Página/12
en Gran Bretaña
Por
Marcelo Justo
Desde Londres
En
medio de un gigantesco circo mediático, uno de los fugitivos más
buscados del mundo, Ronald Biggs, regresó voluntariamente ayer
a Gran Bretaña después de haber burlado a la Justicia durante
35 años. El protagonista del robo del siglo, que vivía
como una estrella célebre en Río de Janeiro, encarnando
el sueño secreto de millones de británicos, emergió
ayer por la mañana en la nublada Inglaterra doblegado por los años
y la enfermedad. Esta vez la policía no debió sudar para
arrestarlo. Biggs se entregaba voluntariamente, con el último
deseo de tomar una pinta de cerveza en Margate, un anodino pueblo
veraniego en el sur de estas islas. Por ahora, es difícil que lo
haga.
Como un miembro más del jet set internacional, Biggs llegó
en un avión privado que aterrizó a las 9 de la mañana
en la base de la fuerza aérea de Northolt, al noroeste de Londres,
normalmente reservada para la realeza y los mandatarios extranjeros. El
avión privado pertenecía al diario sensacionalista The Sun,
que cumplió un rol clave y aún oscuro en el regreso del
fugitivo británico, y en vez de la cerveza o el barman que hubiera
deseado encontrar Biggs tras varias décadas de ausencia, fue el
director de la Unidad de Crimen Organizado, John Coles, el que se apersonó
en la aeronave para proceder a su arresto. Un médico acompañaba
al policía para verificar el estado de salud de Biggs que sufrió
tres infartos, el último de los cuales le provocó una parálisis
parcial que le dificulta enormemente el habla.
La policía lo trasladó en una camioneta con vidrios polarizados
al oeste de Londres, donde compareció durante ocho minutos ante
el juez Tim Workman para confirmar su identidad y que se le notificara
judicialmente su arresto. Bronceado y avejentado, con una remera amarilla,
unos pantalones acampanados y muchos más años que los 71
que declara el pasaporte, Biggs parecía un frágil legado
de los 60. Ayudado por un bastón, se sentó impávido
en el banquillo y contestó a las tres preguntas que le hizo el
juez con un gruñido apenas audible. Su precario estado de salud
se volvió más evidente cuando un doctor de la policía
debió limpiarle con un pañuelo la saliva que se le caía
de la boca. Con la misma remota indiferencia que contestó a las
preguntas, el ex fugitivo escuchó al juez Workman dictaminar que
la ley exige que lo devuelva a la prisión, lo que hago en
este momento.
Mientras la policía lo trasladaba al penal de Alta Seguridad de
Belmarsh en el sudeste de Londres, su abogada, Jane Wearing, indicó
a la salida del juzgado que apelaría ante la Corte. El señor
Biggs no está en buen estado de salud. Las autoridades son conscientes
de ello y se ocuparán de que reciba la atención médica
que necesita. El es consciente de las consecuencias legales de su regreso.
Solicitará una audiencia ante la Corte de Apelaciones. Todo lo
que desea es que se le garantice una audiencia justa y equilibrada que
tenga en cuenta los diferentes aspectos de este caso, indicó
Wearing.
Las palabras de la abogada proporcionan una buena pista para entender
el misterio de este regreso a la cárcel de un anciano que vivía
con dificultades, pero en libertad y en Rio de Janeiro, un lugar de playa,
sol y alcohol barato que es para sus compatriotas sinónimo de la
buena vida. El estado de salud y una promesa de la mejor atención
médica posible por parte del Servicio Nacional de Salud son factores
de peso en la balanza. La salud también debe ser un aspecto
de este caso al que se juega el ladrón del siglo
para poder tomar su cerveza en Margate. Recientemente, uno de los más
célebres gangsters británicos de los 60, Reggie Kray, fue
dejado en libertad después de cumplir 30 años de prisión,
cuando quedó en claro que era un enfermo terminal de cáncer.
Otro factor de peso para que Biggs abandonara los 32 grados de Río
por los 9 grados que lo esperaban a su llegada a la primavera
inglesa, sería el arreglo financiero al que habría llegado
con The Sun. Hace tiempo que Biggs gastó los 250 mil dólares
(unos dos millones de dólares al valor actual) que le tocó
por su participación en el robo y que sobrevivía explotando
su propia celebridad de fugitivo.
Uno de los rumores más insistentes es que The Sun le había
pagado entre 500 y 750 mil dólares por viajar en el jet privado
del diario (ver recuadro). En la primera plana de ayer el titular del
diario era un Got him (lo agarramos) que remedaba el lúgubremente
célebre titular de Got you (te agarramos) que le dedicó
al hundimiento del Belgrano en 1982. La Press Complaint Commision, que
regula a la prensa británica, indicó ayer que iniciaría
una investigación para determinar si el diario se ajustaba al código
de conducta que estipula que sólo se puede pagar a un delincuente
cuando es en el interés público y el material sólo
puede ser obtenido mediante el pago.
Por el momento los británicos miran con fascinación la saga
de Biggs, un personaje folclórico, admirado por muchos, que llegó
a convertirse en un símbolo contestatario en los 70 y a cantar
un tema para los Sex Pistols, adalides del movimiento Punk inglés.
Pero ayer la ministra del interior en la sombra por el opositor Partido
Conservador, Anne Widecombe, expresó la opinión de otra
parte de la sociedad, seguidora de la ley y el orden, y aseguró
que Biggs debe pasar el resto de sus días en la cárcel.
Una cosa es segura: en Margate lo esperan con los brazos abiertos. El
lugar está un poco cambiado despues de 40 años, pero el
dueño del pub favorito de Biggs, el Red Lion, declaró
a la prensa que estaría encantado de ver al célebre ladrón
en su local y que su presencia atraería tantos clientes extra que
le convidaría gratis la pinta que, de tan lejos, vino a buscar
a Inglaterra.
The
Sun será investigado
Medio
millón de dólares le habría costado al periódico
inglés The Sun la primicia del regreso de Ronnie Biggs a Inglaterra,
según informó el diario brasileño O Estado de
Sao Paulo. En su edición de ayer, el periódico paulista
publicó declaraciones del abogado Wellington Mousinho Lins
dos Santos representante legal de Biggs en Brasil, quien
señaló que The Sun le pagó a Ronnie esa suma,
a cambio de una serie de entrevistas exclusivas y de acompañarlo
de regreso al Reino Unido.
Pero la cuenta sigue: varios medios de comunicación británicos
señalaron que The Sun pagó también 28 mil dólares
a Michael el hijo brasileño de Biggs, para financiar
sus gastos y su regreso a Brasil; y otros 17 mil dólares a
Bruce Reynolds socio de Ronnie en el robo del siglo
y a su hijo Nick, quienes acompañaron al ex ladrón en
su viaje a Gran Bretaña, en un avión privado alquilado
por el periódico.
Semejante despilfarro ha puesto a The Sun bajo la lupa de la Comisión
de la Prensa británica (PCC), que analizará si el papel
desempeñado por el diario en el regreso de Biggs al Reino Unido
se ajusta a las normas éticas que regulan el ejercicio de la
profesión periodística. Sin duda, la exclusiva fue un
negocio redondo para The Sun, que con su cobertura logró opacar
la última primicia de su máximo competidor, The Daily
Mirror: una entrevista a la actriz Nicole Kidman, sobre su reciente
divorcio del actor Tom Cruise. |
El
resto de la banda
En
el asalto al tren postal que viajaba desde Glasgow a Londres, cometido
en agosto de 1963 y recordado como el robo del siglo,
participaron 18 hombres: a quince de ellos los juzgaron en 1964, los
otros tres nunca fueron localizados. Las principales condenas fueron
para:
Ronnie Biggs: era
carpintero en Surrey. Fue sentenciado a 30 años de prisión,
cumplió sólo 15 meses. Luego se fugó y vivió
en Brasil hasta el pasado domingo.
Bruce Reynolds: trabajaba
en un anticuario de Croydon, fue el cerebro del robo.
Tras el asalto huyó a Canadá, y fue apresado en 1968.
Cumplió 10 años de su condena a 25. En 1984 fue arrestado
nuevamente por tráfico de drogas.
Ronald Buster
Edwards: Presuntamente, fue quien golpeó al maquinista
del tren en la cabeza. Huyó a México y se entregó
en 1966. Pasó 9 años en la cárcel y luego vendió
flores en la estación londinense de Waterloo.
Roy James: Conducía
el coche en el que huyó la banda tras el asalto, y fue quien
dejó la huella digital que guió a la policía.
Cumplió 12 años de los 30 de condena. En 1993 volvió
a la cárcel por dispararle a su suegro y lastimar a su esposa.
Murió en 1997, poco después de ser liberado. |
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