Por
Pedro Lipcovich
Ya
se sabe que la bondad humana es peligrosa y un ejemplo es el del chico
con epilepsia al que sus maestros, para cuidarlo, le prohibían
nadar en la pileta de la escuela: cuando una asociación de pacientes
protestó, en la escuela lo dejaron nadar, pero, para seguir cuidándolo,
lo obligaron a ponerse un gorro rojo. La discriminación a la gente
con epilepsia no se ha vencido en ningún país del
mundo según uno de los especialistas que llegaron al
Congreso Internacional de Epilepsia, en Buenos Aires, pero hay progresos.
En la Argentina, sin embargo, y a diferencia de quienes sufren otras enfermedades,
los pacientes no tienen acceso a medicación gratuita, pese a que
deben tomarla de por vida y que uno de cada cien chicos padece epilepsia.
La más dura discriminación se produce cuando intentan acceder
a la vida laboral y sólo en los últimos diez años
y en algunos países se implementaron leyes para evitar la segregación.
Un proyecto en este sentido espera aprobación en el Congreso Nacional.
Todos los países del mundo están en vías
de desarrollo en la lucha contra el estigma social que conlleva
la epilepsia dice Phil Lee, presidente del Bureau Internacional
para la Epilepsia (IBE), que reúne a pacientes, familiares y voluntarios:
en Gran Bretaña, por ejemplo, según una encuesta reciente,
un tercio de los padres de chicos que no tenían epilepsia dijeron
que no permitirían a sus hijos jugar con chicos con epilepsia,
por miedo a que a su vez contrajeran la enfermedad.
En la India, hasta hace dos años, las discriminaciones por condición
de género y de salud se combinaban en una ley que prohibía
contraer matrimonio a las mujeres con epilepsia. En Japón, ahora
mismo, se discute una ley que prohibiría otorgar registro de conductor
a las personas con epilepsia: En algunos países la situación
mejora, pero en otros hasta puede empeorar, señala Lee, que
visita Buenos Aires para participar en el congreso, que empezó
ayer, organizado por la Liga Internacional contra la Epilepsia, la Liga
Argentina contra la Epilepsia (LACE) y la Asociación de Lucha contra
la Epilepsia (ALCE).
El punto de inflexión en la lucha por los derechos de la gente
con epilepsia en el mundo fue, hace diez años, su inclusión
en la American Disability Act, en Estados Unidos, cuyo modelo ya tomaron
Gran Bretaña y Australia. Lo principal es que se declaró
ilegal toda discriminación laboral, precisa Lee. Esa norma
crea una comisión especial ante la que puede quejarse toda persona
que se crea discriminada en situaciones laborales: Eso permite examinar
cada caso en particular: en el 80 por ciento de los casos la enfermedad,
con medicación, no produce ningún síntoma.
¿Y en las escuelas? En todas partes del mundo las instituciones
escolares tienen problemas para actuar ante los chicos con epilepsia,
señala Lee, y cuenta el caso del chico a quien pusieron el gorro
rojo, que sucedió en Gran Bretaña: Claro que se sintió
peor ante sus compañeros, con esa identificación. En todo
caso, el problema más grave es que el chico con epilepsia sea directamente
rechazado de la escuela.
En la Argentina no estamos mucho mejor. Según una investigación
de LACE sobre adolescentes con epilepsia, el 12 por ciento estimaba que
la actitud de los otros con relación a su enfermedad afectaba su
relación con grupos y con jóvenes del sexo opuesto; el 25
por ciento sentía que no podía hablar de la epilepsia con
compañeros o profesores. Natalio Fejerman -titular de la Cátedra
de Neuropediatría en el Hospital Garrahan y presidente del Congreso
Internacional de Epilepsia comenta un ejemplo tomado de un video
educativo que se presentó ayer: Una nena de 12 años
padecía epilepsia pero ni ella ni sus padres lo comunicaban al
colegio al que asistía: no lo hacían porque, en otro colegio
donde sí lo habían contado, los maestros se habían
negado a que la nena fuese de campamento con sus compañeros.
En muchos casos, simplemente la enfermedad no ha sido diagnosticada. Aunque
también hemos detectado casos de sobrediagnóstico,
chicos medicados como epilépticos que en verdad no lo son,
señala el especialista del Garrahan. Se estima que uno de cada
cien chicos padece epilepsia, pero en la Argentina no hay datos
estadísticos confiables. En el mundo, 50 millones de personas padecen
la enfermedad, de las cuales 40 millones no reciben tratamiento,
precisa Fejerman.
A diferencia de otras enfermedades y pese a que la persona con epilepsia
debe tomar medicación de por vida, los remedios no son provistos
por el Estado. Su distribución gratuita y su inclusión en
el Plan Médico Obligatorio (PMO) para obras sociales y prepagas
se prevén en una ley que no termina de aprobarse en el Congreso
Nacional, donde se fijan también normas antidiscriminatorias.
Medicación
o cirugía
Por P.L.
Las
nuevas drogas antiepilépticas aseguran que el 80 por ciento
de los pacientes pueda vivir sin síntomas; para el 20 por
ciento que tiene alguna manifestación de la enfermedad, se
examinan alternativas quirúrgicas, anunció Carlos
Medina, jefe del Servicio de Neurofisiología del Hospital
Garrahan y presidente del 15º Congreso Internacional de Neurofisiología
Clínica, que empezará el miércoles en Buenos
Aires.
La causa de la epilepsia, señaló el especialista,
puede ser cualquiera que produzca, en el sistema nervioso
central, una lesión que después se organiza como una
especie de cicatriz, irritando a las neuronas que la rodean
a partir de lo cual se producen las convulsiones características.
La mitad de las epilepsias son adquiridas: Por traumatismos
de cráneo (por ejemplo, en accidentes de tránsito),
por meningitis en los chicos, por problemas vasculares en los mayores;
las causas son muchas, agregó el especialista. En cuanto
a las epilepsias genéticamente determinadas, pueden
aparecer a distintas edades: una de las más comunes, la epilepsia
benigna de la infancia, se manifiesta recién a los ocho o
nueve años, cuando el sistema nervioso ha alcanzado suficiente
maduración, explicó Medina.
Para algunos de los casos refractarios a la medicación, hay
nuevas alternativas quirúrgicas: se aplican a casos por lesiones
puntuales, donde, extirpado el foco epileptógeno, el paciente
mejora. Una forma de epilepsia llamada esclerosis mesial temporal,
que hasta hace poco no tenía tratamiento, hoy se cura con
cirugía en ocho de cada diez casos. De todos modos, sólo
a un 15 o 20 por ciento de los casos refractarios corresponde evaluarlos
para posible cirugía, previno el especialista del Garrahan.
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