Por
León Ferrari
Marcos
relata en su Evangelio que, luego de elegir Jesús a los apóstoles,
sus deudos quisieron llevárselo pues decían que estaba loco.
Algunos exegetas comentan el episodio: San Bede dice que los parientes
creían que hablaba como un enajenado; San Teófilo, que los
compatriotas o hermanos de Jesús creían que estaba poseído
y furioso y querían encarcelarle como a un endemoniado.
Esta opinión de los parientes y vecinos tiene cierta importancia
pues indicaría que el origen de los Evangelios, y de buena parte
de la cultura occidental, no se encuentra sólo en la imaginación
de quienes los escribieron sino que tiene una base real que ayuda a comprender
la singular vida y las reacciones de Jesús. Vive hasta su madurez
como hijo de José el carpintero para, después de treinta
años, anunciar su genealogía divina. Reacciona con intemperancia
contra quienes no le creen y contra las ciudades que no lo acompañan.
Cae en la contradicción de prometer el respeto a la ley de Yahvé
y simultáneamente violar sus sábados, comer lo prohibido,
agravar el delito de adulterio, anular la ley del Talión, restaurar
la inmortalidad que aquel había anulado. Propone ideas desconcertantes
como castrarse para salvarse, llamar afortunados a los hambrientos
o, emulando al cordero pascual del pueblo judío, establecer la
antropofagia entre los hábitos de nuestra cultura. Sorprende con
la magnitud del castigo que promete a los incrédulos: era natural
que luego de siglos de monoteísmo Israel no lo abandonaría,
ni compartiría con otro al dios que le regaló Palestina.
El desequilibrio de Jesús puede explicar los desatinos evangélicos
pero no la conducta de los creyentes, de os que creen en Dios y en la
justicia de la tortura y que comparten la idea de Juan Pablo II de que
el infierno existe y está lleno de malvados, que actúan
como si la religión hubiera modificado sus estructuras mentales
para que en ellos conviva cierta normalidad con una ética marcada
por la justificación del tormento al prójimo, al que no
cree ni en aquel Dios ni en su justicia.
En algunas de las láminas de esta muestra se exponen las dos éticas
del cristianismo: la que se desprende de los títulos de las páginas
de LOsservatore Romano, y la ilustrada por las imágenes don
que sus pintores pintaron las consecuencias de (lo que sus parientes llamaban)
la locura de Jesús. (Texto de presentación para
la exposición en la nueva galería SV, Sylvia
Vesco, en San Martín 522, 4#piso. La muestra sigue hasta el 19
de mayo).
La bondadosa crueldad
Occidente siente una singular y doble pasión por la crueldad. Frente
a Jesús crucificado llora dos mil años y la rechaza; frente
a los padeceres de quienes el atormentado en la cruz condena al tormento,
la comprende, justifica y alienta. La crueldad es injusta cuando la sufre
Jesús unas horas y justo castigo cuando anuncia que millones la
sufrirán eternamente.
Este doble concepto de justicia forma parte de nuestra cultura. Sobre
un fondo de vírgenes, ángeles y palomas, los artistas cristianos
pintaron el dolor lamentando: corazones sangrantes, coronas de espinas,
la cabeza del Bautista y crucifijos, innumerables crucifijos que nos rodean,
adornando cementerios, comisarías, colectivos y cuarteles.
Los mismo pinceles Fra Angelico, Giotto, Miguel Angel pusieron
su destreza al servicio de la intimidación religiosa pintando lo
que para ellos es la crueldad justa, merecido castigo a paganos e impíos:
diluvios, Sodoma, primogénitos egipcios, Jericó, Apocalipsis,
Juicios Finales, infiernos.
Creyentes e incrédulos coinciden en no cuestionar éticamente
esas obras. Los creyentes, porque la tortura forma parte de su ética.
Los incrédulos,porque los adictos a la estética no miran
la ética: si el cuadro está bien pintado no importa que
exalte un crimen. (...)
Los mimetismos que participan de este libro son textos bíblicos
que se copiaron para buscar en ellos y revelar esas ideas escondidas,
que a veces son sólo inofensivas reflexiones y otras, en cambio,
son respuestas disfrazadas de nada entre la multitud de letras usadas
por Dios que lo desmienten y desnudan. (Fragmento de la Introducción
del libro La bondadosa crueldad, de León Ferrari Editorial
Argonauta, 132 páginas, prólogo de Pablo Suárez
en el que, además de una serie de poemas se incluyen los collages
de Ferrari que ilustraron los treinta fascículos semanales del
Nunca Más que Página/12 editó hace cinco años
con motivo del 20 aniversario del golpe militar de 1976.)
Inauguran
en la semana
- Lucas
Distéfano, Marcelo de la Fuente y Miguel Mitlag, fotografías,
en la galería Cecilia Caballero, Suipacha 1151.
- Fernando Lancellotti, Caja negra, instalación,
hoy, en Praxis, Arenales 1311.
- Gian Paolo Minelli, fotógrafo suizo, hoy, en la Fotogalería
del Teatro San Martín, Corrientes 1530.
- Alicia Antich, Siempre son rojos, obra textil, hoy,
en Filo, San Martín 975.
- Fernanda Lombardini, fotos, hoy, en Beckett, El Salvador 4968.
- Sergio Lamanna, obra sobre papel, hoy, en FM La Tribu, Lambaré
873.
- Cerámica sueca de la década del 50, hoy, en el Museo
Nacional de Arte Decorativo, Avenida del Libertador, 1902.
- Kenneth Kemble, pinturas de 1962-63 y Miguel Rothschild, Lágrimas
asesinas, una película en 73 secuencias, mañana,
en Ruth Benzacar, Florida 1000.
- Eduardo Dolengiewich, fotos, mañana, en la Casa de Mendoza,
Callao 445.
- Alberto Delmonte, pinturas y esculturas, mañana, en Palatina,
Arroyo 821.
- María Juana Heras Velasco, Enio Iommi y Clorindo Testa,
3 memorias, mañana, en la galería Víctor
Najmías, Costa Rica 4688.
- Noemí Hadis, pinturas, mañana, en Adriana Indik,
Rodríguez Peña 2069.
- David Miles, artista plástico inglés, Amenaza
fantasma, el jueves 10, en Duplus, Sánchez de Bustamante
750, 1º piso 2.
Porto
Alegre en Baires
En el marco
del 6º Porto Alegre en Buenos Aires, organizado
por las Secretarías de Cultura de ambas ciudades, entre el
9 y el 13 de mayo, se presentarán diversos aspectos artísticos
y culturales de la capital gaúcha: música, literatura,
artes plásticas y seminarios sobre temas específicos.
El capítulo de las artes visuales se inaugura el jueves 10
con una muestra de pinturas del tradicional Atelier Libre de Porto
Alegre, en el Hall de las Sala A-B del Centro Cultural San Martín,
Sarmiento 1551.
|
NICOLAS
GARCIA URIBURU EN EL FONDO DE LAS ARTES
La
madurez de una obra verde
Hasta
el 15 de mayo se puede ver en la sede del Fondo Nacional de las Artes
Alsina 673 la muestra El agua, de Nicolás
García Uriburu. Se trata de una exposición antológica
que abarca más de treinta años de producción y remite,
fundamentalmente, a su obra histórica, desde que a
fines de la década del sesenta coloreó de verde las aguas
del Gran Canal en el marco de la Bienal de Venecia. El célebre
crítico de arte francés Pierre Restany, que fue testigo
de la intervención ecológica del artista argentino, dice
que en 1968, durante la Bienal de Venecia, en pleno desorden contestatario,
la poesía retomó sus derechos, por el espacio de varias
horas: Uriburu, con la ayuda de un líquido biológicamente
inofensivo, había coloreado en verde fluorescente las aguas del
Gran Canal. La corriente de la metamorfosis del verde disipó por
unos instantes las espesa demagogia de la Bienal. Uriburu había
logrado un golpe maestro, una espléndida demostración de
higiene moral del arte. El agua verde se impondría de ahí
en más como el símbolo purificador de la ecología
universal. La coloración veneciana fue el punto de partida de una
campaña internacional de coloraciones: el verde Uriburu estará
presente en los cuatro puntos del universo sobre dos continentes, coloreará
las aguas más célebres del mundo, desde las fuentes del
Trocadero de París hasta el East River de Nueva York. El verde
de la felicidad arcádica se expandió a través de
los estuarios de los ríos hasta el corazón de los océanos.
Y es así que el agua verde se convirtió en el símbolo
de la ecología universal: el verde de la clorofila amazónica
que se une al plancton del mar.
Entre los trabajos exhibidos se cuentan las muestras de agua veneciana
y del Río de la Plata, una larga serie de fotografías retocadas,
tan interesantes desde el punto de vista plástico como documental,
ya que van marcando el desarrollo de la obra de García Uriburu
a través del tiempo y de las ciudades como San Pablo, Londres,
Düsseldorf, Kassel (Documenta) o Tokio.
|