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OPINION
El modelo que venció
Por Riccardo Barenghi 


Después de la noche de incertidumbre, Berlusconi amaneció no sólo vencedor de las elecciones sino también convertido en una especie de nuevo rey de Italia. Había pedido un plebiscito sobre sí mismo. Su rostro era el mejor conocido de los Alpes a Sicilia, por televisión aparecía solamente él, sobre su símbolo está escrito �Berlusconi presidente�, e incluso nosotros (la izquierda, la centro-izquierda, los otros, en suma) aceptamos su desafío. Lo ganó él, con creces. Perdimos nosotros. Este es el verdadero resultado, más importante que saber con exactitud cuántos diputados y senadores tendrá la mayoría de derecha, cuántos habremos elegido nosotros, cuáles serán las relaciones de fuerza entre los partidos. Y Berlusconi es el matador. Hizo tabula rasa de cinco años de gobierno del Olivo y de sus aliados, reducidos ahora a figuras de segundo plano. Era lo que quería. Un empresario no gobierna: ordena. 
¿Ganó Berlusconi porque tiene dinero? El dinero ayuda, pero no basta. ¿Venció porque logró construir un partido de masas cuando los otros se desintegraban? También, pero no solamente. Venció porque representaba el cambio, la �revolución�, mientras que los otros ofrecían de sí mismos la imagen de quien sigue siendo el que es, un gestor de lo existente, un buen administrador de la situación dada. Y este fue el error más grave que la izquierda en el gobierno cometió durante estos años. Dejar que alguien como Berlusconi se presente como el �revolucionario�, el que cambiará las cosas, el gran innovador. Antes, la izquierda era la que cambiaba y la derecha era la que conservaba. Ahora es al revés. 
La derecha ganó porque la gente, el pueblo �llámenlo como quieran� la vota convencido, se moviliza, se vuelve militante. Hace cola durante horas para votar. La izquierda debe enfrentarse a su fea derrota. Y no se trata sólo de políticas equivocadas, de errores en la administración, de reformas no emprendidas, de guerras que no deberían haber sido libradas, de inmigrantes que no deberían haber sido rechazados. Aquí triunfó un modelo cultural, social, antropológico. Que encontró en Berlusconi a su paladín, porque nadie salió a proponer otro alternativo. En el mejor de los casos se intentó moderar, enmendar, suavizar ese modelo. Pero, evidentemente, los italianos prefieren el original. 

* De Il manifesto, especial para Página/12.


 

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