Por
Julián Gorodischer
No
imaginaron lo que vendría después: el insulto en la calle,
la condena social que los trata como traidores, la versión amplificada
de ellos mismos, pero dibujados como brujos. Ahora, no se presentan diciendo
su nombre; prefieren una frase fetiche que nunca en su vida (su vida anterior,
antes de la isla Robinson) repitieron tantas veces en el día: No
soy una mala persona. El descargo es permanente: Expedición
Robinson 2 encontró en Carla Levy, Alejandro, Mónica
y la arrepentida Marianela a sus malvados ideales. Ellos admitieron
el acuerdo del equipo norte para no votarse, se enfrentaron
a su chivo (Vick, del equipo sur) como si fueran hermanastras de una cenicienta
y dieron el calce perfecto para tematizar la batalla del bien contra
el mal. Inauguraron la etapa caliente de un programa
tibio que no superaba los 16 puntos de rating. Sobre el final, gracias
a sus malos, Expedición... -.que termina
hoy a las 23, por Canal 13 promedia los 22 puntos.
Esta noche se verá el desenlace, uno que a diferencia de
la primera parte de la saga no coronará a un virtuoso
como heredero. Será uno frágil o uno villano el que surja
después de dos juegos de inmunidad y la reunión de un consejo
atípico (que convoca a los últimos siete sobrevivientes).
Allí condecorarán a un miembro de la Alianza
o a Vick, que lloró desde el principio y estuvo siempre a punto
de escaparse. Si el primer Robinson estuvo marcado por los gestos nobles
de Picky y el ascenso impecable de Sebastián, éste es el
de los acuerdos sucios y la supervivencia del más apto.
Es mi momento más difícil -.dice Carla Levy, cosmiatra
de 28 años. Los espectadores miran la guerra desde su living,
bañaditos y cenados. ¡Nosotros pasábamos hambre!.
La morocha femme fatale se metió desnuda en un jaccuzzi
(en el capítulo cero) y aseguró estar dispuesta a
todo. Era el perfil que le pidieron: ser la comehombres que llevaba
a la isla una pinza de depilar (su objeto elegido), una cosmiatra obsesionada
por el cuidado del cuerpo y las cirugías correctivas. Su error,
dice hoy, fue olvidarse de las cámaras, no predecir el estereotipo
(la mala) que les estaba regalando. Página/12 entrevistó
a Carla, Alejandro y Mónica cuando todo eran especulaciones respecto
del posible ganador.
¿Creen que la edición los distorsiona?
Carla: Ninguno es tan bueno o tan malo: todo lo editan en función
del bien contra el mal para generar algo que llame la atención.
¿Qué harían si fuéramos todos buenos? La edición
decidió que hay gente que es bárbara, pero algunos no jugaron
delante de las cámaras y otros nos olvidamos de que estaban. La
gente ve eso y, como tiene bronca por lo que pasa en el país, se
aferra a un programa de TV para criticar. Acá ninguno es santo
y que arroje la primera piedra quien esté libre de culpa.
Alejandro: En el capítulo cero, cometí un error; armé
un personaje para ir a jugar a la isla, y dije que quería probar
cuán falso podía ser. Yo iba a un juego, no a crear una
nueva sociedad. Dije que era manipulador, pero lo hice riéndome,
tratando de responder al perfil por el que me habían convocado.
Pero la gente es implacable: deposita en Robinson la bronca de lo que
pasa en el país, que está peor que cuando nos fuimos, y
se olvida de que en cualquier juego lo que vale es la viveza criolla.
Mónica: Lo que muestran pasó, pero ocultan la parte
buena: cosas divertidas, juegos, festejos de cumpleaños. Se dramatizó
la alianza del norte contra el sur, y el público se queda con una
partecita muy chica.
De regreso, ¿pudieron reencontrarse sin las fricciones de
la isla?
Carlos: En las reuniones para ver todos juntos el programa, hubo
momentos muy tensos: Pablo tuvo el gesto de no saludar a Alejandro y cuarenta
personas irrumpieron en un aplauso. Cuando Vick ve en la pantalla el maltrato
al que la sometieron, se emociona. Nunca llegamos a laviolencia. Pero
hubo indiferencia. Los de la alianza argumentan que se obsesionaron.
Carla: El hambre no me puede quebrar, pero sí la traición
de una persona. Puedo bancarme diez millones de cosas, pero no que una
amiga pida que me voten, como hizo Marianela. Ella nunca quiso volver
a hablar conmigo, y hoy no nos saludamos. Con el resto hay indiferencia;
muchos siguen creyendo que están en Robinson.
Alejandro: Es un Boca-River. Se mantiene la división entre
los equipos.
¿Qué opinan de las lecturas que se hacen de la isla
como reflejo social y/o nacional?
Carlos: Expedición... representa al país.
Es un reflejo de la suciedad en la que vivimos, donde los únicos
valores son ganar un título o un dinero. Esta vez, la que llegó
más lejos es una alianza de incapaces, que hace lo mismo que la
gente del mundo real para conseguir un trabajo: vende el honor por la
plata. Estaban enceguecidos, y no les importaba la cámara. Me entristece
que el público tenga que felicitarme a mí, un tipo que,
en definitiva, lo único que hizo es no hacer nada malo. ¡Qué
mal que estamos!
La
final por los cien mil
Esta
noche a las 23, por Canal 13, se verá el último capítulo.
En el primer juego de inmunidad, los cuatro sobrevivientes serán
separados en un extremo distinto de una isla desconocida y deberán
salir en busca de una bengala perdida, con ayuda de una brújula.
Quien la encuentre quedará habilitado para expulsar a alguien
y pasará directamente al consejo final. Los dos restantes competirán
en un segundo juego (una nueva versión del que, en Expedición
1, incluyó el gesto de Picky al dejar ganar a Adrián)
y sólo el vencedor llegará al consejo. Sobre el tramo
final, regresarán los últimos siete participantes y
consagrarán, entre dos finalistas, al heredero Robinson, acreedor
de los cien mil pesos. Para el segundo, habrá un auto. La entrega
de los premios se televisará por Canal 13, en un programa especial,
el próximo jueves a las 23 horas. |
|