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El nuevo laborismo se hizo humilde
y pide por favor que salgan a votar

Pese a su fuerza
en las encuestas y en el Parlamento, Tony Blair ensayó un nuevo tono ante los comicios del 7 de junio.

Tony Blair saluda a
las niñas de una escuela.
Fue allí donde a-nunció las elecciones para junio.

Por Marcelo Justo
Desde Londres

No era exactamente un secreto, pero el primer ministro laborista mantuvo el suspenso hasta último momento. Cumpliendo con los rituales de una monarquía parlamentaria, Tony Blair se dirigió al mediodía al Palacio de Buckingham para solicitarle a la reina Isabel II que disolviera el parlamento, pero la confirmación oficial de que la fecha electoral sería el 7 de junio ocurrió tres horas más tarde en una escuela al sur de Londres, ante una audiencia de adolescentes. No era casual que Blair eligiera una escuela: la educación será uno de los temas clave de la elección. Tampoco el tono que eligió el primer ministro. “Convoco a estas elecciones con humildad y esperanza. Cada voto es precioso. Tenemos que volver a conquistar a nuestro electorado”, indicó Blair.
En un primer ministro que lleva unos 20 puntos de ventaja en las encuestas de los últimos tres meses, líder de un partido que gobierna con una mayoría parlamentaria de más de 150 diputados, podría sorprender tanta humildad, pero no cabe duda que ese constituirá el tono de la campaña laborista. Poco después del anuncio, el ministro de Salud Ralph Milliband y una serie de pesos pesados partidarios adoptaron el mismo aire de sencillez franciscana para referirse a la contienda. “Somos conscientes de que no conseguimos hacer todo lo que nos propusimos. En estas elecciones nos juzgarán no sólo por nuestro desempeño sino por lo que queda por hacer. La elección va a ser muy reñida”, indicó Milliband.
Esta evaluación sobre el estado de la contienda es quizás lo único que una al oficialismo y al opositor Partido Conservador. “Es muy arrogante decirle a la gente que no importa votar porque el resultado ya está decidido. Nosotros vamos a discutir los temas que le interesa a la gente real, no los que deciden los analistas políticos políticamente correctos. Y vamos a ganar”, indicó el líder de los conservadores William Hague subido a una tarima y rodeado de unos 150 activistas partidarios. Por su parte, Charles Kennedy, líder del tercer partido, los liberal demócratas, se burló de la “humildad” laborista. “El gobierno que subraya su necesidad de ser humilde tiene muchas razones concretas para serlo porque la gente está francamente desilusionada por las promesas no cumplidas en estos cuatro años”, señaló Kennedy.
Contrariamente a lo que pasó con campañas recientes y a la tendencia existente en muchos otras democracias, los tres partidos presentan programas claramente diferenciados. La campaña laborista gira en torno a la necesidad de aumentar el gasto público en los servicios esenciales en manos del Estado –salud y educación– y profundizar su reforma y modernización. Los conservadores proponen una reducción de los impuestos aunque, obedeciendo la dirección de las encuestas, aseguran que esto no se logrará a expensas del gasto público. Los liberal demócratas son los únicos que postulan un aumento impositivo para mejorar la provisión de la salud y la educación.
A pesar de esta clara diferenciación programática, las encuestas predicen uno de los más bajos niveles de concurrencia a las urnas de la posguerra. La comparación con las dos últimas elecciones es reveladora. Cuando se anunció la elección de 1992, un 80 por ciento de los votantes dijo que iría a las urnas: cinco semanas después un 77,7 por ciento lo había hecho. En 1997, un 78 por ciento dijo que votaría y sólo un 71 por ciento lo hizo. Ahora sólo un 71 por ciento de los electores dice que va a votar, lo que podría sugerir que el 7 de junio sólo un 65 por ciento de los británicos se molestará en hacerlo. Según el historiador Eric Hobsbawm, se trata de una tendencia profunda de la política actual. “Elproblema es que cuanto menos participa la gente en las elecciones, más se vuelve la política una actividad de grupos especializados, que tienden a ser los más privilegiados, con lo que el gobierno de un país se está convirtiendo en un asunto de las clases medias y ricas”, declaró Hobsbawm.

 

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