EL DUEÑO
DE LOS MEDIOS Y EL HOMBRE Italia vota hoy en unas elecciones convertidas en un virtual plebiscito
nacional sobre la figura
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A las acusaciones de los medios de media Europa, Silvio Berlusconi las desechó como basuras. Y dijo poco más. Pero cuando se trata de hacer propaganda a su coalición de centroderecha, la Casa de las Libertades, y sobre todo a sus virtudes para encabezarla, il cavaliere descose sus labios. Firma por televisión, como hizo el martes, en papel sellado y membretado, un vistoso Contrato entre Silvio Berlusconi y los italianos, en cinco puntos redactado por notorios escribanos. Y siempre, siempre, ataca a la sinarquía de su rival político, la coalición centroizquierdista del Olivo en el poder, y denuncia un complot comunista y terrorista. Un complot en el que participan gustosos conspiradores tan diversos como el decano de los periodistas italianos (el derechista y nonagenario Indro Montanelli), las Brigadas Rojas (lo amenazan de muerte en colusión con el gobierno), el liberal semanario británico The Economist o el diario conservador alemán Frankfurter Allgemeine. Arte de injuriar La estrategia del líder de la centroderecha es eficaz. Le dio
una ventaja de 20 puntos que se redujo a 4 o 5 en el último sondeo.
También es simple: se trata de reducir la política italiana
a una confrontación entre él y sus adversarios. En el fin
de semana fue a desafiar a Massimo DAlema, ex jefe de gobierno,
presidente del Partito Democratico di Sinistra (PDS), y, según
Berlusconi, verdadero mandamás de la izquierda. Lo hizo en Gallipoli,
de cuya elección depende que DAlema conserve su banca de
diputado en el parlamento. El candidato del Olivo para el cargo de presidente
del Consejo (premier) es el ex alcalde de Roma Francesco Rutelli. Según
Berlusconi, sin embargo, es un mero figurante, y por eso ha rechazado
un debate televisado, que reclamó incluso el habitualmente reticente
presidente de la república, Carlo Azeglio Ciampi. Es que, se justifica
Berlusconi, Rutelli es candidato de tan bajo nivel.... Norte contra Sur El líder de la Liga del Norte, Umberto Bossi, que había
conservado el perfil bajo y presentable que se esperaba que guardara,
volvió a las invectivas a fines de abril, cuando caracterizó
al actual jefe del gobierno de centroizquierda, Giuliano Amato, como enano
nazi por su negativa a realizar un referéndum sobre la devolution
de Lombardía el mismo 13 de mayo de las elecciones generales. En
un país tan estereotipadamente obseso por la bella figura, el insulto
ataca la apariencia física del premier, que no dejó de contarse
entre las razones por la que la izquierda prefirió al telegénico
Rutelli, que tiene el mismo asesor de imagen que Bill Clinton. Al líder
de la centro derecha el tema también le preocupa: ocultó
mientras pudo (como Rudy Giuliani en Nueva York) una operación
de próstata y se pone en puntas de pie en el momento exacto en
que disparan el flash en las fotos de grupo. La nueva derecha populista
europea usa con alegre cinismo el lenguaje de la izquierda; en el caso
de Bossi, es más visible porque la misma coalición de la
Casa alberga a la posfascista Alianza Nacional de Gianfranco Fini. Entre Reagan y el padrino También en líneas generales, el programa de gobierno de
Berlusconi no difiere demasiado del de la izquierda. O habría que
decir que el programa del centroderecha no es tan diferente del de centroizquierda.
Las mayores diferencias están, tal como quiere Berlusconi, en los
candidatos. Y así el gotha de los diarios y publicaciones financieras
(con matices, del Wall Street Journal al Financial Times) desconfía
del hombre más rico de Italia, del estilo monárquico-populista
que impuso a su partido, que es a la vez conservador e insurgente. Y sobre
todo del ya célebre conflicto de intereses que significaría
un jefe de gobierno que fuera también el empresario Nº 1.
Es que a Berlusconi, de 64 años, lo aleja de otros derechistas
europeos como el austríaco Joerg Haider, antes que la edad e incluso
la ideología, la fortuna. Su holding privado Fininvest controla
las tres mayores redes de televisión privada en Italia, el mayor
grupo editorial (Mondadori), el diario Il Giornale, la agencia de publicidad
Publitalia y el grupo financiero Mediolanum. En un eventual gobierno Berlusconi,
también los medios del Estado, entre ellos las tres cadenas de
la poderosa radiotelevisión Rai, quedaría también
en sus manos. Como resumió el semiólogo Umberto Eco, uniéndose
a las protestas de Norberto Bobbio y otros intelectuales, Berlusconi dominaría,
simplemente, la opinión pública. Fininvest también
controla el Milan, el equipo de fútbol que es la seña de
identidad del norte, y no es casual que el partido político que
fundó porte el nombre de un grito de cancha: Forza Italia. La saga
judicial de Berlusconi continúa, con sus acusaciones de sobornos,
abusos, y no tan indirectas connivencias con la Cosa Nostra, aunque jalonada
de sobreseimientos y prescripciones. Sigue firme la causa que lleva en
Madrid el juez Baltasar Garzón, quien lo acusa de quebrar a la
empresa de televisión Telecinco, de la que era uno de los dueños,
haciéndole pagar derechos imaginarios a compañías
de las que era dueño y que operaban desde paraísos fiscales.
La salvación por las obras El centroizquierda promete, también ella, disciplina fiscal, sin
subrayar recortes impositivos para los más ricos, pero sí
una progresiva reducción de la presión fiscal que se reduciría
a menos del 40% del PBI de aquí a cinco años. Y, como el
laborista Tony Blair que el lunes anunció simbólicamente
desde una escuela la fecha de las elecciones británicas, su clon
italiano Rutelli augura el mismo énfasis en educación, salud,
empleo y medio ambiente. También como en Gran Bretaña, otro
tema clave es la inmigración, que la derecha asocia a la seguridad,
e iguala a clandestinos con delincuentes. La izquierda
asegura más o menos los mismos controles, sólo que en los
estrictos límites de la legalidad. Una legalidad que suele ser
lenta, y en esto también la derecha promete celeridad. La Liga
del Norte es particularmente virulenta en su mensaje antiinmigrante y
homofóbico. El centroizquierda busca alinearse también en
estas materias, y en su programa Renovemos Italia Juntos, un pequeño
libro de tapas rojas y 127 páginas, llama a la familia célula
básica de la sociedad, y promete ayuda a los jubilados, a
los que Berlusconi prometió un aumento. Fiel, o atento, a su electorado
en el sur, el Olivo anuncia grandes obras públicas, en especial
la unión de la isla de Sicilia con Calabria por un puente. Berlusconi
también se comprometió con realizar en los próximos
cinco años un 40% de su gran plan de obras.
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