Por Silvina Szperling
Quería crear un
reto a mí mismo, salir solo a torear al público, define
Joaquín Cortés mientras ultima los detalles de su presentación
de hoy en el Luna Park de su espectáculo Gitano Joaquín
Cortés Live. El bailarín cordobés (de España),
criticado durante años por los puristas debido al eclecticismo
de su trabajo, no ve una contradicción importante en el hecho de
que los nombres de sus espectáculos incorporen palabras en inglés:
No es para ser más internacional ni nada de eso. El nombre
Soul lo utilicé para mi trabajo del 99 porque creo que todo
el mundo sabe que quiere decir alma, entonces así no lo tienes
que traducir todo el tiempo (Soul se presentó desde Londres hasta
Beirut, pasando por Pekin y Hannover). Además, es un homenaje a
ese movimiento cultural maravilloso de los 70. Con respecto a Live,
tomé la idea de los conciertos, como cuando los músicos
hacen un show en vivo, sobre todos los de jazz.
Acompañado por 18 músicos que conforman un combo con voces
femeninas y masculinas, guitarras, flauta, percusión, teclado y
cuarteto de cuerdas, Cortés no sólo se involucra en el intercambio
escénico que implica el sostener en forma solista la danza frente
a semejante masa sonora: también aparece en los créditos
de la composición musical, compartiendo la responsabilidad creativa
con Jesús Bola, Diego Carrasco y Juan Parrilla. Era como
una asignatura pendiente que tenía. Siempre me fascinó la
música, yo soy un músico frustrado. Me encantaría
tener voz, que no tengo. Así que ahora decidí por lo menos
compartir con todos estos impresionantes músicos este espectáculo,
aclara en la entrevista con Página/12.
¿Cómo juega la variedad de fuentes musicales, gospel,
canciones sefaradíes, música afrocubana y demás?
Mi sello es la fusión. Yo creo en el mestizaje de culturas.
Yo mezclo diferentes estilos de danza, clásico, contemporáneo,
flamenco. Y lo mismo con la música, por supuesto con la base del
flamenco, que es mi raíz. La música sefardí y la
árabe tienen que ver con el momento en que nosotros los gitanos
llegamos a España, cuando de la mezcla de lo gitano con lo andaluz
nació el flamenco.
¿Qué proporción del espectáculo está
coreografiado y cuánto hay de improvisación?
Hay mucha improvisación, hay momentos en que sinceramente
yo no sé lo que hago, en temas como las bulerías, o las
alegrías. Algunos días improviso demasiado y los músicos
sufren, porque no saben cuándo voy a terminar. Otras veces les
doy el pie y ellos improvisan a su aire y es maravilloso.
¿Qué quiere decir con que no sabe lo que hace?
Y... uno a veces se mete con las profundidades de tu ser, y no sabe
lo que pasa, y luego te preguntan qué hiciste y uno no sabe. Me
gustan mucho esos momentos.
¿Cómo hace para sostener el hecho de estar solo como
bailarín frente a un público tan numeroso?
Es un poco duro porque es una hora y cuarenta y cinco minutos en
que no paro de sudar la camiseta y el torso. Pero la idea es producir
un diálogo entre el público y artistas. Un diálogo
de sensaciones que, si se logra, entonces hace que pueda reciclar mi energía
con lo que los otros me tiran. Además creo que Live es como un
resumen de mis doce años de carrera como coreógrafo y veinte
como bailarín.
Acusado algunas veces de hacer un producto for export, Cortés no
se amilana a la hora de integrar lo propio con lo ajeno, como cuando se
pasó una temporada en Nueva York en 1999. Es una ciudad que
prácticamente lo tiene todo, desde las tendencias más modernas
a las más antiguas. Es una ciudad que te llena en muchos sentidos,
quizás va demasiado rápido, pero puedes ver muchas cosas.
Además de tomar clases y aprender métodos, me llené
con imágenes de los musicales, colaboré con Debbie Allen,
bailé enla ceremonia de los Oscar... hice unas cuantas cosas allí,
comenta. Cortés suma a su tarea de coreógrafo la de productor
de espectáculos (Pura Pasión, para un teatro del Picadilly
londinense) y actor de cine (La flor de mi secreto de Almodóvar,
Flamenco de Saura y recientemente como protagonista de Gitano, de Manuel
Palacios sobre texto de Arturo Pérez Reverte). Por mi característica
de inquieto, me gusta meterme en muchas cosas. El mundo de la producción,
la publicidad, la moda, el cine, estoy metido en muchas historias. Si
las puedo hacer, ¿por qué no hacerlas? Así
logró establecer alianzas notables, como la que tiene con mi
gran amigo y padrino Giorgio Armani como vestuarista.
¿Lo siguen criticando los tradicionalistas?
Cuando uno hace algo revolucionario se convierte en un personaje
polémico. El sector purista al principio protestó, pero
el movimiento se demuestra andando y yo sigo haciendo lo mío. Todo
es muy relativo, porque ahora se ve que espectáculos míos,
muy criticados en su momento, sirven de modelo para lo que se está
haciendo ahora en España. Si uno, como artista, aparece y a los
seis meses desaparece, está claro que puede ser un bluff. Pero
luego de doce años de permanencia y éxitos por todo el mundo,
pues el sector purista no tiene más remedio que ceder a una realidad
aplastante.
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