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De la Rúa e Ibarra, enfrentados
por 4000 máquinas tragamonedas

Un decreto del Presidente autorizó la instalación masiva de máquinas de apuestas en la Capital, que funcionarían en las agencias de Lotería Nacional. El gobierno porteño lo rechazó y anunció que iniciará acciones legales en contra.

Ya hay cuatro empresas interesadas
en instalar máquinas como las que funcionan en los casinos.

Fernando de la Rúa, aquel gobernante que se opuso con tenacidad al funcionamiento del casino flotante en el puerto de Buenos Aires, cuando era jefe de Gobierno, autorizó ahora, vía decreto, la instalación masiva de máquinas electrónicas de apuestas, del tipo tragamonedas, en toda la ciudad. El decreto generó el rechazo del gobierno porteño, que iniciará acciones legales contra la norma, y de legisladores de todos los bloques:consideran que el decreto vulnera la autonomía que, en materia de regulación de juegos de azar, tiene la ciudad de Buenos Aires, donde además las máquinas tragamonedas están prohibidas por ley. Junto al Presidente, firman el decreto el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, y el ministro de Salud, Héctor Lombardo, en su último día como titular interino de Desarrollo Social, antes de la asunción de Juan Pablo Cafiero.
El decreto fue firmado el 27 de abril último y publicado en el Boletín Oficial en 3 de mayo. Sin embargo, el tema pasó inadvertido hasta ayer, cuando el diario BAE dio cuenta del interés de cuatro empresas en el negocio de las tragamonedas.
El decreto 494/2001 autoriza a Lotería Nacional a la “implementación de juegos de resolución inmediata por medio de máquinas electrónicas”, las que podrían ser instaladas en la red de agencias oficiales de la empresa estatal, en los bingos porteños y hasta en el Hipódromo de Palermo. La norma no hace referencia a lugar geográfico alguno, pero está claro que el único territorio donde Lotería Nacional tiene jurisdicción es la ciudad de Buenos Aires: en las provincias sólo puede operar por convenios con los gobiernos locales.
De acuerdo con la Constitución local, el control y la regulación de los juegos de azar es una atribución del Estado porteño. En el uso de esa facultad, la Legislatura sancionó en diciembre del año pasado la ley 538, que establece límites a la actividad. En estas dos normas se basará el gobierno porteño para rechazar el decreto presidencial.
“Vamos a instruir a la Procuración para que inicie acciones judiciales y extrajudiciales, a fin de resguardar la autonomía de la ciudad”, dijo a Página/12 el jefe de Gabinete porteño, Raúl Fernández. Por su parte, el procurador general de la ciudad, Juan Carlos López, adelantó que formulará un pedido de nulidad del decreto de De la Rúa, ante la justicia Contencioso Administrativa federal.
El tema generará revuelo también en la Legislatura, en la sesión del jueves. El diputado Enrique Rodríguez, de Encuentro por la Ciudad, sostuvo que el decreto firmado por De la Rúa es inconstitucional, y adelantó que realizará un planteo judicial “si es necesario, ante la Corte Suprema de la Nación”. “Además, es verdaderamente vergonzoso: la adicción hacia el juego se plantea principalmente en las máquinas tragamonedas”, dijo el legislador, y recordó el fenómeno que se da en los bingos del Gran Buenos Aires, donde los apostadores son principalmente menores y personas de bajos recursos.
Lo cierto es que a menos de dos semanas de publicado el decreto, ya aparecieron los interesados: la empresa Boldt, que explota 1500 máquinas en el Casino del Tigre y tiene otras 2500 más en distintos puntos de la provincia de Buenos Aires; la española Cirsa, que controla las 500 máquinas que operan en el Casino flotante del puerto de Buenos Aires; Recreativo Franco, proveedora de los bingos privados en territorio bonaerense, y la norteamericana IGT.
Según trascendió, el decreto apuntaría a instalar 4000 máquinas de apuestas electrónicas en distintos puntos. El gerente general de Lotería, Juan Carlos Demarco, explicó a Página/12 que la propuesta apunta a competir con “las nuevas máquinas que se están instalando en las agencias de loterías provinciales en la Capital”. “Se trata de reemplazar con nuevas tecnologías modalidades como la raspadita”, agregó el funcionario, quien prefirió no opinar sobre las diferencias generadas entre la Nación y el gobierno porteño.
El decreto firmado por De la Rúa establece que el 90 por ciento de la recaudación debe ser destinado a premios, sobre el resto, un 20 por ciento irá al Ministerio de Desarrollo Social; un 10 por ciento para Lotería; un 25 para el agenciero, y el 45 por ciento restante para el operador del sistema.

 


 

CONDENARON A UN COMISARIO EN ACTIVIDAD
A los golpes contra un preso

Un comisario de la Policía Bonaerense fue condenado a dos años de prisión en suspenso por golpear a un detenido con un palo de escoba, en la época en que era titular de la comisaría de Los Polvorines. Aunque la condena quedará en suspenso –el cargo de “severidades ilegales” está considerado un delito menor–, Oscar Fernández será removido de su actual puesto –titular de la comisaría 3ª de Quilmes– porque el tribunal también lo condenó a cuatro años de inhabilitación especial para ejercer funciones de seguridad, tanto en el ámbito público como privado.
En abril del año pasado, varios hombres que se encontraban detenidos en la comisaría de Los Polvorines –entre ellos, José Luis Canteros, de 48 años– iniciaron una protesta por las condiciones en que se encontraban los calabozos de la delegación. Concretamente, pedían que las celdas fueran más aireadas. En medio de la revuelta, el comisario Oscar Fernández y algunos de sus subordinados entraron a los calabozos y sacaron a los presos para llevarlos a la cocina.
“Varios detenidos que declararon en la causa contaron que Fernández llevó a Canteros de los pelos hasta la cocina”, contó a Página/12 Hernán Suazo, vocero de las fiscalías de San Martín. Según los testigos, el policía le pegó un puñetazo en el ojo a Canteros, y le pegó en varios lugares del cuerpo con un palo de escoba. “Ninguno de los presos pudo dar una razón para el ensañamiento de Fernández con el detenido”, agregó Suazo.
El Tribunal Oral número 4 de San Martín (compuesto por los jueces Carlos Poledo, Agustín de Estrada y Mónica De Benedetto) condenó por unanimidad a Fernández a dos años de prisión en suspenso, por el delito de “severidades ilegales”, y a cuatro años de inhabilitación especial, lo que le impide ejercer funciones de seguridad tanto públicas como privadas.
Pero al mismo tiempo, los magistrados rechazaron la figura de “incumplimiento de deberes de funcionario público”. “Sucede que, entre las funciones establecidas por la ley para un funcionario policial, no está contemplada la de carcelero. Esa es una función que deviene de las circunstancias cotidianas”, explicó Suazo.

 

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