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PRIVATIZARAN LA COBRANZA DE IMPUESTOS Y DEUDAS CON LA DGI
Hacer negocios con acento Alemann

Urgido por cumplir las metas
fiscales, Domingo Cavallo desempolvó el proyecto de poner en manos privadas la recaudación de impuestos. El proyecto es impulsado por Roberto Alemann, quien además tendría intereses directos en adjudicarse la tarea.

Domingo Cavallo, ministro de Economía. El blanqueo impositivo al freezer.
La hora de privatizar la AFIP.

Por David Cufré

Domingo Cavallo pide a diario los datos de la recaudación impositiva. Y recibe informes angustiantes. Los sucesivos aumentos de impuestos se muestran insuficientes para detener el derrumbe de los ingresos públicos. Los números de los primeros días de mayo no reportaron la mejora prevista luego de la generalización del IVA y de la suba del gravamen a las transacciones financieras. En el Palacio de Hacienda existe una enorme preocupación porque en la medida en que la recaudación no repunte será imposible cubrir el agujero fiscal. La consecuencia directa es que con ingresos magros se profundiza el pesimismo de los mercados, crece el riesgo país, aumentan las tasas de interés y la economía se aleja cada vez más de la posibilidad de escapar de la recesión. Y entonces la recaudación vuelve a caer. Cavallo quiso cortar la dinámica de ese círculo vicioso con una medida de impecable lógica ortodoxa: volver a aumentar los impuestos. Pero la jugada parece no rendir lo esperado. Por tanto, el ministro se apresta a echar mano a una de las ideas promovidas por el economista favorito del establishment, Roberto Alemann: privatizar la cobranza de impuestos y de las deudas que los contribuyentes mantienen con el fisco.
Página/12 tuvo acceso a un informe oficial reservado donde se describe la crítica situación de la recaudación impositiva y se plantean posibles soluciones. La estrategia consiste en concesionar al sector privado la cobranza de tributos y, especialmente, de la deuda que los contribuyentes tienen con la DGI. El diagnóstico es que el organismo recaudador presenta una alarmante ineficacia para cobrar deudas ya detectadas. Alemann es uno de los mayores críticos de la DGI y hace tiempo viene impulsando que el sector privado se encargue de recaudar impuestos. Su consejo podría beneficiarlo directamente, ya que tiene intención de participar del negocio -que se presenta sumamente rentable- con la conformación de su propia empresa. En cambio, Cavallo daría marcha atrás con otra idea sugerida por Alemann, lanzada apenas asumió como ministro: un blanqueo amplio de capitales, que resultaría poco efectivo en el contexto de una AFIP en crisis.
Una de las tareas que Economía encargará a compañías privadas -que deberán presentarse a licitación- será elaborar un padrón de deudores y de los fondos que el Estado podría recuperar. La DGI hizo una estimación de la recaudación posible de ese stock de deuda, pero el resultado fue puesto en duda por el secretario de Ingresos Públicos, Luis María Farré. La proyección indica que existen unos 7 mil millones de pesos de mora con el fisco, de los cuales podrían rescatarse la mitad. Pero en el despacho de Farré se cuestionó la rigurosidad del informe de la DGI. “No se conoce a ciencia cierta el monto posible de recaudación. Podrían ser 500 millones, 3500 millones o más”, señala el documento que Cavallo tiene sobre su escritorio. En consecuencia, la primera etapa de la privatización consistirá en encomendar al sector privado que determine el monto y el estado de la deuda y, en función de ello, cuánto se podría captar.
El diagnóstico que hacen en Economía de por qué la recaudación va en picada apunta en primer lugar a las consecuencias de la “depresión económica”. Cada vez más contribuyentes se salen del sistema al no tener recursos para afrontar sus obligaciones. Prefieren deberle al fisco que a sus proveedores o a las empresas de servicios públicos. La ecuación es que la DGI cobra una tasa de interés del 3 por ciento por la mora, tasa que ninguna compañía conseguiría en este momento. Cada vez es menos productivo aumentar impuestos porque mucha gente directamente no los paga. Cavallo considera que debe volver a generarse mayor temor a la evasión impositiva. Y asegura que para ello es mejor que empresas privadas se encarguen de la cobranza, ya que serán más eficientes porque su ganancia estará atada a su rendimiento. En Hacienda se analiza cuál sería una comisión razonable.
Otro motivo de la baja performance de la recaudación que mencionan cerca de Cavallo es la crisis de la DGI. Los funcionarios reconocen que el plan de retiros voluntarios que se implementó en el organismo el año pasadotuvo consecuencias nefastas. “Se fueron muchos de los mejores agentes y se resintió la capacidad operativa de la institución”, menciona el informe que describe el estado de situación de los ingresos fiscales. Farré le explicó a Cavallo que se relajaron los controles y los operativos de inspección han disminuido. Además, dentro de la DGI existe un clima de confusión porque las estructuras internas quedaron trastrocadas con los sucesivos planes de reorganización. En algunas áreas hay un jefe para dos o tres empleados y, en otras, se da la situación inversa. Para colmo, por cuestiones presupuestarias se cerraron agencias en el interior del país y el trabajo se recargó en menos dependencias.
Cavallo le reclamó al jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, que se acelere el trabajo de reestructuración del organismo. En Economía sostienen que el ministro está cada vez más disconforme con la labor de Colombo y que está pensando en reclamar el traspaso de la AFIP a Economía. Más allá de esa disputa, el plan de privatización que se prepara en el Palacio de Hacienda también contempla que en el futuro haya auditorías externas sobre la DGI. La fiscalización de los contribuyentes seguirá a cargo del organismo, pero se dará la curiosa situación de que el sector privado controlará a una institución pública.
La concesión de la cobranza de impuestos, de la deuda existente con el fisco y las auditorías sobre la DGI conforman el corazón del plan con que Cavallo pretende cortar la persistente caída de la recaudación. Los plazos para lograr un aumento de ingresos se acortan. En abril la recaudación cayó 9,1 por ciento y, con ello, el déficit fiscal se disparó a más de 900 millones de pesos. El Gobierno tiene la difícil misión de contener el rojo fiscal de este mes y de junio en no más de 900 millones de pesos, porque de lo contrario incumplirá la meta de déficit del segundo trimestre que acaba de repactar con el FMI. Esa situación de urgencia fiscal llevó al ministro a apurar los tiempos de implementación del programa privatizador del cobro de impuestos. Roberto Alemann, quien con más entusiasmo fogonea la idea, comparte el apuro, y no sólo por un interés académico.

 

Claves

La recaudación impositiva cae en picada pese a los impuestazos. Las metas fiscales, aun replanteadas, siguen lejos de poder cumplirse.
El plan que pondría en marcha Cavallo es concesionar a empresas privadas la cobranza de impuestos y de las deudas de los contribuyentes con la DGI, a cambio de una comisión.
Roberto Alemann, ex ministro de la última dictadura militar y economista vinculado a la banca extranjera, es uno de los principales impulsores del proyecto. A la vez, participaría en una de los grupos que tomaría a su cargo la concesión.
Los planes de retiro voluntario de agentes fue deteriorando la capacidad operativa de la AFIP, que hoy está en franca crisis. Es la coyuntura de la que se aprovechó la avanzada pro-privatizadora, y que Cavallo utilizará para reclamar la vuelta del organismo, hoy dependiente de Jefatura de Gabinete, a Economía.

 

EN ECONOMIA TIRAN BUENAS ONDAS
Vida color de rosa

El secretario de Política Económica, Federico Sturzenegger, consideró que fue “un error” de la calificadora de riesgo Standard & Poor’s haberle bajado la nota a la deuda argentina, negó que haya presiones del mercado para adelantar el canje de deuda y aseguró que “la economía no sigue cayendo”. Pronosticó además que la tasa de crecimiento prevista para el año, del 2,5 por ciento, se va a alcanzar, porque el consumo se recuperará durante el actual trimestre y “en la segunda mitad del año lo que va a impulsar el crecimiento será la inversión”. Confesó, por otra parte, no entender por qué se habían instalado en el mercado dudas sobre la voluntad de la Argentina en honrar sus compromisos. “Pero no sobre la capacidad de pago”, aclaró.
“Ya hace seis meses que el nivel de actividad se mantiene constante o creciendo un poquito”, estimó el funcionario ante la prensa. Anticipó que el crecimiento en el segundo trimestre con respecto al primero del corriente año resultará del 0,3 por ciento, similar a la evolución que se observó entre el primer trimestre de este año y el último del pasado.
El titular de Política Económica intentó disimular la preocupación que causa en el Palacio de Hacienda la suba del riesgo país y la baja de calificación a la deuda argentina dispuesta por S&P. “A medida que se vayan despejando las dudas, las tasas irán bajando”, respondió, pero admitió también que la incertidumbre financiera estuvo potenciada por la reforma a la Carta Orgánica del Banco Central y por el proyecto de ampliar la Convertibilidad mediante la inclusión del euro. Con respecto a la agencia Standard & Poor’s, Sturzenegger opinó que “han cometido un error muy grande”.
Sturzenegger comentó que durante su reciente viaje por Estados Unidos, este último fin de semana, recogió una visión más favorable de la Argentina que la que había percibido un par de semanas atrás en su visita a países europeos. Añadió que el anuncio del canje de deuda tuvo como finalidad calmar a los mercados y enviar una señal de que la Argentina cuenta con los elementos necesarios para hacer frente a sus obligaciones.
Señaló que su implementación demandará al menos dos o tres semanas hasta tanto se cierren todos los trámites administrativos.
Desestimó que los operadores del mercado estén presionando para adelantar el canje de deuda y aseguró que el Ministerio de Economía “se tomará su tiempo para decidir cuándo se realizará”. Sturzenegger señaló que esa operación “viene a completar una serie de medidas para buscar la reactivación, lograr la eficiencia fiscal, el financiamiento y la ejecutividad política”, pero que sin ella “igual el riesgo país caerá” por las mejores perspectivas de la economía en general.

 

El FMI no tiene fe en que funcione
El Fondo Monetario Internacional puede ser uno de los principales detractores del proyecto cavallista de privatizar la recaudación tributaria. Tal como reveló Página/12 en su edición del domingo, un informe confidencial de ese organismo no descarta la posibilidad de tercerizar algunas funciones que actualmente corresponden a la Administración Federal de Ingresos Públicos, pero advierte sobre los riesgos de encarar esta tercerización en un país como Argentina.
Las advertencias del Fondo están expresadas en un apéndice del trabajo titulado “Argentina, nuevos desafíos para profundizar la administración tributaria”, en el que también apunta a otras presuntas debilidades de la Administración Federal de Ingresos Públicos: no contar con un plan centralizado para combatir la evasión ni con sistemas informáticos apropiados para encarar esa batalla, al margen de la “corrupción interna”, a la que alude expresamente.
El FMI también subraya que una eventual privatización “no resuelve problemas de acatamiento fundamentales que existen cuando las leyes son complejas y cuando el respaldo judicial al acatamiento es débil (...) y especialmente si un país alberga una gran economía informal”. Pero al margen de esos problemas imputables a la administración argentina, los técnicos del organismo multilateral también alertan que la tercerización “no es sencilla y a menudo no logra los incrementos en la efectividad o eficiencia” buscados.
Después de exponer estos reparos, el documento da pautas acerca de cómo organizar una eventual privatización. Una es limitarla al cobro de los impuestos en mora (algo semejante a lo que hizo José Manuel de la Sota en Córdoba). Otra es preservar para el Estado las “responsabilidades centrales” como la liquidación, fiscalización y penalización de contribuyentes incumplidores.
El FMI sí propugna una participación activa de los bancos en el cobro de impuestos, pero advierte que acuerdos de este tipo resultaron un fracaso en países en desarrollo: el supuesto es que ideas exitosas en países desarrollados suelen no serlo en los emergentes.
Pero si Argentina quisiera embarcarse en una experiencia privatizadora, los hombres de Horst Köhler recomiendan “evitar el apuro” y subordinar todo el proceso al control de un funcionario de alto rango quien, entre otras cosas, debería estar atento a la posibilidad de que los responsables de privatizar se vean tentados por la búsqueda de un beneficio personal.

 

Como si nada alcanzara, el riesgo
país volvió a los 1000 puntos

Se cerró un acuerdo con el FMI, se prometió reducir el gasto público, se lanzó otro impuestazo y se anunció el megacanje de deuda pero en la city siguen dándole la espalda a Domingo Cavallo. Con el actual nivel del riesgo país, es dudoso el éxito del trueque de bonos.


Por Claudio Zlotnik

El riesgo país volvió a subirse al escalón de los cuatro dígitos. Después de dos días en los que había finalizado por debajo de los 1000 puntos, ayer el riesgo país terminó por arriba de esa marca: exactamente en 1007. Una suba de 17 puntos respecto de la jornada anterior. Por su parte, las acciones recuperaron una pequeña porción de lo que habían perdido anteayer y mostraron un alza del 0,5 por ciento. En este contexto, se complican las chances de que el Gobierno tenga éxito con el megacanje de deuda. Justamente, esa operación es el comodín que guarda Domingo Cavallo para intentar sacar a la economía del pozo.
Desde que el mediterráneo regresó al Palacio de Hacienda, el riesgo país nunca perforó la barrera de los 900 puntos. Incluso, tuvo picos de hasta 1300. A pesar de que el ministro cambió sustancialmente su discurso y empezó a “hablarle a los mercados”, el riesgo país se resistió a bajar. Tampoco alcanzaron el anuncio de un nuevo ajuste en el gasto, ni el impuestazo ni el flamante acuerdo con el Fondo. Insaciables, los agentes del mercado desatienden cada movida del Gobierno porque, justifican, el problema de fondo no se resuelve: la economía sigue deprimida.
Mientras tanto, el nivel actual de riesgo país significa que en el supuesto de que Economía vaya a pedir prestado en los mercados internacionales le exigirían una tasa de interés de entre 13 y 16 por ciento anual, dependiendo de si el crédito es de corto o de largo plazo, respectivamente. Bajo estos parámetros es imposible ver una economía en crecimiento. Esta fue una de las razones por la cual la agencia estadounidense Standard & Poor’s degradó la calificación de la Argentina a un nivel similar al de Ecuador e Indonesia, dos países que cayeron en default.
En línea con ese análisis, la disparada del riesgo país tiene que ver con la percepción de los inversores de que la Argentina no podrá cumplir con los pagos de la deuda en el corto plazo. Por esta razón, los mercados internacionales se cerraron y Cavallo se tuvo que limitar a pedir prestado a los bancos para refinanciar los pasivos. Pero este escenario tiene un límite. Y para salir de este callejón sin salida, el ministro aceptó la sugerencia de su amigo banquero David Mulford y lanzó el megacanje. La operación, estimada en 20.000 millones de dólares, permitiría despejar los vencimientos de corto plazo y así impulsar una baja de las tasas de interés que desemboque en el postergado despegue económico.
Sin embargo, algo está fallando. El anuncio del megacanje enfrió el riesgo país durante unas pocas jornadas, pero ha vuelto por encima de los 1000 puntos. Y si persiste este clima, el éxito de la operación será dudoso. Para canjear sus títulos de corto plazo, los bancos e inversores extranjeros tendrían que reclamar una tasa de interés altísima para recibir los de largo plazo poniendo en tela de juicio la capacidad de repago en el futuro. Sin certezas de que se pueda cumplir, el megacanje tendría muy pocos interesados e iría al fracaso. Para hablar de éxito, analistas del microcentro calculan que la operación debería reportar un ahorro anual de 4000 millones de dólares, en los próximos cuatro o cinco años, en los pagos de los servicios de la deuda.
En la city admiten que, tras el anuncio formal del megacanje, se abrió un compás de espera. Que el riesgo país se mantendrá en los niveles actuales hasta que se conozcan más detalles de la operación. Hay banqueros, incluso, que advierten que si este contexto no afloja, Cavallo podría negociar las condiciones del trueque directamente con las entidades financieras. “Sería un acuerdo privado, sin una licitación pública”, deslizó un financista en diálogo con este diario. Esta fórmula sería muy distinta a la que está proponiendo el Gobierno: en vez de voluntario, el canje sería compulsivo. Por ahora, el equipo económico no quiere dar el brazo a torcer, y varios funcionarios salieron de gira por Estados Unidos y Europa para explicar la propuesta. En contrapartida, Standard & Poor’sbajó la calificación de la Argentina, entre otros motivos, porque existen dudas de que el canje tenga éxito.
Desde que se anunció la operación, los muchachos de Cavallo guardan en secreto los detalles del megacanje hasta tanto los entes reguladores bursátiles de Argentina y Estados Unidos den el visto bueno. Pero saben que corren contra reloj. En unos diez días esos informes estarán listos y tendrán que dar el paso decisivo, convocando a los poseedores de títulos públicos.

 

Tío Alan Bajada

En Wall Street existe consenso de que Alan Greenspan volverá a bajar la tasa de interés, el miércoles que viene. Una encuesta realizada entre los principales 25 economistas de Nueva York reveló que la mayoría piensa que la Fed recortará la tasa en medio punto, lo que la llevaría al 4 por ciento anual. Incluso, varios bancos de inversiones coincidieron en que el costo del dinero caerá al 3 o 3,5 por ciento hacia finales de este año. De ser así, la tasa volvería al mismo nivel que mostraba en 1994. Curiosidades del destino, en ese momento Domingo Cavallo también estaba al frente de Economía y la política de la Fed contribuyó para que el PBI se expandiera con fuerza. Ahora, Cavallo necesitaría otra vez una ayudita del Tío Alan.

 

REACCIONES POR EL BOCHAZO DE LA CALIFICADORA S&P
El alumno pide reconsideración

La rebaja en la calificación de la Argentina por parte de la agencia internacional Standard & Poor’s deparó distintos análisis por parte de los economistas. Desde el Gobierno, el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini optó por continuar la visión crítica mostrada por el equipo económico respecto de la decisión de S&P. “Estas calificadoras hacen su tarea. Pero su criterio es muy conservador. Se entiende: ellas están resguardando el interés de los inversores”, destacó ayer desde Tokio.
Desde el otro lado del mostrador, Laura Finland Katz, directora de S&P en Nueva York, justificó la decisión de la agencia. “Hasta el momento no se han visto señales de que el país vaya a reactivarse”, dijo. No obstante, aclaró que el país “no está cerca de la cesación de pagos en el corto plazo. Ecuador está más abajo que Argentina”, apuntó, aunque ambos países están calificados con la nota C para la deuda de corto plazo.
Diversos economistas señalaron que el proyectado megacanje de títulos de la deuda ayudarán a modificar la percepción sobre la Argentina, aunque al mismo tiempo se admite que esa operación será costosa. Fue el caso de Manuel Solanet, de FIEL. “Aunque la Argentina tenga que pagar un elevado costo por canjear bonos, esa es la única forma de comenzar a reducir fuertemente el riesgo país”, precisó.
La agencia de riesgo inglesa Fitch Ibca confirmó ayer la nota de la Argentina, tras haberla degradado el último 28 de marzo al considerar que el país no tenía disponibles fondos en los mercados internacionales para refinanciar sus pasivos. No obstante, la calificadora aclaró que la condición para no bajarla otra vez es que el megacanje sea voluntario para los tenedores de títulos.
Por su parte, el economista de la CTA Claudio Lozano criticó con dureza a Standard & Poor’s. “Las calificadoras funcionan en base a evaluaciones precarias. Utilizan los mismos instrumentos para medir economías que son completamente diferentes”, apuntó. Por otra parte, señaló que el aumento en las tasas de interés que le cobran al Gobierno “es una muestra de que los mercados quieren más ajuste. Los inversores no son agentes neutrales”.

 

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