Por Giles Tremlett
*
Desde
Bilbao
Mientras amanecía ayer
en una tranquila calle residencial en un barrio de clase media de Bilbao,
un guardaespalda inspeccionaba tachos de basura y miraba dentro de los
autos estacionados. Manu Ruiz, parte de la enorme legión de guardaespaldas
privados de esta ciudad, se estaba asegurando que un concejal socialista
de la ciudad pudiera irse a trabajar sin resultar asesinado por separatistas
vascos. Si hay algo fuera de lugar, tengo que saber por qué,
explicó. Un suéter abultado ocultaba una pistola de 9mm
y un dispositvo para bloquear las señales de radio con que se activan
las bombas. Su compañero, Juan, estaba sentado en un automóvil
sin placas vigilando a los pocos madrugadores que pasaban por ahí.
Por la ciudad y en los pueblos cercanos, cientos de guardaespaldas estaban
haciendo exactamente lo mismo en las casas de más de 600 políticos,
concejales, jueces, académicos y periodistas todos blancos
de ETA. El País Vasco tiene la densidad más alta de
guardaespaldas armados por población en toda Europa. Con las elecciones
regionales del este domingo, hay un alerta especial. Los terroristas
querrán lograr sus objetivos antes del domingo, enfatiza
Ruiz. Estas son las elecciones más vitriólicas, más
duramente peleadas que el País Vasco ha visto en décadas.
Y todo gira en torno a un solo tema: la sangrienta campaña etarra
por la independencia.
Las líneas de la batalla son claras, separando a los vascos nacionalistas
de los partidos españoles. El Partido Popular del presidente
de gobierno de España, José María Aznar, se alió
con sus tradicionales enemigos socialistas en un intento de voltear al
premier vasco, Juan José Ibarretxe, y su moderado Partido Nacionalista
Vasco (PNV), que ocupa el gobierno regional desde hace 18 años.
El PP y los socialistas responden a los asesinatos de ETA de más
de una docena de sus políticos, mayormente concejales de pequeñas
ciudades, en los últimos años. Acusan a Ibarretxe de alentar
a ETA, y de tener una alianza secreta con su brazo político, Euskal
Herritarok (EH). La última víctima de ETA fue Manuel Giménez,
un dirigente del PP en Aragón. A diferencia de sus colegas vascos,
no tenía protección. Uno solo de nosotros hubiera
sido suficiente observó Ruiz con soltura profesional.
Un etarra no se arriesga a atacar sólo si hay un guardaespaldas
ahí.
En Durango, una pequeña ciudad industrial cerca de Bilbao, 150
personas estaban paradas en silencio en la Plaza Ezkurdi a principios
de esta semana para protestar por los asesinatos. Una docena de guardaespaldas
los flanqueaban, protegiendo a cada uno de los siete concejales del partido
Socialista y Popular. Entre la multitud, estaban la viuda y dos hijas
de Jesús María Pedrosa, un concejal del partido Popular
que fue asesinado a tiros hace un año.
La mayoría de los 25.000 habitantes de Durango son nacionalistas
o incluso separatistas. A doscientos metros, en la plaza de Santa María,
el líder de Euskal Herritarok Arnaldo Otegi arengaba a una multitud
de 500 personas que los políticos estaban llorando lágrimas
de cocodrilo sobre la muerte de Giménez. Todo lo que
quieren son sus puestos y sus autos oficiales. Nosotros somos los únicos
que trabajamos por la paz, dijo. La coalición radical de
Otegi, un ex etarra, ganó un 18 por ciento de los votos en las
últimas elecciones vascas en 1998. Se espera que el domingo ese
voto disminuya, pero aún así reflejará que más
de 180.000 vascos apoyan una campaña de violencia que se cobró
800 vidas en 30 años. Más tarde, en el club social separatista
de Durango, un profesor de arte, Jabi Arbeo, explicó que su batalla
era por la autodeterminación. Eso, dijo, estaba expresamente negado
por la Constitución española, que no permitía un
referéndum sobre la independencia. Somos el único
pueblo de Europa que no puede decidir su propio destino, dijo. La
alianza anti-ETA cifra sus esperanzas en Jaime Mayor Oreja, el ex ministro
de Interior español que renunció a ese cargo para convertirse
en el candidato del partido Popular para premier regional. Mayor Oreja,
varios de cuyos amigos fueron asesinados por ETA, cree que puede obligar
a los separatistas a rendirse. Estoy determinado a terminar con
ETA dijo a comienzos de esta semana. Juntos nos podemos librar
de ellos. Las encuestas de opinión sobre la independencia
no son confiables, pero menos del 40 por ciento de los vascos parecen
querer un Estado soberano. Algunos observadores sostienen que la forma
de derrotar a ETA es precisamente llamar un referéndum para lograr
un no contra la independencia. Mayor Oreja no está de acuerdo.
Apoya la actual Constitución, con un parlamento vasco con amplios
poderes sobre salud, educación, vigilancia y algunos impuestos,
y la policía. Las últimas encuestas (ver recuadro) predicen
que Mayor Oreja no derrotará a Ibarretxe, aunque el premier regional
no ganará por una mayoría absoluta. Dependerá así,
como lo ha hecho durante los últimos tres años, en el apoyo
errático de Euskal Herritarok.
Ibarretxe, que quiere una mayor autonomía vasca, indicó
que exigiría la condena a la violencia etarra por EH antes de buscar
su apoyo. Dice que le gustaría liderar un proceso de paz como el
de Irlanda de Norte, pero sus oponentes dicen que su verdadero objetivo
es la independencia vasca.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
Encuestas reprimidas
Las elecciones en el País Vasco podrían ser mucho
menos dramáticas de lo que se piensa. Se hablaba de que el
bloque electoral de los socialistas y el Partido Popular (PP) de
José María Aznar lograría una mayoría
de gobierno gracias a un fuerte retroceso de los nacionalistas moderados
y, por supuesto, del brazo político de ETA, Euskal Herritarrok
(EH). Una reciente encuesta, sin embargo, predijo algo bastante
distinto; tanto es así que el PP habría intentado
taparla. Podía hacerlo ya que los autores eran del estatal
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), subordinado
a la Secretaría de la Presidencia de Aznar. Citando problemas
de tabulación, la encuesta recién fue completada
formalmente el lunes, para cuando ya no podía ser develada
según la ley electoral. Pero había una falla. El sondeo
sí debía ser entregado a los partidos, y uno de esos
partidos, Izquierda Unida (IU), decidió publicarlo por Internet.
Según sus cifras, el PP y el PSOE ganarán 36 escaños,
dos menos de los requeridos para formar gobierno, mientras que los
nacionalistas moderados se llevarán 21. Y el partido etarra
EH será decisivo con 8 escaños. Otro dato preocupante
para el PP es que su candidato, el ex ministro del Interior Jaime
Mayor Oreja, tendría una imagen positiva entre menos del
2,7 por ciento del electorado.
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ENREDOS
PRO-MAFIA DE BERLUSCONI
Un abrazo caliente
Después de exuberantes
puestas en escena televisivas de derecha e izquierda, en los últimos
días de campaña antes de las elecciones del domingo, la
gobernante coalición de centroizquierda encontró un tema
candente en la vinculación con la Cosa Nostra en un amigo íntimo
y socio comercial del líder de la oposición Silvio Berlusconi.
Marcello DellUtri, miembro de la comisión de Justicia del
Parlamento Europeo y candidato a senador, está bajo juicio en la
siciliana Palermo acusado de encubrir a la Mafia.
La poco confortable posición de DellUtri, ya sentenciado
a dos años de prisión en otro caso por fraguar la contabilidad
en la compañía de publicidad Publitalia, también
de Berlusconi, refleja las disputas con la Justicia que han caracterizado
los años en que Berlusconi estuvo en la oposición desde
la caída de su gobierno en 1994. Berlusconi fue acusado por fiscales
de falsear su contabilidad y de sobornar a funcionarios impositivos durante
su carrera, y varios juicios prosiguen su curso. Los contactos de Berlusconi
y DellUtri con el capo di tutti i capi, Toto Riina, habrían
significado un intercambio de legislación favorable a la Cosa Nostra
por apoyo para el partido Forza Italia de Berlusconi. Según el
líder de la centroderecha, este juicio es un ejemplo de la colusión
de los magistrados de izquierda con testigos poco confiables para eliminar
a los candidatos opositores.
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