Por Rory Carroll
Desde
Roma
Cinco minutos antes de las
7 de la tarde acaban los comerciales y comienza el show. Suenan los platillos,
los tambores y la luz inunda la escena. Las trompetas resuenan mientras
la música se expande en un urgente crescendo. Es el sonido de la
batalla. Los gráficos se desvanecen para revelar a un locutor que
mira la cámara. Luce un traje cruzado y una sonrisa apretada. Antes
de que la música termine, comienza a hablar, rápidamente,
porque hay mucho que decir. Hoy, un gran líder compartió
su sabiduría con el pueblo. Viene para ofrecer esperanza a los
pobres, los desempleados, a los temerosos. Una tierra iluminada por el
sol nos espera y él sabe cómo llegar ahí.
Pero el presentador parece triste. Algo más sucedió hoy.
Algunos idiotas, no hay otra palabra, atacaron al líder. Lanzaron
insultos, mentiras y amenazas. Lo atacaron personalmente, inventaron historias
y hasta tuvieron la caradurez de robar sus ideas. No, hoy las noticias
no son buenas. Y éstas son las noticias, seis noches a la semana,
en Retequattro, una red nacional de televisión en Italia. Es el
dominio de Emilio Fede, presentador televisivo y director. Fede tiene
un comentario para todo. Estos comunistas no cambian nunca,
es una de sus expresiones favoritas para referirse al centro izquierda
de Italia.
Fede tiene un héroe. Es su cavaliere, al que llama mi Biblia.
El héroe es Silvio Berlusconi, de 64 años, el hombre más
rico de Italia, fundador del partido Forza Italia, jefe de la oposición
de centroderecha y favorito para ganar las elecciones generales del domingo.
También es el patrón de Fede. Retequattro es sólo
una parte del vasto imperio mediático que le da a Berlusconi una
influencia sin rival sobre la opinión pública. Su empresa
Mediaset también maneja los otras dos redes de televisión
privada de Italia, Canale 5 e Italia 1. Su familia también es dueña
de un periódico, Il Giornale, y del mayor grupo editor de Italia,
Mondadori. El millonario está a ocho días de desatar el
mayor conflicto de intereses en cualquier democracia occidental. Las encuestas
sugieren que su coalición le ganará al gobierno el 13 de
mayo a pesar de la indignación internacional que lo declara no
apto para la función.
La separación de poderes en la que confían los estados
para proteger la democracia quedaría destruida. No se puede permitir
que una democracia dependa en la buena voluntad de un hombre, dijo
James Walston, historiador de la Universidad Norteamericana de Roma. Los
socios europeos están preocupados y asombrados: ¿cómo
pudo Italia dejar que esto sucediera? ¿Con cuánto descaro
explota Berlusconi su imperio? ¿Cómo será de peligroso
una vez que tenga el control de la televisión estatal? Las respuestas
son sorprendentes, pero no tranquilizadoras.
Berlusconi dice que una ley sobre conflictos de intereses será
aprobada durante sus primeros 100 días en el poder y que el anuncio
de la venta de Mediaset se dará a conocer la semana que viene.
El Cavaliere responde a las dudas de los escépticos con una sonrisa:
confíen en mí. A pesar de lo que algunos de sus partidarios
proclaman sobreexcitados, Berlusconi no es ningún Duce. No veta
lo que publican sus medios, como hacía Benito Mussolini, que se
quedaba hasta tarde reescribiendo los titulares de la mañana siguiente.
No hice ni un llamado telefónico para ver qué pasa
desde 1994, dice. Ese fue el año en que fue electo primer
ministro y formó un gobierno que después cayó en
medio de disputas internas y bajo acusaciones de corrupción. Ganó
credibilidad nuevamente con la ayuda de sus medios, que entonaron el mantra
de que los magistrados de izquierda habían armado las acusaciones
sin tener bases. Nadie fue más devoto que Fede. Sus alabanzas eran
legendarias, ganándose el sobrenombre de Fido. Discursos sin editar
de Berlusconi y largas conferencias de prensa dominan sus emisiones. Cuando
informa sobre la izquierda, en cambio, el presentador pone los ojos en
blanco. La policía requisó grabaciones por sospechas que
se había quebrantado una ley que garantiza igual tiempo de aire
a la derecha y a la izquierda. Las sospechas eran justificadas: dos horas
dedicadas a Berlusconi, tres minutos a su rival, Francesco Rutelli. En
privado, Berlusconi admite que Fede es una vergüenza pero dice que
la audiencia de Retequattro está compuesta mayormente por amas
de casa, y es muy pequeña para importar. Las noticias en Italia
1, dirigidas a los jóvenes, muestran un país invadido por
criminales e inmigrantes ilegales, ecos de la campaña electoral
del Cavaliere. El editor, Mario Giordano, disfruta golpeando a la izquierda.
Observadores independientes calcularon que desde mitad de marzo a mitad
de abril, las redes de Mediaset dedicaron 11 veces más cobertura
a Berlusconi que a Rutelli. Aún así, es menos partidista
que antes: no hay propaganda directa del partido Forza Italia de Berlusconi,
hay menos apoyos de celebridades. El presidente de Mediaset, Fedele Confalonieri,
instruyó al personal para que diera igual cobertura a los opositores
del patrón. El canal insignia, Canale 5, lo ha hecho en gran parte
bajo su respetado jefe de noticias, Enrico Mentana. Hace dos semanas era
el único presentador que informó de una gaffe de Berlusconi
cuando acusó al centro izquierda de terrorismo. Maurizio Costanzo,
animador estrella de un chat show, es de izquierda. Sin embargo, los de
adentro dicen que la autocensura es de rutina. Las líneas
existen y no las cruzamos. Es una cuestión de tono. Nadie tiene
que decirnos nada.
Hace dos semanas, Berlusconi hizo exactamente eso: telefonear a Mentana
por la historia de la gaffe. Fue muy tenso, dijo un empleado.
Eso fue inusual y el Cavaliere está tratando de disuadir al presentador
para que no salte a otro canal rival, sabiendo que la credibilidad de
Canale 5 sufriría. Panorama, una influyente revista semanal, halaga
a su patrón y basurea a sus oponentes. Il Giornale, un diario nacional
propiedad de Paolo Berlusconi, se volvió partidario después
que su hermano entrara en la política. Indro Montanelli, el decano
de los periodistas italianos, renunció como editor en protesta.
Sin mi conocimiento llegó a la sala de noticias y dijo que
todo debía cambiar ahora porque el diario debía ponerse
a su servicio.
Lo que haría que la victoria de Berlusconi fuera tan alarmante
es el control de las tres redes estatales de televisión y radio,
llamada Rai. Casi todo el sistema de la sexta economía más
grande del mundo quedaría en manos de un solo hombre. Durante los
últimos cinco años, la Rai equilibró el poder de
los medios al apoyar la centro izquierda gobernante. Eso cambiaría
bajo Berlusconi porque la Rai siempre estuvo del lado de los ganadores,
dijo Claudio Lodici, un politólogo. En 1994 Berlusconi emprendió
una purga. Esta vez no hay necesidad. Durante el año pasado, se
detectó que periodistas y ejecutivos clave bajaban el tono de crítica
del que probablemente será el nuevo patrón. Fueron demasiado
lejos cuando la Rai no informó sobre la gaffe de Berlusconi que
sí cubrió Canale 5. Una investigación interna está
en curso. El profesor Walston notó la misma tendencia en diarios
aparentemente independientes. Muchos columnistas son académicos
universitarios que dependen de los fondos del gobierno para sus cátedras.
Las velas se están replegando porque el viento está cambiando.
La indignación de Berlusconi llenó un hall de deporte en
Palermo la semana pasada. Pensar que yo, después de todo
lo que hice por la democracia, podría tomar mi lugar en la oficina
del primer ministro para aprovecharme de esa posición de poder
para mi propio interés, es una broma que nadie puede tomar seriamente.
En Retecuattro, esa noche, Emilio Fede tomó eso como su clave para
reír de corazón.
De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
SUBRAYADO
Por Claudio Uriarte
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Braden o Berlusconi
Kilómetros y millas, kilogramos y libras, grados Celsius
y Fahrenheit son diferentes patrones de medida de las mismas cosas
distancias, pesos, temperaturas cuya traducción
requiere de tablas de conversión. Es decir: una milla es
más o menos un kilómetro y medio, una libra es poco
menos de medio kilo, y así sucesivamente. Ojalá existieran
en política tablas equivalentes, para ver en qué medida
el repudio editorial de cuatro medios de primera línea del
establishment europeo y norteamericano a un candidato electoral
italiano equivale a la presión pública de un embajador
norteamericano contra otro candidato más lejano, de un país
sudamericano próspero, pero marginal. O sea, cómo
se compara la ofensiva actual de The Economist y The Financial Times
de Gran Bretaña, El Mundo de España y Los Angeles
Times de EE.UU. contra el plutócrata populista italiano Silvio
Berlusconi con el ataque de Spruille Braden al militar populista
argentino Juan Perón en 1946.
Quedan seis días para las elecciones, pero puede arriesgarse
que el estirado titular del Economist, Why Silvio Berlusconi
is unfit to lead Italy (Por qué Berlusconi es inapto
para gobernar Italia), va a ser contestado por un meridional Va
fangulo. Ya que la ofensiva proviene del mismo enemigo contra
quien agita el líder de Forza Italia: la eurocracia anónima
de Bruselas, vestida ahora con la pulcritud de los trajes Armani
Tercera Vía de su oponente Francesco Rutelli, un clon romano
de Tony Blair al que en estos días Alessandra Mussolini retrató
como parte de una conspiración de la oligarquía
de izquierda europea. Imitando al xenófobo Joerg Haider
en Austria, Berlusconi opera menos con un programa explícito
que con una identidad y con símbolos astutamente manipulados:
su misma historia de acuerdos mafiosos, monopolios massmediáticos
y un ascenso tan meteórico como sospechoso es el repudio
vivo a la operación Mani Puliti que garantizó la entrada
italiana a la moneda única europea. Y su alianza con los
posfascistas de Alianza Nacional y con los racistas ultraliberales
de la Liga del Norte termina de decir lo que falta. Su triunfo,
de confirmarse, no será un logro más para la derecha
normalizada como José María Aznar a
quien responde, por ejemplo, El Mundo sino un nuevo desgajamiento
en favor del antieuropeísmo de Haider, el emergente de una
nueva-nueva derecha y el ala más reaccionaria del movimiento
antiglobalización. ¿Quién ha visto un
euro?, podría ser su chicana de combate.
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