Por Miguel Bonasso
El síndico general de
la Nación, Rafael Bielsa, aconsejará hoy al ministro del
Interior, Ramón Mestre, que rescinda el contrato que el gobierno
menemista firmó con la empresa alemana Siemens para la fabricación
de DNI, el control migratorio y la información referida al proceso
electoral. Aunque la Sindicatura General de la Nación (SIGEN) no
pueda manifestarlo en esos términos y el consejo de rescindir
sea edulcorado con frases diplomáticas, Bielsa le hizo saber oficiosamente
al propio presidente Fernando de la Rúa que ese convenio es potencialmente
más escandaloso que el de IBM-Banco Nación, ya que se está
hablando de un negocio cercano a los mil millones de dólares.
Las objeciones del síndico, compartidas en buena medida por el
titular del Registro Nacional de las Personas (RENAPER) Gastón
Ortiz Maldonado y el propio ministro del Interior, han provocado las iras
de Domingo Cavallo, quien defiende a capa y espada el polémico
contrato. El argumento de la continuidad jurídica del Estado y
del apoyo de Siemens para futuras inversiones, juega a favor de lobby
ministerial, pero sobre todo un dato cronológico derivado de la
Ley de Emergencia Económica: si el ministro del Interior no rescinde
ni reformula el contrato antes del próximo lunes 21 de mayo, el
Estado deberá cumplirlo en los términos del decreto 1342/98
firmado por Menem y Carlos Corach a fines de 1998.
En el decreto se fijaba para cada DNI un precio de 30 pesos. El tema del
costo del DNI, que supera con holgura los siete pesos que eyectaron del
ministerio del Interior a Julio Mera Figueroa, (quien proponía
hacerlo con una firma francesa), es uno de los puntos centrales en el
cuestionamiento de la SIGEN.
La Sindicatura ha entrado en una agria polémica con la empresa
alemana porque propone conocer los costos de los servicios involucrados
en la presente contratación asi como el valor de las
inversiones requeridas.
Siemens, acusada en su momento por los diputados frepasistas Darío
Alessandro y Juan Pablo Cafiero de inflar los servicios a prestar para
aumentar el precio, se niega rotundamente a proporcionar esos datos argumentando
que la competencia podría utilizarlos para perjudicarla en futuras
licitaciones. Los técnicos y juristas de la Sindicatura replican
que una simple cláusula de confidencialidad podría obviar
el problema. El conocimiento de los costos, en cambio, facilitaría
una renegociación en el que la poderosa empresa teutona y el Estado
argentino arribaran a un sacrificio compartido.
Tanto la SIGEN como el RENAPER han recibido en el último año
informaciones similares a las recogidas por este cronista en una serie
de notas publicadas por Página/12 entre febrero y abril del año
pasado, donde se reveló la historia secreta y poco luminosa de
la licitación. En la renegociación emprendida por el ministerio
del Interior del presente gobierno se arribó a un costo por DNI
de unos 27 pesos. Rebaja de la empresa que algunos consideran mezquina.
Voceros oficiosos de la Policía Federal, por ejemplo, revelaron
a la SIGEN que el documento de identidad podría fabricarse por
un precio que oscilaría entre 10 y 12 pesos. El proveedor sería
el mismo que les hace los pasaportes: la famosa Ciccone Calcográfica
que en 1994 estuvo en el origen de este negocio y al que después
Siemens le sopló la dama, respaldándose en la empresa Boldt
que imprime los billetes de la lotería bonaerense.
Más drásticos aún son los funcionarios del Instituto
Geográfico Militar que proponen imprimirlos a 2 pesos por DNI.
Cada vez que se plantean estas alternativas, los voceros de Siemens salen
a decir que en este caso, además de imprimir los documentos, hay
que organizar un complejo sistema informático para asegurar la
fiabilidad de las identidades, el control migratorio las fronteras y la
confección de padrones electorales intachables. Hombres de la Gendarmería
Nacional, argumentan por su parte que la institución podría
informatizar íntegramente las fronteras a un costo no superior
al módico millón de pesos.Los funcionarios de la SIGEN se
preguntan asimismo, porqué nunca se tuvo en cuenta como posible
proveedor a la vieja Casa de la Moneda que a pesar de Armando Gostanian
y sus inolvidables menemtruchos lleva décadas imprimiendo billetes.
La historia del contrato es tan oscura que no sólo justifica las
prevenciones de la SIGEN y el RENAPER, sino que ha llegado al juzgado
federal de Claudio Bonadío donde se analizan denuncias sobre graves
irregularidades.
El jugoso negocio de los DNI fue diseñado originalmente por el
extinto Alfredo Yabrán para llevarlo a cabo conjuntamente con Franco
Macri, Ciccone Calcográfica y la firma israelí Malam Systems.
OCA, la empresa que Yabrán no reconocía como propia, se
ocuparía de llevar los DNI a domicilio. Cuando el asesinato de
José Luis Cabezas colocó al Cartero en la mira de los medios
y la sociedad, el empresario decidió replegarse y dejar a su socio
Macri al frente de las acciones. Se formó una UTE (Unión
Transitoria de Empresas) coordinada por Itron, la empresa informática
del Grupo Macri que actuó como integradora de todas las otras)
TRW Systems Overseas, Malam Systems y SLH Systemhouse. Esta UTE debía
competir con otras dos, pero especialmente con la que lideraba Siemens.
Firma que también tenía amigos influyentes en el gobierno
como el abogado Rodolfo Barra, ex ministro de Justicia y actual Auditor
General de la Nación, el conocido intermediario Blas Medina, vinculado
a la jugosa privatización de ENTel junto a la inefable María
Julia Alsogaray o el empresario Carlos Sergi, amigo del entonces CEO de
Siemens en Argentina, Luis Rodolfo Schirado.
El equipo debía pesar porque hubo mutaciones trascendentes en favor
de la oferta teutona. En febrero de 1998 esas mutaciones fueron denunciadas
por el ingeniero Israel Loterzstain, representante de la firma israelí
Malam Systems. En una nota de impugnación de la licitación
dirigida al entonces ministro del Interior, Carlos Corach, el ingeniero
Loterzstain denunciaba serias irregularidades en la adjudicación
a Siemens y acusaba al entonces Director de Migraciones, Hugo Franco y
al entonces director del RENAPER Eduardo DAmico, de haber producido
un brusco cambio en el expediente para favorecer a los alemanes.
Corach desestimó la impugnación de Lotersztain porque no
era cabeza de la UTE. Para esa altura, Malam y Ciccone habían perdido
al socio principal, Macri, que no cuestionó la adjudicación.
Según diversas fuentes porque le había vendido Itron a Siemens
por un precio que era seis veces mayor al real. La indemnización
para sacarlo de la protesta debió ser efectivamente cuantiosa,
porque Siemens relevó a Schirado como CEO de la Argentina. A Schirado
no le va mal, sin embargo: se dedica ahora a la actividad agropecuaria.
Con el tiempo los impugnadores se llamaron a silencio. Tal vez porque
llegaron a un acuerdo compensatorio con sus rivales de Munich.
Cuando asumió el actual gobierno se encontró con el pesado
paquete y no supo cortar el nudo gordiano. A pesar de los incumplimientos
de la empresa en el terreno informático e incluso en la habilitación
de los edificios, los funcionarios del ministerio del Interior se inclinaron
por la renegociación antes que por la ruptura. Temían que
los menemistas los acusaran de imitar al doctor Arturo Illia que anuló
los contratos petroleros firmados por Arturo Frondizi. También
les preocupaba el inevitable juicio de la Siemens que reclamaría
unos 150 millones de dólares gastados. (Lo cual puede ser cierto
aunque algunos piensen que no todos fueron para inversiones, sino apenas
la mitad). El presidente de la Rúa por su parte quería asegurar
la famosa continuidad jurídica del Estado de cara a
los ansiados inversores, sin evaluar suficientemente las consecuencias
onerosas de un nuevo IBM-Banco Nación.
Durante la gestión de Federico Storani la empresa no ofreció
concesiones sustanciales en precio y calidad de los servicios y el entonces
ministro, aconsejado por la SIGEN, se rehusó a estampar su firma.Ahora
la Sindicatura aumenta la apuesta y le señala al sucesor, Mestre,
que aún pagando los 150 millones de indemnización, el Estado
podría ahorrarse otros quinientos millones de dólares que
levantarían una espesa sospecha.
El sucesor de Storani se ha mostrado receptivo a los reparos del Síndico
y eso le ha valido un duro enfrentamiento con Cavallo. Ahora, en las próximas
horas, como en las películas de suspenso, deberá apurar
una decisión que no debe resultarle nada fácil.
FEDERICO
STORANI, EX MINISTRO DEL INTERIOR, HABLA DEL CONTRATO
Tenía muchos vicios de origen
Por Luis Bruschtein
La advertencia de la Sigen
sobre algunos puntos controvertidos del contrato reafirmaron las dudas
que tenía y por eso demoré la firma, señaló
a Página/12 Federico Storani, quien como primer ministro del Interior
del presidente Fernando de la Rúa heredó la negociación
con la empresa Siemens por el Documento Nacional de Identidad (DNI) que
en esta semana debe definir el gobierno nacional.
¿En qué estado de ejecución estaban los contratos
cuando ustedes se hicieron cargo del Gobierno?
Esta historia venía de mucho tiempo y tal como la heredamos
nosotros resultaba inaceptable. Tenía muchos vicios de origen.
El problema es que se trataba de un contrato en ejecución, ni siquiera
en principio de ejecución. La empresa ya había hecho inversiones
comprobables y a cambio de ellas el Estado argentino había asumido
contraprestaciones que además estaban en mora, no se habían
cumplido.
¿Ustedes podrían haber anulado esos contratos?
La situación estaba planteada de tal manera que era imposible
hacer lo que hubiéramos querido, que era anular el contrato y abrir
una nueva licitación, porque corríamos el riesgo de afrontar
un juicio con muchas posibilidades de perderlo. La única alternativa
que nos quedaba era iniciar una renegociación. Así que iniciamos
este proceso y, como se trataba de un tema muy delicado con tantos vicios
de origen, traté de que intervinieran todos los interesados. De
todos modos, el protagonismo mayor lo tuvimos nosotros, desde el Ministerio
del Interior, y el Ministerio de Economía. Por Economía
estuvo Mario Vicens, que realizó un trabajo verdaderamente bueno.
Fue un proceso de renegociación que duró varios meses.
¿Consiguieron cambiar algunos de los puntos en discusión?
Creo que habíamos logrado un avance muy importante en el
plano económico. Logramos modificar el precio de los documentos,
que bajó siete u ocho pesos. Además logramos una cláusula
que obligaba a la empresa a entregar una gran cantidad de documentos gratuitos
por año. Esto es muy importante porque el documento es obligatorio
y mucha gente no tiene recursos para pagarlo. Todas estas cosas bajaban
mucho los costos totales en la ecuación económica global
del contrato.
¿Cuál era su evaluación personal de los resultados
de esa negociación?
Quedaron algunos puntos flojos, vulnerables, en el contrato. En
especial, el más importante era que la empresa nunca abrió
la estructura de costos, a pesar de que insistimos en esa cuestión.
Francamente creo que no quería hacerlo porque en la estructura
de costos había muchos intermediarios. Pero el argumento de la
empresa también era de peso. Decían que ellos habían
ganado la licitación con un precio, donde no se había pedido
la estructura de costos. Y planteaban por lo tanto que era ilegal que
se cambiaran los términos de una licitación que ya se había
ejecutado. A su vez la empresa decía que en el precio también
había que tomar en cuenta la informatización de todos los
puestos de frontera, como lo establecía el contrato. No se pagaba
especialmente por ese punto pero, de hecho, los costos se incluían
en el de los documentos.
Pero finalmente se demoró la firma...
Como sabía que el tema era tan delicado, presentamos ante
la SIGEN los nuevos términos que habíamos negociado. A decir
verdad, la SIGEN tenía una posición dividida en este asunto.
Por un lado decía que habíamos logrado una muy buena renegociación
de muchos términos, sobre todo en el plano económico. Pero
al mismo tiempo advertía que en el contrato quedaban varios puntos
frágiles. Y resultaba muy difícil cerrar las cosas sin tener
un dictamen absolutamente claro de la SIGEN y, como no lo tenía,
fui demorando la firma a pesar de que ya estaba la aprobación de
De la Rúa.
¿Sabe cómo siguió este proceso desde que usted
se fue del Ministerio?
Sé que últimamente hubo planteos de Cavallo a Mestre
para que apure la definición del ministerio. Creo que a Mestre
el contrato le produce las mismas dudas que a mí, pero el argumento
de Cavallo es que por la imagen comercial del país en el exterior,
no se puede sentar un precedente de este tipo con una empresa extranjera.
HISTORIA
DE UN NEGOCIO COLOSAL
Una guerra entre alemanes y yanquis
Por Raúl
Kollmann
El fabuloso negocio de los DNI
está provocando una durísima guerra entre alemanes y norteamericanos.
Estos propician la rescisión del contrato con Siemens y que se
vuelva todo a fojas uno, es decir que se haga una nueva licitación,
en la que, por supuesto, competirían las empresas estadounidenses.
Es más, juran y rejuran que el DNI no saldrá más
de 13 pesos, o sea, menos de la mitad que en el contrato con Siemens.
Los alemanes, por su parte, amenazan con rayos y centellas el reclamo
de una indemnización de 150 millones de pesos, dicen que Siemens
se iría del país, otros inversores harían lo propio
y que se iniciaría una guerra económica contra la Argentina
en caso de que no se firme el contrato con la empresa alemana.
El tema ya motivó una intervención del primer ministro Gerhard
Schroeder, pero se dice que el jefe de gobierno alemán volvería
a reclamar a favor de Siemens. Por su parte, las empresas norteamericanas
también sugieren que Estados Unidos lanzaría represalias
por ejemplo, los argentinos supuestamente perderían la ventaja
de ingresar a ese país sin visa y se mencionó un pedido
de entrevista del embajador James Walsh con el presidente Fernando de
la Rúa. Anoche, una alta fuente de la embajada norteamericana consultada
por Página/12 desmintió cualquier gestión de
Walsh por la cuestión de los DNI.
Como es de imaginar, la pelea entre empresas norteamericanas y alemanas
sólo tiene como trasfondo la guerra económica: todos se
quieren quedar con el negocio más fabuloso que tiene todavía
para ofrecer el estado argentino. En el bando norteamericano, obviamente
sostienen que el acuerdo con Siemens es un negociado que se tramó
en la última etapa del menemismo y que, del total, hay unos 600
millones de pesos que van a pagar los ciudadanos argentinos no tienen
ninguna justificación.
De entrada, los del Norte presionaron a los actuales funcionarios de Interior
incluso con argumentos más políticos. Esto es lo que dice
uno de los principales asesores de las empresas norteamericanas:
Es público que Alemania
tiene un pacto de no-agresión con las organizaciones fundamentalistas
islámicas y con los gobiernos de Irán y Siria. Por lo tanto,
no son una garantía de seguridad ni se les pueden confiar todos
los datos de los ciudadanos argentinos.
El único país
que verdaderamente combate al terrorismo es Estados Unidos.
Existe una asociación
técnica entre norteamericanos e israelíes, que podrían
participar en una nueva licitación. Los israelíes también
son una garantía contra el terrorismo..
Por supuesto que los alemanes consideran todo ese enfoque como una cortina
de humo, poco creíble, destinada a ensuciar la cancha. Nadie
puede creer que hoy en día Alemania no sea una garantía
contra el terrorismo y que no tiene tecnología de seguridad,
argumentan.
Este es justamente otro de los puntos en que los norteamericanos insisten:
la tecnología de los DNI no es alemana sino que Siemens la adopta
de una compañía adquirida en Estados Unidos. Los alemanes
no tienen capacidad para cumplir con el contrato y los primeros 5000 documentos
que emitieron tuvieron fallas groseras. Por eso estamos ante un evidente
problema de seguridad, dicen los del Norte.
De este razonamiento derivan las amenazas más o menos veladas:
Si los DNI no son seguros,
pasan a ser inseguros también los pasaportes. Esto ya se vio dicen
los norteamericanos con la banda descubierta la semana pasada que
traía a ecuatorianos, peruanos, cubanos y colombianos desde sus
respectivos países y les hacían pasaportes argentinos a
partir de DNI falso. El sistema era sencillo: tomaban un documento robado
a cualquier persona, le cambiaban la foto, con ese DNI sacaban el pasaporte,
y con ese pasaporte ingresaban a Estados Unidos utilizando la prerrogativa
de que los argentinos no necesitan visa.
El problema no es sólo
de inmigración ilegal, sino también de drogas. Hacer un
pasaporte falso a partir de un DNI inseguro mejora las posibilidades de
enviar mulas individuos que ingresan pequeñas cantidades
de drogas, principalmente heroína desde la Argentina a Estados
Unidos.
En esas condiciones y de persistir
el actual estado de cosas, los norteamericanos darían marcha atrás
en la ventaja argentina de entrar a Estados Unidos sin visa.
El argumento no parece del todo sólido. Por de pronto, el ingreso
al país del norte sin visa es una prerrogativa surgida de una ley
norteamericana, que obviamente deberá ser anulada por otra ley.
Esto ya habla de un movida a largo plazo. Pero además, se ha tomado
una nueva medida de seguridad: confrontar la huella digital de quien solicita
el pasaporte con la huella digital que consta en el legajo del Registro
Nacional de las Personas, de manera que no sirve un DNI con la foto cambiada.
Igualmente, los norteamericanos insisten en que no hay pasaporte seguro
sin DNI seguro.
Por su parte, también los alemanes amenazan. Si no se concreta
el contrato dicen, Siemens se iría del país
y esto siempre según su versión significaría
que se va de la Argentina uno de los veinte empleadores más
grandes del país. En realidad, Siemens dio muchísimo
trabajo durante el período de privatización de las telecomunicaciones,
cuando fueron muy grandes las inversiones para renovar todos los equipos.
Ahora, las inversiones en telecomunicación han bajado significativamente,
aunque, como es obvio, sigue siendo un empleador de relativa importancia.
Por otra parte, nadie abandona negocios rentables y es seguro que Siemens
no lo hará.
En suma, la guerra germano-norteamericana parece haber llegado a su punto
máximo. Todos juegan y jugarán sus fichas en los cinco días
que quedan hasta el 21, fecha en la que deberá resolverse el caso
de los DNI. Aunque se esgriman argumentos de todo tipo, lo cierto es que
se trata de empresas peleando por un negocio enorme. A priori, parece
que ya consiguieron una victoria los que pergeñaron este contrato
oscuro y se fueron del Gobierno quedándose con suculentas comisiones.
En el otro extremo, aparece como probable víctima una familia-tipo,
por ejemplo, de un barrio del Gran Buenos Aires, que para hacerse obligatoriamente
los documentos del padre, la madre y dos hijos tendrá que pagar
más 100 pesos. Una suma imposible, que producirá millones
de indocumentados.
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