Gracias a la vida
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Por Horacio Verbitsky La Sala II de la Cámara
Federal de la Capital confirmó ayer que no existe ningún
límite temporal para juzgar los crímenes de lesa humanidad.
Así lo dijeron sus integrantes, Horacio Cattani, Martín
Irurzun y Eduardo Luraschi, al rechazar un recurso presentado por la defensa
del ex dictador chileno Augusto Pinochet, en la causa por el asesinato
del ex comandante en jefe del ejército de su país, Carlos
Prats y de su esposa, Sofía Cuthbert, cuyo automóvil fue
volado en Buenos Aires en 1974 por la policía política chilena,
la DINA. De este modo, la Cámara Federal confirmó la decisión
adoptada en primera instancia por la jueza federal María Servini.
Los mismos camaristas ya habían rechazado en octubre del año
pasado la prescripción invocada en el mismo caso por los subordinados
de Pinochet en el asesinato de Prats, Manuel Contreras Sepúlveda,
Raúl y Jorge Iturriaga Neumann, José Zara Holger, Pedro
Espinoza y Mariana Callejas. Más allá del caso en sí,
el fallo de la Cámara desarrolla una jurisprudencia que también
será de aplicación a la nulidad de las leyes de punto final
y de obediencia debida dispuesta en marzo por el juez federal Gabriel
Cavallo, y que ha sido apelada ante la misma sala por los procesados Juan
Antonio Del Cerro, alias Colores y Julio Simón, alias Turco Julián.
Una práctica repugnante Luego de analizar el Estatuto de Nuremberg, la Declaración Universal
de los Derechos del Hombre, la Carta de las Naciones Unidas, los Estatutos
de los Tribunales ad hoc para la ex Yugoslavia y Ruanda y el Estatuto
de Roma de la Corte Penal Internacional, la Sala II de la Cámara
Federal sostuvo que los crímenes contra la humanidad son aquellos
cometidos en gran escala y en forma sistemática en contra de la
población civil, en todo o en parte. La ejecución de ex
funcionarios del derrocado presidente Salvador Allende fue una práctica
estatal corriente, aunque repugnante a la conciencia jurídica universal.
La propia justicia chilena estableció en el juicio por el asesinato
del ex canciller Orlando Letelier que la DINA aceptaba la violencia terrorista
como método para combatir a los opositores políticos. El
ultraderechista italiano Vincenzo Vinciguerra, a quien Servini tomó
declaración en Roma, dijo que los asesinatos de Prats, Letelier
y el ex vicepresidente Bernardo Leighton formaron parte de laOperación
Cóndor, con el propósito de impedir la eventual formación
de un gobierno en el exilio que molestara a Pinochet. El fallo cita abundantes
testimonios de ex agentes de inteligencia chilenos que depusieron sobre
las órdenes dadas por Pinochet para ejecutar los asesinatos y la
forma en que participaron los demás procesados. Pinochet y sus
subordinados utilizaron el aparato estatal en la consecución de
fines delictivos impropios del estado de derecho, con un objetivo de persecución
de ciudadanos como política sistemática, dijo la Cámara. El Partido Militar La decisión del juez Cavallo sobre la imprescriptibilidad del robo de la hija del matrimonio Poblete fue confirmada por la Cámara Federal y recurrida ante la Cámara Nacional de Casación Penal. El caso fue sorteado la semana pasada y correspondió a la sala que integran los jueces Juan Rodríguez Basavilbaso, Alfredo Horacio Bisordi y Liliana Catucci. Aunque ahora sólo tiene que pronunciarse sobre el caso de Claudia Victoria, esa misma sala intervendrá en los recursos que se presenten más adelante por la desaparición forzada de los padres y la nulidad de la amnistía. Por lo menos dos de esos tres camaristas de Casación son simpatizantes explícitos del Partido Militar. Durante la dictadura militar, Bisordi fue secretario del juzgado federal de Norberto Angel Giletta, al que concurría el señor de la vida y de la muerte en la Capital Federal, coronel Roberto Leopoldo Roualdés, interesado en el rechazo de los recursos de hábeas corpus que presentaban los familiares de detenidos-desaparecidos. En 1984 la Procuración General lo designó adjunto de Julio Strassera en el juicio a las Juntas Militares pero Bisordi renunció manifestando su identificación con los procesados. Cuando el ex presidente Carlos Menem lo propuso como juez de la Cámara de Casación, la Asociación de Abogados lo impugnó aduciendo que un apologista de la dictadura carece de idoneidad ética. Bisordi contestó que la Asociación de Abogados tenía una posición ideológica de extrema izquierda (sic). El 11 de noviembre de 1992, el senador Deolindo Bittel, que integraba la Comisión de Acuerdos del Senado, le recordó que entre los hábeas corpus rechazados estaba el de Carlos Grosso, quien estuvo 23 días encapuchado y sin embargo le contestaron que no estaba preso. Nadie iba a entrar dentro de los cuarteles a ver si le estaban diciendo la verdad o no, contestó Bisordi. Rodríguez Basavilbaso fue pinche de tribunales durante nada menos que 18 años. Entre sus destinos estuvo el tribunal especial disuelto por el Congreso al terminar la dictadura de 1966-1973. En agosto de 1976 rindió la última materia en la Universidad de Buenos Aires, al borde de los cuarenta años. Dos semanas después obtuvo su designación como secretario de juzgado. Ministro de Justicia era su primo, Alberto Rodríguez Varela. Raúl Alfonsín quisohacerlo juez, pero el Senado le negó dos veces el acuerdo, cuando los organismos de derechos humanos recordaron que denunció a Italo Luder por calumnias e injurias a la dictadura, por haber afirmado que la única alternativa válida que tiene el pueblo argentino es recuperar el poder, hoy enajenado por una minoría apátrida, traidora y antipopular. Fue designado fiscal federal en San Martín y allí pidió el sobreseimiento de Ramón Camps y Miguel Etchecolatz por una serie de atentados con bombas. Su ingreso por la ventana de la Cámara Federal de la Capital, en 1988, se debió a un pedido de los jefes de Estado Mayor del Ejército y la Armada, cuando Alfonsín quiso terminar con los juicios abiertos tres años antes. Hizo todo lo posible por dejar prescribir una causa contra el ex superministro José Martínez de Hoz por la ruinosa estatización de la Compañía Italo Argentina de Electricidad y no lo logró sólo por un error de un día en el cálculo de los términos. Catucci tiene un concepto anacrónico de su rol como jueza: cuando Poder Ciudadano le solicitó su declaración jurada de bienes hizo responder que la doctora no recibe a entidades privadas. La colectividad judía denunció que Bisordi, Rodríguez Basavilbaso y Catucci actúan movidos por prejuicios antisemitas y solicitó que fueran removidos de sus cargos. Según la acusación, tergiversaron en forma intencional hechos sometidos a su juzgamiento para proteger a neonazis violentos que habían golpeado a un hombre mientras le gritaban Heil Hitler y Mueran los judíos. El Consejo de la Magistratura no reunió los votos suficientes para destituirlos. |
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