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BALANCE DE LA 27ª EDICION DE LA FERIA, QUE TERMINA HOY
Libros que no muerden, pero cuestan

Alrededor de 1.400.000 personas concurrieron al predio de Palermo, un 30 por ciento más que el año pasado, aunque los expositores coincidieron en que bajaron las ventas respecto de la última edición. La entrada gratuita los días de semana disimuló la crisis que vive el sector.

Por Silvina Friera

Para analizar el significado de la 27ª edición de la Feria del Libro hay que empezar por equilibrar el optimismo virtual que arrojó la cantidad de visitantes –se estima que más de 1.400.000 personas recorrieron las instalaciones de la Rural– con el lapidario resultado de una encuesta encargada por el Ministerio de Educación de la Nación a la consultora Caterberg & Asociados, que confirmó que casi el 50 por ciento de los consultados no leyó ningún libro durante el 2001. “El placer de la lectura” fue un lema que los datos de la realidad sumergieron en una mera expresión de deseo. “Cumplimos con los objetivos de acercar el público a los libros”, evaluó el presidente de la Fundación El Libro, Hugo Levín. Y agregó: “La Feria disimuló la peor crisis que vive el sector editorial en los últimos cincuenta años. Si no fuera por la gratuidad, la caída de las ventas hubiera sido mucho más fuerte. La masividad permitió salvar la ropa”, analizó.
Entre las cuentas pendientes, se subsanó una de las más contradictorias para quienes promueven este megaevento cultural como un acercamiento entre el autor y el lector: paradójicamente nunca un escritor había inaugurado la Feria. Este año, Juan José Saer fue elegido para la apertura. “Donde reina la opresión, los libros son mal vistos”, expresó y puso el dedo en una herida que la Fundación El Libro comenzó a reparar con la instalación de Carlos Alonso Memorias del fuego, que recordó la quema de libros durante la dictadura. Además, se realizó un homenaje al editor Boris Spivacow, principal inspirador de la obra editorial de Eudeba y fundador y director del Centro Editor de América Latina (CEAL), que fue testigo de la barbarie: vio cómo se incineraban más de un millón y medio de libros. Por primera vez en los 25 años que pasaron desde el golpe militar, la Feria, institucionalmente, hizo hincapié en el tema de los desaparecidos.
En el rubro visitas, siempre importante, tanto por el prestigio que aportan como por el potencial arrastre de público que provocan, se prometió más de lo que se concretó. Tanto fue así, que sonaron más fuerte las deserciones: Ray Bradbury (por razones de salud), Angeles Mastretta (ídem) y Paulo Coelho (prefirió ir a la Feria del Libro de Bogotá) no estuvieron en el predio de Palermo. Sí lo hicieron Rosa Montero, Marcela Serrano, Roger Chartier, Marc Augé e Idea Vilariño. La notable poeta uruguaya, de 80 años, visitó por primera vez la Feria.
“Nunca el reclamo por la sanción de la ley del libro fue tan contundente”, observó Levín, respecto a uno de los hechos más significativos de esta edición y que se hizo particularmente visible el día de la apertura, de cara a los funcionarios presentes. “Estamos inmersos en una crisis que provoca que la gente no compre libros porque no tiene plata. Y también comparto el reclamo unánime de los expositores de bajar los costos de los stands”, señaló Levín.
El ánimo de los editores está inscripto en una sensación generalizada de desasosiego por la crisis económica, que se tradujo en la caída de las ventas para las pequeñas, medianas y grandes editoriales. “Hasta una semana atrás, en la Feria se reflejaban los problemas recesivos del país -explicó Adela Castronovo, encargada del stand de Colihue–. Pero en los últimos días aumentaron la cantidad de gente y las ventas. A diferencia de la edición anterior, la mayor afluencia de gente se dio en los días de semana, especialmente los viernes”. Para José Rosa, encargado de la Librería de las luces, el balance fue “óptimo”, aunque vendió un poco menos que en la anterior edición. “Para el negocio del libro los costos que se manejan en la feria son altísimos y esto perjudica a las pequeñas editoriales, por eso muchas se quedan afuera –dijo–. Con 400 dólares por metro cuadrado, los stands continúan siendo muy caros”. Además de coincidir en cuanto al aumento de público de lunes a viernes, agregó que “desapareció el fin de semana como el momento más fuerte”. Después de 25 años, Siglo XXI Editores volvió a la Argentina, y éste fue su debut en la exposición. Marcelo Pose, encargado del stand, está conforme con los resultados: “ahora la afluencia de gente se sintió temprano, antes las primeras horas eran patrimonio de los colegios”, comentó. Para Esteban Bitesnik de Grijalbo Mondadori las ventas estuvieron “acorde” con lo que se vende en una librería. Para Susana Fernández, encargada de Cúspide, “se vendió un 20 por ciento menos”. Aunque no tiene todavía los números definitivos, Gastón Pérez, encargado de Sudamericana, señala que las ventas estarían “igual o apenas por debajo que el año pasado”. Del mismo modo, Victoria Yened de Ediciones de la Flor pronosticó una oscilación entre un 10 y 15 por ciento abajo de la edición anterior. Idéntico panorama afectó a la editorial Planeta. Raúl Robledo, encargado del stand, aseguró que vendieron un 15 por ciento menos. “La gente optó por libros de bolsillo, como los de María Esther de Miguel o Angeles Mastretta, porque son más baratos”, puntualizó. Para editoriales con títulos específicos como el Fondo de Cultura Económica (FCE), el balance general fue positivo. “No tenemos best sellers, nuestro público busca y compra textos de ciencias sociales, historia y filosofía”, precisó la encargada, Cleopatra Caglieris. Una de las que más sufrió la disminución en las ventas fue Losada, que vendió un 30 por ciento menos, según estimó Omar Gervan, a cargo del stand de la editorial. En definitiva, la cantidad de gente que llenó el predio durante 19 días, no logró tapar una crisis que se hizo sentir con toda su crudeza.

 

Palabras autorizadas

Estas son algunas de las frases que quedaron de la 27ª edición de la Feria del Libro, que finaliza hoy:
“En cierto modo, nunca se deja de ser un clandestino” (Miguel Bonasso, en la presentación de Diario de un clandestino)
“Frente a un texto electrónico, el lector desempeña un papel que no podía desarrollar con el formato impreso, puede desplazarlo, recortarlo, reescribirlo” (Roger Chartier)
“Hemos creado una nueva experiencia de soledad” (Marc Augé)
“Una de las claves para cualquier estrategia antinazi sería efectuar una amplia depuración de las fuerzas de seguridad e inteligencia” (Raúl Kollmann en la presentación de Sombras de Hitler)
“El poder político cercena las condiciones económicas de algunos medios y esto es un ataque directo a la libertad de prensa” (Nelson Castro en la presentación Ataques a la prensa, informe 2001 de Periodistas)
“Sin los libros el hombre perdería el dominio del mundo que cree haber alcanzado” (Juan José Saer en la inauguración de la Feria)

 

Ofertas de último momento

Varias editoriales decidieron rebajar algunos libros para aprovechar el último día de la Feria y mejorar las ventas. Hay títulos para todos los gustos. En el stand de Siglo XXI, el Diccionario de Política de Norberto Bobbio pasó de 110 pesos (el precio de lista) a 90. En Ediciones de la Flor, El péndulo de Foucault de Umberto Eco cambió su valor: de 25 a 12,50. Además, se puede conseguir Les Luthiers de la L a la S, a 15, cuando la semana pasada estaba a 30. Fondo de Cultura Económica lanzó como su caballito de batalla final clásicos como La religión en los Estados Unidos, de Harold Bloom a 5 (antes costaba 13) y los viajes de Sarmiento por Europa, ahora a 12 pesos (antes 40).

 

Los más vendidos
Estos fueron los libros más vendidos durante la Feria, según la información suministrada a Página/12 por los encargados de los stands.

Sudamericana
*El delicado umbral de la tempestad (Jorge Castelli)
*El camino de la autodependencia (Jorge Bucay)
*El dictador (María Seoane y Vicente Muleiro)

Planeta
*El demonio y la señorita Prym (Paulo Coelho)
*El atroz encanto de ser argentino (Marcos Aguinis)
*Diario de un clandestino (Miguel Bonasso)

Colihue
*Crónica del ángel gris (Alejandro Dolina)
*El libro del fantasma (Dolina)
*Obras completas del Che

Siglo XXI Editores
*Vigilar y castigar (Michel Foucault)
*Pedagogía del oprimido (Paulo Freire)
*Latinoamérica, las ciudades y las ideas (José Luis Romero)

Grijalbo Mondadori
*La era del capital y el imperio (Eric Hobsbawm)
*Astérix y la traviata (Albert Uderzo)
*Astérix 5 historietas por 25 pesos

Ediciones de la Flor
*Te digo más y otros cuentos (Roberto Fontanarrosa)
*Inodoro 25 (Roberto Fontanarrosa)
*Gaturro 2 (Nik)

 

para ir
17.00. Presentación del libro Entre Perón y Franco, de Dora Schwarzstein, y mesa redonda “Memoria del exilio republicano en la Argentina”, con Natalio Botana. (Sala A.S.)

18.00. Conferencia: “La condición humana en tiempos de globalización”, a cargo de Jaime Barylko. (Sala D.F.S.)

19.00. Mesa redonda: “En torno a la historia del teatro en la argentina”, con Francisco Carnese, Rubens Correa, Roberto Cossa, Luis Ordaz y Osvaldo Pelletieri. (Sala J.L.B.)

20.30. Taller: “Donde Borges y Bioy perdieron el poncho. Orígenes del policial argentino”, a cargo de Eduardo González. (Sala Rincón de la lectura.)

 

�Escribir permite vivir otras vidas�

La española Rosa Montero, que presentó su última novela en la Feria, señaló en entrevista con Página/12 que los autores deben dejarse enseñar por sus personajes.

Rosa Montero es una de las figuras principales de la narrativa en español.
“Todo el siglo XX ha sido la demolición sistemática de la realidad”, señaló.


Por S. F.

“Cuando terminas una novela te sientes un poco vacía, te preguntas ¿ahora a qué dedico mi tiempo mental?”, disparó con irónica frescura la escritora y periodista madrileña Rosa Montero, que presentó su última novela El corazón del Tártaro, en la Feria del Libro. Autora de éxitos editoriales como La hija del caníbal (Premio Primavera 1997), Crónicas del desamor y Te trataré como a una reina, entre otros, Montero está satisfecha con la historia que escribió. La ilustración de la tapa de El corazón..., un montaje en el que aparecen dos ángeles atravesados por una aguja inyectable, anticipa un relato estremecedor.
–El corazón del Tártaro empieza: “Lo peor es que las desgracias no suelen anunciarse” ¿Por qué eligió esta frase tan contundente?
–Es la más intensa y la más apretada que escribí. En la construcción de esta novela de intriga, cada línea es como un rompecabezas. Pensé el principio mil veces porque lo imaginé como una entrada en materia. Mi propósito es emborrachar al lector, que entre a la novela y se meta adentro como el que se cae a un pozo y no puede salir hasta atravesarlo.
–Ha medida que se avanza en la lectura hay una notable atmósfera de angustia ¿Le costó escribir en medio de ese clima?
–Quería hacer una historia sobre la capacidad del ser humano para sobrevivir al infierno. Empecé a tomar notas en cuadernitos durante un año y medio y no pude más porque sabía que quería escribir una novela sobre la superación de ese dolor. Pero mi protagonista no creía que se podía sobrevivir al dolor. Con lo cual llevaba un año metida en un fango que no podía soportar, sentía tanta angustia y no veía como manejar esa situación, que dejé la novela, convencida de que nunca la retomaría. Después comencé a trabajar en otra novela medieval fantástica que transcurre en el siglo XII y a partir de este material encontré la solución para El corazón de Tártaro. Se colaron leyendas medievales de la otra novela, que aunque se las atribuya a Las mil y una noches y a Borges, son creaciones mías. Los mitos y los cuentos sirven para explicar y nombrar lo irracional. La distancia con el objeto narrado me permitió continuar adelante con la novela. Pero lo pasé mal.
–El personaje de la novela, Zarza, es editora de libros de la Edad Media y estuvo intentando escribir una novela situada en ese período ¿Tiene un interés especial por ese momento histórico?
–Me gusta muchísimo la historia y en los libros de biografías como “Historias de mujeres” o “Pasiones”, hay un enfoque histórico muy fuerte. Me gustan mucho los siglos XI y XII porque lo mágico y lo real conviven de una manera muy estrecha. Además, durante el siglo XII se creó el mito de la Virgen María, se inventó la idea de infierno tal como la conocemos, hubo un resurgir de la mujer y empezaron las sociedades urbanas modernas.
–¿Cómo construyó a la protagonista?
–Así como no escoges los temas sino que ellos te escogen a ti, los personajes se escriben solos. Hacer novelas es como la autorización de la esquizofrenia porque escribir te permite vivir otras vidas. Lo que más me gusta de las novelas es la posibilidad de sumergirte en vidas ajenas muy distintas de las tuyas. El autor maduro tiene que tener la humildad suficiente para dejarse enseñar por sus personajes.
–¿El tema de la droga está incorporado como una metáfora?
–Sí. No se la menciona en ningún momento pero está. No se dice ni droga, ni heroína, ni caballo, ni pico. Aparecen como la blanca y la reina, pero son nombres literarios míos, porque ningún drogadicto les llama a la heroína, ni blanca o reina. Para mí, en este caso, la droga es uno de los nombres posibles del infierno, una de las múltiples maneras que tiene el ser humano de perderse y ni siquiera es la manera principal en la que se pierde la protagonista. Su peor infierno es su infancia.
–En sus personajes hay una búsqueda constante de la identidad. ¿Por qué? –La identidad es un eje fundamental de la narrativa del siglo XXI, porque cada vez nos fiamos menos de todo. Se ha perdido la credibilidad del mundo, han muerto los dioses, ya no hay valores absolutos y dentro de esa falta de confianza de lo que nos rodea se incluye el propio yo, la propia identidad, desconfiamos de nuestra memoria, que es la base de lo que somos. En realidad nos inventamos y narramos nuestro propio pasado.
–¿La identidad es un problema de las sociedades contemporáneas?
–Absolutamente. Empezaron a destruirse los cimientos del mundo a finales del siglo XIX. De repente llega Stevenson y escribe Dr. Jekyll y Mr Hide y empezamos a entender que no somos uno sino que dos o muchas más personalidades conviven dentro de nosotros. Después Freud pone en cuestión el yo, que es el super yo. Einstein nos dice que el tiempo y el espacio son relativos, como un chicle. Ni de eso te puedes fiar. Los físicos y filósofos del siglo XX afirmaron que no se puede observar la realidad sin alterarla, que el observador inventa la realidad. Todo el siglo XX ha sido la demolición sistemática de la realidad.
–¿Cómo se reconstruye esto?
–No creo que haya que reconstruirlo. Somos capaces de vivir con eso. Hubo otras épocas en que la gente necesitaba una certidumbre y dioses absolutos. Creo que la madurez del ser humano pasa por asumir el agujero.

 

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