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HOY COMIENZA LA ASAMBLEA PLENARIA EPISCOPAL EN SAN MIGUEL
Los obispos bajo el signo social

Los temas no figuran
en la agenda formal, pero seguramente la dominarán: pobreza, corrupción y pasividad de los políticos.

Estanislao Karlic preside la reunión que empieza hoy y termina el sábado próximo.

Por Washington Uranga

Mientras Juan Pablo II continúa con su viaje a Siria, donde ayer se transformó en el primer Papa en visitar una mezquita, los obispos católicos argentinos iniciarán hoy en San Miguel su primera asamblea plenaria del año. En el encuentro, como viene sucediendo en los últimos tiempos, las repercusiones de la situación social en la vida de la misma Iglesia serán uno de los temas centrales, aunque así no parezca reflejarlo formalmente la agenda que el Episcopado distribuyó a los medios de comunicación. El encuentro, del que participan aproximadamente un centenar de obispos, se realizará en la Casa de Ejercicios Espirituales María Auxiliadora de esa localidad bonaerense y se extenderá hasta el próximo sábado, cuando la cúpula del Episcopado encabezada por el arzobispo de Paraná, Estanislao Karlic, ofrezca una conferencia de prensa. A la reunión asistirán también los nuevos cardenales argentinos Jorge Bergoglio (arzobispo de Buenos Aires) y Jorge Mejía (bibliotecario del Vaticano), quienes a fin de mes participarán en Roma de la reunión cardenalicia (especie de Senado de la Iglesia Católica) convocado por Juan Pablo II.
Formalmente, sólo el “intercambio de ideas, inquietudes e iniciativas acerca de la acción pastoral y evangelizadora de la Iglesia en el país” alude a lo social en el temario que incluye otros diecinueve puntos referidos a cuestiones estrictamente eclesiásticas. Pero las declaraciones de los obispos en los últimos meses, sus comentarios públicos y semipúblicos, algunos apartes del discurso de Juan Pablo II en ocasión de la visita de Fernando de la Rúa al Vaticano, y el diálogo ocurrido pocos días después entre el Presidente y los miembros de la Comisión Ejecutiva del Episcopado en la Casa Rosada, han marcado siempre la pauta de la inquietud de la jerarquía católica por el agravamiento de la tensión social.
Ya todo esto, los obispos le sumaron otra preocupación: la inacción de los políticos y las críticas éticas y morales a la dirigencia política, haciendo cuestionamientos muy específicos sobre el tema de la corrupción. Los obispos del norte (Palentini y Olmedo incluidos) y también los del sur (Melani y Pozzi entre otros) insistieron en este punto, que no estará ausente en los diálogos que se inician hoy en la Casa de Ejercicios Espirituales. El último documento colectivo, conocido en noviembre del año anterior, fue sumamente crítico respecto de la situación de los pobres, de los excluidos y la necesidad del compromiso de toda la sociedad para encontrar alternativas, subrayando particularmente la diferente y mayor responsabilidad que le cabe a los políticos. Ese pronunciamiento usó un lenguaje claro y directo como pocos documentos de la jerarquía eclesiástica.
Por el momento, nada está decidido respecto de una nueva declaración episcopal sobre la realidad, pero normalmente las determinaciones de este tipo se toman durante los dos primeros días del encuentro, cuando los miembros de la jerarquía intercambian ideas sobre “la acción pastoral y evangelizadora de la Iglesia en el país”.
El Episcopado católico está trabajando también en una estrategia a mediano y largo plazo que quedará establecida en un documento sobre “líneas pastorales para la nueva evangelización”. Para ello la Conferencia Episcopal está realizando sondeos y encuestas con ayuda de un cuerpo profesional especializado, a fin de recibir la opinión de los fieles a través de “consultas a las comunidades cristianas de toda la Nación”. El trabajo, del que ahora sólo serán vistos los primeros avances, está destinado a servir de base para las orientaciones que los obispos darán próximamente estableciendo una estrategia de acción eclesial que supere lo meramente coyuntural.

 


 

EN PRISION, EMILIO ALI HABLA DE SU CONDENA
“Este fue un fallo político”

Por Laura Vales

Del otro lado de la línea, Emilio Alí suena angustiado, pero no titubea. “Tenían la decisión política de condenarme”, dice a Página/12. Hace diez días, un tribunal oral de Mar del Plata lo sentenció a cinco años y medio de prisión por encabezar un pedido de comida a la sucursal local de Casa Tía. A fines de esta semana, sus abogados apelarán el fallo ante la Cámara de Casación, con el criterio central de que en el juicio no fue acreditada la intimidación y la convicción de que el pedido de alimentos se juzgó “como si hubiera ocurrido en Suecia”. Y al propio Alí “como si fuera de la ETA”.
Alí tampoco esperaba ese rigor. “El que lea el expediente del juicio va a encontrar que no hubo ninguna agresión física y todo lo que pasó es que pedimos 150 bolsas de alimentos. No saqueamos; estuvimos cerca de cuatro horas e incluso la policía se fue porque vio que no había disturbios.”
–¿Les pidieron que salieran del supermercado?
–No. Si la policía me hubiera dicho: “Tenés que desalojar”, yo me iba, porque no estábamos para exponer a la gente. Yo trabajo por los comedores infantiles, no me muevo respondiendo a ideologías políticas. Me había ilusionado con la libertad, pero el último día del juicio entreví que la condena podía ser muy alta.
–¿Y a qué lo atribuye?
–Cuando estuvimos tomando la catedral de acá (Mar del Plata), un funcionario de la municipalidad, que entonces era el secretario de Gobierno, me ofreció 200 mil pesos. Me negué porque no me vendo; estábamos peleando porque teníamos una necesidad. Otras veces me ofrecieron ser ñoqui y nunca entré en eso. Yo tengo una conciencia que es de lucha y salí a luchar, no a otra cosa. Vengo de una familia bastante complicada, marginal, y no quise ser un espejo de esa situación.
Alí no da detalles, pero se sabe que proviene de una familia numerosa, de 16 hermanos. Dos están presos por delitos comunes. Cuatro murieron; uno de sida en la cárcel; otra, a causa de la misma enfermedad que contrajo mientras ejercía la prostitución; un tercero bajo balas policiales. El cuarto se suicidó: había cumplido 19 años y buscaba un trabajo sin conseguirlo. El informe del Servicio Penitenciario dice que su padre fue alcohólico y estuvo en prisión por un homicidio. El es el único de los 16 hermanos que no lleva su apellido; en sus huesos quedaron las secuelas de un raquitismo infantil.
–¿Quiénes le ofrecieron cargos en la muncipalidad?
–Punteros locales, como Norma Godoy y Pablo Vacante. A cambio tenía que callarme y llevar a la gente mía a votar. Mi papá estuvo mucho tiempo en la militancia política del PJ y hoy se encuentra con una discapacidad mental. Vive muy humildemente y no tiene pensión ni ninguna entrada, pero yo intenté hacer algo diferente.
–¿Cómo es el lugar donde está detenido?
–El pabellón 9, en la celda 15, con los presos comunes.
–¿Tiene esperanzas de que se revierta la condena?
–No en la Justicia marplatense, que está muy cuestionada. Pero tal vez en Casación...

 

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