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EL PENTAGONO ANUNCIO PLANES DE LUCHA ESPACIAL
Rumsfeld conquista el cosmos

El secretario de Defensa norteamericano Donald Rumsfeld reveló ayer que reestructuraría las Fuerzas Armadas y desarrollaría nuevas armas para enfrentar �un Pearl Harbor espacial�.

Rumsfeld advierte sobre el ataque
que podría destruir la infraestructura satelital norteamericana.

Por Gabriel A. Uriarte

La militarización del espacio fue el principal temor que impulsó la carrera del mismo nombre entre Estados Unidos y la Unión Soviética, y el acuerdo para su desmilitarización firmado por esas potencias en 1967 fue uno de los primeros y más eficaces tratados para el control de armas. Pero la actual administración norteamericana de George W. Bush considera que el tratado se torna peligrosamente anacrónico a más de 10 años de la caída del Muro de Berlín. Tan anacrónico, por ejemplo, como el tratado ABM de 1972, que prohíbe el desarrollo de sistemas de defensa antimisiles. Y citando el mismo imperativo de “garantizar la seguridad en el siglo XXI” con el que Bush justificó la semana pasada su anuncio de que abandonaría el ABM, ayer el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld reveló que crearía un Space Command con un general del más alto rango al frente para “organizar el programa de inteligencia y defensa norteamericanas en y desde el espacio”. Literalmente, la Guerra de las Galaxias.
El espacio fue siempre una de las especialidades de Rumsfeld, al igual la defensa antimisiles. Antes de asumir como Secretario de Defensa había dirigido una Comisión del Espacio Exterior, y sus propuestas actuales siguen en gran medida sus recomendaciones en ese entonces. Su informe advertía que la dependencia de Estados Unidos en las comunicaciones satelitales lo hace vulnerable a “un Pearl Harbor espacial” que destruiría todos sus satélites, cegando su inteligencia, paralizando las operaciones globales de sus Fuerzas Armadas a nivel global, y causando severos daños comerciales para sus empresas. A excepción de la última amenaza, este “Pearl Harbor” ya había sido muy agitado durante la administración Reagan en los ‘80, sólo que entonces se lo veía como parte de un masivo first strike soviético para eliminar la capacidad norteamericana de mantener “Comando, Control y Comunicaciones” (el “C3” de los estrategas nucleares). Al igual que los pronósticos actuales sobre la guerra en el espacio, esas hipótesis incluían complicadas interacciones entre misiles antisatélites, vehículos extraatmosféricos, y sondas espaciales que, en muchos casos, todavía no existían. Ese problema, muchos planes y pocas armas, todavía impone límites a lo que Rumsfeld puede proponer formalmente.
Ayer esto resultó evidente. La noche anterior, Rumsfeld había dejado filtrar a varios medios, especialmente el New York Times, que revelaría nuevos planes para “la inteligencia y la defensa en el espacio”. No se reveló nada más, pero sólo había que repasar el gran número de papers publicados por Rumsfeld y su amigo Andrew Krepinevich (cuyo think tank se especializa en producir escenarios muy detallados sobre los peligros futuros contra los que se prepara el Secretario de Defensa) para darse una idea de lo que se venía. Fue por eso que las primeras versiones sobre el anuncio predecían los programas más aparentemente lunáticos: rayos láser capaces de derribar misiles balísticos, satélites anti-satélites, e incluso un “avión espacial para transportar armas por todo el mundo y espiar a otros países”. Se citó el proyecto ya existente para una nave de ese tipo, denominado “X-33”, cuya accidentada y costosa carrera terminó abruptamente a comienzos de este año cuando la NASA le canceló los fondos. Para controlar todas estas armas del espacio se necesitaría, naturalmente, un mando militar del espacio. En las versiones filtradas a los medios, se mencionó que al frente de este mando habría “un general de cuatro estrellas”. Dado que este rango es el más alto de hecho en el escalafón norteamericano (las cinco estrellas son casi honoríficas), se especuló con que pronto se crearía nada menos que una quinta fuerza armada, con paridad frente al Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea, y los marines.
Tras generar expectativas tan fantásticas, ayer Rumsfeld sólo podía desilusionar a su público. En su muy breve conferencia de prensa se limitó a anunciar que “aumentaremos la coordinación de todos los programas espaciales”. Se centralizaría esta coordinación en un Comando Espacial, pero se usaría el que ya existe dentro de la Fuerza Aérea (que dirige la inteligencia satelital), aumentando su jerarquía al nombrar como sudirector al famoso general de cuatro estrellas, que sería un aviador. Así, lejos de crear una nueva fuerza armada, la reorganización incrementaría la presencia de la Fuerza Aérea en Washington. Como no existen muchas armas espaciales, por ahora, este comando se dedicaría inicialmente “a la investigación y análisis”. Rumsfeld no mencionó si planeaba aumentar la inversión de defensa para el espacio, que con 8.000 millones de dólares representa sólo un 2,5 por ciento del presupuesto global.
Sin embargo, por el momento todos estos detalles técnicos serán secundarios frente a la crisis diplomática que generará este Star Wars de Rumsfeld. Las críticas serán muy similares a las empleadas contra el sistema antimisiles, y vendrá de los mismos críticos: Europa, Rusia y China. Ayer Rumsfeld aseguró que “sólo buscamos disuadir a otros de emprender actos hostiles”. Omitía el famoso aforismo su rival en el gabinete de Gerald Ford en los ‘70. Según definió Henry Kissinger, “seguridad absoluta para uno es inseguridad absoluta para todos los demás”.

 

Claves

Ayer, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, anunció la creación de un “Comando Espacial” para “organizar el programa de defensa norteamericano en y desde el espacio”. Se nombraría a un general de cuatro estrellas de la Fuerza Aérea para dirigirlo.
Entre las ideas que Rumsfeld apoya pero todavía no podía anunciar ayer había programas para rayos láser satelitales y naves espaciales.
Todo esto abandonaría el principio de la desmilitarización del espacio que se acordó durante la Guerra Fría.
En ese sentido es un proyecto muy similar al del sistema antimisiles NMD, y como él despertará una muy fuerte hostilidad desde China y Rusia.

 

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