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LA DERECHA ITALIANA CONTRAATACA A SUS CRITICOS
Operación manos muy sucias

La prensa europea proclamó a coro que el derechista Silvio Berlusconi, favorito como futuro premier italiano, es un peligro continental. Aquí, cómo se defiende el magnate mediático.

El �cavaliere� Berlusconi, el hombre más rico de Italia.

Por Rory Carroll
Desde Roma

Cinco minutos antes de las 7 de la tarde acaban los comerciales y comienza el show. Suenan los platillos, los tambores y la luz inunda la escena. Las trompetas resuenan mientras la música se expande en un urgente crescendo. Es el sonido de la batalla. Los gráficos se desvanecen para revelar a un locutor que mira la cámara. Luce un traje cruzado y una sonrisa apretada. Antes de que la música termine, comienza a hablar, rápidamente, porque hay mucho que decir. Hoy, un gran líder compartió su sabiduría con el pueblo. Viene para ofrecer esperanza a los pobres, los desempleados, a los temerosos. Una tierra iluminada por el sol nos espera y él sabe cómo llegar ahí.
Pero el presentador parece triste. Algo más sucedió hoy. Algunos idiotas, no hay otra palabra, atacaron al líder. Lanzaron insultos, mentiras y amenazas. Lo atacaron personalmente, inventaron historias y hasta tuvieron la caradurez de robar sus ideas. No, hoy las noticias no son buenas. Y éstas son las noticias, seis noches a la semana, en Retequattro, una red nacional de televisión en Italia. Es el dominio de Emilio Fede, presentador televisivo y director. Fede tiene un comentario para todo. “Estos comunistas no cambian nunca”, es una de sus expresiones favoritas para referirse al centro izquierda de Italia.
Fede tiene un héroe. Es su cavaliere, al que llama “mi Biblia”. El héroe es Silvio Berlusconi, de 64 años, el hombre más rico de Italia, fundador del partido Forza Italia, jefe de la oposición de centroderecha y favorito para ganar las elecciones generales del domingo. También es el patrón de Fede. Retequattro es sólo una parte del vasto imperio mediático que le da a Berlusconi una influencia sin rival sobre la opinión pública. Su empresa Mediaset también maneja los otras dos redes de televisión privada de Italia, Canale 5 e Italia 1. Su familia también es dueña de un periódico, Il Giornale, y del mayor grupo editor de Italia, Mondadori. El millonario está a ocho días de desatar el mayor conflicto de intereses en cualquier democracia occidental. Las encuestas sugieren que su coalición le ganará al gobierno el 13 de mayo a pesar de la indignación internacional que lo declara no apto para la función.
“La separación de poderes en la que confían los estados para proteger la democracia quedaría destruida. No se puede permitir que una democracia dependa en la buena voluntad de un hombre,” dijo James Walston, historiador de la Universidad Norteamericana de Roma. Los socios europeos están preocupados y asombrados: ¿cómo pudo Italia dejar que esto sucediera? ¿Con cuánto descaro explota Berlusconi su imperio? ¿Cómo será de peligroso una vez que tenga el control de la televisión estatal? Las respuestas son sorprendentes, pero no tranquilizadoras.
Berlusconi dice que una ley sobre conflictos de intereses será aprobada durante sus primeros 100 días en el poder y que el anuncio de la venta de Mediaset se dará a conocer la semana que viene. El Cavaliere responde a las dudas de los escépticos con una sonrisa: confíen en mí. A pesar de lo que algunos de sus partidarios proclaman sobreexcitados, Berlusconi no es ningún Duce. No veta lo que publican sus medios, como hacía Benito Mussolini, que se quedaba hasta tarde reescribiendo los titulares de la mañana siguiente. “No hice ni un llamado telefónico para ver qué pasa desde 1994,” dice. Ese fue el año en que fue electo primer ministro y formó un gobierno que después cayó en medio de disputas internas y bajo acusaciones de corrupción. Ganó credibilidad nuevamente con la ayuda de sus medios, que entonaron el mantra de que los magistrados de izquierda habían armado las acusaciones sin tener bases. Nadie fue más devoto que Fede. Sus alabanzas eran legendarias, ganándose el sobrenombre de Fido. Discursos sin editar de Berlusconi y largas conferencias de prensa dominan sus emisiones. Cuando informa sobre la izquierda, en cambio, el presentador pone los ojos en blanco. La policía requisó grabaciones por sospechas que se había quebrantado una ley que garantiza igual tiempo de aire a la derecha y a la izquierda. Las sospechas eran justificadas: dos horas dedicadas a Berlusconi, tres minutos a su rival, Francesco Rutelli. En privado, Berlusconi admite que Fede es una vergüenza pero dice que la audiencia de Retequattro está compuesta mayormente por amas de casa, y es muy pequeña para importar. Las noticias en Italia 1, dirigidas a los jóvenes, muestran un país invadido por criminales e inmigrantes ilegales, ecos de la campaña electoral del Cavaliere. El editor, Mario Giordano, disfruta golpeando a la izquierda.
Observadores independientes calcularon que desde mitad de marzo a mitad de abril, las redes de Mediaset dedicaron 11 veces más cobertura a Berlusconi que a Rutelli. Aún así, es menos partidista que antes: no hay propaganda directa del partido Forza Italia de Berlusconi, hay menos apoyos de celebridades. El presidente de Mediaset, Fedele Confalonieri, instruyó al personal para que diera igual cobertura a los opositores del patrón. El canal insignia, Canale 5, lo ha hecho en gran parte bajo su respetado jefe de noticias, Enrico Mentana. Hace dos semanas era el único presentador que informó de una gaffe de Berlusconi cuando acusó al centro izquierda de terrorismo. Maurizio Costanzo, animador estrella de un chat show, es de izquierda. Sin embargo, los de adentro dicen que la autocensura es de rutina. “Las líneas existen y no las cruzamos. Es una cuestión de tono. Nadie tiene que decirnos nada.”
Hace dos semanas, Berlusconi hizo exactamente eso: telefonear a Mentana por la historia de la gaffe. “Fue muy tenso,” dijo un empleado. Eso fue inusual y el Cavaliere está tratando de disuadir al presentador para que no salte a otro canal rival, sabiendo que la credibilidad de Canale 5 sufriría. Panorama, una influyente revista semanal, halaga a su patrón y basurea a sus oponentes. Il Giornale, un diario nacional propiedad de Paolo Berlusconi, se volvió partidario después que su hermano entrara en la política. Indro Montanelli, el decano de los periodistas italianos, renunció como editor en protesta. “Sin mi conocimiento llegó a la sala de noticias y dijo que todo debía cambiar ahora porque el diario debía ponerse a su servicio”.
Lo que haría que la victoria de Berlusconi fuera tan alarmante es el control de las tres redes estatales de televisión y radio, llamada Rai. Casi todo el sistema de la sexta economía más grande del mundo quedaría en manos de un solo hombre. Durante los últimos cinco años, la Rai equilibró el poder de los medios al apoyar la centro izquierda gobernante. “Eso cambiaría bajo Berlusconi porque la Rai siempre estuvo del lado de los ganadores,” dijo Claudio Lodici, un politólogo. En 1994 Berlusconi emprendió una purga. Esta vez no hay necesidad. Durante el año pasado, se detectó que periodistas y ejecutivos clave bajaban el tono de crítica del que probablemente será el nuevo patrón. Fueron demasiado lejos cuando la Rai no informó sobre la gaffe de Berlusconi que sí cubrió Canale 5. Una investigación interna está en curso. El profesor Walston notó la misma tendencia en diarios aparentemente independientes. “Muchos columnistas son académicos universitarios que dependen de los fondos del gobierno para sus cátedras. Las velas se están replegando porque el viento está cambiando.”
La indignación de Berlusconi llenó un hall de deporte en Palermo la semana pasada. “Pensar que yo, después de todo lo que hice por la democracia, podría tomar mi lugar en la oficina del primer ministro para aprovecharme de esa posición de poder para mi propio interés, es una broma que nadie puede tomar seriamente.” En Retecuattro, esa noche, Emilio Fede tomó eso como su clave para reír de corazón.

De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

 

SUBRAYADO
Por Claudio Uriarte

Braden o Berlusconi

Kilómetros y millas, kilogramos y libras, grados Celsius y Fahrenheit son diferentes patrones de medida de las mismas cosas –distancias, pesos, temperaturas– cuya traducción requiere de tablas de conversión. Es decir: una milla es más o menos un kilómetro y medio, una libra es poco menos de medio kilo, y así sucesivamente. Ojalá existieran en política tablas equivalentes, para ver en qué medida el repudio editorial de cuatro medios de primera línea del establishment europeo y norteamericano a un candidato electoral italiano equivale a la presión pública de un embajador norteamericano contra otro candidato más lejano, de un país sudamericano próspero, pero marginal. O sea, cómo se compara la ofensiva actual de The Economist y The Financial Times de Gran Bretaña, El Mundo de España y Los Angeles Times de EE.UU. contra el plutócrata populista italiano Silvio Berlusconi con el ataque de Spruille Braden al militar populista argentino Juan Perón en 1946.
Quedan seis días para las elecciones, pero puede arriesgarse que el estirado titular del Economist, “Why Silvio Berlusconi is unfit to lead Italy” (Por qué Berlusconi es inapto para gobernar Italia), va a ser contestado por un meridional “Va fangulo”. Ya que la ofensiva proviene del mismo enemigo contra quien agita el líder de Forza Italia: la eurocracia anónima de Bruselas, vestida ahora con la pulcritud de los trajes Armani Tercera Vía de su oponente Francesco Rutelli, un clon romano de Tony Blair al que en estos días Alessandra Mussolini retrató como parte de una conspiración “de la oligarquía de izquierda europea”. Imitando al xenófobo Joerg Haider en Austria, Berlusconi opera menos con un programa explícito que con una identidad y con símbolos astutamente manipulados: su misma historia de acuerdos mafiosos, monopolios massmediáticos y un ascenso tan meteórico como sospechoso es el repudio vivo a la operación Mani Puliti que garantizó la entrada italiana a la moneda única europea. Y su alianza con los posfascistas de Alianza Nacional y con los racistas ultraliberales de la Liga del Norte termina de decir lo que falta. Su triunfo, de confirmarse, no será un logro más para la derecha “normalizada” como José María Aznar –a quien responde, por ejemplo, El Mundo— sino un nuevo desgajamiento en favor del antieuropeísmo de Haider, el emergente de una nueva-nueva derecha y el ala más reaccionaria del movimiento antiglobalización. “¿Quién ha visto un euro?”, podría ser su chicana de combate.

 

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