Por
Diego Fischerman
Una
sacerdotisa de las Galias ama clandestinamente a un funcionario del Imperio
Romano. El funcionario ama clandestinamente a otra gala. Ese es el origen
del drama. Y el pretexto para una de las arias más célebres
de todo el repertorio de soprano: Casta Diva. Opera ejemplar
de ese estilo llamado genéricamente bel canto, Norma es una de
las obras más logradas de Vincenzo Bellini. Allí, la sencillez
armónica, la renuncia a sutilezas rítmicas y el acento puesto
casi exclusivamente en la melodía ocupan el lugar de declaraciones
de principios.
En 1995, iba a subir a escena en el Colón protagonizada por la
soprano estadounidense June Anderson. La cantante certificó médicamente
una rinolaringitis aguda y no cantó. Este viernes, Norma será
repuesta en la misma sala. La protagonista será June Anderson que,
unos días antes, mira el cielo nublado de Buenos Aires desde la
habitación de su hotel, dice no haber traído paraguas y
reza al clima para que esta vez sí pueda cantar Norma en
el Colón. La cantante, en una entrevista exclusiva con Página/12,
se manifestó sorprendida por los ecos (todavía presentes)
de su cancelación: No entiendo cómo puede resultar
tan difícil, para algunas personas, entender que los cantantes
también se enferman. El reclamo de una imagen más
humana para los divos no es ajena, para ella, a lo que piensa del propio
personaje que deberá encarnar. Muchos pueden encontrar poco
habitual mi interpretación de Norma. Me interesa hacerla más
humana. Que esté más cerca de la mujer que de la sacerdotisa.
Trato de mostrar su lado femenino, como madre, como amiga. En un punto,
ésta es una historia muy actual. Se trata de una mujer que trabaja
y que tiene que resolver un conflicto entre esta actividad y su vida privada.
Que tiene que tomar una decisión y que, también se da cuenta
de que, a causa de la furia, estuvo a punto de cometer un gran error.
El tratamiento musical es exquisito. Bellini hace de esta mujer un personaje
muy real.
Con cinco funciones (el próximo viernes, el martes 15, jueves 17,
sábado 19 y domingo 20), Norma tendrá dirección musical
de Reinaldo Censabella, régie de Iannis Kokkos e iluminación
de Guido Levi, en una producción de la Opera de París-Bastilla.
Junto a Anderson actuarán Giorgio Merighi como Pollione, Denis
Sedov en el papel de Oroveso, Cecilia Díaz como Adalgisa, Evelina
Iacattuni como Clotilde y Fernando Chalabe como Flavio. Para mí,
Callas es la Norma, pero, aun así, la mía es sumamente diferente,
explica la soprano. Sería un error tratar de copiarla, entre
otras cosas porque su interpretación es única. En
cuanto al estilo vocal, June Anderson dice que cuando canta Norma no piensa
en lo que está cantando. Todo está en las palabras.
Lo demás es técnica y uno la tiene tan incorporada que no
se piensa en ella. Uno ha cantado Bellini, Donizetti, Verdi, Rossini y
todo eso está allí. La particularidad de Norma, en realidad,
tiene que ver con su tesitura poco común, con el largo del papel,
que está en escena durante una gran parte de la ópera y
con las exigencias actorales. Es un desafío extraordinario.
En esta oportunidad, como en la mayoría de las óperas que
se representan actualmente, Anderson se encuentra con la concepción
dramática del régisseur y con el criterio musical del director
recién unos días antes del estreno. Yo tengo ideas
muy fuertes acerca del personaje y ellos también la tienen. Como
casi siempre, lo que se hace es negociar.
OLIVA
EN EL CLUB DEL VINO
Música
sin camellos
El
punto de partida, tal vez como el de cualquier música nacional,
es una cierta extranjería. Alejandro
Oliva, percusionista, guitarrista, tecladista y ocasional cantante, cuenta
haber iniciado su camino a partir de una culpa. La música
de Buenos Aires no tenía percusión y yo era percusionista.
Deseaba ser santiagueño para tocar el bombo legüero sin sentirme
un impostor o, si no, ser brasileño. Borges hablaba de los
camellos y de cómo el Corán, un libro indudablemente árabe,
no los menciona ni una sola vez. Quizá sea por esa culpa,
o porque nos sentimos obligados a buscar una identidad que en otros lugares
simplemente está a la vista, pero el hecho es que la música
argentina de los últimos tiempos está demasiado llena de
camellos. Y la intención de Oliva, desde luego, es despojarla
de ellos. Mañana y el próximo miércoles 16, a las
21, presentará el material de su último CD en el Club del
Vino (Cabrera 4737), acompañado por Diego Pojomorsky en contrabajo,
Martín Pantyrer en saxos y clarinete, Andrés Inchausti en
percusión y batería y Maia Mónaco en voz.
En realidad ahora no me pregunto cuál es la música
que va a salir. Supongo que allí se mezclan las cosas que he hecho.
Cuando empecé estaba vinculado a lo que podríamos llamar
los géneros más puros: folklore, tango, jazz, rock,
cuenta este músico que tocó entre otros con Leda Valladares,
con Raúl Barboza y con Jorge Cumbo. Después, empecé
a sentirme extraño con todo eso. También había tenido
experiencias con la música contemporánea, había tocado
en un grupo de percusión que se llamaba Tercera Generación,
con el que hacíamos obras de Edgar Varèse, de Karlheinz
Stockhausen. Y siempre tuve la idea de armar un proyecto que se nutriera
de todo eso. En el que cupiera cada una de mis partes musicales. Uno,
fatalmente, es argentino. Haga lo que haga. Y hay mezclas, además,
que sólo podrían haberse producido en este lugar del mundo.
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