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SIN COMISION ANTICORRUPCION EN BRASIL
El color del dinero

Promiscua: �Nunca había visto una relación tan promiscua entre
el Congreso y el gobierno�, dijo el líder de la oposición, Lula Da Silva.

“FHC (siglas del presidente Cardoso) en un mar de lodo.”
Los carteles de los diputados opositores al gobierno.

La Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) del Congreso brasileño no alcanzó a nacer. Era “la” esperanza para desentrañar qué hay de cierto en los innumerables casos de corrupción en el gobierno y en el Parlamento brasileños, comenzando por el escándalo de la violación del sistema de violación del Senado por parte de senadores oficialistas. Pero se disipó y hay indicios de que ocurrió por razones corruptas. En todo caso, la oposición tenía todos los votos necesarios para formar esta Comisión bicameral y a último momento 20 legisladores cambiaron su voto. A su vez, se conoció ayer que la Secretaría de Desarrollo Urbano, subordinada al presidente Fernando Henrique Cardoso, liberó en lo que va de mayo unos 25 millones de dólares para proyectos, mientras que en lo que va del año sólo gastó ocho. La oposición anunció que seguirá buscando la aprobación del CPI, esta vez, circunscripta al Senado.
El tema del CPI es uno de los puntos centrales de la puja entre Cardoso y la oposición, centrada en el Partido de los Trabajadores (PT). A medida que crecían las sospechas de corrupción durante el segundo mandato de Cardoso, el PT de Luiz Inácio “Lula” Da Silva comenzó a presionar para la creación del CPI. La agenda de la hipotética comisión era frondosa: sólo contando la privatización de la telefónica nacional Telebrás y las denuncias sobre las Superintendencias de Desarrollo de la Amazonia y el Nordeste (Sudam y Sudene, respectivamente), hay mil millones de dólares del Estado brasileño que aparecen “desviados”.
Cardoso logró en todo momento frenar la creación del TPI. Pero la cuestión de la corrupción se puso difícil cuando fue el senador oficialista Antonio Carlos Magalhaes, uno de los pilares políticos del presidente, quien se sumó a las denuncias. Y peor aún cuando hace tres semanas se supo la violación y posible alteración del sistema de votación en el Senado brasileño en una sesión de junio del año pasado en la que se votaba, irónicamente, la expulsión del recinto del senador oficialista Luis Estevao por falta de ética y corrupción. Estevao ya es ex senador y los acusados de la maniobra en el sistema de votación, con más de una prueba para llegar a la condena, son el propio Magalhaes y el senador socialdemócrata (ahora sin partido) Roberto Arruda.
Quizás Cardoso haya podido ver con buenos ojos la caída de Magalhaes, ahora convertido en un problema. Pero si el senador–caudillo del estado de Bahía hacía la gran delación ante la falta de apoyo de presidente, o si el escándalo del Senado era el hecho que podía desencadenar la creación del TPI, mejor era evitarla. Esta es la interpretación del propio Lula. “A mis 55 años y tras 30 en la política nunca había visto una relación tan perversa y promiscua entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo”, aseguró.
Sin embargo, la CPI todavía no está desechada. A pesar de los “esfuerzos” del gobierno por dar vuelta la oposición –un esfuerzo que parlamentarios de la oposición describieron como una mezcla de utilización de recursos para proyectos de parlamentarios adictos, amenazas de represalias políticas y un supuesto acuerdo con Magalhaes y Arruda para dejarlos tranquilos a cambio de que renuncien a las bancas–, la oposición alcanzó los 29 votos dentro del Senado para la formación de la CPI, ya que los 20 votos que se cambiaron pertenecían a diputados. El diputado del PT Aloísio Mercadante anunció que acusará a Cardoso la Corte Suprema por delito de soborno.

 

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