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Verón reconoció “procedimientos
inadecuados” de la Bonaerense

En la asunción del nuevo jefe de
la fuerza, el ministro de Seguridad admitió �excesos� en algunos operativos y prometió cambios. Dijo que la inseguridad se ha mantenido �estable�.

Verón junto al flamante jefe de
la Bonaerense, el comisario mayor Amadeo D’Angelo.

La verba del comisario y ministro de Seguridad bonaerense, Ramón Orestes Verón, fue ayer autocrítica, en el momento en el que ponía en funciones a su nuevo jefe de Policía, el comisario mayor Amadeo Antonio D’Angelo. Verón admitió que ha habido errores y excesos en algunos operativos de la policía a su cargo. Lo dijo así: “(con los cambios) superaremos inconvenientes como los que hemos tenido con procedimientos inadecuados y excesivos”. Hacer una lista de tales equívocos sería una tarea vasta, si se pone el ojo en la cantidad de denuncias por apremios ilegales en las comisarías bonaerenses, y las balas policiales que en lugar de dar en los delincuentes que perseguían fueron a parar en los cuerpos de tranquilos vecinos que pasaban. O quizás la mano dura contra sí mismo de Verón, hacía referencia sólo a casos como el del tiroteo de Los Polvorines, en el que un arrepentido dijo que fue la propia fuerza la que tramó el asalto a un banco tras el que dos ladrones, conducidos a una “ratonera”, terminaron masacrados.
El suave mea culpa se dio ayer en la asunción del nuevo virtual jefe de Policía, o superintendente de Coordinación General de la fuerza, comisario D’Angelo. Fue sin la presencia del gobernador Carlos Ruckauf, que sigue delegando en su ministro uno de los problemas que no encontró solución con su gobierno, la seguridad en el Conurbano bonaerense. Ayer Verón tuvo una doble misión, además de poner en funciones a D’Angelo: por un lado admitir los excesos, pero por otro defender el “rendimiento” de sus hombres en la pelea contra el delito. “No es cierto que la policía haya obtenido pocos resultados, eso no lo comparto, por que si bien en algunos aspectos la inseguridad se ha mantenido estable lamentablemente, el rendimiento policial ha sido altísimo y los números son comprobables”, afirmo Verón.
La puesta en practica de los cambios en la cúpula policial bonaerense llego ayer tras una serie de cuestionamientos que terminaron la semana anterior con al gestión del comisario mayor José María Gallina, que duró apenas cuatro meses. No obstante Verón negó que su traslado al área de Capacitación de la fuerza se deba a un descontento con su trabajo como capo. “Se dieron una serie de renuncias que nos obligaron a conformar una nueva estructura en el área de seguridad”, lanzó. Quiso decir que Gallina estaba destinado a reemplazar a Santiago Fazzini, envuelto a un escándalo de proporciones cuando los cadetes de la última promoción de la Escuela Juan Vucetich tiraron los cuarteles por la ventana en la cena de graduación del 2000. “Es una deuda que tenemos –dijo Verón–, y un área que tenemos que reforzar.”
En la asunción del nuevo jefe, acusado por el senador Eduardo Sigal de ser un íntimo allegado del ex comisario de la maldita policía Mario “Chorizo” Rodríguez, Verón intentó dejar claro que los capos entrantes
“tienen un perfil distinto”. D’Angelo, quien hasta la semana pasada estaba a cargo de la Dirección General de Investigaciones Judiciales, se comprometió a imprimir un “ritmo más exigente” a sus hombres, esta vez basado en “la observancia de la ley y la eficiencia”. Al mismo tiempo anunció que se observará de cerca el “rendimiento de quienes tienen responsabilidades dentro de la estructura policial”. La idea del jefe es que las líneas bajas y medias “nos vean a los jefes, de una vez y para siempre, trabajando codo a codo junto a ellos”. Sobre la corrupción policial dijo: “Me preocupan como policía y como ciudadano”.
Fueron varias las asunciones de ayer. A D’Angelo, se le sumaron los nuevos subsecretarios de Planificación, Roberto Meade; de Relaciones Institucionales, Juan Manuel García Blanco;y el de Capacitación, correspondiente a Gallina. Los nuevos son, además: el director general de Seguridad, Carmelo Impari; de Investigaciones, Ricardo De Gastaldi; de Prevención y Control de Corrupción y Abuso Funcional, Jorge Fernández; de Sumarios Administrativos, Carlos Couso, y el secretario general de la Policía, Raúl Chaves. Son esos hombres, junto a D’Angelo quienes esta semana decidirán algunos cambios “no previstos” en las Departamentales que están bajo la mira.

 


 

Un descubrimiento macabro

Sólo podría haberlo imaginado en su versión más macabra Horacio Quiroga. El cuerpo de la mujer que apareció muerta el último fin de semana, con una máquina de escribir atada a la espalda en un arroyo del norte misionero, era el de una embarazada de ocho meses, esposa de un policía, y fue arrojada al agua cuando todavía estaba viva. Los forenses determinaron que Lorena Basabes, de 24 años, comenzó en el agua con los trabajos de parto para tener a su hijo.
Desde el mismo sábado está detenido el policía, de apellido Castillo, con el que, según testigos, había tenido frecuentes peleas y escenas de violencia, con lesiones mutuas.
Aunque el cuerpo fue encontrado en el arroyo Yabebiry, a 60 kilómetros al norte de Posadas, el fin de semana, los médicos que hicieron la autopsia determinaron que la muerte habría ocurrido 20 días atrás. Desde entonces el fiscal tenía en la mira al policía Castillo, a quien ordenó detener cuando apareció el cuerpo. Según fuentes policiales, Castillo tuvo muchos problemas de conducta en su desempeño en la fuerza de seguridad. El crimen está lleno de señales aún inexplicables: el cuerpo grávido de la mujer había sido amarrado a una pesada máquina Olimpia, que tras los análisis resultó pertenecer a la Jefatura de Policía de la provincia. El cuerpo se encontraba totalmente desfigurado porque había sido devorado por los peces. A Castillo lo espera una acusación por doble homicidio.

 

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