Por Carolina Bilder
Desde
Madrid
La jornada electoral de hoy
en el País Vasco se presenta con el reactualizado mensaje de ETA
escrito con pólvora. Con el centro del corazón madrileño
golpeado y buena parte de la sociedad vasca coartada por el temor, los
ciudadanos acudirán a las urnas con la sensación de que,
sea cual fuere el resultado, va a ser difícil detener a ETA y recuperar
la tranquilidad.
Algunos estaban convencidos y otros lo intuían. Las fuerzas de
seguridad del Estado se mantenían alertas y el número de
policías que recorrían las calles se había multiplicado
en los últimos días, como también las sospechas de
la gente. Pero nada fue suficiente para evitar que en cuestión
de segundos los temores de unos y otros fueran empíricamente confirmados:
ETA volvía a aparecer en escena.
Desde la primera hora de la mañana de ayer, la acción de
la Guardia Civil, los bomberos y la Policía del Ayuntamiento de
Madrid trabajaron para limpiar la zona y reparar y evaluar los daños.
El edificio del Banco Bilbao Vizcaya, la farmacia ubicada al lado y una
conocida tienda de ropa, enfrente, fueron las instalaciones más
afectadas, aunque la onda expansiva de la explosión también
se propagó hasta doscientos metros de distancia destrozando vidrios
y cristales de otros negocios y edificios.
La calle Goya, entre Velázquez y Lagasca, había sido acordonada
y protegida con vallas metálicas, y el paso estaba prohibido a
los curiosos que se amontonaban para contemplar el panorama. Incluso los
ocupantes de las casas de esa cuadra debían acreditar que vivían
allí para que la policía les permitiera el paso.
Ya no se escuchaba el ulular de las sirenas ni el llanto de la gente,
pero otras voces se hacían oír: las de los vecinos que,
indignados, intentaban recuperarse del desaliento de la noche anterior.
Cada 20 metros se sucedían reuniones vecinales espontáneas,
en las que se debatía la jornada electoral en el País Vasco,
se hacía un repaso a la historia política española,
con reparto de culpas incluido, y se repudiaba a los etarras: Al
primero que tienen que meter preso es a Arzalluz, él es el cerebro
de ETA y su padre fue chofer de un general de Franco, decía
una mujer cincuentona. Su interlocutor, otro hombre mayor y bien conservado,
en su aspecto y en sus ideas, asentía: Claro, con esta gente
no hay derechos humanos ni nada que valga. Cada una de estas charlas
estaban precedidas por un saludo inusual: ¿Dónde estabas
cuando fue la explosión?. ¿Estás bien?.
Al mismo tiempo, los políticos condenaban el atentado desde los
medios de comunicación. Era un día de reflexión,
vedado para ellos, pero la situación lo permitía. Lo hicieron
todos menos uno: Arnaldo Otegi, candidato a lehendakari de Euskal Herritarrok,
la formación independentista que no condena las acciones de ETA,
cuyo portavoz Josu Jon Imaz se limitó únicamente a lamentar
el hecho y a solidarizarse con los heridos. El resto de los políticos
coincidió en el rechazo y la condena unánime. Jaime Mayor
Oreja, del PP, declaró que los vascos eran ahora los que podían
derrotar a ETA, el domingo, con sus votos. El candidato de los socialistas,
Nicolás Redondo Terreros, se pronunció en la misma dirección:
Mañana tenemos la oportunidad de que sea el principio del
fin. Luego le dejó el paso al siguiente, Javier Madrazo,
aspirante a lehendakari por Izquierda Unida: ETA ha demostrado un
desprecio a la sociedad vasca que le ha pedido por derecha y por izquierda
que deje de matar.
Después del mediodía y de los pronunciamientos políticos,
Juan Cruz, el vigilante privado del banco que quedó sepultado bajo
los escombros y fuerescatado por los bomberos, abandonó el hospital
ya fuera de peligro, aunque con pronóstico reservado.
Por la tarde la Policía habilitó un número telefónico
gratuito para que los ciudadanos colaboren con la identificación
de los responsables. La zona afectada ya había recuperado la normalidad.
En Madrid, pasear por la calle Goya es como hacerlo por la avenida Santa
Fe. Es uno de los bastiones de la clase alta española y uno de
los puntos elegidos por los jóvenes para concentrarse durante los
fines de semana. En esa zona, una de las más vigiladas de la ciudad,
ETA hizo explotar el coche bomba cargado con entre 20 y 30 kilos de dinamita
que había estacionado estratégicamente frente a una oficina
del Banco Bilbao Vizcaya, y que provocó 14 heridos. La policía
creía ayer que los terroristas se valieron de algún departamento
o garage de la infraestructura del Comando de Madrid que aún no
pudo ser localizada para preparar el coche bomba, un vehículo que
fue robado unos días antes en el barrio de Moratalaz. El pasado
domingo ETA cometió su primer atentado en plena campaña,
asesinando en la ciudad de Zaragoza al presidente del Partido Popular
de Aragón, Manuel Giménez Abad.
La ETA marcó el fin de la campaña electoral. Hoy a la noche
se conocerán los resultados de los comicios en el País Vasco.
Pero aunque cambie el signo de gobierno, algo no habrá cambiado
para la sociedad: el temor a que un día después ETA vuelva
a golpear.
|