Por Patricia Chaina
Discurso facho y
una televisión llena de boludeces, fueron las palabras
con que Eduardo Aliverti condimentó su discurso de agradecimiento
al premio que Aptra le entregó por la conducción de su programa
Marca de radio, emitido por Radio Rivadavia. En una ceremonia
donde se destacaba la presencia de Radio 10, las palabras de Aliverti,
que siguieron a una avanzada en el mismo sentido por parte de Fernando
Bravo, se entendieron como una alusión directa a la emisora de
Daniel Hadad. Pero el periodista aclara: Jamás me hubiera
referido a una sola radio. Aliverti habla con el ritmo contundente
que lo caracteriza y agrega en diálogo con Página/12: Hablaba
de un discurso facho que se está viendo en la sociedad y del que
algunos medios se hacen eco.
Pero Aliverti y Bravo habían apuntado al nido de una serpiente
que se despereza, en este país, cíclicamente. Y que da evidencia
de sus movimientos a través de los medios, espejos de la
sociedad, como señala Aliverti. Sus palabras causaron impacto
y sus esquirlas humean todavía entre las repercusiones de la noche
de los Martín Fierro. Bravo se refirió al orgullo de pertenecer
a una radio pluralista que no hace un negocio de las calamidades de la
Argentina. Aliverti advirtió sobre tanto facho que
anda por ahí y agregó un detalle: La televisión
está llena de boludeces.
¿Su alusión al fascismo tenía como destinataria
a Radio 10?
Yo no mencioné a la Radio 10, aunque está involucrada
en lo que dije. Lo aclaro. Creo que se trata de una radio de fachos, pero
inteligentes, por la forma en la que estaban haciendo las cosas. Si no
lo aclaro, parecería que me remito a un enfrentamiento personal,
porque si bien está en mis antípodas y es un enemigo considerable,
jamás hubiera hecho un discurso que involucrara a una sola radio.
Me referí a un discurso facho que se está viendo en la sociedad
y del que algunos se están aprovechando. Los medios amplifican
ese discurso, como el caso de la 10, convirtiéndose en espejo de
algo que está anidando en la sociedad. Nunca creí que los
medios pudieran imponer algo por sí solos. Sí pueden acompañar
y ayudar a crecer lo que el caldo de cultivo que es la sociedad promueve.
Y lo terrible es eso, no la 10. En todo caso, medios como ése y
algunos periodistas reproducen lo que uno encuentra hoy en día
entre los tacheros, los porteros, la clase media asustada, etcétera.
¿Tomó en cuenta que la repercusión de esas
palabras tuvo mayor impacto que su crítica a la TV?
Me llamó la atención. Porque yo apunté a la
TV, específicamente. Cuando hablé de los estúpidos
que lloran por cualquier cosa era en obvia alusión a Gran
Hermano. Fue específico y tuvo menos repercusión.
Lo cual me permite hacerme una panzada semiótica analizando en
la escuela (ETER) cómo funciona el teléfono descompuesto
en la articulación mediática, cómo se evidencia la
construcción de un discurso. Porque a mí las características
de ese programa me provocan bronca y una depresión profunda. Verlo
incluso me genera violencia. Ver lagrimear a tanto forro por tanta pavada,
en un país que estuvo plagado de campos de concentración,
me parece terrorífico, porque es también reflejo de un estado
de ánimo social bajo el cual parecería que hay menos exigencia
intelectual de parte del televidente respecto de lo que ve y de lo que
se le entrega. Se hace difícil entender cómo puede haber
gente capaz de sentarse frente a la TV para ver cómo alguien se
lava los dientes.
Usted habló también de la ley de Radiodifusión.
¿Cree que es viable y saludable la propuesta del Comfer en este
sentido?
Textualmente, dije que la propuesta de la ley es bastante progresista
en el marco de este Gobierno. Es una ley con deficiencias, porque falta
una discusión sobre el uso del espacio radioeléctrico y
la nueva revolución de las comunicaciones. Sin perjuicio de eso,
es un avance que se elabore una ley que todavía sigue siendo ocupada
por la normativa de la dictadura. Y me parece que tiene avances con respecto
a la propiedadmediática, y a tratar de evitar los monopolios cuasi
naturales que están armando. Pero tengo claro que eso no lo va
a definir la letra de la ley sino la voluntad política de hacerla
cumplir.
¿Se encontró con Hadad después de recibir su
premio, durante la cena?
En verdad fui a saludar a Bravo, porque me pareció valiente
su discurso, me sorprendió gratamente que marcase una cosa tan
jugada. Al ir a su mesa le pasé a Hadad a un metro y no lo saludé
porque no lo vi, aunque sé que algunos pensaron lo contrario. No
tengo problemas con él. Es un enemigo respetable, y sé que
en lo profesional él también me respeta.
¿Cuál es su evaluación de esta entrega del
Martín Fierro?
Me pareció una ceremonia fría, con cierta falta de
garra, quizá ligada a algunas ausencias notorias. Pero por primera
vez en mucho tiempo se premiaron producciones diferentes, como las de
Canal 7. Además había un acostumbramiento a fiestas bullangueras
y con más barras. Si esto no existiera como antecedente, se la
hubiera elogiado, sin dudas. Por otro lado, había expectativa fuerte
porque fuese una conducción plagada de errores, y fueron correctos.
Pero quedó una sensación rara, como una decepción
por la falta de errores.
¿Por qué cree que causaron tanto impacto sus palabras
y las de Fernando Bravo?
Lo que dijimos se amplificó porque la voz de los convocados
fue de bajo contenido contestatario. Y por otro lado generó impacto
que los que dijimos cosas diferentes fuéramos gente de la radio.
Esto en algún sentido es llamativo y habla bien de la radio como
medio con entidad propia y capaz de generar sus propios pensamientos,
y no ser sólo un amplificador de lo que es la TV en la Argentina.
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