Es un admirador de la revolución conservadora de Ronald Reagan a comienzos de los 80. Por eso, no extraña que haya dicho ayer, en su condición de derechista y populista, que llegó al poder �para hacer la revolución en Italia�. El megamagnate multimediático Silvio �Il Cavaliere� Berlusconi quedó virtualmente electo como el próximo premier italiano, y estará encargado de la formación del gobierno número 59 de la políticamente agitada posguerra del país. Virtualmente, porque si bien el escrutinio oficial está muy avanzado, aún resta traducir algunos votos proporcionales en bancas, de acuerdo al complejo sistema electoral italiano. Pero virtualmente, también, porque la tendencia es inexorable: la coalición derechista Casa de las Libertades obtuvo la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y en el Senado. Donde faltaban resultados definitivos es en las ciudades: tanto en Roma como en Nápoles y Turín, la coalición de centro-izquierda del Olivo está luchando palmo a palmo con la derecha por el gobierno de las alcaldías. El candidato del Olivo, Francesco Rutelli, reconoció la derrota. Pero señaló que el triunfo de la derecha fue menor al previsto y que Berlusconi tendrá �una oposición franca e intransigente�.
En la noche del domingo, Berlusconi se había cuidado de hacer gala de cualquier triunfalismo. No había resultados oficiales, muchas mesas ni siquiera se habían cerrado, pero todas las proyecciones, incluso la de los medios que (aún) no dependen de él (como la RAI, Radio Televisión Italiana), le concedían una clara victoria. Esta clara victoria se fue oscureciendo con el correr de las horas, hasta dejar la diferencia entre Berlusconi y Rutelli en menos del tres por ciento. Pero ayer ya no había dudas e �Il Cavaliere� pudo desplegar su verba florida.
Comenzó por el viejo tema de un empresario venido a político: las invectivas contra los profesionales de la política. �Ahora, creo que todos estamos cansados de reuniones electorales, de discursos, de política, de la campaña de odio y divisiones que hemos sufrido. Siento que todos ustedes necesitan un gobierno que gobierne y un jefe de gobierno que hable menos y trabaje mucho y mejor�. Luego, repitió con la precisión de un escribano cada uno de los puntos de su �contrato con los italianos�, que firmó durante la campaña ante las cámaras de televisión: la reducción de impuestos, la creación de un millón y medio de empleos, el aumento de las pensiones mínimas hasta 480 dólares, un plan para la seguridad ciudadana y la puesta en marcha de al menos el 40 por ciento de las grandes obras de infraestructura prometidas. Berlusconi aclaró que sabe que �todos los aspirantes al gobierno han hecho promesas electorales que luego no han mantenido�, pero aseguró que si no las cumple �y esa es la pena prevista en el contrato en caso de incumplimiento� se retirará de la política. No se perdió la posibilidad de enviar, con cierta ironía, un saludo �a los amigos de la Unión Europea y de Estados Unidos�, desde donde sufrió reiterados ataques de varios medios.
Es que los resultados lo colocan en una posición de poder sólida. La coalición de la Casa de las Libertades tiene asegurados hasta el momento 273 escaños en la Cámara de Diputados, y se descuenta que en el escrutinio que queda por definir obtendrá los 43 asientos que rubricarán la mayoría absoluta. El Olivo queda por el momento con 175 diputados. En el Senado, la coalición de Berlusconi ya tiene asegurados 177 escaños, la mayoría absoluta, cuando faltan añadir las proyecciones del sistema proporcional de adjudicación de bancas, en el que la derecha se quedó con el 42,5 por ciento de los votos y el Olivo con el 38,7. El Olivo obtiene hasta el momento 130 escaños.
La reacción del Olivo al triunfo de Berlusconi estuvo marcada por un pequeño optimismo. �La derecha ha fracasado en su plebiscito sobre Berlusconi, porque no ha tenido la anunciada mayoría, y este es el punto de partida para nuestra próxima victoria�, dijo ayer Rutelli. El candidato del Olivo advirtió a Berlusconi que �nos comprometeremos para que se resuelva su intolerable enredo del conflicto de intereses�, en referenciaa la cantidad de medios y empresas que gobierna �Il Cavaliere� de Milán que también será el futuro premier. �En realidad, el centroderecha pierde en algunas regiones�, cualificó Massimo D�Alema, ex premier y diputado electo por su ciudad, Gallipoli.
Más allá de estas muecas de optimismo, en el Olivo comenzará ahora el debate por el liderazgo del partido. Los Demócratas de Izquierda (DS) de D�Alema fueron los más votados dentro del Olivo, con el 16,5 por ciento, pero la coalición de La Margarita, del propio Rutelli y del ex premier Romano Prodi, obtuvo un 14,6 por ciento. El DS había sido hasta ahora el partido hegemónico del Olivo y ni D�Alema ni el actual premier, Giuliano Amato, veían con buenos ojos el ascenso de Rutelli. Ahora la situación cambió y, dentro de la derrota, hubo algo de victoria en los resultados para el candidato del Olivo.
Otro resultado para lamentar en el Olivo fue la excelente elección del Partido Refundación Comunista (PRC), de Fausto Bertinotti, que llegó casi al seis por ciento de los votos.Si los votos de PRC, una formación que califica al Olivo como una izquierda �tibia�, hubieran ido a parar al Olivo, la victoria de Berlusconi no sería hoy tan segura. En tanto. la Italia de los Valores, del ex fiscal anticorrupción Antonio Di Pietro, debe esperar al recuento final para saber si tendrá representación.
Los lamentos también llegaron desde la propia derecha, ya que a pesar de que la coalición Casa de las Libertades ganó, fue Forza Italia, la agrupación de Berlusconi, la que aumentó en un 12 por ciento sus votos respecto a los comicios legislativos de 1996 mientras sus aliados, la Liga del Norte del xenófobo Umberto Bossi y la Alianza Nacional del posfascista Gianfranco Fini, perdieron buena parte de sus votos. �Pagué un precio espantoso, corremos el peligro de morir para que ganara la Casa de las Libertades�, deploró ayer Bossi, cuyo partido bajó del 10 por ciento de los votos en 1996 a menos de un cuatro por ciento, dejándolo afuera del Parlamento. La sangría de votos (del 16 al 11 por ciento) afectó menos a los posfascistas, y de hecho Fini salió a sacarle pecho a su magro resultado diciendo que �los números nos dicen que seguiremos siendo un grupo determinante para cualquier mayoría�.
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