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LA REPRESENTACION ITALIANA ANTE LA AVALANCHA ARGENTINA
Una embajada en emergencia

El embajador Giovanni Januzzi pidió a Roma más personal para poder atender la demanda en Argentina, que en un año creció 30 por ciento. Le preocupan las colas y la venta de puestos.

Las colas en la embajada empiezan a las 4 de la mañana, aunque haga frío o llueva.

Por Andrea Ferrari

“Es un tema serio, grave. Actualmente estamos pidiendo medidas de emergencia para poder solucionar, o al menos suavizar un poco el problema”. La emergencia para el embajador italiano Giovanni Januzzi es la interminable cola que cada noche se forma frente al consulado de Buenos Aires: cada vez más argentinos que quieren obtener la ciudadanía italiana para poder aspirar a un trabajo en Europa. Januzzi acaba de pedir a la cancillería de su país más personal para reducir la presión que significa esa avalancha cotidiana. En el último año, explica, la demanda aumentó un 30 por ciento, por lo que los trámites se alargan mucho más de lo que ellos desearían. En diálogo con Página/12 el embajador italiano explicó los problemas que enfrentan: la tensión para el personal, las cartas de protesta y lo que más les ha preocupado en el último tiempo, “enterarnos de que hay episodios al margen de la legalidad, gente que paga para que otros hagan la fila en su lugar. Eso no nos parece nada bueno”.
El pedido de Januzzi fue dado a conocer en Roma por el diario Corriere della Sera: allí el embajador explicó que “tener un pasaporte de la Unión Europea hoy es visto en Argentina como un seguro para el futuro”. Y comentó que hasta Domingo Cavallo “descendiente de piamonteses, solicitó y obtuvo la ciudadanía italiana”.
–Sí –sonríe ahora en diálogo con Página/12–, el ministro Cavallo tiene ciudadanía italiana, pero desde hace muchos años: su madre era italiana.
Lo que le preocupa al embajador es la situación actual: el fuerte aumento de las solicitudes en el consulado. “Aumentó mucho en el 2000, aproximadamente un 30 por ciento y esa cifra se confirma este año. No es igual en todos los consulados: en Buenos Aires y La Plata ronda el 30, en otros será el 25 por ciento. Ante este aumento, sumado a una disminución ocasional del personal, nos enfrentamos con grandes dificultades. Los trámites se alargan muchísimo.
–¿Cuál ha sido su pedido a la Cancillería italiana?
–Aumentar el personal estable es largo, complicado, costoso. Por eso ahora pedimos medidas de emergencia: que no den empleados de misión o que nos autoricen a asumir contratos para que en un momento de mayor afluencia, como es el actual, se pueda solucionar el problema o al menos suavizar un poco. Se hacen colas desde las 4 de la mañana, la gente duerme allí, y sabemos que algunos ocupan la fila y venden su lugar. Creo que eso es ilicito. Ahora habrá en Italia un nuevo Parlamento, un nuevo gobierno: quisiera que es problema se plantee de manera más amplia. Es un problema serio, grave.
–¿Reciben muchas quejas?
–Tanto el cónsul como yo recibimos muchas cartas de protesta. Hay muchos amigos ítaloargentinos que se quejan por lo lento y largo que es el trámite. También hay protestas de personas que ya son ciudadanos y tienen dificultad para renovar sus pasaportes. Hay algunos que nos señalan casos de ilícitos, dicen que hay agencias que se ofrecen para apurar el trámite. Eso no es moral ni digno.
–¿Qué retraso tienen?
–En cuanto a la ciudadanía, tenemos 4500 trámites de demora. Si una persona va hoy, se le da una cita para fin de año o principios del próximo. Pero hay consulados que la dan con 2 años. Así se desalienta a la gente. Para renovar el pasaporte se está demorando 45 o 50 días.
–¿Es cierto que se piense en endurecer las condiciones para otorgar la ciudadanía?
–No, eso surgió porque algunos representantes consulares opinaron si la ley de nacionalidad fuera menos liberal tendría menos pedidos, pero yo ya aclaré que eso no corresponde. Tenemos una ley que es liberal, amplia, generosa, fue decisión de Parlamento y tenemos que cumplirla. Si la ley ha creado un número de pedidos que los servicios consulares no están en condiciones de enfrentar, bueno, se adecua el servicio consular, no secambia la ley. Además, no es un problema de todo el mundo: ocurre aquí y en parte en Brasil. Es un fenómeno que se puede solucionar con medidas limitadas, 40 o 50 empleados más en la red latinoamericana ayudarían muchísimo. Una solución que se pensó fue hacer un sorteo, como los americanos, para los turnos. Pero por ahora no vamos a aplicarla.
–¿Cuál es el perfil de quienes piden la ciudadanía?
–Son de todas las clases sociales. Hay gente que piensa que así puede conseguir un trabajo con facilidad, otros quieren facilitar a sus hijos la posibilidad de estudiar o trabajar en Europa. No tenemos estadísticas para saber cuántos realmente se van, pero no creo que sea un número tan grande, para muchos es más bien tener en el bolsillo un seguro “por si acaso”.
–La avalancha de gente debe generar en el consulado situaciones difíciles.
–Bueno, los empleados que tienen tanta presión a veces reaccionan...no digo mal porque son responsables, pero tal vez se escapa palabra de más, o se ponen nerviosos. Pero en general saben que es un momento difícil y lo enfrentan con inteligencia. No es fácil: entre la gente algunos solicitan con cortesía, pero otros reclaman, se molestan, se enojan. Es una situación en sí misma bastante tensa. Eso me preocupa, no debe ser así un consulado, que en otros sectores funciona muy bien.

 


 

Un colectivo sin control

Un espectacular choque se produjo ayer en Palermo, cuando un colectivo que circulaba por Cabildo impactó contra un auto que venía por la mano contraria. El ómnibus, fuera de control, cruzó la avenida a toda velocidad y terminó incrustado contra el portón del Instituto Geográfico Militar. Once personas resultaron heridas, y el que se llevó la peor parte fue un militar que se encontraba de guardia en la puerta del Instituto.
El accidente ocurrió ayer a las 16.25, en Cabildo al 300 cuando, según relataron los testigos, un auto intentó doblar y el colectivo, que venía atrás con la mayoría de los asientos ocupados, no llegó a frenar a tiempo y lo chocó. El colectivero perdió el control, embistió el portón de ingreso del Instituto Geográfico, y aplastó a un suboficial de unos 40 años, que se encontraba de guardia. El militar sufrió heridas graves, especialmente en sus piernas, y tuvo que ser internado en el Hospital Pirovano. Otras diez personas, siete mujeres y tres hombres, sufrieron lesiones de distinta consideración y también debieron ser hospitalizadas.

 

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