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El archipiélago

La Cámara de Diputados está fragmentando su mapa. El Frepaso lucha por evitar
la diáspora que sigue creando sub bloques. El radicalismo ve con alarma la crisis de su socio. El PJ se alegra, pero también tiene una interna feroz.

Darío Alessandro, frepasista
presidente de la bancada de la Alianza.

Ruckauf y Duhalde crearon el sub
bloque Federal, uno de los tres del PJ.

Por Felipe Yapur

La crisis política y económica que atraviesa el gobierno de Fernando de la Rúa tiene sus efectos en la Cámara de Diputados. Obviamente, el principal bloque afectado es el oficialista. El Frepaso lucha por evitar que la diáspora que sufre siga generando nuevos bloques parlamentarios. Los radicales, en tanto, hacen fuerza por mantener a sus socios dentro de la coalición, porque saben que su retiro desatará una interna feroz y los debilitará ante sus adversarios políticos de toda la vida, los justicialistas. Pero el PJ no está exento de las peleas internas y ya se nota. Desde la semana pasada son tres los sub bloques que intentarán convivir, tres sectores que representan lo mismo: la pelea por ver quién se queda con el partido y la candidatura presidencial del 2003. En definitiva, la Cámara baja es un verdadero archipiélago donde conviven amigos y enemigos que se unirán o separarán de acuerdo a las conveniencias políticas.

El justicialismo

Los integrantes de este bloque suelen repetir como una inocente broma que “olemos el poder y tras él vamos”. Pero de inocente tiene poco la broma, sobre todo si se tiene en cuenta cómo se apresuraron los tiempos dentro de la principal bancada opositora.
La interminable crisis de la Alianza generó especulaciones sobre un inevitable adelantamiento de las elecciones presidenciales, a lo que se sumó el remezón por la causa por la venta ilegal de armas, que llegó al ex presidente Carlos Menem como el posible jefe de una asociación ilícita. El cuadro provocó que el oportunista olfato del gobernador bonaerense Carlos Ruckauf —acompañado por su socio Eduardo Duhalde— insistiera en la necesidad de comenzar a contar con una estructura orgánica que les permita homogeneizar posiciones para enfrentar la lucha por la conducción del PJ en vista de las elecciones de octubre y, sobre todo, por las presidenciales del 2003. Es aquí donde se encuentra la razón de la orden de Duhalde y Ruckauf creando el sub bloque que denominaron Federal y que provocó que el bloque se transformara en tres islas bien diferenciadas: Federal, Menemista e Independiente.
Los promotores del sub bloque Federal especulaban con la posibilidad de convocar a algo más de 50 legisladores. Si en un primer momento se lo creyeron, la realidad les fue demostrando que no iba a ser tan fácil. Cosecharon 43 voluntades: además de los bonaerenses, están el mendocino Arturo Lafalla, el entrerriano Jorge Busti y la cordobesa Marta Ortega.
Si bien no son los únicos que quieren desbancar a Menem de la conducción del partido, los federales no creen que sea el momento exacto para hacerlo y repiten como una letanía la vieja frase de Juan Domingo Perón: “Todo en su medida y armoniosamente”. Es por eso, y para evitar quedar detrás de Ruckauf, que los representantes de las provincias de Córdoba y Santa Fe, acatando las órdenes de sus gobernadores, rechazaron el convite bonaerense.
Igual, la iniciativa duhalde-ruckaufista los obligó a reaccionar. Tras una acuerdo alcanzado con los otros gobernadores de las provincias chicas, se delegó al veterano Oraldo Britos el armado de lo que poco después se conocería como “Mesa de Trabajo” o sub bloque Independiente, que cuenta con 40 integrantes. Britos lo hizo con la inestimable ayuda del jefe del bloque, Humberto Roggero, quien hacia fuera se esforzó por mostrarse alejado de estas cuestiones internas.
Sin duda, los más perjudicados de este reacomodamiento fueron los menemistas. Muchos de ellos, más pragmáticos que leales, al ver como el poder de su histórico jefe se desvanece, no trepidaron en emigrar, por ejemplo, a los independientes. Fue el caso del pampeano Manuel Baladrón. Pero incluso hubo algunos, como el chubutense José Corchuelo Blasco y el también pampeano Jorge Matzkin, que prefirieron a sus otrora archienemigos duhaldistas. Hoy los menemistas son apenas 14 y se prevé que se produzcan algunas otras deserciones como la de la cordobesa Martha Alarcia que, respondiendo a un salvador llamado de su gobernador, se alinearía en el grupo independiente.
Ahora bien, los dos principales grupos se arrogan el papel de interlocutor válido para discutir cualquier iniciativa parlamentaria que lleve al recinto la Alianza. Lo que en realidad significa para los representantes de la coalición gobernante sumar un problema nuevo a los que ya arrastra.

La Alianza

Un mismo bloque, dos realidades bien diferenciadas. Esa podría ser la caracterización más ajustada de la bancada oficialista que tiene como presidente al frepasista Darío Alessandro.
El legislador porteño, miembro integrante de lo que se conoció como “los coroneles de Chacho Alvarez”, se debate entre la presión del radicalismo y de sus propios compañeros de partido. Por un lado, la UCR pugna por retenerlo en el puesto, que ocupa desde el 10 de diciembre de 1999. Pero por otro lado, Alessandro tiene que resolver un dilema mayor: un importante grupo de diputados de su partido sostiene que la única manera de evitar la diáspora del Frepaso es volver a funcionar otra vez como bancada independiente. El moderado diputado Rafael Flores fue el encargado de verbalizar la propuesta: “Necesitamos que el Frepaso vuelva a discutir política para recuperar su identidad”, dijo. La frase forma parte también del tal vez último intento por contener a legisladores como Jorge Giles, Marcela Bordenave, Eduardo Macaluse, José Luis Lanza, Federico Soñez y María América González, que consideran que el tiempo del Frepaso en la Alianza está agotado.
Este dilema se resolverá en principio el martes. De no ser así y si Alessandro no acepta la propuesta de sus colegas, se transformará en el presidente de un bloque oficialista donde el Frepaso contará apenas con 18 representantes frente a 84 diputados radicales.
La adhesión del Frepaso a políticas promovidas por Fernando de la Rúa –como la rebaja salarial, el impuestazo, la reforma laboral– provocó la generación de hasta el momento dos nuevos bloques. El primero lo integran los socialistas democráticos con la radical rebelde Elisa Carrió. Luego se marcharon Alicia Castro, Ramón Torres Molina, Alfredo Villalba y Gustavo Cardesa para crear el Frente para el Cambio. Y ahora podría desertar media docena de legisladores más. Si el martes no hay acuerdo es probable que Rafael Pascual, como presidente de la Cámara baja, reciba una nota donde le comuniquen la creación de un nuevo bloque legislativo.
Al radicalismo le preocupa la inestabilidad de su socio minoritario, que se agudizó desde que Alvarez anunciara un retiro de la política que alcanza al mismo Frepaso. Ante los rumores de desbande, el titular de la bancada radical, el delarruista Horacio Pernasetti, respaldó públicamente la continuidad de Alessandro al frente de la Alianza. Al legislador catamarqueño le preocupa, y mucho, el posible abandono del frepasista porteño. Esto le abriría varios frentes de conflicto. Por un lado, el retiro del Frepaso de la expresión parlamentaria de la coalición gobernante dejaría al radicalismo en una situación de indisimulable fragilidad del oficialismo frente a la oposición. Pero ello también permitiría que aflore a la superficie la sorda interna que se vive en el grupo radical, donde el alfonsinismo es el sector más crítico a las iniciativas legislativas que envía el Ejecutivo. Si bien, y fiel a su costumbre, los cuestionamientos se hacen puertas adentro, un probable desbande frepasista provocará al menos cambios en la conducción del bloque pero nunca un bloque aparte. En eso, los radicales no se parecen a los justicialistas y a sus socios del Frepaso.

 

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