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COMO ES LA PRIMERA CIUDAD CERRADA QUE SE CONSTRUYE EN TIGRE
Todo un mundo detrás de los muros

Son 1600 hectáreas que incluirán 20 barrios con capacidad para 140.000 personas. Habrá colegios, universidades, comercios, clínicas, cines. Una verdadera ciudad, pero cerrada y custodiada. Opinan arquitectos y urbanistas.

Por ahora todo está en construcción: se vendieron 1250 lotes y 100 unidades de condominios.

A sólo 30 kilómetros de la Capital avanza la construcción de la primera ciudad cerrada de la Argentina. No confundir con un country más: se trata de una verdadera y completa ciudad. 1600 hectáreas, una inversión global de 1.000 millones de dólares, 20 barrios con una capacidad para 140.000 habitantes, son algunos de los impresionantes números que hay alrededor de Nordelta, el megaproyecto urbanístico que se levanta en el Tigre. La llamada “Ciudadpueblo” tendrá todo dentro de su perímetro celosamente custodiado: colegios, universidades, estaciones de servicio, un centro comercial, cines, clubes y hasta una estación de tren propia. Los que vivan allí prácticamente no tendrán necesidad de salir al mundo real: todo estará dentro de los límites. Un modelo de ciudad serena, protegida. Y encerrada. Página/12 visitó el lugar y consultó a arquitectos y urbanistas, quienes coincidieron en una crítica basada en que se trata de un modelo “sesgado en términos sociales”.
Ahora no es más que una enorme extensión de espacios verdes, espejos de agua, árboles flacos, grúas, albañiles, oficinas de venta y un puñado de casas habitadas. Parece desolado, pero no es difícil imaginar lo que será. En Nordelta ya se llevan invertidos 250 millones de dólares, y es Consultatio, la empresa comandada por Eduardo Costantini, el grupo inversor que lleva adelante el proyecto. Lo que era un enorme y deshabitado bañado, poco a poco comenzó a tomar forma. Ya se han vendido 1250 lotes y 100 unidades de los condominios, lo que representa un volumen de venta de 130 millones de pesos, y a algo más de un año de su lanzamiento, viven allí 35 familias, que ya están pagando sus impuestos, para beneplácito de la Municipalidad de Tigre.
El secretario de Gobierno de Tigre, Ernesto Casaretto, explicó por qué este proyecto, a la municipalidad, le cierra por todos lados: “Para nosotros significa una puesta en valor residencial, paisajística y económica de un terreno que era un bañado inundable. Además –continúa el funcionario– va a generar 15.000 puestos de trabajo para los vecinos y los nuevos habitantes van a incrementar significativamente la recaudación impositiva”.
Carlos Lebrero, presidente de la Sociedad Central de Arquitectos, ve en Nordelta un afianzamiento de la tendencia –para él negativa–, de barrios privados, aunque con una particularidad nueva, ya que “no representa algo tan cerrado como un barrio privado porque tiene las características de una ciudad completa, aunque sesgada en términos sociales”. El arquitecto cuestiona el argumento de la inseguridad esgrimido por quienes eligen vivir tras las garitas con custodios: “La única seguridad posible es la de la equidad –aseguró–. Yo apuesto a un crecimiento integrado y no restringido a unos pocos”.
Costantini se mostró en desacuerdo con esta idea de ghetto asociada a Nordelta: “Si bien cada barrio tiene seguridad propia y hay custodia en los accesos a Nordelta, los colegios tienen programas abiertos a toda la gente, no sólo a la que vivirá en la ciudad. Cualquiera va a poder entrar a pasear, a comer a un restaurante o a pasar un día a la orilla de alguno de los lagos. Además, la avenida que la cruza es de circulación pública”, argumentó el empresario.
De los veinte barrios previstos, cada uno con sus características particulares, hay seis que se encuentran a la venta. El primero de ellos, en el que ya están viviendo 35 familias, se llama “La alameda”. Casas con grandes ventanales, bicicletas en la puerta y autos con las llaves puestas, sin que al parecer sus dueños teman que sean robados. Ana May Zuviría fue la pionera. Junto a su esposo y a su hija de tres años, vive allí desde agosto del año pasado: “Estoy segura y tranquila. Antes vivía en un departamento en Belgrano, y esto me cambió la vida”, contó a este diario. “Tengo verde, espacio, calidad de vida y, fundamentalmente, seguridad”. Dice que no siente que vive encerrada: “Esto no es un barrio cerrado, en poco tiempo va a ser una ciudad”. Todos los otros barrios que se están construyendo tienen nombres que remiten a la naturaleza: Los castores, Las caletas, Portezuelo, Las glorietas y La isla, este último ubicado en el corazón de la ciudad, con 8000 metros de costa sobre la laguna central y en el que está construyendo su casa el propio Costantini. El empresario tiene previsto irse a vivir allí a partir del próximo año: “Quiero que mi hijo más chico crezca en Nordelta –dice–. Tenemos los mejores colegios, espacios verdes, lagos y tranquilidad”. Cada uno de los barrios da a una laguna y tiene un club con canchas de tenis, de fútbol y pileta. Todos están celosamente custodiados. La tecnología también va a estar presente en lo que se pretende la ciudad del futuro. Todas las casas estarán intercomunicadas por aros de fibra óptica y los vecinos estarán conectados entre sí por Intranet, una red interna que les permitirá desde comunicarse con la guardia hasta reservar una cancha de tenis, asistir a una reunión virtual de padres, de consorcio o de la comisión del club.
Aunque cerrada, Nordelta no estará aislada: ya está en construcción un acceso que la unirá con la Panamericana, y está prevista una estación de tren propia del Ferrocarril Mitre, complementado con un sistema de transporte interno. Además tiene dos códigos postales y su característica telefónica, lo que aporta a configurarla como una verdadera ciudad que estaría funcionando a pleno en menos de cinco años.
Nordelta se diseñó sobre la base de un Plan Director, incorporado al código de zonificación del partido de Tigre, y que define todas y cada una de sus 1600 hectáreas. “Un lugar nuevo donde todo está previsto, nada queda librado al azar”, dice en el folleto de promoción. Hasta tal punto, que aseguran haber criado en los lagos unos peces llamados gambusias, cuya función es comerse a una de las especies más habituales y molestas que habitan el Tigre: los mosquitos. Los nordelteños no tendrán que preocuparse ni siquiera por ellos.

Producción: Hernán Fluk.

 

De colegios a clínicas

Si bien la enorme superficie de Nordelta, que es mayor a todo su vecino partido de San Fernando, parece desierta, ya tiene su propio movimiento. Desde marzo de este año abrieron sus puertas los exclusivos colegios Cardenal Pironio y Northlands, que son los primeros del área educativa que funcionan en la ciudad, y está abierta una confitería de la cadena francesa La Brioche Dorée. El colegio Northlands trasladó su sede de Tortuguitas e inauguró con los niveles básicos: jardín de infantes, preescolar y primero, segundo y tercer año de la EGB. El Cardenal Pironio, por su parte, comenzó con jardín de infantes y primero y segundo año. También se firmó un convenio con el Colegio Michael Ham, que comenzará en principio sus obras para el futuro campo de deportes y, en una segunda etapa, las obras de infraestructura del colegio. En el polo educativo de Nordelta funcionarán también las universidades ITBA y Lynn, de Estados Unidos. Las empresas que brindan los servicios básicos en las viviendas son Telecom, Aguas Argentinas, Gas Natural y Edenor.
Actualmente, el acceso a Nordelta desde la Capital, se realiza a través del ramal Tigre de la Panamericana, por la ruta 197. Sin embargo, antes de fin de año estará terminada la autovía en construcción que, desde la bajada de Bancalari, tendrá un acceso directo desde la Panamericana. Y para hacer más fácil la comunicación, está prevista la construcción de dos estaciones del Ferrocarril Mitre –que va desde Retiro a Benavídez– junto al complejo. Ya están en construcción, y abrirán sus puertas este año, un centro médico del Sanatorio Otamendi, la primera de las tres estaciones de servicio San Lorenzo proyectadas –del grupo Pérez Companc–, y un local de McDonald’s. Está claro que para vivir en Nordelta hay que prepararse para desembolsar una buena cantidad de billetes, y la cantidad depende del barrio que se elija. El precio de los lotes va, según su ubicación, desde 100 hasta 200 pesos por metro cuadrado, a lo que hay que sumarle, obviamente, el costo de la construcción.

 

El análisis de dos especialistas

“Ciudad dualizada”
Adrián Gorelik*

“El proyecto de Nordelta radicaliza el modelo de los barrios cerrados, ya que se trata del funcionamiento completo de una ciudad cerrada. Es un motor de la fragmentación social, encarnada por actores activos de una ciudad dualizada entre los que pueden y los que no pueden. Este tipo de emprendimientos son las peores respuestas de la sociedad a la crisis de la seguridad, que se responde privadamente, ya que el Estado no se hace cargo con una política global. Esta asociación entre belleza natural y seguridad implanta una moda ideológica de una comunidad aislada, de depredación social y ambiental.. Es una situación caótica, una réplica del sálvese quien pueda. También influyen los municipios, que intentan atraer estas inversiones, que significan más puestos de trabajo y mayor recaudación impositiva. En el Tigre el problema es de mayor gravedad, porque es la reserva ecológica más importante de la metrópolis, y alarma la voluntad de ocupación y destrucción de los recursos naturales más importantes.
Hay una cuota de responsabilidad de los ambientalistas, que se distrajeron con la absurda reserva ecológica de Costanera Sur y no protegen las verdaderas reservas como Tigre, Campo de Mayo y la costa de Quilmes a La Plata, sobre las que existen proyectos de barrios cerrados”.

* Urbanista, investigador de la Universidad Nacional de Quilmes.

“Nuevo ghetto”
Julio Kesselman *

“La construcción de Nordelta fortalece la tendencia de los countries, y apunta a una nueva forma de vida más distendida, en contacto con la naturaleza, con amplias áreas deportivas, actividades sociales dentro del marco del complejo. La gente que opta por este estilo de vida busca lo que la ciudad no le proporciona: alejarse de la contaminación, de los ruidos, y del fantasma de la inseguridad. Implica una nueva oferta, pero exclusiva para un grupo con determinado nivel económico, por lo que en realidad termina convirtiéndose en un nuevo ghetto. Creo que Nordelta representa un tipo de ciudad satélite para un núcleo privilegiado. Esto implica una dicotomía social, que hace diferencia entre los que más y los que menos tienen. En este tipo de lugares no hay intercambio ni interrelación entre grupos sociales diferentes. Si bien en la ciudad hay barrios más caros que otros, con marcadas diferencias sociales, son manchas urbanas que no representan cotos cerrados. Yo creo que lo ideal es no aislarse. Me preocupa que este tipo de urbanización no está planificada por el Estado, creo que no hay un control rígido de las normas urbanas y produce una extensión amorfa de la ciudad. Cada grupo inversor tiene su criterio propio de urbanización y edifica a su propio buen entender. Tendría que haber una mayor coherencia, un crecimiento más orgánico”.

* Ex presidente de la Sociedad Central de Arquitectos.

 

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