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SEIS DETENIDOS POR LA MUERTE DE INOCENTES EN DOS OPERATIVOS
Policías tras las rejas por meter bala

En setiembre pasado y con sólo ocho días de diferencia, dos operativos acabaron con la vida de dos jóvenes: Mariano Witis y Alejandro Levickas fueron ultimados por estar demasiado cerca de los asaltantes. Ahora, seis policías quedaron detenidos.

El auto de los delincuentes, agujereado por los balazos policiales: en el medio quedó Levickas.

Por Alejandra Dandan

En ese momento todo pareció absurdo. En sólo ocho días, la policía de San Fernando había intervenido en dos operativos en los que dos chicos murieron confundidos con delincuentes. Fue en setiembre del año pasado, entre el 21 y el 29. Mientras el gobierno de Carlos Ruckauf seguía exigiendo mano dura para frenar la ola de asaltos, sus funcionarios salieron a explicar como supuesto “accidente” aquellas muertes. Aunque los fiscales pidieron en diciembre la detención de los policías, hasta aquí ninguno había dejado su puesto. Ahora seis de esos policías de la Bonaerense fueron detenidos. Son agentes del Comando Patrulla de San Fernando con el grado de cabo primero y fueron acusados de homicidio y tentativa de homicidio por el juez de garantía de San Isidro Orlando Díaz. Las pruebas periciales y los testimonios examinados por los fiscales, determinaron que tres de esos agentes fueron autores de las muertes de Alejandro Levickas y Mariano Witis.
“Hubo dos pruebas terminantes –explicó el juez a Página/12– las balísticas y planimétricas que determinaron la posición y dirección y propiedad de los disparos; y las testimoniales”. Tres de los seis policías fueron detenidos como responsables de las muertes de Levickas, de 21 años y de Witis 23, dos músicos de Beccar y San Fernando. La disposición judicial, fue estimulada en buena medida por los familiares y amigos de los jóvenes que desde septiembre vienen reclamando la destitución y el juicio para los policías involucrados (ver aparte).
La secuencia de casos de inocentes baleados por la policía, repetidos en el territorio bonaerense sobre todo a fines del año pasado, obligó al Ejecutivo provincial a relevar a tres funcionarios policiales con jurisdicción en la zona. Sin embargo, hasta ahora no se habían producido medidas sobre los policías involucrados todavía en actividad dentro de la regional.
El cabo Emir Champonois Comando San Fernando fue detenido el martes a la noche en el marco de la investigación que lleva adelante la fiscal Ema Prada. Está acusado como autor de la muerte de Witis y por la muerte de un asaltante de 16 años, muerto en medio de la balacera desatada el 21 de septiembre frente a la villa de San Isidro.
Ese día ese chico de 16 años junto a otra persona asaltaron el Banco Itaú de Márquez al 700, escudados por dos rehenes. Uno de esos rehenes fue Mariano Witis poco minutos después perseguido por la policía junto a su amiga Julieta Schapiro como si fueran miembros de la banda. Los dos fueron obligados por los ladrones a emprender la fuga que terminó en las afueras de San Isidro en medio de un tiroteo que avanzaba desde una única dirección: la de la policía. En ese momento mientras el menor de los dos asaltantes intentaba rendirse, los policías descargaron buena parte de sus municiones sobre el chico y el cuerpo de Mariano.
“No sólo se demostró que no existieron tiros desde el auto –explicó una fuente de la justicia– sino que el arma del asaltante muerto era inservible”. Este dato fue uno de los determinantes para establecer la responsabilidad de Champonois. “Por eso el hecho no fue considerado homicidio culposo y ahora –continuó la fuente– se lo acusa de doble homicidio.” Desde diciembre el policía Champonois conocía la acusación. En aquel momento la fiscal Prada supo a través de las pericias balísticas que los proyectiles las dos muertes se habían producido con una sola arma calibre 9: era la pistola de Champonois.
Aunque el pedido de detención fue presentado en ese momento, la defensa del policía apeló la orden del juez. Esta semana la Cámara confirmó la disposición de Orlando Díaz. Ayer la fiscal sentó a Champonis para su primera indagatoria. Ahora tendrá quince días para dictar la prisión preventiva. Tanto Champonois como los otros policías podrían recibir condenas entre 8 y 25 años.
Aquella persecución a los tiros tras el robo al Itaú fue uno de la sucesión de casos donde las tropas de la Bonaerense corrieron estimuladospor las políticas de seguridad. Ocho días más tarde, Alejandro Levickas estaba en un ciclomotor con Manuel Fernández Gache, un compañero de su banda de rock, de camino a una hamburguesería. En Centenario al 1100 quedaron atrapados en medio del fuego de la policía hacia dos asaltantes. Alejandro murió con cinco tiros y su amigo recibió otros en la pierna. El testimonio de Fernández Gacha fue clave para evaluar la responsabilidad de cinco policías del Comando.
“De acuerdo a los peritajes, los únicos que dispararon sus armas fueron los cinco policías de San Fernando que llegaron al lugar”, aseguró una fuente del juzgado. Jorge López , un motociclista del Comando tiene tres acusaciones: homicidio a Levickas y al menor de los dos asaltantes; además se le agregó la figura de intento de homicidio por Fernández Gache.
El otro presunto responsable es el cabo Juan José Cabrera. Además de acusarlo por el crimen de Levickas, Cabrera se está sospechado como autor de la muerte de López, el otro asaltante e intento de homicidio del resto. Los acusados bajo esta segundo figura fueron los policías, también cabos Eduardo Solís, Silvio Barretto y Osvaldo Luna. Todos del Comando Patrullas; quedaron detenidos el último sábado pero la información recién fue difundida ayer.

 


 

EL PADRE DE MARIANO, IMPULSOR DE LA INVESTIGACION
“Acá hubo abuso y no error”

Por A. D.

Desde temprano en casa de los Witis comenzó nuevamente la ola de llamados. Mario Witis es el papá de Mariano y acaso uno de los conductores más importantes de la investigación que llevó a la cárcel al policía acusado por la muerte de su hijo. “Estoy conforme –dice, mientras intenta definir a ciencia cierta qué le sucede–: no nos provoca alegría, simplemente podemos llegar a pensar que tal vez en el caso de nuestro hijo se pueda conseguir justicia, pero falta todavía mucho camino.”
Ni siquiera hoy la familia de Mariano termina de entender ni digerir aquel absurdo por el que su hijo terminó asesinado por un torrente de balas y acusado durante largas horas de asaltante de una peligrosa banda del conurbano. Hasta el día de la primavera del año pasado, Mariano era profesor de música en algunos colegios de la zona y componía temas para una banda de rock. No mucho más, salvo las encuestas que hacía en la calle a pedido de su madre, las mismas que hacía el día que lo tomaron de rehén para el asalto al banco Itaú. Estaba con su amiga Julieta Schapiro, se habían encontrado por casualidad y de casualidad fueron solicitados por dos ladrones que con una pistola inservible –como lo confirmó la policía- los obligaron a participar del asalto y se los llevaron de rehenes.
“En un principio la fiscal encaró el hecho desde el punto de vista de la policía”, explica Witis padre. “Le habían dicho que habían desbaratado a una banda, que Julieta era la jefa y mi hijo un peligroso bandido”. Claro que después esa versión fue corregida “pero porque tuvimos medios para hacerlo y también nos movimos para cambiar esta deficiencia”, insiste Witis estableciendo una comparación explícita con casos donde los “errores” no se resuelven por falta de medios. El propio Mario comenzó a asesorarse y aprender de leyes para seguir de cerca una investigación donde consideraba “había que recabar testimonios: como nuestro hijo nunca estuvo armado, no había motivos para que terminara muerto, ni él ni el otro chico”. Una de sus críticas más fuertes es hacia la cúpula del Ministerio de Seguridad. No por la muerte de su hijo solamente, sino por las afirmaciones de que se trataba de una equivocación: “No tenía nada que ver lo que iban diciendo, que había sido un error, acá no hubo error pero hubo abuso y no error”.

 


 

LEVICKAS Y FERNANDEZ GACHE
Atropellados y baleados

Se sabe; desde que salió del Hospital Naval donde lo llevaron para rehabilitarse, Manuel Fernández Gache no habla. “No quiero hablar ni decir nada de lo que pasó con la policía”, les dijo a los periodistas en febrero cuando dejaba sin una pierna ese lugar. El 29 de setiembre iba en busca de unas hamburguesas con el Batata. Eran amigos pero también compañeros en una banda de música donde, Batata o sea Alejandro Levickas, alternaba entre composiciones y el entrenamiento de su voz. Ese día terminaron juntos, frente a un galpón de Telecom. Estaban en Beccar a pocas cuadras de sus casas. Se asustaron cuando vieron llegar de golpe al Peugeot 104. Primero los atropellaron, a Alejandro después lo mataron las balas.
En casa de los Levickas nadie responde el teléfono. Hay un contestador grabado por la voz de un varón. Pocos antes de Alejandro, sus padres supieron por la prensa que Pablo, otro de sus hijos, moría en la caída de una avioneta al Río de la Plata. Viajaba a la Isla Martín García a dar clases de matemática.
Unos meses después, Alejandro viajaba, esta vez a Roma, al encuentro mundial de Juventud convocado por el Papa. Un día llamó a los padres para confortarlos. “Hablé con el Barba –les dijo:– me dijo que allá arriba Pablo lo está pasando joya”.
Había tardado varios meses en ahorrar la plata para el viaje. Puso entonces un papel en la heladera de su casa: “Juan Pablo, preparate que en agosto nos vemos allá”. Ese cartel aún ahora está pegado.
Después de la huida rápida del hospital, desde donde habían pedido treinta dadores de sangre para mejorarlo, Manuel no volvió a hablar con nadie. Salvo con la justicia.
Su declaración fue una de los que más ayudó a la justicia.

 

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