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Sarlenga volvió a causarles un
dolor de cabeza a Emir y a Erman

El juzgado ordenó nuevas medidas de prueba tras la ampliación de indagatoria del ex funcionario. Una carrera contra reloj entre el juez y los operadores del menemismo. Los temores de Urso.

Luis Sarlenga, saliendo el martes de Comodoro Py, con imponente custodia y chaleco antibalas.

Por Eduardo Tagliaferro

En la causa por la venta de armas, nada será igual luego de que Luis Sarlenga rompiera el pacto de silencio que envolvía la maniobra. La importancia de las nuevas pruebas aportadas el martes por el ex interventor en Fabricaciones Militares explicaba el frenético trabajo que ayer se pudo observar en los despachos de los funcionarios judiciales. A pesar del cerrado mutismo que mostraban los conocedores del expediente, producto de la reinstalación del secreto del sumario, era evidente que tanto el juez Jorge Urso como el fiscal Carlos Stornelli estaban adoptando medidas para constatar la veracidad de los documentos presentados por Sarlenga, entre ellos recibos de pago realizados por Fabricaciones Militares. Las nuevas declaraciones de Sarlenga cuestionarían fuertemente los testimonios entregados a la Justicia por Emir Yoma y Antonio Erman González.
Los encargados de la investigación judicial saben que no tienen mucho tiempo para perder. No sólo porque el 13 de julio, día en que deberá declarar Carlos Menem, no está tan lejano como parece. también, sino fundamentalmente porque desde que se involucró al ex presidente, el menemismo puso a jugar todas sus fichas para evitar que su Jefe suba los escalones de Comodoro Py. Entre las posibles maniobras que ponen en guardia a los instructores judiciales está el posible recusamiento de Urso, hecho que llevaría a que la causa sufriera una gran demora. Más de un año tendría que invertir un nuevo magistrado en la lectura de todo el expediente. Un funcionario judicial, consultado por Página/12, explicaba la rápida investigación iniciada en el Consejo de la Magistratura contra Urso por la acusación de enriquecimiento ilícito, como un intento de correrlo de la causa que hace perder el sueño al menemismo. “Es una carrera contra el reloj llegarán a desplazar a Urso antes del 13 de julio”, decía ante este diario un destacado miembro del fuero federal que concluía su especulación afirmando que “aunque fuera el peor juez federal su separación no respondería la principal pregunta de esta causa: ¿dónde están los cañones enviados a Croacia?”.
El ex ministro de Defensa Antonio Erman González deberá responder ante el juez en lo penal económico Julio Speroni qué sabe de las 260 toneladas de pólvora que embalada en contenedores fue despachada en el barco “Opatija” en noviembre de 1993 rumbo al puerto de Rijeka en Croacia (ver página 7). Supuestamente la pólvora había sido destruida en la localidad cordobesa de Serrezuela, incluso un acta, que se demostró falsa, acreditaba el hecho. Veinte días después de la supuesta quema, la pólvora marchaba hacía la Dársena D del puerto de Buenos Aires en 24 camiones. En esta causa Erman está acusado de contrabando calificado, un delito no excarcelable, por lo que deberá enfrentarse nuevamente con la posibilidad de quedar detenido luego de su declaración. Por la compra de la pólvora, el traficante Diego Palleros reconoció haber pagado 2.500.000 dólares, dinero que no ingresó a las arcas estatales por una razón lógica: no era una venta autorizada por ningún documento oficial, por más amañado que éste fuera.
Aunque luego de su declaración ante Urso, Erman dijo que “creía que la pesadilla había terminado”, lo cierto es que su situación judicial parece comprometerse todos los días un poco más. El fiscal federal Carlos Cearras reclamó al gobierno de Fernando de la Rúa todos los antecedentes sobre la venta de la Fábrica de Elaboración de Cobre y Aluminio (ECA) y de la planta de Tolueno Sintético, ubicada en la localidad bonaerense de Campana. La investigación de Cearras le fue delegada por el juez Jorge Ballestero y se inició por un anónimo que recibiera el fiscal Stornelli en el que se detallan las supuestas coimas que rodearon a la venta de esos activos que pertenecían a Fabricaciones Militares. Según el informante anónimo la fábrica ECA estaba valuada en 150 millones de dólares y elprecio de venta fue de 15 millones de los cuales 9 fueron utilizados para pagar indemnizaciones. En el caso de la fábrica de tolueno sintético su valuación sería de 2.500.000 dólares y se vendió por 250 mil dólares. ¿Puede imaginar la coima?, se preguntaba el anónimo.

 

El próximo es González

El actual embajador argentino en Estados Unidos, Guillermo González, será indagado mañana por el juez federal Jorge Urso en el marco de la investigación por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia. Fue el ex interventor de Fabricaciones Militares, Luis Sarlenga, quien involucró a González en la operación. El objetivo del juez es interrogar al embajador –quien tuvo que volver de apuro de los Estados Unidos– por su actuación en diciembre de 1994, cuando era subsecretario de Política Exterior del entonces ministro de Relaciones Exteriores, Guido Di Tella, quien, a su vez, fue citado para el 24 de mayo próximo para ser indagado como miembro de una asociación ilícita. González fue nombrado como embajador en Estados Unidos por el presidente Fernando de la Rúa a pocos días de haber asumido. Cuando se supo que Sarlenga lo había involucrado en el escándalo de la venta de armas, se llegó a hablar de su renuncia al puesto, pero el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini desmintió esa versión.

 

DENUNCIA DE SEINELDIN CONTRA CARLOS MENEM
“El ordenó la venta de armas”

Por E. T.

“Parte de la (presunta) coima pagada por las ventas de armamento ha ido a la fortuna de (Carlos) Menem. Luego hay un reparto entre todos”, dijo ayer en declaraciones radiales el ex coronel Mohamed Alí Seineldín. El titular de los carapintadas, que viene insinuando su voluntad de declarar en la causa judicial, no dudó en afirmar que el ex presidente estaba al tanto del destino que tenía el armamento.
Seineldín sostuvo que “Menem ordenó la venta de armas a Ecuador y Croacia a pedido de los Estados Unidos y cobró una comisión por ello”. Para fundamentar sus dichos Seineldín recordó declaraciones que le habría efectuado el actual apoderado del PJ, César Arias, respecto a que “quién manejaba las ventas de armamentos y cobraba retornos”, era Menem. Arias había sido uno de los dirigentes que ofició de nexo entre Seineldín y Menem, luego de los levantamientos carapintadas realizados en el gobierno de Alfonsín. En esos diálogos el líder de los carapintadas creyó entender que sería el jefe del Ejército una vez que asumiera Menem. Para atenuar el quiebre de la promesa, cuando Menem llegó al gobierno nombró a Seineldín agregado militar en Panamá. Aquel país centroamericano en el que, luego de la invasión norteamericana que desplazó a Manuel Noriega, se disolvieron sus fuerzas armadas. El mismo país al que según los decretos firmados por Menem se dirigía el material bélico enviado a Croacia.

 

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