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RODOLFO TERRAGNO
“Los objetivos de Cavallo no son los nuestros”

Rodolfo Terragno salió del Gobierno en octubre, en el primer recambio. Escribe una historia de una Alianza a la que le gustaría ver más lejos del Gobierno, con conducción propia y capacidad de crítica y apoyo.
Ve la crisis como una muestra de �incapacidad� de los economistas y no de los políticos.

Mito: �No es verdad que lo único que se podía hacer era aumentar impuestos para frenar el incipiente proceso de reactivación y crear mala expectativas.�

Por J. N.

Quiso ser un súper jefe de Gabinete, como fue Chrystian Colombo hasta que aparecieron Domingo Cavallo y las cajas del lavado de dinero. Pero Rodolfo Terragno nunca terminó de acomodarse a la gestión delarruista. Un poco por la desconfianza del Presidente y otro por sus famosos planteos, como cuando quiso presidir una reunión de Gabinete aunque estaba el vicepresidente. Se fue en octubre, en el primer recambio, y hoy divide su tiempo entre la redacción de un libro –una especie de historia de la Alianza– y la política. Siempre pendiente de la economía, Terragno critica a Domingo Cavallo, asegura que el Gobierno traicionó su promesa y que la responsabilidad es de los “malos economistas”. Aplaude a Elisa Carrió y dice coincidir con Carlos “Chacho” Alvarez, aunque aclara que cualquier salida debe canalizarse a través de los partidos políticos. “Los países que confían en dirigentes mesiánicos o en movimientos informales terminan mal”, advierte.
–¿Qué queda de la Alianza?
–Todo. La Alianza es la gente que nos votó y que nos exigió que nos aliáramos. Muchas de las primeras figuras aliancistas, incluido el Presidente, estaban en contra. La Alianza se constituyó por las encuestas, porque todos se fueron convenciendo por las encuestas.
–¿Y qué queda de la Alianza en el Gobierno?
–Poco.
–¿Eso es consecuencia de que tres de los fundadores de la Alianza –Chacho, Graciela Fernández Meijide y usted– ya no estén en la gestión?
–No. Podríamos no estar nosotros y la políticas ser coherentes con la promesa electoral. Lo que me preocupa no es nuestra ausencia sino la escasa relación entre lo que prometimos y lo que se está haciendo.
–¿Por qué se defraudó esa promesa?
–Porque los economistas de la Alianza no tenían un proyecto alternativo al menemismo y la dirigencia era tributaria de esos economistas. El Presidente tiene la mejor intención: es obvio que no quería fracasar, pero se dejó llevar por la sabiduría convencional de esos economistas. De la Rúa ha sido víctima de una política económica errada.
–El argumento es que los condicionamientos externos, el déficit fiscal, no dejaban otra alternativa.
–No es cierto. El Gobierno tenía una legitimidad y una fuerza con la que podía imponer otras políticas. No es verdad que lo único que se podía hacer era aumentar impuestos para frenar el incipiente proceso de reactivación, bajar salarios y crear expectativas de estancamiento y retroceso, que después se convirtieron en una profecía autocumplida.
–¿No cree que hubo también errores políticos? La renuncia de Chacho y el debilitamiento de la Alianza fue un problema político, no económico.
–Eso es una excusa de los malos economistas para no admitir su propio fracaso. En Colombia, la guerrilla domina el 40 por ciento del territorio, los paramilitares el 30, hay rondando un Plan Colombia, y tiene menos riesgo país que la Argentina. Comparado con Venezuela, Colombia, Ecuador o Perú, la Argentina, desde el punto de vista político, es un paraíso. El problema no es político. La Alianza tiene que retomar su principio: el crecimiento con redistribución del ingreso. Eso y moral pública es la Alianza. Eso no es el PJ, ni es Cavallo.
–Bueno, pero ocurre que Cavallo está en el Gobierno.
–Sí. Ante el desconcierto, jaqueado por los mercados, a De la Rúa le dijeron que la forma de sosegar todo eso era llamar a Cavallo. Pero no comparto la idea de que Cavallo tiene el poder político. Si no se resuelve el problema de base, vinculado a la deuda, no gobierna nadie: ni De la Rúa ni Cavallo. Si no se resuelve eso, el Gobierno es una hoja al viento.
–¿Hay margen para que el Gobierno retome sus promesas iniciales?
–Hace un año y medio nadie hubiese dicho que había espacio para un deterioro tan grande, para que Cavallo integrara la Alianza. Si hubo tantomargen para lo negativo, dos años y medio tendría que darnos un margen para lo positivo.
–¿Fue un error convocar a Cavallo?
–Sí.
–¿Había otra opción?
–Sí. Los objetivos de Cavallo no son los nuestros, no son los mismos que los de la Alianza. La economía tiene que ver no sólo con la generación de riqueza sino también con la distribución. Por otro lado, para subir impuestos, transferir 5 mil millones de dólares del sector privado al público y hacer las cosas que se están haciendo, no hacía falta Cavallo.
–¿La Alianza debería fortalecerse contra la nueva coalición del Gobierno, que incluye a Cavallo?
–No. Eso sería dividir la Alianza y favorecería a Ruckauf. Pero el Gobierno no es autónomo. Entonces, los partidos de la Alianza, desde afuera, tienen que presionar. Por ejemplo, si el Gobierno quiere embargar las jubilaciones y los sueldos para que en caso de crisis cobren primero los acreedores y después la gente, la Alianza tiene que decir no.
–Pero eso implica una confrontación entre la Alianza y el Gobierno.
–No. Porque en otras cosas la Alianza coincidirá y apoyará al Gobierno. No es que tiene que confrontar. Tiene que marcar las desviaciones. Lo ideal sería que la Alianza tuviera una conducción.
–Eso se intentó hacer, pero se desarmó justamente por las diferencias entre los líderes de los partidos y De la Rúa.
–Pero estoy convencido de que esto ayudaría a De la Rúa, que la fuerza que lo llevó al poder estuviera organizada y que hubiera una voz para apoyarlo en las cosas que merece ser apoyado y para ayudarlo a rectificar sus errores. Ojalá De la Rúa hubiera tenido una Alianza organizada que le hubiese impedido cometer los errores que lo llevaron a este desgaste.
–¿Hay un riesgo de fractura del radicalismo?
–No. Dentro de la Alianza puede haber mayor o menor sintonía, pero nadie está trabajando para que el PJ gane en el 2003.
–¿Qué opina de las declaraciones de Chacho Alvarez?
–(Piensa unos segundos) Registra el desencanto de la mayoría con la Alianza y con la política. No puedo negar que en eso tiene razón, pero creo que nosotros no tenemos derecho ni a deprimirnos ni a lavarnos las manos. Tenemos la responsabilidad y el deber de forzar rectificaciones.
–¿Y qué piensa de su decisión de alejarse del Frepaso?
–No conozco ningún país exitoso que no tenga una democracia orgánica.
Los países que confían en dirigentes mesiánicos o en movimientos informales terminan mal. Hay que ayudar a que crear una democracia libre de escoria, representativa, formal y bien organizada.
–¿A través de los partidos políticos tradicionales?
–Bueno, tiene que haber una reorganización, los partidos necesitan democratizarse, pero no veo que la sustitución de los partidos políticos o el surgimiento de un Chávez o un Fujimori sean la solución.
–¿Qué opina del crecimiento público de Elisa Carrió?
–Lilita está terminando con un mito, según el cual la corrupción no se puede probar. Ella está demostrando que eso era una vieja hipocresía.
–Usted hablaba de los liderazgos carismáticos, inorgánicos y por fuera de los partidos, como Fujimori o Chávez. ¿Cree que Carrió puede encarnar una aventura de este tipo?
–Ella no estaría dispuesta a eso.
–Y si estuviera ¿usted la acompañaría?
–No. El futuro de la democracia está en los partidos. Además, toda aventura política tiene que ser financiada, y los financistas capaces de proyectar al poder una fuerza improvisada nunca tiene buenas intenciones.

 

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