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Uno de cada tres mayores de 65
carece de jubilación o pensión

Un informe oficial
sobre la Tercera Edad en la Argentina concluye que cada vez hay más ancianos en la población, y que sólo el 42 por ciento de la gente en edad de trabajar hace aportes previsionales. El estudio derriba varios mitos.

Alrededor del 30 por ciento de la población mayor de 65 años carece de beneficios previsionales. Y sólo el 42 por ciento de la población económicamente activa realiza aportes. Los datos surgen de un trabajo presentado por la Secretaría de Tercera Edad y Acción Social, como parte de un extenso informe sobre la situación de la vejez en el país. Del informe se desprende que la pirámide poblacional argentina tiende al envejecimiento: el 13,3 por ciento de sus habitantes son mayores de 60 años. Pero, especialmente, el informe avanza sobre los mitos asociados a la vejez. Rompe con la idea de que el abuelito es jubilado: la tercera parte carece de jubilación o pensión. De que es enfermo o inválido: la mayor parte goza de buena salud y se basta a sí mismo en sus tareas cotidianas. Y de que su destino es un geriátrico: una ínfima proporción fue internada. Lo más llamativo es que la mayor parte de los abuelos internados no necesita que nadie los ayude para prepararse una sopa o reunirse con amigos.
El objetivo del Informe sobre Tercera Edad en la Argentina es replantear el concepto de vejez, su rol en la sociedad, sus relaciones y modos de vida, y abrir un debate sobre las políticas sociales en ese sentido. El primer punto en cuestión es el estado de situación: según el informe, la pirámide poblacional argentina ya no es tal sino que tiende a convertirse en un rectángulo. Mientras que en 1870 el 41,3 por ciento de la población tenía entre 0 y 14 años, el 55,1, entre 15 y 59, y sólo el 3,5 contaba 60 años o más; en el 2000, las cifras se invirtieron. Sólo el 27,7 tiene entre 0 y 14, el 59 por ciento entre 15 y 59, y el 13,3 tiene 60 o más. La tendencia indica que en el 2040 habrá tantos mayores de 60 como jóvenes de 0 a 14. Y si se proyecta a mitad de siglo, la pirámide se invertirá: habrá 19,7 por ciento de menores contra 23,3 de mayores de 60.
La población mayor de 60 años suma 4,9 millones de mujeres y hombres de 60 y más. En su mayoría, se concentra en la denominada Area Metropolitana (AMBA) - -Capital Federal y Gran Buenos Aires–. En 1998, el 15 por ciento de la población del AMBA era mayor a 65 años. Y en 1991, el 37,1 por ciento de los abuelos vivía en Buenos Aires y alrededores. En esa misma región es donde, curiosamente, se concentra el grueso de los geriátricos privados. De los 433 hogares relevados por el estudio, el 73,9 por ciento son privados (el 64,7 por ciento con fines de lucro), y casi el 60 por ciento del total se encuentra concentrado en las grandes ciudades. Además, de los 280 privados con fines de lucro, 230 tienen diez años de antigüedad: los viejos son un joven y buen negocio.
“Todo el año pasado estuvimos trabajando sobre un anteproyecto de ley para regular la actividad de los geriátricos”, dijo a Página/12 el secretario de Tercera Edad, Ernesto Isuani. “El texto establece las condiciones mínimas edilicias, de infraestructura y capacitación de personal que deben cumplir a nivel nacional”. Los geriátricos son parte de los mitos que rodean la figura de la vejez. “Se dice que los viejos son abandonados por sus familias, pero sólo el uno por ciento vive en hogares geriátricos”, aseguró la socióloga María Julieta Oddone, investigadora del Conicet y docente de la UBA y Flacso, que participó en tres de los capítulos del informe. “Hay una actitud ‘viejista’ en la sociedad, que implica una discriminación. La misma palabra ‘vejez’ tiene una carga negativa. Cuando un viejo está muy bien se dice que es un viejo joven, porque hay una sobrecarga de la valoración de lo joven”, agregó.
El informe será presentado el próximo viernes, en el auditorio de la Cámara de Diputados por el ministro de Desarrollo Social y Medio Ambiente, Juan Pablo Cafiero, acompañado por Isuani y el secretario de Seguridad Social, Jorge San Martino. Según Isuani, el informe impulsa un “replanteo en las políticas hacia la vejez”.
“El sistema tiene que ser repensado, teniendo en cuenta el proceso de envejecimiento de la población y que la cobertura previsional todavía no es universal -agregó el funcionario-. Que no reciban cobertura porque no hayan contribuido al sistema no resiste el menor análisis, porque los dostercios de los fondos que mueve el sistema no viene de los aportes sino de los impuestos. El estado debe garantizar un beneficio previsional a las personas mayores, hayan aportado o no. Con ese fin fue dictado el decreto que implementa un ingreso básico universal, que deberá entrar en vigencia en julio. Cualquiera con 0 a 10 años de aportes tiene derecho a 100 pesos, y con 11 a 25, entre 150 y 300 pesos, según los años que haya aportado”.
Argentina está entre los tres países más envejecidos de América Latina, después de Uruguay y Cuba. En principio, no significa nada más que eso. Los especialistas lo toman como un fenómeno mundial, al que se le debe quitar la carga peyorativa y adecuar las políticas sociales en ese sentido.

 

La vejez en cifras
4,9 millones de personas tienen 60 o más años, el 13,3 por ciento del total de la población.
2,8 millones son mujeres y 2,1 millones son hombres.
Entre 1950 y 2000 la población de 0 a 14 se duplicó. La de mayores de 60 se multiplicó por 3,6.
La edad promedio en 1920 era 19,9 años. En 2000: 27,8. La proyección para 2050: 38,5.
Más del 75 por ciento de los ancianos vive en Buenos Aires.
Hay más abuelas que abuelos. Por cada 100 hombres hay 141 mujeres. El índice aumenta si se considera desde los 75 años: 180,3 mujeres por cada 100 hombres.
Entre las mayores de 75 de Buenos Aires y alrededores, el 69,5 por ciento son viudas.
En el Noroeste argentino, el 15 por ciento de la misma edad son solteronas.

 

DESDE LA QUIACA A PLAZA DE MAYO
Los chicos marchan

La lucha por los niños desamparados, en la Argentina, juega a partir de hoy una apuesta fuerte: en La Quiaca, Jujuy, arranca la marcha “Por el derecho a la vida”, organizada por el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, de la que participarán más de 400 miembros de distintas entidades que trabajan con chicos de la calle de todo el país. “Salimos a la calle para soñar y hacer posible un país distinto”, dijo a Página/12 Diego Chichizola, docente del hogar Pelota de Trapo y uno de los organizadores de la marcha. “Nos gusta lo que hacemos, pero los hogares no tendrían que existir: cada chico tendría que tener una casa donde estar y su papá, un trabajo para darle lo que necesita”, argumentó.
“Desde 1994, la Convención Internacional de los Derechos del Niño está incluida en nuestra Constitución Nacional. Eso obliga a cumplir una serie de principios que no se están respetando”, indicó Alberto Morlachetti, titular de Pelota de Trapo y coordinador nacional de la marcha junto al sacerdote Carlos Cajade, de La Plata. Entre los principios a los que se refiere Morlachetti se encuentran el derecho a la educación, la salud, la recreación y la vivienda. “En vez de tener eso, tenemos un índice de mortalidad infantil de entre el 28 y el 30 por mil. ¿Cómo es posible que en el país que está quinto en la lista de exportadores mundiales de cereal se mueran cerca de cien chicos por día?”, se pregunta Morlachetti.
Por este y otros motivos, los pibes y los grandes decidieron salir a la calle, a reclamar lo que les corresponde. Y lo harán a su manera: con títeres, murga, globos y hasta un tren de paseo. “Llevaremos también un micro-escuela y un micro-hospital, que representan el derecho a la educación y a la salud de cada chico”, agregó el coordinador. Como el Movimiento no acepta apoyo económico de sectores gubernamentales o empresariales, la marcha se financiará con la venta de bonos solidarios con valores que van de los 5 a los 100 pesos.
“Los chicos no son los mismos cuando vuelven de las marchas, es un aprendizaje enorme; incorporan valores, el amor por la lucha y por los sueños”, dice Chichizola. Morlachetti coincide: “Es una experiencia de vida muy fuerte porque ven la pobreza en otros lados, se encuentran con sus pares y aprenden a compartir con ellos el pan, un dibujo, su alegría”. “La vida entera debería ser una fiesta”, agrega.
Durante 15 días, más de 300 chicos de varios hogares de todo el país se harán dueños de esa esperanza. Bajarán desde La Quiaca y pasarán por Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba y Santa Fe, y el 22 de mayo pisarán la Plaza de Mayo, donde se encontrarán con otros chicos, de instituciones de Capital Federal y Gran Buenos Aires. “Lo nuestro es apenas un granito de arena. En este país, cada quien tendría que poner el suyo”, concluye Morlachetti.

 

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