Por Luis Bruschtein
La caída del Muro no
sólo significó la desaparición de la URSS, sino que
también arrojó sombras sobre el llamado socialismo
realmente existente. Muchos de los paradigmas de la izquierda cayeron
junto con el Muro. El profesor Heinz Dieterich Steffan, doctorado en Ciencias
Sociales y Económicas en la República Federal Alemana, señala
que el mismo desarrollo tecnológico que potenció al capitalismo
abre las puertas a un nuevo tipo de socialismo que antes no era posible.
La democracia participativa afirma es el nuevo proyecto
histórico de las mayorías.
El nuevo socialismo es la democracia participativa. Uso los dos
conceptos como sinónimos. El término nuevo socialismo
es un poco un puente hacia los veteranos de batallas anteriores que todavía
tienen su corazón en las diferentes vertientes del socialismo y
que andan un poco dispersos, sueltos. Y es necesario dialogar con ellos
para que los contenidos del viejo socialismo, y para que el contenido
de la revolución burguesa, justicia, igualdad y fraternidad se
puedan reactivar para las fuerzas de cambio actuales.
¿Ese nuevo socialismo tendría formas de producción
capitalistas?
No. Esa quizás es la principal diferencia frente al sistema
actual. Este sistema utiliza la economía nacional de mercado, que
tiene como 6 mil años más o menos y en su última
etapa es una economía capitalista. El elemento principal de la
nueva civilización es la economía democráticamente
planificada de equivalencias, sobre la base de la teoría del valor
objetivo. El mérito de haber encontrado ese nuevo sistema económico
para el futuro es de un economista e historiador alemán que se
llama Arno Peters. Prácticamente logra hacer operativo lo que desde
hace doscientos años aproximadamente, a través de las teorías
políticas de Walter Ricardo, Adam Smith y Carlos Marx, se sabía
con respecto de que el valor efectivo es el tiempo de trabajo invertido,
pero no existían las computadoras ni las matemáticas para
hacer esto práctico.
¿Por qué nuevo socialismo?, ¿en qué
fracasó, según usted, el viejo socialismo?
En retrospectiva podemos decir que el viejo socialismo fue una idea
que se adelantó dos siglos a las condiciones objetivas. Esto no
es algo nuevo, en la ciencia lo vemos muchas veces, muchos teoremas de
Einstein se han comprobado cincuenta u ochenta años después
de su enunciación porque en ese momento no existían las
condiciones objetivas, la tecnología para comprobarlos empíricamente.
Por ejemplo, el socialismo es la autodeterminación de la gente
y por supuesto la democracia real participativa. Y por supuesto la democracia
real participativa requiere mecanismos de comunicación eficientes,
económicos, rápidos, que permitan expresar la voluntad de
las mayorías en poco tiempo y sólo ahora con Internet, las
computadoras y demás, tenemos la posibilidad de ejercer un carácter
plebiscitario de la democracia. Si por ejemplo queremos saber cómo
estructurar el presupuesto, se discute dos o tres meses en la televisión
y, sobre esa base informativa, aprietas un botón en la computadora
y sin mayor costo ni nada, sabemos qué es lo que quiere la gente
para el presupuesto del próximo año. La idea de la nueva
economía sobre la base del valor objetivo, como de la democracia
participativa, no tenía una correspondencia empírica, un
soporte tecnológico.
¿El ejercicio real de la democracia no dependería
en ese caso de quién sea el propietario de esos medios de comunicación?
Claro. En esa discusión habría que diferenciar la
fase final, que Marx llamaba el reino de la libertad, la sociedad sin
clases, de la fase de transición. Por ejemplo Peters sólo
plantea y discute el principio de la economía de equivalencias
sólo para la fase final. Nosotros vemos que en la fase de transición
hay que hacer ciertas modificaciones. Hay que hacer compromisos entre
justicia y eficacia de la economía, habrá que sacrificaralgo
de la justicia social en la economía, para que no se produzcan
fuga de profesionales a otros países donde les pagan más,
etcétera. Tienen que ser las mayorías las que decidan las
áreas sociales, económicas, culturales o militares en las
que se introduce la democracia participativa que se extiende gradualmente
hasta que cambia la lógica del sistema.
¿Y con respecto al sistema político, funcionaría
esta democracia con partidos políticos o con un partido único?
Creo que sería diferente. El socialismo decimonónico
tuvo dos grandes vertientes: la de Lenin y la socialdemocracia. Creo que
ninguna representa el socialismo del futuro. Cuando Lenin estableció
que la clase obrera, que según los clásicos sería
el sujeto principal del cambio, era minúscula o prácticamente
inexistente en la URSS, entonces el partido tuvo que sustituir el sujeto
de cambio. En 1950, después de 30 años, la URSS ya no era
un país de campesinos analfabetas como en 1920, sino que ya había
como 40 millones de trabajadores industrializados. Hubiera tenido que
revertir el argumento anterior y decir: como la clase obrera industrial
ya está apareciendo con fuerza tremenda el partido deja el papel
de sustitución y entrega gradualmente las decisiones a la clase
obrera. Pero eso nunca sucedió y por tanto, en los socialismos
realmente existentes sólo hubo un avance en la dimensión
de la justicia social, pero no democratización. Cuando el sistema
soviético adquirió complejidad y, de ser una sociedad agraria,
pasó a convertirse en una sociedad de alta tecnología, entre
los años 70 y 80, sufrió una crisis de acumulación,
sumada a una crisis de democratización que no se resolvió
y la llevaron al colapso. Hay que diferenciar los elementos históricos
y los elementos universales del socialismo del siglo XIX. Al observar
los dos proyectos de la modernidad, el de 1789 de la burguesía,
y el de 1917 del socialismo en su forma leninista, estamos en condiciones
de sus déficit estructurales y no repetir los errores.
¿Los caminos del cambio también serían distintos?
Sí, el modelo de 1917, por ejemplo, con la toma del Palacio
de Invierno, o el modelo de Mao, con la guerrilla clásica que viene
del campo a la ciudad, son modelos del pasado. Si tomamos, por ejemplo,
la física de avanzada, ésta reconoce lo que se llama cambios
de estado, o salto cuántico en la física
cuántica. Este fenómeno nos muestra que en muchos sistemas
de la Naturaleza hay un cambio de comportamiento que antes en la filosofía
se calificaba como salto cualitativo y en el discurso político
se llamaba revolución.
Pero en la teoría social, el cambio cualitativo tenía
más que ver con un cambio en la conciencia de la gente que con
cambios de tipo físico o material...
Sí, por supuesto. Lo que quiero decir es hay una legalidad
del universo en muchos sistemas, no sólo sociales sino también
de la Naturaleza, por la que se producen cambios cualitativos de comportamiento.
Por lo tanto tenemos que entender a la revolución como un comportamiento
que en ciertas circunstancias cambia el ritmo y el nivel de comportamiento
del sistema, lo cual no es nada atípico ni anormal. Un conductor
de electricidad produce una resistencia al paso de electrones, por eso
se calienta, pero si se enfría al cero absoluto, el sistema cambia,
no hay ninguna resistencia, no se pierde de electricidad. Eso es un cambio
cualitativo de comportamiento. Cuando se aplica este concepto a la sociedad,
un salto cualitativo en el comportamiento de la gente significa un cambio
cualitativo en su identidad. Esto nos permite vincular la dialéctica
del salto cualitativo, del macrocosmos a la praxis humana. Ya pudimos
entender la identidad del ser humano como algo íntimamente vinculado
al comportamiento de otros sistemas.
¿No resulta esquemático aplicar las mismas leyes a
sistemas físicos y a sistemas sociales...?
Nosotros analizamos esto con el concepto de identidad en el ser
humano. La identidad es como una brújula que dice lo que puede
y debehacer o tener. El salto cualitativo en la identidad significa que
hay una reconfiguración mental. La gente aguanta nueve veces el
aumento del boleto de subte, pero a la décima dice basta, se produce
ese salto cualitativo. La tarea es entender las circunstancias en que
este salto se puede dar. ¿En qué circunstancias se podría
lograr, por ejemplo, que las masas en América latina digan basta
de neoliberalismo?
¿Y cómo se resuelve la propiedad de los medios de
producción que era el tema central del viejo socialismo?
En la historia moderna ha habido dos intentos de hacer justicia
social. Uno fue el de la socialdemocracia o el cepalismo de Prebisch,
de dejar los medios de producción en manos de los empresarios y,
con el sistema fiscal quitarles parte del plusproducto, para repartir.
En Marx y Engels, la solución es quitarles el instrumento de la
apropiación indebida del excedente económico: estatizar
los medios de producción. En el nuevo socialismo será diferente.
Como se puede medir el valor objetivo de un producto y por lo tanto también
del esfuerzo del trabajo, tenemos la base científica para ser justos.
Porque mientras no se sepa el valor objetivo de los productos no puede
haber un intercambio justo. Si podemos medir la cantidad de trabajo que
representa cada producto, es posible hacer justicia. Esa condición
se puede cumplir hoy. La segunda condición es que todos los que
hacen el mismo esfuerzo laboral reciban la misma gratificación,
porque el valor de su esfuerzo es equivalente y por justicia, debe recibir
la misma gratificación.
¿Y la calidad del trabajo, si se trata de trabajo calificado,
profesional o técnico no se retribuiría en forma distinta?
Habría que diferenciar. En la fase final sólo funcionará
el mecanismo que decíamos antes, el director de una empresa que
trabaja cuarenta horas recibirá lo mismo que el obrero que trabaje
ese tiempo, porque ésa es la justicia absoluta, ambos se esfuerzan
por igual. Pero en la fase de transición, habrá que hacer
lo que se hizo en el socialismo realmente existente, que fue limitar el
múltiplo que puede haber entre un trabajo complejo, como decía
Marx, y un trabajo sencillo. Aquí hacemos esta concesión
al sentido de justicia porque no se puede determinar objetivamente por
qué un ingeniero debe ganar cinco veces más que un mecánico
o sólo 4.2. Habrá que sacrificar esa medida absoluta del
valor en aras de la transición porque, de lo contrario, el ingeniero
se va a Miami. Porque por supuesto el proceso de cambio hacia la nueva
civilización poscapitalista va a empezar por regiones y se plantearán
problemas prácticos para no perder a la gente preparada.
Para el viejo socialismo, el sujeto de cambio es el proletariado
industrial, ¿cuál sería el sujeto de cambio en el
proceso de construcción del nuevo socialismo?
Yo creo que podemos diferenciar el sujeto de cambio en dos grandes
grupos. Por un lado todos los excluidos. Y por el otro todos los que por
ética no quieren ser cómplices de esta situación.
Los excluidos se han expresado por ejemplo en el proceso de Chiapas, en
el MST de Brasil, en los indígenas del Ecuador, los cocaleros de
Bolivia. En el fondo hay un hilo rojo que los vincula a todos, además
de los conflictos étnicos y culturales, que es la destrucción
del pequeño campesino en América latina. El capitalismo
penetra con la agroindustria y, como sucedió con la acumulación
original de capital en Europa, destruye a esa clase social. Estamos hablando
de 150 millones de personas. Lo mismo ha sucedido con el trabajador industrial
clásico que hoy, tanto en calidad de vida, como cantidad, es sólo
una sombra de lo que fue. Lo mismo sucede con el ALCA para el pequeño
empresario. Entonces hay tres grandes clases sociales que no tienen lugar
en el modelo neoliberal del ALCA, por ejemplo. Estamos hablando de 200
millones de personas. Cuando esa gente pierde su base de subsistencia
se integra al ejército de desempleados y subempleados y se encuentra
con los sujetos sociales no clasistas, con los 80 millones de afroamericanos,
absolutamente marginados, se encuentra con 50 millones deindígenas
marginados, se encuentra con las amas de casa que no tienen reconocimiento
de su valor económico... Estos son los excluidos que tienen un
interés vital por cambiar las cosas. Por otro lado están
los intelectuales que por ética no quieren ser cómplices
de un sistema tan brutal como éste. Estos serían los sujetos
que cambiarían esta realidad.
¿La cultura y la identidad jugarían un rol más
fuerte en cuanto a los sujetos de cambio, que lo que sucedía con
el estereotipo del obrero industrial que planteaba el viejo socialismo?
En el Manifiesto Comunista Marx llama a la unión
de los proletarios. El Manifiesto es un programa de lucha
escrito en 1848 para Europa, es un programa regional de lucha. La lógica
de ese programa es la siguiente: si el obrero industrial en Inglaterra,
Francia y Alemania, vive en condiciones semejantes, su carga cultural
también es semejante y esto crea la posibilidad de que luchen por
la misma programática de cambio. Hoy en día es diferente
porque el trabajador en Alemania es, en el fondo, clase media baja, absolutamente
diferente al trabajador de México o de Argentina y la unión
entre esas clases sociales es casi imposible. En América latina
la identidad de una nación indígena es muy diferente a la
de un trabajador industrial, pero tienen un elemento en común que
es que no tendrán condiciones de vida adecuadas en este modelo
neoliberal porque sus leyes de marcado y las del país están
hechas para los grandes, no para los pequeños...
¿Este nuevo movimiento social incorpora esta realidad cultural
pluralista y no tan sólo la del obrero industrial?
Absolutamente. Nosotros tenemos que convertir el Estado Nacional
en una convivencia multicultural, multiétnica, porque el Estado
nacional históricamente nace metiendo en una camisa de fuerza a
diferentes naciones, España es el mejor ejemplo. En América
latina también sucede. Nadie escucha a los pueblos ni respeta sus
identidades. Por diferentes razones hoy podríamos convivir en un
Estado federal, democrático y respetuoso de las identidades de
los diferentes grupos.
¿Y cuáles serían las vías hacia esta
transformación de la sociedad?
A mi juicio serían las siguientes: las condiciones objetivas
para el cambio se están dando, porque el mismo sistema se concentra
cada vez más; el 84 por ciento de la riqueza mundial está
en el primer mundo y excluye a cinco mil millones de seres humanos. Un
sistema así no puede ser estable. Lo que faltan son las condiciones
subjetivas, es decir no ha habido un proyecto histórico de cambio.
El concepto proyecto histórico es clave en esto. Si reflexionamos
sobre la historia, vemos que surge siempre una clase que empieza una nueva
civilización porque ha tenido una visión del futuro, de
lo que iba a ser la economía y la convivencia política.
Así nace el proyecto histórico de la burguesía y
el proyecto histórico de Marx y Engels y antes el de los esclavistas
romanos. Lo que tenemos que saber es cuál es el proyecto histórico
de las mayorías excluidas frente a una civilización que
ya no tiene razón de ser. La primera tarea es entender cuáles
son las instituciones constitutivas de la nueva civilización.
¿A qué llama usted instituciones constitutivas?
A las instituciones básicas que sostienen una civilización.
En la sociedad burguesa son la economía nacional de mercado, la
democracia solamente formal y el sujeto. La economía nacional de
mercado ya no cumple con su función de satisfacer las necesidades
de la gente porque cada vez hay más gente en la miseria; la democracia
formal sufre una fuerte involución, como se vio en el robo de las
elecciones en los Estados Unidos. La plutocracia liquida esos mecanismos
formales y no puede dar espacio a la democracia participativa. Así
el sujeto racional y ético será cada vez más peligroso
porque cuanto más crece la productividad del trabajo, hay más
excluidos. Se está peor en vez de mejor y una persona ética
va a protestar. Entonces el sistema tiene cada vez mayor necesidad de
controlar las mentes y de conceder menos libertad en lo cultural y lo
político. Esas instituciones están agotadas estructuralmente.
¿Cuáles serían las nuevas instituciones, las
que vendrían a reemplazarlas?
En el plano económico será la economía democráticamente
planificada. Se trata de una economía que no está basada
en el principio destructivo de la competencia, porque si le gano a otro,
quiere decir que lo destruí económicamente. En el plano
político hay que entender a la democracia como la propiedad de
un sistema social. Esta característica tiene tres dimensiones que
son la democracia formal, la democracia social y la democracia participativa.
De esas tres dimensiones de la democracia, en la sociedad burguesa sólo
hay una realizada a medias en los Estados del primer mundo. La democracia
participativa mejora e integra a la democracia formal. Estas dos instituciones,
la economía democráticamente planificada y la democracia
participativa, crean el entorno para que el sujeto pueda ser lo que siempre
ha querido ser en la filosofía burguesa: un sujeto completo, racional
por la ciencia, ético y estético. Estas serían las
tres columnas sobre las cuales se construiría la civilización
poscapitalista.
¿POR
QUE HEINZ DIETERICH?
Por
L. B.
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El debate que comienza
La izquierda, y en general los sectores populares, no han podido
mellar la hegemonía absoluta del neoliberalismo en los últimos
años, tanto en el plano de la economía como en el
de las ideas. Surgieron formas de resistencia a los modelos neoliberales,
pero no propuestas de construcción alternativas a éstos.
Dieterich se doctoró en Física y en Ciencias Sociales
y Economía en la RFA, desde hace diez años reside
en México y ha publicado numerosos libros sobre Latinoamérica
y la crítica a la globalización. En esta oportunidad
visitó Argentina para participar en un seminario organizado
por la mutual Sentimiento de ex presos políticos
y ex exiliados y para presentar su libro Bases del Nuevo Socialismo.
Dieterich parece tomar ventaja en la polémica por el desarrollo
de nuevas propuestas y en este libro trata de diseñar el
nuevo proyecto histórico de las mayorías.
Dieterich descarta los conceptos de valor de uso y valor de cambio
que se utilizaban en el socialismo y en el capitalismo. Se basa
en las teorías económicas de su compatriota Arno Peters
sobre el valor objetivo, que se obtiene a través de complicados
cálculos matemáticos que suman el esfuerzo y los insumos
y a su vez el valor de éstos que se requieren
para la producción de un bien, desde la extracción
de la materia prima hasta su fase final. En la entrevista, este
concepto está simplificado como tiempo de trabajo, pero es
más complejo.
Las propuestas de Dieterich incorporan muchas de las ideas que se
han ido desarrollando en los últimos años y les agrega
su propuesta en el plano de la organización económica.
Pero el debate recién comienza, no hay certezas ni verdades
reveladas y serán las mayorías como señala
Dieterich, las que en definitiva elegirán su camino.
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