La
guerra de los medios en contra de un magnate mediático parece no
haber funcionado. O funcionó, pero en el sentido contrario al previsto
por esos medios. Hace dos meses, él le ganaba al candidato de la
centroizquierda gobernante del Olivo, el ex alcalde de Roma, Francesco
Rutelli, por 20 puntos. Esta semana, la diferencia era de apenas cuatro
puntos. Iba a ser una elección reñida, y puede ser que (todavía)
lo sea. Según encuestas a boca de urna y proyecciones de los medios
en base a los muy pocos votos escrutados, Silvio Berlusconi, il Cavaliere,
candidato de una derecha con elementos neoxenófobos y posfascistas,
está ganando los comicios parlamentarios y podría ser otra
vez, como en 1994, el nuevo premier de Italia. Berlusconi, candidato de
la Casa de las Libertades, está obteniendo un 46 por ciento de
los votos. Rutelli ronda el 43 por ciento. En el Senado, Berlusconi podría
perder: 43,7 por ciento de los votos, según las proyecciones, frente
a un 39 por ciento del Olivo y un 4,9 del Partido Refundación Comunista,
que juntos impedirían el triunfo de il Cavaliere en el Senado.
Los resultados oficiales se conocerán hoy.
Un consuelo para el Olivo: retendría el gobierno de la capital
Roma, casi sin necesidad de ir a segunda vuelta. En la propia Roma de
la que Rutelli fue alcalde, según una encuesta de la RAI (Radio
Televisión Italiana, aún no de Berlusconi), el candidato
del Olivo, Walter Veltroni, habría obtenido entre el 47 y el 51
por ciento de los votos. Si Veltroni no llega al 50 por ciento, deberá
ir a ballottage con el candidato derechista, Antonio Tajani, que está
en un 44 por ciento.
La participación fue muy alta: alrededor del 80 por ciento del
padrón. De hecho, ocurrió en Italia algo insólito,
y es que había mucha gente votando en la madrugada, mucho después
de la medianoche, en Roma, Milán, Nápoles, Catanzaro, Cagliari,
etcétera. En realidad, se trata de una combinación de alta
participación con el hecho de que las mesas electorales fueron
reducidas a un tercio de lo que eran en los anteriores comicios legislativos
de 1996, a lo que se sumó la complicación de las boletas
electorales, que obligó a cada votante a invertir mucho tiempo
en el sufragio.
Según los datos de varias encuestas a boca de urna, la coalición
derechista Casa de las Libertades habría obtenido en la Cámara
de Diputados entre 320 y 380 bancas, superando las 316 necesarias para
alcanzar la mayoría absoluta. En el Senado también ganaría
la derecha, aunque los márgenes serían más estrechos:
entre 155 y 185 escaños, cuando la mayoría absoluta son
158. La agencia italiana ANSA (aún no en manos de Berlusconi) informó
que la coalición del Olivo estaría logrando entre 235 y
285 asientos en la Cámara de Diputados y entre 120 y 145 escaños
en el Senado.
De acuerdo con un sondeo de la empresa Datamedia (que sí es de
Berlusconi), el partido de Berlusconi, Forza Italia, se convirtió
en la primera fuerza política del país, con el 32 por ciento
de los votos, más de diez puntos respecto a los obtenidos en las
elecciones de 1996. El movimiento posfascista Alianza Nacional (AN), de
Gianfranco Fini, recogió el 11 por ciento de los votos, cuando
en 1996 había llegado al 15,7 por ciento. La Liga del Norte, del
xenófobo y homofóbico Umberto Bossi, que había trepado
al 10 por ciento en 1996, apenas llegó al 3,2 por ciento. El panorama
de descenso de los partidos de la coalición de derecha se completa
con la caída demócratas cristianos: 3,4 ayer (en su nueva
formación Democracia Europea), 5,8 en 1996.
Del lado de la coalición del Olivo, siempre según Datamedia
(de Berlusconi), los Democráticos de Izquierda (PDS) del ex premier
Massimo DAlema llevan la delantera con el 18,5 por ciento de los
votos (21,1 en 1996). Lo siguen la coalición centrista La Margarita,
con el 12,8 por ciento, la coalición de El Girasol (socialistas
y verdes), con el 3 por ciento, y los ex comunistas con el 1,1 por ciento.
Tenemos buenas razones para pensar que del recuento de las papeletas
surgirá una situación muchomás equilibrada que de
la que pronostican las encuestas, dijo ayer el número dos
del Olivo y actual ministro de Justicia, Piero Fassino.
Claves
-
El candidato de la coalición derechista Casa de las Libertades,
Silvio Berlusconi, estaría ganando las elecciones para premier
en Italia. Las encuestas a boca de urna y las proyecciones a partir
de unos pocos votos (los resultados oficiales se conocerán
hoy) le dan tres puntos de ventaja sobre el candidato de la centroizquierdista
coalición del Olivo, el ex alcalde de Roma, Francesco Rutelli.
- El triunfo de la derecha parece seguro en la Cámara de Diputados
pero no así en el Senado, donde los votos del Olivo y del izquierdista
Partido de la Refundación Comunista equiparan los votos de
Casa de las Libertades en torno al 44 por ciento.
- Según algunos sondeos, el Olivo podría retener la
alcaldía de Roma en la primera vuelta. Su candidato, Walter
Veltroni, estaría obteniendo entre el 48 y el 51 por ciento
de los votos.
- La Liga del Norte, del xenófobo Umberto Bossi, estaría
obteniendo menos del cuatro por ciento de los votos, perdiendo su
representación parlamentaria. |
POR
QUE BERLUSCONI ES LA BESTIA NEGRA PARA LA UNION EUROPEA
El
jinete del apocalipsis de Bruselas
Por
Rory Carroll *
Desde Roma
Hace
más de medio siglo que una elección italiana no fascina
y aterra tanto a Europa. En 1948, lo alarmante era la posibilidad de una
victoria comunista. Ayer, era la victoria del anticomunista il Cavaliere
Silvio Berlusconi. Al ex cantante de cruceros de placer siempre le gustó
estar en el centro de escena, pero su última actuación no
suscitó aplausos sino el horror desde el resto de Europa. Es interesante
comparar las propuestas del centroderechista Berlusconi con las de su
contrincante centroizquierdista Francesco Rutelli. Son casi idénticas:
menos impuestos, más trabajo, obras públicas y una lucha
contra el crimen y la inmigración ilegal. Nada escandaloso, nada
peligroso. Un consenso, en realidad, Pero marcó la campaña
más vitriólica en Italia desde la posguerra.
El motivo está en el rostro sonriente que empapela todas las ciudades:
un multimillonario de 64 años que se ufana de no ser un político
profesional sino un hombre de negocios, que transformará a Italia
Inc. en el tigre de Europa, reformando no sólo la economía
sino también su sociedad y Constitución. Pero sus ambiciones
napoleónicas preocupan menos que las acusaciones de corrupción
que lo persiguen. Unos tecnicismos lograron que se salvara de ser sentenciado
por financiamiento ilegal de campañas, sobornos a la policía
fiscal y cuentas falsas. Pero todavía se están tramitando
denuncias de fraude impositivo y soborno a un juez. Más alarmante
aún es el conflicto de intereses que ocurriría si el hombre
más rico de Italia, con una capacidad inigualada para influenciar
la opinión pública, llegara al gobierno. Berlusconi es dueño
de las tres principales cadenas de TV, una editorial y un diario. Y como
premier ganaría el control de la televisión estatal. En
un momento prometió que vendería sus corporaciones, pero
ahora sólo sugiere que abandonaría su manejo día
a día.
Hay otros elementos inquietantes en su ascenso. Primero, que su partido
Forza Italia está aliado con la posfascista Alianza Nacional. Pero
lo que más inquieta a Bruselas es su otro compañero de coalición,
la Liga del Norte, cuyo líder, Umberto Bossi, cree que hay un complot
de pedófilos comunistas para crear un superestado europeo que abriría
las puertas para todos los inmigrantes ilegales. Si entra la izquierda
no habrá elecciones por otros 50 años, advirtió.
Así fue toda la campaña: amarga, melodramática. Esta
alianza había estado en el poder por siete turbulentos meses en
1994, con Berlusconi como primer ministro. Pero en ese momento Italia
votó sin saber todo lo que se conoce ahora sobre sus tácticas
empresariales, y se había creado un gran vacío luego de
la desintegración del partido Demócrata Cristiano por el
Mani Pulite.
El retorno de Berlusconi muestra cuánto se puede degradar
la política, y el cinismo del electorado italiano, afirma
el analista Claudio Lodici. Para muchos italianos, sin embargo, il
Cavaliere parece ser la mejor opción. No porque los sedujera
con su sonrisa y bronceado, sino porque ganó credibilidad política
al reconstruir su coalición tras su derrota en 1996, e imponer
un grado mayor de disciplina y controlando el secesionismo de Bossi. Y
mientras lo hacía, la coalición de centroizquierda sufría
una merma constante de credibilidad. Sus disputas internas arruinaron
a tres primeros ministros. Reformas políticas como la devolución
de poderes a las regiones y una ley regulando el conflicto de intereses
quedaron en la nada, minando aun más su reputación. Y su
unión actual en torno al telegénico alcalde de Roma, Francesco
Rutelli, no pudo ocultar profundas divisiones y el desgaste general tras
ocupar el poder por tanto tiempo.
Por su parte, Berlusconi aseguró que no presentaría otra
vez si no cumple al menos cuatro de sus cinco promesas de campaña.
Probablemente fracase y salga entonces con todo tipo de excusas,
pero ahí lo despediremos, me explicó un nativo de
Roma. Salía de votar a il Cavaliere.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
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