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En España ya definieron que no hay
salvataje ni fondos para Aerolíneas

Un informe del titular de la SEPI al Parlamento español, al que accedió Página/12, admite que no habrá aportes para capitalizar la empresa y que se cumplirá como sea con el plan de despidos.

Trabajadores de la Asociación del Personal Aeronáutico “abrazaron” la sede de Aerolíneas.

Por Cledis Candelaresi

El titular de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) detalló ante el Congreso español aspectos clave de su Plan Director para reestructurar Aerolíneas Argentinas, que difícilmente pueda considerarse de salvataje. Según precisó días atrás Pedro Ferreras en Madrid, es poco probable que la empresa privatizada reciba los 650 millones de dólares que el holding hispano –accionista mayoritario de AA– prometió capitalizar en julio del 2000. Con idéntica sinceridad, el funcionario dejó en claro que las inminentes reducciones salariales no invalidan el objetivo de expulsar 1347 empleados.
Revelaciones semejantes hubiesen sido impensables en un informe brindado en Argentina, en pleno conflicto con los gremios y cuando el Gobierno analiza cómo evitar la caída libre de la compañía sin que el Tesoro aporte fondos. Pero los datos fueron brindados por Ferreras el 24 de abril y ante diputados de la Comisión de Hacienda de España, cuya preocupación prioritaria es cuidar las finanzas que administra José María Aznar.
“El Plan Director incluye una capitalización de hasta 650 millones. Pero tengan en cuenta que una buena cantidad ya fue puesta por la SEPI en estos años, vía aportación a cuenta de ampliación, con el objeto de subsanar aquellas deudas”, aclaró el funcionario hispano, pulverizando cualquier ilusión de que los socios europeos aporten dinero fresco a la compañía. Desde el mismo momento en que la SEPI presentó al ex ministro de Infraestructura, Nicolás Gallo, el denominado “plan de rescate”, la promesa de capitalizar se insinuaba como un bluff. Apenas una formalidad para que el gobierno local avale una reestructuración, que incluye impolíticos despidos.
También desde entonces, el discurso oficial estuvo orientado en un único sentido, bien fuera con Gallo en Infraestructura, antes, o con Patricia Bullrich en Trabajo, ahora. La intención del Gobierno es inducir a los gremios a que acepten flexibilizar las condiciones de trabajo –incluidas rebajas salariales de entre el 6 y el 20 por ciento–, para evitar una barrida masiva.
Este criterio estuvo plasmado en un modelo de acuerdo que impulsó el viceministro Anselmo Riva y que, de haber prosperado, hubiera derrumbado las convenciones colectivas a cambio de una dudosa estabilidad en los puestos de trabajo por dos años. Bullrich habría promovido algo semejante en una reunión que el martes mantuvo con cinco de los siete gremios del sector. Los dos restantes, azafatas y técnicos aeronáuticos, son los más renuentes a cualquier acuerdo.
Sin embargo, la versión taquigráfica del encuentro de Ferreras con los legisladores hispanos pone en duda que la modificación en convenciones colectivas sea, realmente, moneda de cambio para evitar despidos. “Se presentó también una importante reestructuración laboral, reordenando los gremios, las categorías laborales y las prestaciones de cada uno de los convenios, que también supone la reducción de 1370 puestos de trabajo en Aerolíneas Argentinas, respecto a un colectivo de unos 6500”, detalló el hombre de la SEPI ante los parlamentarios.
“La SEPI tiene la decisión de seguir adelante con la implantación de ese plan (refiriéndose a la política laboral). Y para eso instrumentará las medidas oportunas que permite la legislación vigente, incluso las resoluciones (¿rescisiones?) forzosas de los contratos de trabajo.” Poco después de esta advertencia ante el parlamento español, la conducción de Aerolíneas expulsó a 200 empleados, reincorporados al amparo de la conciliación obligatoria.
El actual ministro de Infraestructura, Carlos Bastos, el martes reiteró en Diputados otra de las consignas oficiales para el tema Aerolíneas: no intervenir en forma directa con fondos ni decisiones que le competen al directorio de la empresa privatizada. “Para el gobierno, debe ser tratada como una empresa privada”, aseguró el funcionario. Pero esta prescindenciaes relativa. Aunque el Estado es socio minoritario, hace rato que resignó su poder de veto sobre las decisiones. Sin embargo, la promesa de SEPI de capitalizar 650 millones tuvo como contrapartida el compromiso estatal de aportar el equivalente por su 5 por ciento de acciones.

 

Protestas y propuestas

La sede de Aerolíneas Argentinas, ubicada en Perú y Rivadavia, fue abrazada ayer a la tarde por trabajadores de la Asociación del Personal Aeronáutico, en protesta por la demora en el pago de salarios. En tanto, otro grupo de trabajadores decidió ayer instalarse en una suerte de “campamento” en el hall central del Aeroparque Jorge Newbery. Por su parte, en la sede del Congreso, diputados de distintas bancadas presentaron un proyecto de resolución para que sea el Poder Ejecutivo quien intente una solución a la crisis de la empresa, vía negociación directa con el gobierno español. La intención de los legisladores –incluyendo a los titulares de la bancada oficialista y del PJ, Darío Alessandro y Humberto Roggero– es que el Gobierno tenga una participación activa en la definición de la crisis y abandone su criterio de tratar a Aerolíneas como empresa privada. “No queremos la quiebra. Queremos que el gobierno español saque la empresa adelante y mejore su funcionamiento”, aseguró ayer Patricia Bullrich. La ministra de Trabajo intentó aventar los temores que provocaron las declaraciones formuladas el día anterior por su par de gabinete Carlos Bastos. El ministro de Infraestructura, sugirió como una posible solución que Aerolíneas Argentinas se declare en quiebra, aunque a condición de que los españoles se hagan cargo de la multimillonaria deuda de la compañía y que aparezca un socio privado sustituto. Bullrich también admitió ayer que posiblemente hoy convoque a la empresa y a los gremios, presumiblemente para discutir las condiciones laborales.

 

CONTROVERTIDA REASUNCION EN LA SUPERINTENDENCIA DE SEGUROS
Chevallier-Boutell, el mismo de Videla

Por Julio Nudler

Juan Pablo Chevallier-Boutell viene de asumir por segunda vez en su vida la Superintendencia de Seguros de la Nación. La primera fue durante la dictadura militar de Videla y Massera. Esta vez lo eligieron Domingo Cavallo, ministro de Economía, y Daniel Marx, secretario de Finanzas. Página/12 había anticipado la polémica designación de este abogado del estudio Beccar Varela, con fuerte inserción personal en varias aseguradoras extranjeras (además de aquéllas vinculadas a ese bufete), lo que lo inhabilitaba manifiestamente para convertirse en la autoridad reguladora del sector. Pero este obstáculo habría sido salvado, según señalaron a este diario fuentes de Finanzas, mediante la altruista renuncia de Chevallier a todos sus cargos privados, a lo que añadió una carta dirigida a la Dirección de Políticas de Transparencia, de la Oficina Anticorrupción. En la esquela promete abstenerse en toda decisión concerniente a las firmas en las que estuvo involucrado hasta ayer mismo. Lo que no pudieron aclarar cerca de Marx es quién resolvería en tales casos, que no serán pocos, a juzgar por la frondosa actividad empresaria del flamante superintendente. Además, el resto de las compañías compite con aquellas o son sus clientes, por lo que el ex funcionario procesista debería vivir excusándose.
El nombramiento de Chevallier generó zozobra entre las aseguradoras nacionales, convencidas de que profundizará la extranjerización del sistema. La inquietud quedó expresada ayer en un comunicado emitido por el diputado Héctor Polino, miembro de Argentina República de Iguales, en el que menciona los intereses privados del superintendente. Chevallier es (o era) vicepresidente de St. Paul Compañía Argentina de Seguros (filial de la estadounidense); director titular de ACE Seguros (ex grupo Syrius); director suplente de Cigna (estadounidense); síndico titular de Galicia Vida y de Hartford Seguros de Retiro (estadounidense), y representante en la Argentina de las reaseguradoras extranjeras Connecticut General Life Insurance y NAC (North American Company) Reinsurance International, y del broker Willis.
A Cavallo y Marx les interesan particularmente las aseguradoras en tanto inversores institucionales, en cuyas carteras hay títulos públicos por casi $ 2800 millones. Los activos del mercado asegurador argentino totalizan unos $ 10.000 millones. Un 55 por ciento de esos activos son inversiones, y la mitad de éstas está colocada en bonos estatales de deuda. Pero nada obsta para que Hacienda pueda introducir muchos más títulos en las compañías de seguros ya que, a diferencia de lo que ocurre con las AFJP, no hay un tope legal para la inversión en deuda pública.
Lo que sí establecen las normas es que los activos deben estar radicados en la Argentina, obviamente porque así pueden ser embargados eventualmente para responder ante los asegurados. Sin embargo, por vía de excepción, la Superintendencia admitió que ciertas compañías extranjeras tuvieran los títulos del Tesoro argentino depositados en Nueva York. Los competidores locales indican que resoluciones discrecionales como ésa sesgan las reglas de juego en contra de ellas. También temen que la SSN eleve los requisitos de reservas técnicas, hasta niveles que las compañías nacionales no puedan cumplir, o manipule la admisión de rubros dentro del patrimonio neto exigido.
Polino recuerda que, por la ley de Etica Pública, debería transcurrir por lo menos un año antes que Chevallier pudiera ocupar un cargo público vinculado a su actividad privada. En Finanzas aducen que esa restricción queda salvada con la prometida abstención, y añaden que inevitablemente un tema “tan técnico” como el del seguro exige que se encargue de él un especialista. Pero, por las dudas, prefirieron una (re)asunción discretísima, sin ceremonia ni pompa.

 

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