Por
Pablo Plotkin
La
sensación que flota sobre el negocio de la música después
de que el ministro de Economía Domingo Cavallo anunciara el decreto
que elimina la exención del IVA para los espectáculos culturales
es enterremos de una vez al muerto. Sin exageraciones dramáticas,
la industria musical camina a los tumbos por el suelo de la recesión
argentina, y el gravamen del 21 por ciento parece facilitar el trámite
de defunción. Este es un mercado que, de hecho, ya no funciona,
le confió a Página/12 Roberto Costa, líder de Pop
Art, la empresa responsable de algunas de las visitas rockeras más
importantes de los últimos meses (REM, Oasis, Neil Young, Beck).
Nosotros hacemos shows todos los fines de semana y cortamos entre
30 y 70 tickets. Con esta medida están haciendo desaparecer el
negocio. Literalmente, aseguró.
La generación espontánea de una virtual Unión Argentina
de Empresarios Musicales integrada por productores de shows y dueños
de salas propició también la conferencia de prensa
que hoy a las 18.30 dará un grupo de artistas en el teatro Gran
Rex. Almafuerte, La Renga, Ráfaga, Los Piojos, Divididos, Lito
Vitale, Attaque 77, Juan Carlos Baglietto, el dúo Pimpinela, Víctor
Heredia, Litto Nebbia y Chango Spasiuk son algunos de los músicos
convocados y posibles cabezas parlantes de la reacción artística
frente al decreto diseñado por el Ministerio de Hacienda.
Esta es una actividad con demasiadas imposiciones como para, además,
agregarle un impuesto tan alto, opina Fernando Moya, director de
DG Producciones y uno de los representantes del puñado de empresarios
que participará de la conferencia (Héctor Caballero, Tito
Lectoure, Chiche Aisenberg, Costa, Alberto Cordero, Fernando Iborra, Pity
Yñurrigarro y Lucio Alfiz, entre otros). Moya describe la situación:
Para los espectáculos musicales la situación es muy
difícil. En el interior se manejan precios de entradas demasiado
bajos y, en Buenos Aires, están por encima de las posibilidades
de la gente. Este impuesto al entretenimiento es una nueva medida para
seguir matando el relax.
No es noticia: el entretenimiento es una de las primeras resignaciones
de consumo en épocas de crisis, y los rumores (y clamores) de desastre
financiero aumentan cada día en las oficinas de la industria musical.
Sé que no estamos más perjudicados que el resto del
país, aclara Costa, pero yo hablo de la realidad nuestra,
que es la que conozco. Para que se den una idea, cuando en un show se
gana un 20 por ciento hay que estar contentísimo. Ahora, con esta
medida, todo va a ser una pérdida segura. Las cosas empeoran
en el caso de los shows anunciados antes del lanzamiento del paquete.
Divididos y Bersuit Vergarabat, por ejemplo, cancelaron momentáneamente
la venta de entradas para sus presentaciones en Obras, hasta ver si soplan
nuevos vientos.
El Otoño Hot Festival, este sábado en el Club Hípico
Argentino (con Babasónicos y los ingleses electrónicos de
The Orb como cabeza de cartel) también sufrió el efecto
del decreto. Las entradas valen 20 pesos e incluyen un CD con los protagonistas
del festival. El margen del negocio es pequeñísimo,
y no puedo subir el precio, se queja Costa, el organizador. No
puedo subir la entrada, porque si la subo sé que no voy a vender
nada, recalca. En un efecto inevitable, el impuesto al valor agregado
reduciría también el promedio de visitas internacionales
para este año. El precio de las entradas para estos shows ya estaban,
de por sí, al límite de lo razonable. Y las estrellas anglosajonas
no suelen estar dispuestas a viajar por poco dinero. Esto me obliga
a hacer una reingeniería del negocio, resume Costa. Además
de la conferencia que darán músicos y empresarios en el
Gran Rex, en el virtual estado de movilización que campea en la
labor artística habrá variadas protestas, que llegan al
detalle de color de un grupo de cuarteteros que se manifestará
frente a la sede cordobesa del AFIP. Pero, frente a un panorama por demás
sombrío, parece difícil conjurar la tan mentada alegría
tropical.
OPINION
Una
escalada preocupante
Por
Marcelo Piñeyro *
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Por un lado,
sin duda el incremento del IVA que se suma al precio de la entrada
agrava la recesión en el sector, que ya venía con
una baja del 30 por ciento con respecto al mismo período
del año anterior. Pero por otro, esta aplicación del
IVA a las entradas y a la producción cinematográfica
genera en nosotros, los cineastas, la presunción de que éste
es el primer paso de una escalada para eliminar el impuesto del
10 por ciento, de donde se conforman los fondos genuinos con los
que se mueve nuestra industria del cine. Es verdad que, en los últimos
años, estos fondos se convirtieron en una entelequia, porque
al restarle autarquía al Instituto Nacional de Cine y Artes
Visuales esos fondos no van para el organismo sino para Hacienda,
y Hacienda da lo que quiere (que cada vez es menos). De cualquier
manera, eliminarlos sería catastrófico, porque ya
no se trataría de una eliminación temporaria, como
ha sucedido, sino que sería para siempre, con las consecuencias
del caso: la desaparición del cine argentino. Al mismo tiempo
que sucede esto, se está trabajando en el proyecto de ley
de Mecenazgo, que es una buena ley y cuyo sentido sería similar
a la que actualmente rige en Brasil. Para los cineastas brasileños
esta ley es beneficiosa, porque permite que las grandes empresas
puedan derivar parte de sus fondos destinados a pagar impuestos
a la producción de cine. Esto determinó que las majors
estadounidenses se hayan dedicado muy fuertemente a producir cine
brasileño, lo cual en principio es un buen dato, porque ayuda
a consolidar una industria. Pero ésa no puede ser la única
vía de producción. En Argentina, en caso de que se
promulgue la ley de Mecenazgo (algo que todavía no se hizo),
eliminar el fondo de fomento del 10 por ciento que establece la
Ley de Cine significaría eliminar la pequeña producción
independiente. Hoy por hoy, todo este cine joven que está
surgiendo y llamando la atención en el circuito de festivales
internacionales tiene una única manera de existir: con la
ayuda de los fondos del Instituto de Cine. Lo que tenemos que tener
en claro es que una ley no reemplaza a la otra, simplemente son
caminos diferentes.
* Cineasta.
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