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El ministro de Justicia ahora critica
la derogación del dos por uno

Primero contribuyó a la derogación de la norma. Pero ayer, De la Rúa dijo que su eliminación �es un mecanismo muy severo� que generará �falta de previsión en procesos largos�. Se reforzará la seguridad en las cárceles en prevención de protestas.

De la Rúa se había reunido con legisladores aliancistas y de la oposición para lograr la derogación.

Ahora que la ley del dos por uno finalmente quedó defenestrada, el ministro de Justicia, Jorge de la Rúa, criticó su derogación, a la que él mismo contribuyó, después de varias reuniones con legisladores aliancistas y de la oposición. Aunque aseguró que esa norma brindaba “un beneficio muy exagerado” a los procesados sin condena por más de dos años, consideró que su eliminación lisa y llana “es un mecanismo muy severo”, que genera una “falta de previsión de procesos exageradamente largos”. Ayer, en la primera jornada sin dos por uno, el subsecretario de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios, Alvaro Ruiz Moreno, informó que se reforzarán las medidas de seguridad en todas las cárceles federales para prevenir posibles disturbios a raíz de la derogación.
“Dar compensación de dos por uno por un proceso que demora más de dos años era excesivo, sin lugar a dudas; pero eliminarlo lisa y llanamente, en alguna medida, descuida ciertos imperativos de pactos internacionales, donde la razonabilidad del proceso debe estar resguardada”, señaló De la Rúa al término de una reunión de la Unidad de Información Financiera celebrada ayer en el Ministerio de Justicia. El ministro consideró que la derogación provocó “un fenómeno pendular, porque se pasó de un beneficio muy exagerado a una falta de previsión de los procesos exageradamente largos”. “Había otras alternativas”, expresó De la Rúa, y puso como ejemplo la opción de que la conmutación de pena estuviera “condicionado al comportamiento del sujeto al sometimiento de readaptación”. A pesar de las críticas, subrayó que el gobierno nacional aprobará los cambios realizados por el Congreso.
Por su parte, el subsecretario Ruiz Moreno indicó que “hay tranquilidad” en las cárceles del Servicio Penitenciario Nacional. “No hay razones para que se generen dificultades en las cárceles, ya que los efectos de la ley aprobada anoche no son retroactivos, y todos los internos que hoy están procesados o condenados mantendrán los beneficios de la legislación anterior”, agregó. Igual, ordenó reforzar las medidas de seguridad en las cárceles del Servicio Penitenciario Nacional.
En tanto, desde la provincia, quien llamativamente se pronunció en forma tajante a favor de la derogación del dos por uno fue el vicegobernador Felipe Solá, habitualmente proclive a posturas algo más progresistas que su jefe, Carlos Ruckauf. Ahora Sola consideró “positiva” la eliminación del beneficio, ya que generará “una agilización de los juicios y sentencias” a los detenidos. “La derogación del dos por uno es positiva, porque a partir de ahora los defensores de detenidos que buscaban demorar los procesos sabrán que no sirven maniobras para dilatar la condena”, agregó y señaló que “el 80 por ciento de los presos que salían volvían a delinquir”.
El proyecto aprobado por Diputados mantiene el plazo de dos años y uno de prórroga para que el juez pueda emitir sentencia desde el dictado de la prisión preventiva y establece un mecanismo de control para evitar la morosidad judicial.

 

OPINION
por Por Gustavo Palmieri * y Andrea Pochak **

La variable de ajuste

La modificación de la ley 24.390, conocida como “dos por uno”, es una respuesta inadecuada al reclamo justo de la gente por mayor seguridad. Debido a la incapacidad de generar políticas eficientes ante los problemas reales, algunos sectores políticos se acostumbraron a inventar excusas. Así, frente al problema de la inseguridad pública y el reclamo de una justicia más rápida y efectiva, la única respuesta que proponen es la violación de derechos, no sólo para los detenidos sino también para las propias víctimas. La nueva ley no garantizará mayor seguridad para la gente, ni mejorará el sistema judicial.
Ante el grave problema de los prolongados procesos judiciales y de cárceles llenas de presos sin juicio ni condena, en 1994 se sancionó la ley del dos por uno, que estableció que la prisión preventiva no debía extenderse más de dos años, y que excepcionalmente –sólo en los casos más complejos– podría prorrogarse hasta tres. Se trataba de un plazo a todas luces demasiado extenso, pero se consideró adecuado a la lentitud de la justicia argentina. Por otra parte, la misma ley establecía un criterio de reparación sólo para los detenidos que al momento de ser dictada la norma habían permanecido en prisión preventiva más allá del plazo máximo establecido por la ley. De esta manera, el supuesto “beneficio” del dos por uno era sólo un criterio de reparación provisorio y excepcional.
Pero lo que debía ser provisorio y excepcional se transformó, merced al modo perverso de administrar justicia en nuestro país, en permanente y general. El sistema judicial decidió no respetar los plazos máximos de la prisión preventiva con la excusa de que después aplicaba el dos por uno. En consecuencia, las prisiones preventivas siguieron siendo largas y sólo se acortaron las condenas. Los derechos de las víctimas y de los acusados continuaron siendo la moneda de cambio de la ineficacia y la lentitud del sistema. Conforme datos de la Secretaría de Asuntos Penitenciarios de la Nación, para 1999, el 56,12 por ciento de los presos en todo el país no tenía condena; de ellos, el 35,41 por ciento estaba privado de su libertad hacía más de dos años. Las estadísticas de marzo de 2000 hacían crecer el número de personas detenidas sin condena a 22.662 personas, lo que representa que el 64,35 por ciento de las personas presas no tiene condena. Este último dato no incluye por ejemplo, a las personas privadas de su libertad en las comisarías de las provincias de Buenos Aires, que son más de 5000, casi todas ellas sin condena.
Aun sin contar los presos en comisarías, el sistema de justicia criminal que tiene mayores porcentajes de presos sin condena es el de la provincia de Buenos Aires, con un 86,27 por ciento (11.311 personas) presas sin condena, o sea más de seis procesados por cada condenado. Le siguen en orden descendente las provincias de Chubut y Santiago del Estero, y la justicia federal.
La modificación de la ley 24.390 no soluciona el problema de la inseguridad ni impide que los procesos continúen siendo largos; no mejora el sistema de persecución de los delitos; no hace a la policía, ni a la justicia, ni al sistema penitenciario más eficientes ni menos corruptos. Hoy padecemos un sistema de seguridad y justicia ineficiente para la protección de los derechos de las víctimas, de los victimarios, de los sospechados, de los condenados. Frente a este hundimiento y descrédito estructural se ha preferido agravar el problema a fin de eliminar uno de los agujeros que hoy hacen a este hundimiento más visible e irritativo.
Los que defienden la norma adelantan que la modificación no traerá soluciones inmediatas, lo que en el lenguaje político nacional significa reconocer que esta medida no traerá ninguna solución y que pronto habrá que hacer responsable de la inseguridad a otro falso problema. Lo más preocupante es que la variable de ajuste que hoy se está utilizando son los derechos de los habitantes. La derogación de la ley del dos por uno no ataca la impunidad sino que la agrava, pues a la nómina de delitos impunesse seguirán agregando los delitos cometidos por los jueces, como por ejemplo el delito de prisión preventiva ilegal previsto en el art. 270, del Código Penal.

* Director del Programa Violencia Institucional y Seguridad Ciudadana CELS.
** Coordinadora Area Jurídica CELS.

 

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