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LOS LADRONES QUE OLVIDARON EL BOTIN EN EL BANCO
Asaltando a las apuradas

Era un robo express, pero
por cumplir con los tiempos, la banda dejó en el banco el bolso con casi todo el dinero recolectado.

Los ladrones llegaron en un auto de médico, pero robado.
El blanco fue la filial de Idiazábal del Banco de Córdoba.

Tenían las armas, tenían los disfraces, tenían el cronómetro. Todo estaba listo para el robo perfecto, pero en el último momento, los nervios de
principiantes les jugaron una mala pasada: cuatro ladrones que acababan de asaltar una sucursal del Banco de Córdoba se dejaron olvidado la mayor parte de su cuantioso botín durante la huida. En su afán por cumplir con las reglas del ya clásico robo express, los delincuentes escaparon de la filial llevándose el bolso con el dinero de las cajas de atención al público, mientras el maletín que contenía la plata extraída del tesoro dormía en el hall de la sucursal, ante la vista asombrada de empleados y clientes.
El robo había comenzado con éxito para los cuatro novatos: minutos antes de las 13 –hora en que finaliza la atención al público en los bancos provinciales y se abre el tesoro–, los asaltantes entraron a la filial que el Banco de Córdoba tiene en Idiazábal, un pueblo de 1600 habitantes ubicado a 30 kilómetros de Bell Ville. Dos de ellos iban disfrazados de médicos –o de enfermeros– con unas chaquetillas blancas, y habían llegado hasta la puerta del local en un Renault 18 con la inscripción “Centro Médico Arroyito” en una de las puertas. El gerente de la sucursal, Ramón Vivanco, contó que “tras tomar de rehén a un cliente, (los ladrones) obligaron a los dos guardias policiales a que les entregaran las armas. Así redujeron a los empleados y los hicieron tirar al piso boca abajo, al igual que a los seis o siete clientes que estaban (dentro de la sucursal) en ese momento”.
Mientras uno de los delincuentes vaciaba las cajas de atención al público, otro le apuntaba a los clientes y a los empleados de la filial. Los dos restantes se dirigieron al tesoro con el tesorero, lo amenazaron y lo obligaron a abrir los cofres de la bóveda. Luego, golpearon al hombre en la cabeza. Los siete minutos previstos en el plan original para el robo estaban por cumplirse.
“Cinco, cuatro, tres, dos, uno... ¡Nos vamos!”, gritó, desde una punta del salón, el miembro de la banda que llevaba el cronómetro. Los demás se le unieron y escaparon rápidamente del lugar, a bordo del Renault 18. Los cánones del robo express se habían cumplido a rajatabla: pocos minutos dentro de la sucursal, ningún herido de consideración, un jugoso botín. Un único detalle amargaba el sabor de la victoria: en el piso de la sucursal, ante la mirada atónita del tesorero y del resto de los presentes, los ladrones habían olvidado el maletín con el dinero del tesoro. Apenas se habían llevado la recaudación de las cajas, una cifra cercana a los diez mil pesos. “Estaban muy nerviosos, eran gente inexperta y se mostraron muy apresurados, por eso se olvidaron el bolso”, consideró Vivanco.
Según voceros de la policía cordobesa, los ladrones estaban armados con pistolas calibre 9 milímetros y una escopeta recortada. En cuanto al auto en el que se transportaban, se informó que el vehículo tenía pedido de captura, por haber sido robado en la ciudad de Córdoba. Las autoridades del banco se excusaron de dar a conocer el monto del botín que olvidaron los ladrones en la filial, hasta no haber realizado un arqueo definitivo.

 


 

UNAS 200 PERSONAS MANIFESTARON POR LA INSEGURIDAD
Manos blancas para reclamar

Con unas manos de cartulina blanca con la palabra “basta” escrita en la palma y alzadas estratégicamente hacia donde apuntaban las cámaras de televisión, y al grito de “Por la seguridad, basta de impunidad”, un grupo de aproximadamente 200 vecinos se reunieron en Plaza Italia para reclamar un combate más efectivo al delito. Pero además protestaron por cuestiones tan variadas como la “fornicación en la vía pública”, o “las patotas en los semáforos y estacionamientos”. La llamada Red Vecinal Interbarrial, un grupo de organizaciones barriales, responsabilizó al código de convivencia, a las leyes “benevolentes” y a los “jueces defensores de los delincuentes”, entre otros, de los inconvenientes que aquejan a la ciudad de Buenos Aires.
La cita al pie del monumento a Garibaldi fue a las 18.30 de ayer, y a cada uno que llegaba se le entregaba la manito de cartulina, con la consigna “manos limpias, manos libres”, según explicó a Página/12 Cristina Rondina, que hacía las veces de vocera de la Red. Los vecinos de Palermo eran mayoría, pero poco a poco fueron llegando habitantes de otros barrios porteños, como Saavedra, Recoleta y Constitución.
Sobre el costado de la plaza que da a la avenida Las Heras, los convocantes habían desplegado una bandera, con una leyenda que rezaba: “Basta de impunidad. Paren las leyes que amparan la delincuencia”. Del otro lado, sobre Santa Fé, estacionaron los móviles de los canales de televisión. Una de las vecinas advirtió la dificultad de las cámaras de acercarse hasta donde ellos estaban, e instó a los manifestantes a cruzar la Plaza Italia, argumentando la necesidad de “ir para allá porque la tele no viene para acá. Vamos donde están las cámaras”, arengó. El cruce generalizado no se hizo esperar, y cuando en semicírculo, frente a las deseadas lentes, se agruparon los vecinos agitando las manitos de cartulina, comenzó el acto propiamente dicho.
“¿Ibarra, dónde está?”, se preguntaba el canto de la gente. “¡Seguridad!”, reclamaban al unísono. Y cada uno se preocupaba por contar su experiencia de robos, asaltos y dificultades para caminar tranquilos por las calles. Bajo una bandera que pedía la “sanción efectiva a la oferta y demanda de sexo público en la calle”, Miguel Angel García Moreno, un vecino de Palermo, pedía por la modificación del código de convivencia, y aseguraba que “la corrupción es la madre de todos los males”.
Entre un vecino que repudiaba “a los diputados que legislan en favor de los delincuentes”, y otro que pedía más poder para que los policías puedan actuar, estaba el Teniente Coronel retirado Emilio Nani –que se hizo conocido por devolver una medalla en señal de protesta por la conmutación de penas a los presos por La Tablada–, que llamó a “la participación de los vecinos”, se quejó por la “falta de compromiso” y aseguró ser “solidario” con sus vecinos del barrio de Palermo.
“Le decimos no a la muerte y sí a la vida”, decía Cristina Rondina por el altoparlante. “Hoy como nunca estamos unidos, en nombre de todas las víctimas que murieron por las leyes impunes”, sostenía, en medio de los aplausos y los pedidos de justicia de los allí reunidos. Exultante, por lo que para ella significaba una importante convocatoria, Rondina extendía sus reclamos: “Que saquen la droga, los travestis y la prostitución de la calle”. “Que no haya más casas tomadas ni malandras”, se sumó otro. Finalmente convocaron a una apagón ayer mismo, entre las 22 y las 22.10, “en repudio a la indiferencia gubernamental”.

 

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