Por Fernando Cibeira
El Frente Grande no pudo consensuar
la designación de una mesa chica que reemplace a Carlos Chacho
Alvarez en la toma de las decisiones estratégicas de la fuerza.
La tarea recaerá en la actual conducción que, además,
se ampliará a intendentes y principales referentes de cada distrito.
Es decir, unos 30 dirigentes tratarán de decidir en la misma forma
en que antes lo hacía en soledad Alvarez. Igual, la idea de una
conducción reducida sigue en pie y podría retomarse cuando
se aquieten un poco las aguas. Pero luego de la larga reunión de
ayer, la conducción frentista no quiso ofrecer sólo anuncios
referidos a la interna partidaria. También incursionaron en cuestiones
políticas y adelantaron que el Frepaso competirá en octubre
con las listas de la Alianza. Pero, eso sí, lo hará en la
medida que se mantenga la coalición original: al cavallismo le
recomendaron concurrir con sus propias boletas.
Entre las resoluciones del encuentro que luego leyó el jefe del
bloque de diputados, Darío Alessandro, anunció también
que propondrán la convocatoria a un plebiscito para el mismo día
de las elecciones, en el que la gente dé su opinión sobre
la reforma política y la disminución de los gastos políticos.
Además, dieron su apoyo a todos los frepasistas que estén
cumpliendo funciones en el Ejecutivo. Y respaldaron la conformación
de la comisión investigadora del lavado de dinero, la independencia
del expediente judicial de la causa de la venta de armas y se opusieron
a cualquier recorte presupuestario para las áreas sociales y educativas.
La de ayer fue la segunda parte de la reunión que comenzó
el viernes pasado, el mismo día que Alvarez decidió terminar
con un largo período de silencio para anunciar que se retiraba
de la actividad partidaria y declarar poco menos que muerta a la Alianza.
Sus palabras causaron tanto impacto dentro del Frepaso, que decidieron
pasar unos cuantos días de cuarto intermedio para poder procesar
mejor la nueva situación.
Los integrantes de la conducción fueron llegando a la Casa del
Frente a eso de las 14, pero el comienzo se retrasó debido a que
faltaban algunas de las presencias más importantes. Por ejemplo,
el ministro de Desarrollo Social, Juan Pablo Cafiero, quien finalmente
no concurrió argumentando problemas de agenda. No podemos
tener al encargado de la ayuda social encerrado cinco horas por una reunión
partidaria, explicaba luego uno de los participantes del encuentro.
En tanto, el jefe del gobierno porteño, Aníbal Ibarra, llegó
tarde, dijo lo suyo durante media hora y se fue. Tengo que gobernar,
explicó, antes de salir.
Ibarra, como Darío Alessandro, eran de la idea de crear una comisión
reducida que se encargue de resolver de manera expeditiva las decisiones
de la fuerza. En su pensamiento, la mesa chica tendría que estar
integrado por quienes tienen responsabilidades de gobierno: Ibarra, Cafiero
y Alessandro, entre ellos. Pero ya en las conversaciones posteriores a
la reunión de la mesa nacional del viernes pasado, quedó
en claro que esa no sería la posición mayoritaria. Es que
varios de los actuales miembros de la conducción, que durante bastante
tiempo no tuvieron posibilidades de decir lo que pensaban, entienden que
el paso al costado de Chacho les abre un nuevo panorma. Como llevaban
las de perder, fue evidente que Ibarra y Cafiero le quitaron el cuerpo
al encuentro.
Un ejemplo lo dio la ex ministra Graciela Fernández Meijide, quien
anticipó su posición contraria a la mesa chica aún
antes de empezar la reunión. Estoy por la continuidad de
la actual conducción, anticipó.
Como es de rigor en estos casos, en la reunión hablaron todos los
presentes, lo que hizo que se prolongara más allá de las
cinco horas. En números estrictos, la conducción nacional
del FG es de 20 miembros, a los que ya habría que restarle dos:
Alvarez y Alberto Flamarique. En estas ocasiones se invitan además
a los intendentes. Por ejemplo, luego del encuentro, se presentaron junto
a Alessandro, el de La Banda, el santiagueño Héctor Chabay
Ruiz y el de Morón, Martín Sabatella. Ellosformarán
parte de la nueva conducción ampliada que, acordaron, se reunirá
en forma más periódica y orgánica. Con todo, la idea
de la mesa reducida no se abandonó. Estamos en una crisis
y en estas condiciones es difícil tomar decisiones que puedan causar
conflictos, explicó uno de los participantes del encuentro.
Puede que dentro de unos días, nos demos cuenta que así
se hace muy difícil funcionar y cambiemos de idea, agregaba.
OPINION
Por Eduardo Aliverti
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Proyecciones
Las elecciones de octubre no le interesan demasiado a nadie, pero
el Gobierno sabe que si sigue inyectando ajuste las perderá
por escándalo. Ergo, no hay mucho más que ajustar
en el corto plazo. Y eso es algo que no parecen querer digerir los
dragones del mercado. Los tiene muy sin cuidado que ganen los radicales
o los peronistas. Ni octubre ni ocho cuartos.
Todos, victimarios y sufridos, saben desde el primer día
cuál tramo de qué tango le canta el oficialismo a
Cavallo: sos la última moneda que me queda por jugar. Después
de su fracaso para equilibrar las cuentas vendrían elecciones
generales anticipadas, con lo cual se agregaría un elemento
de incertidumbre nada menor. Si la Argentina entra en una lógica
de competencia política, y por tanto de demagogia populista,
será un escenario peor para la tranquilidad de los acreedores.
¿Cuáles palabras y figuras juegan en medio de este
clima? Algunas pocas y conocidas: devaluación y/o más
ajuste, ebullición social, represión. Una idea de
crisis profunda. Sin embargo, ¿cuán honda es esa profundidad
a poco que se avance en las hipótesis a mano?
Tampoco se trata de tantos ejercicios de imaginación. El
presidente Cavallo no puede poner en caja el déficit público,
por las razones que sean, y se tiene que ir. ¿Y? El Gobierno
quizá tire un último e inútil manotón
con alguien del círculo íntimo del rey (Rodríguez
Giavarini, por ejemplo). Naturalmente no sirve de nada y se convoca
a comicios adelantados ante las presiones recibidas y en aras
de la gobernabilidad. ¿Y? Gana el peronismo, obviamente,
con cualquier variante que ofrezca. Todas son a la derecha de la
derecha, más brutas o más modosas: Ruckauf, Reutemann,
De la Sota. ¿Y? Una segunda variante cambia los nombres.
Cavallo tiene respiro y suma al peronismo en su carrera electoral.
¿Y?
En cualquier caso, lo que está claro es que para el conjunto
popular no hay en danza nada menos, pero nada más, que nuevos
aprietes y cargas represivas. La historia pinta para repetirse,
con algún otro peronista que vuelva a ocupar el puesto de
algún otro radical fugado antes de tiempo. O mejor dicho,
en el tiempo justo que se necesita para hacer girar la rueda nuevamente.
Tan nuevamente como el apuntar el espacio objetivo que vuelve a
abrirse quizá como nunca para la creación
de un proyecto alternativo. Lo que continúa sin estar dado
son las condiciones subjetivas. Capacidad de organización;
liderazgo; resistencia constructiva. Ellos, los mismos de siempre;
los De la Rúa, los Ruckauf, los Cavallo, se cuelan por esa
incapacidad de generar algo distinto desde el campo de los que están
jodidos.
Y desde el de quienes dicen representarlos.
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