Ayer fue otra jornada complicada en los mercados. Los títulos públicos mostraron caídas importantes �que en algunos casos llegaron al 3 por ciento, como en los casos de los Globales 2006 y 2009�, lo que a su vez trajo como consecuencia una nueva disparada del riesgo país, que terminó en 1093 puntos (45 sobre el cierre del último viernes). Las acciones tampoco quedaron a salvo y cayeron 0,9 por ciento en promedio. En la city creen que la debilidad de los activos financieros continuará por lo menos hasta que se conozcan los detalles del megacanje de títulos que prepara el Gobierno. Hasta anoche, en Economía seguían analizando los puntos clave del canje: las tasas de interés que pagará el Gobierno por los nuevos bonos y a qué precio rescatará las viejas emisiones. Julio Dreizzen, subsecretario de Financiamiento, estimó que la operación se realizará �como mínimo dentro de dos semanas�.
En declaraciones radiales, Daniel Marx, secretario de Finanzas, confirmó un adelanto de Página/12: que el megacanje comprenderá �a la gran mayoría de los títulos� en circulación, tanto en dólares como los nominados en pesos. La única condición que deben cumplir es que, en la actualidad, Economía pague por ellos amortización o intereses. Es decir, que tengan costos para el Tesoro. Hasta ahora, los únicos bonos que quedarán afuera de la transacción son las Letras del Tesoro (Letes), que tienen vencimientos cada tres y seis meses. El objetivo del Palacio de Hacienda es desahogar los vencimientos entre este año y el 2005. En este lapso, debe hacerse frente a pagos por casi 70.000 millones por vencimientos de capital e intereses de la deuda.
Las negociaciones con los bancos se dividen en dos. Por un lado, la cantidad y tipos de bonos nuevos que se emitirán, según el perfil de los inversores. Como las entidades financieras tienen en sus carteras bonos de corto plazo, se llevarán los títulos de menor alcance. En cambio, los bonos largos serán para los inversores institucionales (AFJP, compañías de seguro) y para los fondos de inversiones extranjeros, que poseen títulos de entre 10 y 20 años de plazo. Por otro lado, se están negociando los precios que Economía pagará por los títulos en circulación. Fuentes cercanas a las negociaciones dijeron a este diario que el Gobierno podría pagar valores superiores a los de mercado para, en contraposición, pagar tasas de interés inferiores por las nuevas emisiones de deuda.
El problema de fondo radica en que con el actual nivel de riesgo país, las tasas de interés de los nuevos bonos serían altísimas: de entre 13 y 16 por ciento anual, según los plazos. Si el Gobierno paga un premio por los títulos que están en poder de los bancos e inversores, lograría no sólo patear vencimientos hacia adelante sino además hacerlo a tasas más bajas. De lo contrario, el éxito del megacanje sería dudoso ya que la Argentina no habría despejado los temores a no poder cumplir con los pagos en el futuro. Otra estrategia abierta para abaratar la operación pasa por el Congreso, donde el Gobierno apura la ley de Crédito Público por la cual garantizaría los pagos de la deuda con la recaudación impositivo.
Otro punto que preocupa a los funcionarios es la aceptación que la operación tendrá entre los inversores extranjeros. En el ámbito local, se sabe que a los bancos y AFJP les conviene cambiar papeles antes que el Estado caiga en default y perjudique sus balances. Pero los fondos de inversiones extranjeros (Alliance, Templeton, JP Morgan Asset Managment, entre otros), endeudados en su mayoría a largo plazo, no corren ese riesgo y se muestran escépticos respecto de alargar los plazos de sus acreencias. Para convencerlos, ayer hubo nuevos contactos entre Economía e inversores estadounidenses.
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