El sainete entre el Ministerio
de Economía y Cancillería alrededor de las negociaciones
por el ALCA sumó ayer otro capítulo. Nuevos dimes y diretes
se agregaron a la trama. A su regreso al país, Domingo Cavallo
desmintió desacuerdos con el canciller, mientras que, todavía
en Estados Unidos, Adalberto Rodríguez Givarini dijo estar en sintonía
con el titular de Economía. Las nuevas controversias se habían
suscitado luego que el subsecretario estadounidense para Asuntos Interamericanos,
Peter Romero, revelara el lunes el ofrecimiento de Estados Unidos para
negociar bilateralmente su incorporación al ALCA. La
propuesta fue confirmada ayer por el canciller argentino. En tanto, y
para sumar suspenso a la trama, fuentes del Departamento de Estado desmintieron
la oferta.
A Cavallo no le gusta el Mercosur, mientras que Rodríguez Giavarini
se resiste a contradecir todo lo declamado desde su asunción acerca
del relanzamiento de la (cada vez menos) Unión Aduanera
regional. Al margen de las formas conciliadoras a las que deben recurrir
luego de cada declaración, esto es lo que surge del contenido de
las exposiciones de ambos funcionarios.
Rodríguez Giavarini consideró desde Estados Unidos que la
mejor forma de negociar en el ALCA es junto con nuestros socios del Mercosur.
Proceso que debe cumplirse de acuerdo a los convenios y a los pactos
preexistentes a fin de comportarnos como un país previsible,
sintetizó. El canciller agregó que, con el ministro de Economía,
coincidimos en ser absolutamente entusiastas de que al ALCA hay
que acelerarlo. Hay que dar pruebas fehacientes de que se está
trabajando y éste es un momento único para aprovechar esta
oportunidad que se nos brinda a través del acuerdo continental
propuesto por Estados Unidos. En este tipo de negociación
hay que tener la cabeza muy fría porque decide muchos años
de futuro argentino, concluyó Rodríguez Giavarini.
A su regreso a Buenos Aires, Cavallo debió aclarar que no
hay ninguna contradicción con la posición del canciller
Rodríguez Giavarini. Nuestras posiciones son idénticas,
insistió. Con tono didáctico el ministro explicó
que existen tres niveles de negociación comercial: el multilateral,
con la Organización Mundial de Comercio; el regional, con el ALCA
y, finalmente, la negociación bilateral con Estados Unidos. Y este
último nivel, agregó Cavallo, en la práctica
está funcionando más rápidamente que los dos
anteriores, y citó las negociaciones en ese sentido que han realizado
países como Chile, Israel o Jordania. Este plano de las negociaciones
bilaterales es el que está conduciendo a aperturas recíprocas
más relevantes, agregó el ministro. El hecho
de que nos inhibamos de llevar adelante cada nación, individualmente
no significa que, como Mercosur, tengamos que desaprovechar la oportunidad
de ampliar mercados y encontrar vías de crecimiento, concluyó.
Por su parte, el asesor del ministro de Economía Adolfo Sturzenegger,
quien suele oficiar de alter ego de Cavallo cuando el ministro debe reprimir
sus perspectivas, declaró que el Mercosur es un proyecto
diminuto. El Mercosur puede haber sido un buen o mal proyecto,
pero es pequeño, chiquitito, señaló Sturzenegger,
quien consideró que toda la economía del Mercosur
representa el 4 por ciento de la mundial y las exportaciones son el 2
por ciento de las mundiales, graficó. La conclusión
del economista fue que Argentina tiene que ir a jugar a la globalización
en primera, no en tercera ni en cuarta.
La posición del ministro de Economía generó controversias
entre dirigentes de la Alianza. Quienes defienden la integridad del Mercosur
destacan que los otros socios del bloque han sido el destino del 32,9
por ciento de las exportaciones argentinas durante el primer bimestre
del año, unos 3900 millones de dólares, mientras que Estados
Unidos acaparó el 12 por ciento y la UE el 17,2 por ciento. El
senador Leopoldo Moreau sostuvo que Cavallo y sus seguidores vienen
socavando las bases del Mercosur. La Alianza debería definir
si el país se queda en el Mercosur o en el ALCA, reclamó
el legislador.
Barreras a la miel
La Comisión Internacional de Comercio de los EE.UU. autorizó
la imposición de tarifas compensatorias de entre el 49,6
y el 60,0 por ciento a las importaciones de miel argentina. El argumento
para la medida paraarancelaria fue el supuesto dumping por precios
subsidiados en que habrían incurrido los productores argentinos.
La noticia se conoció en momentos en que el gobierno estadounidense
habría propuesto a la Argentina un acuerdo de libre comercio
bilateral. El canciller argentino, Adalberto Rodríguez Giavarini,
debió declarar en Washington que la Argentina desea acuerdos
de libre comercio sin ninguna barrera, y no como está ocurriendo
en el caso de la denominada enmienda Byrd que afecta a la miel argentina.
Las exportaciones de miel argentina con destino a Estados Unidos
rondan los 50 millones de dólares anuales.
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EL
INTERCAMBIO COMPENSADO CON BRASIL, EN REVISION
Los autos buscan otro régimen
Por Cledis Candelaresi
El intercambio compensado con
Brasil, punto neurálgico del acuerdo automotor suscripto con ese
país, es objeto de revisión. Ni las terminales radicadas
en Argentina ni el ministro de Economía, Domingo Cavallo, ven con
simpatía la cláusula que impone a las fábricas exportar
tanto como importen, restringiendo las posibilidades de que una nación
le pueda vender libremente a otra aprovechando sus momentos de bonanza.
El tema es una de los varios problemas sectoriales que se pusieron sobre
la mesa en las reuniones que los empresarios del sector están teniendo
con el vicecanciller, Horacio Chigizola, y el secretario de Comercio de
Economía, Carlos Sánchez. Estos encuentros, que continuarán
el jueves en el Palacio de Hacienda con Domingo Cavallo como anfitrión,
son preámbulo de un posible programa procompetitivo, que podría
aventajar al sector con prerrogativas semejantes a las que gozan, por
ejemplo, los fabricantes de bienes de capital. Lo singular, en el caso
de los autos, es que por estar en juego un acuerdo bilateral, cualquier
modificación obligará a abrir una discusión con el
gobierno y los industriales de Brasil.
El régimen denominado 1 a 1 es la clave por la cual las fábricas
radicadas a uno y otro lado de la frontera no pueden importar mucho más
de lo que exportan. Este año, el sistema sólo admite un
desvío del 10 por ciento: superado este límite, las empresas
tienen que pagar un arancel relativamente alto o someterse a una multa.
Es una restricción para comerciar con Brasil, que estaría
vigente hasta el año 2005, fecha a partir de la cual el intercambio
debería ser absolutamente libre.
En rigor, cuando se diseñó el régimen automotor,
la obligación de compensar fue prevista como un freno a una presumible
avalancha de productos brasileños. Pero con la actual depresión
del mercado local, el intercambio compensado se transformó en un
impedimento para que las terminales radicadas en Argentina puedan exportar
más a Brasil, sacando rédito del crecimiento de la economía
de ese país.
Tanto el ministro de Economía como las automotrices coinciden en
que ahora resulta necesario revisar el comercio administrado, ya sea adelantando
la fecha prevista de intercambio libre, bien haciéndolo más
flexible. El régimen automotor nos puso un chaleco: cuando
hay demanda en Argentina, Brasil no puede venderle y viceversa. Estas
son las cosas que nos alejan de un libre comercio perfecto en el Mercosur,
opinó días atrás Cavallo en un encuentro con la prensa
extranjera.
Un programa específico para la industria automotriz podría
contemplar, al mismo tiempo, medidas que faciliten cumplir con las condiciones
de integración nacional previstas en el acuerdo con Brasil (proporción
de piezas que se deben fabricar en el país donde se arman los autos).
Algunas terminales esperan que el gobierno las ayude a bosquejar un plan
de desarrollo de proveedores, de modo tal que sea tan fácil y barato
comprar autopartes en Argentina como importarlas desde el principal socio
del Mercosur.
Para empujar su reclamo, las empresas hacen un planteo dramático,
reiterando su velada amenaza de emigrar a Brasil en busca de menores costos.
Adefa, cámara que las aglutina, asegura que la discusión
con el gobierno no tiene por objeto preservar el magro nivel de actividad
actual sino que apunta a mejorar las condiciones para que las terminales
puedan seguir produciendo en el país.
Al amparo de un régimen de promoción especial la industria
prosperó durante los primeros años del Plan de Convertibilidad.
Pero igualmente cierto es que la actual recesión la golpeó
en forma contundente. Desde 1998 el mercado doméstico se redujo
un 45 por ciento y sólo el mes pasado, la producción automotriz
retrocedió un 37 por ciento respecto a abril del año pasado.
Esta retracción tuvo su obvio impacto en el empleo. De acuerdo
a los datos del Indec, desde 1993 la cantidad de personal se redujo un
28 por ciento mientras que la de horas trabajadas bajó a la mitad.
La posibilidad de sustituir los planes de suspensiones por despidos masivoses
otra carta de peso de la industria para arrancar alguna concesión
oficial.
Aerolineas
El ministro de Infraestructura y Vivienda, Carlos Bastos, desmintió
anoche haber sugerido la quiebra rápida de Aerolíneas
Argentinas como una posible solución al problema de la empresa.y
reiteró el criterio oficial de que el Estado no aportará
fondos para salvar la compañía. El funcionario sostuvo
ante los legisladores de la Comisión de Seguimiento de las
Privatizaciones que la quiebra es una alternativa "no deseada
por el Gobierno". Durante su paso por la bicameral, el funcionario
y los legisladores analizaron la "difícil" situación
de Aerolíneas y la incidencia de las tasas aeroportuarias
en la crisis. Por ahora, existe interés de Aeropuertos Argentina
2000, presidida por Eduardo Eurnekian, en quedarse con la compañía.
Quizás esa gestión resulte más fácil
si el concesionario de las estaciones aéreas consigue una
revisión de su propio contrato, algo a lo que el gobierno
parece dispuesto. Para Bastos esta privatización tiene el
defecto que haber pautado un cronograma de inversiones, omitiendo
categorías de aeropuertos, y admitiendo un canon alto.
Las definiciones ministeriales fueron formuladas el mismo día
que su colega de Trabajo, Patricia Bullrich, confirmó la
intención de Aerolíneas Argentinas de pagar recién
el 22 de mayo los salarios correspondientes a abril, atraso que
la compañía funda en su crítica situación
económico financiera. El domingo la empresa reiteró
ante los gremios aeronáuticos su oferta de aplicar una reducción
salarial de entre el 6 y el 20 por ciento y tal como figura en el
Plan Director presentado ante el gobierno. La alternativa fue rechazada
de inmediato por los trabajadores, que suspendieron una medida de
fuerza de varios días por el dictado de una conciliación
obligatoria hasta el 17 de este mes. Los gremios enfrentan otra
amenaza: el plan español para reestructurar Aerolíneas
implica reducir más de 1200 agentes.
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