Por Claudio Scaletta
El cientista social Helio Jaguaribe
es optimista sobre el destino del Mercosur, sobre todo porque confía
en que las limitaciones internas de Estados Unidos impedirán una
exitosa conformación del ALCA, proyecto que considera incompatible
con la Unión Aduanera regional. Para el decano del Instituto de
Estudios Políticos y Sociales de Brasil, su país deberá
contribuir a la reindustrialización de la Argentina. Esto es vital
para Brasil, consideró en una entrevista con Página/12,
pues el Mercosur es la vía más adecuada para un desarrollo
capitalista autónomo.
¿Cree que el ALCA terminará subsumiendo al Mercosur?
Los dos proyectos son absolutamente incompatibles. El Mercosur persigue
crear, más que una zona de libre comercio, una unidad aduanera
con miras a una integración económica plena que conduzca,
a largo plazo, a una moneda única. Con la eliminación de
las barreras aduaneras entre los miembros del ALCA, el arancel externo
común desaparece. Y este AEC es fundamental para que el Mercosur
mantenga sus objetivos específicos.
¿El Mercosur no representa en última instancia un
paso intermedio hacia el ALCA, es decir, pensar en ampliar mercados en
vez de reforzar el interno?
La visión neoliberal considera que el Mercosur no es más
que un arreglo provisional que debe superarse mediante la eliminación
de los aranceles externos. Sin embargo, quienes creen que esta unidad
regional tiene un rol histórico no pueden compartir esa idea. Aunque
se trata de un gran mercado que representa el 50 por ciento de las exportaciones
de Paraguay y Uruguay, del 30 por ciento de las argentinas y más
del 15 por ciento de las brasileñas, es mucho más que esto.
Es la condición necesaria de preservación de la autonomía
internacional de los países miembros. Si abandonamos el Mercosur
nos vamos a convertir, de una manera gradual pero no lenta, en segmentos
anónimos del mercado internacional. Vamos a perder la capacidad
de autodeterminación para ser comandados por grandes fuerzas internacionales.
La reciente cumbre de Quebec pareció mostrar, sin embargo,
que todos los presidentes latinoamericanos aceptan, prácticamente
sin reservas, la conformación del bloque continental para el 2005.
La posición de Brasil no es esa. Mi lectura de la política
de Henrique Fernando Cardoso y de las ideas dominantes en mi país
es que existe una clara conciencia de que ALCA y Mercosur son incompatibles.
Por eso Cardoso viene repitiendo, y esto lo dijo también en Quebec,
que Brasil sólo adhiere al ALCA si se eliminan todas las barreras
que restringen las exportaciones de Sudamérica a Estados Unidos,
algo que no están preparados para hacer. Por lo tanto, hay que
ver con cierta malicia la formulación brasileña.
¿Qué se puede hacer para superar las constantes rencillas
comerciales sectoriales dentro del Mercosur?
No cabe duda que el Mercosur necesita una revisión en profundidad
que compatibilice de una manera original los intereses fundamentales de
los países participantes. Creo que no hay que apegarse demasiado
a los tratados existentes. Sin negar la importancia de lo que está
firmado, habría que reconsiderar como compatibilizar a largo plazo
los intereses de Argentina con los de Brasil. Es evidente que a largo
plazo, una estrecha articulación de nuestras economías implicará
que en cada país algunas de las actividades actualmente existentes
deben ser reducidas a proporciones muy modestas. No veo futuro para la
agricultura de trigo en Brasil, ni para la industria azucarera en Argentina.
Cada país se debe ocupar de lo que produce mejor.
Uno de los problemas presentes en Argentina, que no tiene Brasil,
es la desindustrialización. ¿Cómo imagina la integración
en el ámbito industrial?
Argentina no puede ser un país agropecuario. Tiene que volver
a la industrialización. Y en una visión estratégica
de largo plazo esto podría ser programado mancomunadamente con
Brasil. Tiene que existir un gran programa de reindustrialización
de Argentina, para lo cuál Brasil debería incluso invertir
capitales en empresas conjuntas.
¿Cómo?
No a la manera de la excesiva programación de los años
50 o 60, sino más a la francesa, es decir programas indicativos,
flexibles y abiertos que combinen las fuerzas de mercado con la intervención
inteligente del Estado. Yo no soy un dirigista a la antigua pero soy nítidamente
antineoliberal. Creo entonces que esta sintonía fina entre mercado
y Estado permitiría, en primer lugar, identificar que tipo de actividades
industriales serían, para el conjunto del sistema, mejor hechas
en Argentina y en Brasil. Para decirlo de una manera muy grosera, yo diría
que hay una nítida vocación brasileña para ser un
centro de industria pesada y una nítida vocación argentina
para ser un centro de la industria liviana. Argentina es un poco como
Italia, un país de cosas finas, con calidad artesanal. Por otra
parte parece inútil intentar producir acero en Argentina cuando
se puede tener acero barato de Brasil. En segundo lugar, también
tendría que haber una política de exportaciones conjuntas.
Soy muy favorable a la creación de traders exportadoras de productos
con valor agregado del Mercosur de tal manera que cuando se exporta
de San Pablo también gane Argentina y cuando se exporte de Mendoza
también gane Brasil- distribuidas según los grandes sectores
de la economía con capitales conjuntos. Esto permitiría
convertir a la región en una plataforma exportadora.
¿Cuál es el condicionamiento real que el endeudamiento
impone al desarrollo de estos países?
Creo que en materia de política económica existe un
doble equívoco. El primero está en aquella crítica
a la actual política económica de Malán o de Cavallo
que supone que las limitaciones no existen. El segundo es aceptar estas
restricciones estructurales como si fuesen inevitables, como las leyes
físicas, como la gravedad o el magnetismo. Pero lo cierto es que
si se las acepta no existe ningún futuro económico. Estamos
condenados a la dependencia total. Cada vez el endeudamiento es mas grande,
la dependencia de los capitales externos es mayor. Esto es una cosa lamentable.
¿Cómo se hace para terminar con esto? Creando un sistema
mediante el cual las exportaciones del Mercosur sean de tal magnitud que
superen los déficit de balanza de pagos.
¿Eso es factible?
Sí. No debemos creer que estamos condenados a exportar commodities.
Podemos vender productos con valor agregado, pero implica una negociación
con las multinacionales. Las industrias de alto valor agregado son multinacionales.
Y estas multinacionales, por decisión de sus casas matrices, exportan
para el hinterland del Mercosur, pero no para el mundo. Esto se puede
cambiar con una política común. En conjunto, la creación
de las traders y la inducción a las multinacionales para que exporten
permitirían superar la hipoteca de la deuda.
Estas ideas suponen otro contexto ideológico. ¿Cómo
son recibidas en su país esas propuestas?
En Brasil la aceptación de estas ideas es total, a excepción
del grupo que está actualmente dirigiendo la política económica.
El Ministro de Hacienda tiene que estar en el corto plazo, tiene que pagar
las cuentas, si hace algo que no le gusta a las finanzas internacionales
se suspende la entrada de capitales...
La lógica es bien conocida...
Entonces no se puede hacer nada. Hace falta un poco de audacia.
Por eso me parece tan necesaria la articulación argentino-brasileña
para imponerse con vigor a las finanzas internacionales. Aisladamente
es más delicado.
¿Como imagina la integración regional en el 2005?
Bueno, veremos que pasa en las elecciones. La tendencia brasileña
es que, cualquiera sea el resultado, aumentará la presión
antineoliberal. Aquí me parece que el dominio intelectual de la
ideología neoliberal es muy grande. En Brasil el predominio es
sólo en el grupo que está dirigiendo la política
económica, no en la opinión pública ni en el grueso
de los economistas. Pero la evolución dependerá de la actitud
que asuma el gobierno norteamericano en materia de barreras no arancelarias.
Si logra del Congreso una autorización para suprimir todas las
restricciones creo que no podremos resistir al ALCA. Por eso nuestro gran
aliado son los propios norteamericanos, que parece que no seguirán
inteligentemente su interés nacional. La estupidez no es un privilegio
latinoamericano. Está en todas partes.
|