alvarez pronunció
una serie de declaraciones que dejaron a los principales dirigentes del
Frepaso en estado de shock y que produjeron reacciones de todo tipo en
la dirigencia política (ver aparte). Como para que no queden dudas
sobre su intención, la seguidilla de anuncios y opiniones de Chacho
se produjo un par de horas antes de una reunión del Frente Grande
a la que estaban invitados las principales figuras del partido.
Aunque el objetivo del encuentro era designar una conducción que
cubriera el vacío dejado por Alvarez a partir de su decisión
de apartarse de la política cotidiana, la sorpresa de los frepasistas
era tal que no pudieron avanzar en la conformación de una conducción
colegiada. Decidieron tomarse un tiempo para procesar el mazazo de Chacho
y quedaron en continuar la reunión el jueves.
Pero el ex vicepresidente parece decidido a no concederles ni un día
de calma. Ayer, bien temprano, Alvarez dialogó con dos radios porteñas.
Esta vez, además de su nuevo rol y el de su partido, Chacho profundizó
las críticas a la gestión delarruista: las declaraciones
adquirieron un voltaje que no tenían desde el octubre del año
pasado, cuando pegó un portazo y abandonó el Gobierno.
Autocrítica: Siguiendo la línea que comenzó a transitar
el viernes, Alvarez formuló una profunda autocrítica sobre
la posición que adoptó desde que renunció a la vicepresidencia.
Tendría que haber tomado más distancia. Me quedé
a mitad de camino, una situación muy ambigua que no es coherente
y consecuente con lo que yo siento. Uno tiene que ser honesto intelectualmente
con uno mismo. Me quedé aprisionado a mitad de camino y después
de la renuncia tendría que haber tomado una posición muy
clara de alejamiento que sentía de la vida partidaria
Su nuevo
rol: Hay que seguir peleando en el país porque sigo sintiendo
que la crisis es muy aguda, muy profunda. Esta sensación que tiene
la gente, los jóvenes, de que la política en vez de mejorarle
la vida es casi un sinónimo de privilegios. Es doloroso pero nos
va a hacer bien a ambos, a la fuerza política y a mí. Me
da libertad para decir lo que siento y lo que pienso con menos ataduras.
No me voy a desafiliar de la fuerza y voy a tratar de seguir ayudando.
Vamos a seguir insistiendo en estas cuestiones, pero ya no con el compromiso
del día a día, de estar en la coyuntura o de estar en el
sistema electoral, de ser candidato, de tener un cargo en el partido,
sino ya más cerca de la sociedad civil que de la sociedad política.
El Frepaso: Creo que este momento es como cortar ese cordón
umbilical y a la fuerza le va ser muy útil en esta etapa. El Frepaso
es una fuerza que hay que cuidar. Hay dirigentes muy valiosos, hay gestión
en muchos lugares, la fuerza tiene que crecer, pero a partir de otro momento,
de un momento de separación del padre. Es muy difícil crear
una fuerza nueva en la Argentina y creo que hay que seguir peleando, en
mi caso desde afuera de la vida partidaria, tomando distancias de la vida
partidaria, peleando por un cambio en la manera de hacer política.
El Frepaso tiene que recobrar el perfil crítico. Le va a hacer
bien (el alejamiento) porque (elFrepaso) tiene revisarse así mismo,
recuperar su identidad y recuperar el dialogo con la sociedad.
De la Rúa: Corre un riesgo muy grande en términos
políticos. Su figura está cada vez mas opacada y diluida.
El Presidente tiene que ser el que aparezca con claridad conduciendo un
proceso, es el que ha sido elegido para gobernar, el único que
tiene que frenarlo (al ministro de Economía, Domingo Cavallo) y
que tiene que marcar una situación de que está por encima
de los ministros.
La gestión: Creo que no ha resuelto las cuestiones fundamentales
de la Argentina. Sigue generando mucha exclusión, desigualdad y
marginalidad. Me parece que el gobierno no tuvo nunca voluntad de liderar
ese cambio cultural y apostó todo a que la Argentina crezca un
4 por ciento. No tuvo nunca la voluntad de liderar un cambio y salir de
la Argentina menemista. Hay dos planos fundamentales. Uno es el económico-social,
el más importante, y el otro, que nosotros le prometimos a la gente
un cambio de reglas, una reforma moral de la sociedad, salir de la Argentina
menemista. Tampoco tuvo nada que ver con la gestión de la Alianza.
Alvarez ha definido su decisión como una especie de repliegue,
un alejamiento de la conducción de su partido y del día
a día de la política. Sin embargo, en el Frepaso son
pocos los que creen que Chacho abandonará así nomás
la actividad a la que dedicó casi toda su vida. En realidad, las
declaraciones de ayer indicarían que su nuevo rol no tiene que
ver tanto con un paso al costado como con la búsqueda de otro camino,
que parece dejarlo en otro lugar, más cerca de la oposición
que del retiro voluntario.
OPINION
Por Nicolás Casullo *
Las
dos almas de Chacho
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Sería
importante, en las circunstancias en que Chacho Alvarez anuncia
su retiro de la actividad política como líder partidario
y figura de la Alianza, no abstraer la idea de la política
convirtiéndola en una suerte de actividad ahuecada. Retiro
de la política no dice nada en su intención de decir
algo o todo. La política no sería nunca un status
conceptual del cual se entra o se sale teóricamente,
cientistamente, monográficamente, como forma de exponer lo
evidente: la crisis profunda de la crónica, de los partidos,
de la memoria de lo actuado, de las figuras, de los actores importantes
y del concreto mundo de los políticos, universo en crisis
que hoy atenaza a la Argentina para transformar la instancia de
los poderes políticos actuantes en una suerte de gobernabilidad
al desnudo de los mercados, empresas líderes y consultoras
de inversión yanquis.
Cuando el Chacho Alvarez plantea su retiro de la política,
lo hace desde una historia precisa. Abigarrada de hechos afortunados
algunos, desafortunados los muchos otros, dignos de ser catalogados
todos, que incluye dos eventos centrales: la fundación de
un espacio tercero a los partidos mayores, desde la proveniencia
de un peronismo histórico, popular con sus categóricos
déficit, contradicciones, esperpentos y ocaso incuestionable
de valores que no pudieron ser renovados; y en segundo lugar el
acuerdo preciso que lo llevó personalmente, como fin de un
itinerario, a constituir una fórmula triunfadora con la derecha
radical representada nada menos que por Fernando de la Rúa,
patentizada en aquella foto histórica donde el sonriente
Chacho levanta la mano victoriosa de esa criatura del radicalismo.
Chacho renuncia por una parte a esa biografía desafortunada
de una corriente que se propuso ser una izquierda otra, frente al
propio drama de una izquierda masacrada, cortada en dos, interrumpida
brutalmente en la historia argentina, y habitada hoy por restos
sarrasánicos.
Pero por otro lado, Chacho Alvarez, en lo que lo conozco y en lo
que compartí con él un tramo de lo político
intelectual hace años, expone también mucho de lo
nuestro, como generación y frente a la política.
Tramo que se inicia en la caída de las ilusiones allá
por los años ochenta, y que tuvo siempre como subsuelo oscuro
lo mesiánico y luctuoso de los años de fuego y genocidio
en la Argentina. En todo caso, la mitad de Chacho Alvarez, como
diría Platón entre el alma buena y el alma mala
frente a lo trágico, imagino que siempre debió vivir
esa sensación de extrañeza que plantea la alta política
institucional a secas, y los hombres que suelen destacarse en ella
y en los negocios que ella depara. Digo, la lejanía de ese
mundo cercano que diariamente nos acompaña en las primeras
planas de los diarios y pantallas de TV, hacen que hoy me resulte
por una parte asombroso la renuncia de aquel que hace muy poco fue
votado como vicepresidente por la mitad del país. Y al mismo
tiempo que sienta absolutamente lógico que el Chacho regrese
a ese otro territorio de valores, ideas, días, referentes,
vacíos, debates, melancolías, repasos, escrituras,
donde una generación da cuenta de su derrota en el largo
tiempo de las vidas. La diferencia está en que Chacho Alvarez
hizo política fuerte con nombre y apellido, y su retorno
al llano para el pensar y el actuar de acuerdo a ideas y valores
que no encuentra en su actual situación, da cuenta, por sí
mismo, de lo actuado por el Chacho políticamente. A la vez,
su renuncia lo resitúa en el campo de las tradiciones, de
las herencias, de los claroscuros de una historia política
intelectual, de una cultura caída, maldita y prometeica en
un país desfondado a rehacer. Algo que tal vez, pero ya no
desde la promesa de los 80, le permita volver a pensar que
hay cosas en las ideologías y políticas de una nación
que necesitan el no triunfo a cualquier costo, para sobrevivir auténticamente
acontecidas a las condiciones que nos rondan.
* Ensayista,
escritor.
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OPINION
Por Rosendo Fraga *
La
psicología y la política
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Hace un
lustro, Bordón sorprendía a la política argentina,
con su renuncia a la banca que implicaba alejarse de la actividad
política. Lo hacía menos de dos años después
de que obtuviera el 30 por ciento de los votos en la elección
presidencial de 1995, en la cual había logrado quebrar el
bipartidismo tradicional radical-justicialista al relegar a la UCR
al tercer lugar.
La historia parece repetirse ahora con Chacho Alvarez. Algo más
de un año después de que la fórmula presidencial
de la Alianza derrotara al PJ que venía de ganar seis elecciones
nacionales consecutivas, el vicepresidente que triunfara en la presidencial
de 1999 renuncia primero a la vicepresidencia y pocos meses después
a la política.
Lo curioso es que Bordón y Alvarez compartieron la fórmula
del Frepaso hace seis años y ambos desbarataron después
los éxitos electorales que habían logrado. Los dos
gestores del esfuerzo más importante y exitoso para renovar
la política argentina de las últimas décadas
terminaron en un fracaso político, subrayado por el gesto
de impotencia que implicó sus respectivas renuncias.
Quizás la explicación de esta actitud esté
más en el campo de la psicología que el de la política.
Es que las actitudes de Bordón y Alvarez parecen más
motivadas por la frustración personal de no poder articular
la política y el poder o, más concretamente, de su
fracaso en no poder modificar la realidad. Cabe también la
posibilidad de plantearse qué hubiera pasado con un gobierno
del Frepaso si esta fuerza hubiera ganado las elecciones de 1995,
dada la conducta política posterior de los dos integrantes
de la fórmula.
Las renuncias de Bordón y Alvarez muestran la necesidad de
incorporar la psicología como una variable necesaria para
integrar el análisis político. Es que el hombre es
el sujeto de la política y en la actividad humana no todo
funciona racional ni lógicamente.
* Director
del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.
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Sorpresas,
indignaciones y beneplácitos
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- Chrystian
Colombo, jefe de Gabinete: Me sorprendió, a mí
me parece que tomó una decisión que está de acuerdo
con lo que siente, de manera que hay que respetarlo. Me parece que
ha sido una decisión personal que respeto muchísimo.
Para él era necesario reflexionar. En un determinado momento
era una cosa imprescindible para él, así lo había
manifestado hace muchísimo tiempo. En cuanto a las críticas
de Alvarez por el rol de primer ministro de Domingo Cavallo,
Colombo dijo: hay un poco de confusión por la personalidad
de Cavallo, que es avasallante. Pero de ninguna debe llevar a creer
que cuando se toman las decisiones no hay participación del
resto del gabinete. Esto va a requerir que el resto del gabinete a
lo mejor suba un poco el perfil y su accionar, y por otro lado, que
haya un mayor nivel de diálogo.
- Carlos Ruckauf, gobernador bonaerense: La decisión de Chacho
es coherente con su actitud de vida, porque él nunca
está conforme con lo que construye. El Frepaso es Chacho, es
él que lo fundó, el que lo construyó y es él,
como decía (Eduardo) Duhalde, quien se separó de la
mujer para casarse con la suegra. Yo creo que la ida hoy de Chacho
de la política es la demostración más clara que
la Alianza ha muerto. Este modelo ya está muerto y lo que hay
que hacer es bajar los costos de la política y perseguir a
los grandes evasores. De todos modos, con Alvarez tengo una gran coincidencia,
que es ser hincha de Rácing. Pero también una gran diferencia,
que yo trato de cambiar la realidad de donde estoy, no me voy.
- Graciela Fernández Meijide, ex ministra de Desarrollo Social:
Es muy difícil creer que Chacho abandone la política.
De hecho, cuando salió a anunciar su vuelta a la sociedad civil
a pensar una estrategia, lo hizo comentando la política cotidiana.
En el Frepaso debemos hacernos cargos de esta situación, pero
además también tenemos que pensar en nuestras obligaciones
con la sociedad, en la realidad nacional y no lamernos las heridas.
Uno puede tomar un tiempo para hacer consideraciones sobre lo que
fue nuestra historia y lo que va a hacer, pero lo que hay que pensar
inmediatamente hoy es que la situación económica argentina
es durísima y que, aparte, hay una tensión muy fuerte
con el tema del avance del juicio por las armas y el lavado de dinero.
- Enrique Martínez, secretario de Pymes, dirigente frepasista:
Esto demuestra la evidencia que sin democracia interna que lleve
a la participación masiva no hay posibilidad de defender una
política progresista. Creo que vivimos hoy la culminación
de un deterioro que comenzó en verdad en 1995, con la crisis
que generó el alejamiento de (José Octavio) Bordón
del Frepaso. La política progresista exige combinar utopía
con humildad. Utopía para identificar la transformación
y humildad para comprender que solo se puede implementar en términos
colectivos. En el caso de Alvarez, cuando se personaliza una política
progresista y se cree que se encarna en una sola persona, se termina
perdiendo la humildad y con ella la utopía. |
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