Por
Carlos Polimeni
Desde París
El
diario Le Monde anunció el viernes, con una producción de
dos páginas, y una mención en tapa, el inicio del festival
Tango Argentino en el Mayo Francés. No fue el único
medio en ocuparse del tema: Liberation, Le Figaro, LExpress, Le
Nouvel Observateur, entre otros, parecen competir por estos días
por el premio a la mejor producción en torno del fenómeno
del tango en París. La tapa de Le Monde decía: Víctima
hace ya mucho de la dictadura militar, el tangoha renacido en la Argentina.
En marzo, el Festival de Tango de Buenos Aires reunió en las calles
a un millón de amateurs. Ahora, ese fenómeno explota en
París. Las notas centrales de la producción de Le
Monde giraban en torno de dos temas: el lugar de la mujer en el tango
y las mujeres que cantan tango. Al respecto, anunciaba la llegada de tres
de las más grandes de la historia, que definía así:
La pasionaria peronista, por Nelly Omar, la dramaturga
piazzolliana, por Susana Rinaldi, y la tanguera punk,
por Adriana Varela. La nota, al igual que varias de las otras publicadas
aquí durante la semana pasada, trataba reiteradamente de diva a
la Rinaldi, que tiene una relación de 25 años con París,
pero evidenciaba una notoria curiosidad por la figura de Varela, presentada
como una lectora acérrima de Lacan y una amiga íntima del
escritor español Manuel Vázquez Montalbán. Si los
medios fuesen la verdad absoluta, todavía no empezaba el festival
y el tango argentino ya era dueño de París, otra vez, como
en los años de Carlos Gardel, como en los años de Astor
Piazzolla. Pero faltaba que comenzara. Y comenzó a lo argentino,
con esplendores y miserias, con gritos y susurros, con internas y bravuconadas.
Susana Rinaldi había leído con cuidado los medios, antes
de subir al hermoso escenario de la Cité de la Musique. La primera
vez que habló con el público, en un pulido francés,
dijo que le molestaba que la definiesen como una diva. Y se mandó
con una versión rea de Qué vachaché,
de Enrique Santos Discépolo. Susana Rinaldi actuando una rea, en
rigor. El público, mayoritariamente francés, pero con muchos
argentinos, la aplaudió, una y otra vez, mientras iba desgranando
su repertorio habitual, lleno de grandes temas, de Desencuentro
a Los Mareados, de Uno a Fuimos, de
Naranjo en flor a Melodía de arrabal. En
un momento, llegaron a aplaudirla tres minutos seguidos, mientras se sucedían
los bravo.
Sin embargo, Rinaldi no estaba dispuesta a dejar las cosas como estaban.
Primero, tras comentar su certeza de que debía tratarse de argentinos,
por lo irrespetuosos, echó de la sala a dos fotógrafos que
intentaban hacer su trabajo. Lo hizo actuando una rea, otra vez. Luego,
un poco como Joan Manuel Serrat en el festival del 24 de marzo en Ferro,
creyó conveniente convencer al público de que se trataba
de una noche en que París la homenajeaba. Recordó entonces
sus primeros recitales en la ciudad que fue históricamente la caja
de repercusión mundial del tango y se quejó de que este
festival le hubiese programado una sola noche. Dijo, entonces, la frase
fatal: Todo lo que viene después de mí es cero.
Un segundo después, agregó: Yo soy así, qué
vas a hacer, ante el desconcierto de casi todos.
Adriana Varela canta tres veces en Tango Argentino en el Mayo Francés.
Luego de la Rinaldi, actúan, además de la tanguera punk
y la pasionaria peronista, figuras de la talla de Julián Plaza,
Emilio Balcarece, Rodolfo Mederos, Tata Cedrón, Néstor Marconi,
Juanjo Domínguez, José Libertella, Raúl Garello,
Julio Pane, Atilio Stampone, Juan José Mosalini, Lidia Borda, Luis
Borda y su Cuarteto, Brian Chambuleyron, Las Tanguerísimas, La
Bordona, la Orquesta Escuela de Tango, Alfredo Piro (hijo de SusanaRinaldi
y Osvaldo Piro) y el grupo El Arranque. Para Rinaldi, todos ellos son
cero.
Para el secretario de Turismo, Hernán Lombardi, el festival es
parte de una estrategia mucho más amplia,
en que viene trabajando afanosamente, bajo la certeza de que Argentina
es una marca que puede ser vendida a través de la cultura. El razonamiento
central al respecto parte de la realidad de que hay en el mundo una nueva
clase de turistas, que no sólo busca paisajes hermosos, sino también
actividades concretas que realizar en esos paisajes. Hay quienes buscan
hacer deporte, ecoaventura o consumir cultura cuando salen de vacaciones.
Y Argentina, que por naturaleza todo lo tiene, debería ser una
meca para este tipo de buscadores de lugares exóticos hermosos.
Francia es el quinto país en la tabla de los que más turistas
internacionales tienen, detrás de Estados Unidos, Alemania, Reino
Unido y Japón. Los franceses están sextos en la tabla de
los turistas internacionales que más gastan en la Argentina, detrás
de los visitantes de Brasil, Estados Unidos, Chile, España e Italia.
De los 317 mil turistas franceses que viajaron a Latinoamérica
en la última temporada con estadística disponible, apenas
24 mil eligieron Argentina. En cambio, 121 mil fueron a Brasil y 28 mil
a Venezuela, por lo que está claro que es un terreno en el que
hay margen para un trabajo importante a largo plazo.
El secretario ve claro que Argentina puede elevar en 30 mil la cantidad
de visitantes galos, si sabe cómo atraerlos. Para Lombardi, la
fusión de la marca Argentina con la marca Tango puede ser un disparador
poderoso de viajes de franceses al país de la Patagonia, el glaciar
Perito Moreno, las Cataratas del Iguazú, el Valle de la Luna, Talampaya
y el Cañón del Atuel. El mismo día de la inauguración
del festival, así se lo explicó en la embajada argentina
a un grupo importante de operadores de turismo, que se interesaron sobre
todo por la implementación de la ley, ya reglamentada, por la cual
a los turistas internacionales Argentina les devolverá el IVA,
con un mecanismo aún por implementar. Luego, hubo un cóctel.
Entre otras delicadezas, servían empanadas. El mozo era japonés.
El tango era una música ignorada, arrabalera y hasta perseguida
en la Argentina hasta que su consagración en el París del
primer tercio del siglo lo convirtió en un patrimonio cultural.
El tango era por entonces más una danza que un movimiento musical.
Cuando el francés Carlos Gardel inventó desde
Buenos Aires el tango canción, la primera etapa de la invasión
tanguera a París fue cerrándose naturalmente. Hay investigadores
que se han tomado el trabajo de registrar que hay más nombres de
mujeres francesas que de argentinas en las letras de los tangos tradicionales
(Ivonne, Margot, Mimí, etc.) para subrayar el modo en que el tango
es tan francés como argentino o uruguayo. El tango de los cabaret,
Montmartre, Montparnase, los fiolos, etc., es un tango tan parisino como
argentino. París como mito, como ensoñación, pero
también como realidad. Los hombres del bajo fondo llegando a la
misma ciudad en la que desembarcaban las viejas familias patricias y oligárquicas,
pero conquistándola a fuerza de arte y de cerebro, no de dinero.
La leyenda del músico y fiolo Arolas, perdiéndose en la
bruma de los años locos como un mito mucho más querible
que el de los dueños de la estancia llegando en barco con las vacas
vivas, para tener alimento fresco. París, en cambio, no fue el
gran escenario para las décadas de oro del tango, las del 40 y
las del 50, por lo cual casi desaparece de las letras y las estéticas
de Homero Manzi, Cátulo Castillo, Homero Expósito, el Discépolo
maduro, etc. París se perdió a Salgán, a Troilo,
a Pugliese, a Rovira. La segunda invasión llega con la revolución
de Astor Piazzolla y con la diáspora de los 70, luego del golpe
militar. París como refugio del tango moderno, hostilizado en Buenos
Aires, y como refugio de gente que tenía miedo de ser asesinada,
o asco de vivir en un país en que se asesinaba. El tango de los
desaparecidos. Hay toda una camada de tango argentino anclado en París
que logró hacerse un espacio, que este festival usufructúa,
con nombres de un peso local específico, como los de Mosalini,
Gustavo Beytelman y Tomás Gubtisch, éstos provenientes de
la cultura inicial del rock nacional. La orquesta que tiene Mosalini
en Francia es un lujo, define Carlos Villalba, dueño de la
idea original del festival, que impulsó desde el BAM el notable
centro de divulgación musical del gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires. La idea, de todas maneras, no hubiese podido salir del limbo de
las buenas ideas de no ser por Ariel Goldemberg, un argentino, ido del
país en los años de López Rega, que dirige el impresionante
Teatro de Chaillot, enfrente de la Torre Eiffel, y por el modo en que
la hicieron propia Turismo y Cultura de la Nación. La de este mes,
entonces, puede considerarse la tercera invasión histórica
del tango a la ciudad faro, que siempre alumbró y muchas veces
encandiló a un país del sur de América con una nostalgia
casi patológica por lo que nunca sucedió, y acaso ya no
suceda.
Pero además de arder de tango, París arde de cine argentino
y seguirá ardiendo. El mismo día en que comenzó Tango
argentino en el Mayo Francés se estrenó en Francia
Mundo grúa, la notoria película de Pablo Trapero que el
año pasado obtuvo el premio del Festival de Cannes a la mejor ópera
prima. La revista LExpress, orgullosamente exhibida por el embajador
Carlos Pérez Llana, afirma en su número de la semana pasada
que el nuevo cine argentino está destinado a ser la vedette de
los circuitos internacionales, luego del apogeo de las películas
iraníes y orientales. Este año se estrenaran en Francia
22 films argentinos. En Cannes 2001 se verán, además, La
libertad, de Lisandro Alonso, y Bolivia, de Adrián Caetano. El
año pasado le fue muy bien en el mercado comercial y sobre todo
con la crítica especializada a Plata quemada, de Marcelo Piñeyro.
La embajada se dispone a concretar un ciclo de apoyo a las nuevas oleadas
de realizadores y el Instituto Cervantes hará lo propio, con una
quincena en que mostrará incluso films sin fecha de estreno en
la Argentina. Los cinéfilos franceses, bromea el semanario,
después de muchos años de indagar sobre el sentido de ciertas
palabras en iraní y en chino, deberán prevenirse ahora
contra los ataques del castellano. La crítica que Liberation
publicó de Mundo grúa hubiese sido consagratoria de no tratarse
de un film ya consagrado: dice que es un film magnético, de un
estilo impresionante, que los actores son extraordinarios. Le Monde afirmó
que se trata de una película excelente y comparó la estética
de Trapero con la del escritor inglés Charles Dickens, que logra
iluminar la condición humana tras hurgar en sus miserias. Films
como éste, o La ciénaga, de Lucrecia Martel, que logró
el premio a la Mejor Opera prima en Berlín, subrayan que la nueva
generación de realizadores, dijo Le Monde, está integrada
por jóvenes que accedieron a filmar pese a la crisis de los años
del menemismo en el poder, y pese a que no reconocen modelos a seguir
entre los directores argentinos. No se reconocen hijos de ningún
padre, son cineastas huérfanos, definió el diario,
que incluso se preguntó cómo es posible un fenómeno
de tanta vitalidad en un país que no protege a su cine de la invasión
del cine estadounidense, como hace el gobierno francés. La nota
es previa a las últimas medidas del ministro al que aquí
le dirían cheval.
Ayer sábado por la tarde no quedaban plazas para los cursos de
baile en el mismo Palacio de la Música, parte de un complejo cultural
inaugurado por la administración de François Mitterrand
están cumpliéndose 20 años del inicio de su
primer mandato en el mismo ámbito que antes ocupaba en Mercado
de Hacienda parisino. No había argentinos, sino franceses de todas
las cepas posibles, hamacándose de aquí para allá,
jugando los juegos alguna vez prohibidos por el Papa, trenzándose
en un baile de lasciva elegancia con el que, se nota, sienten que también
construyen identidad. Luego, en el mismo escenario de la Rinaldi, sería
la hora de los hermanos Borda, Lidia y Luis, recién llegados de
actuar juntos en Munich, donde también, cuentan, la pasión
por el tango resulta increíble para los argentinos. El tango, escribió
alguna vez Discépolo, pude concebirse como un pensamiento triste
que se baila. En el París de hoy, miles y miles de personas bailan
con alegría ese pensamiento triste que no requiere de certezas,
sino que más bien las dinamita. Los argentinos, a los que el mundo
reconoce por un puñado de palabras fáciles Maradona,
Valeria Mazza, desaparecidos, Patagonia, riesgo país saben,
o deberían saber, que después de los 40 el tango ofrece
un puñado de respuestas existenciales a varias de las preguntas
básicas del ser. Los ingleses suelen buscar respuestas en Shakespeare.
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