Por Diego Fischerman
Los astronautas bajan de la
nave. Pisan la superficie de la luna. La imagen, en un borroso blanco
y negro (o lluvioso, según el televisor de cada uno), fue vista
en todo el mundo. Pero la imagen no tenía sonido. Ni para registrar
lo que, casi permanentemente, los astronautas escuchaban en la nave ni
para permitir saber cuáles fueron las palabras que precedieron
a la decisión de bautizar dos cráteres con los nombres de
dos temas de Ralph Towner: Icarus y Ghost Beads.
Los dos temas habían sido grabados por el extrañísimo
Paul Winter Consort, donde coexistían suites de Bach para laúd,
música brasileña y temas originales de los integrantes del
grupo.
Entre ellos había tres amigos. Dos de ellos se habían conocido
en la escuela, se habían ido juntos a Europa, para estudiar uno
contrabajo en Copenhagen y el otro guitarra en Viena. A la vuelta, Towner,
el guitarrista, reservaba este instrumento para los conciertos clásicos
y, para tocar jazz usaba el piano (imitaba a Bill Evans junto Glenn Moore,
su amigo contrabajista, que imitaba a Scott La Faro) usaba el piano. Ambos
entraron a la Universidad de Oregon, estuvieron en Woodstock acompañando
a Tim Hardin un músico folk y allí conocieron
a Collin Walcott, un etnomusicólogo recibido en la Universidad
de Los Angeles, California, discípulo en instrumentos indios de
Ravi Shankar, a quien asistía como manager de escenario. Paul McCandless
era oboísta de la Sinfónica de Indiana y tocaba, también,
en el grupo de Paul Winter. Los cuatro empezaron a reunirse en un estudio
en las colinas de Hollywood llamado The Farm para improvisar, grabar y,
cosas de la época, inventar una nueva música. Oregon grabó
entonces dos discos, casi simultáneamente. Uno no salió
porque al sello, Vanguard, le pareció demasiado poco comercial.
El otro, registrado en ECM (una empresa que recién se formaba con
unos pocos nombres en su catálogo, entre ellos el de Keith Jarrett)
no pudo utilizar el nombre Oregon y, ni siquiera, a los cuatro músicos
juntos. De ahí que ese álbum con el que Ralph Towner comenzó
su brillante carrera en ECM se llame Trios and Solos. Allí toca
todo Oregon pero, en ningún momento, lo hace como cuarteto.
Ya desde los comienzos de Oregon, Towner desarrolló sin problemas
una carrera solista paralela. Diary (mitad del disco con guitarra, mitad
con piano), Dis (en dúo con el saxofonista noruego Jan Garbarek),
Solstice (ganador del Premio Alemán del Disco) y Shadows and Light,
ambos con Garbarek, Eberhard Weber y Jon Christensen, Batik (en trío
con Eddie Gomez y Jack De Johnette), Matchbook (en dúo con Gary
Burton), su participación en I Sing The Body Electric de Weather
Report, en Arbour Zena de Keith Jarrett, en Der Wan de Kenny Wheeler y
en Sol do Meio Dia de Egberto Gismonti, marcaron una impresionante seguidilla
de grabaciones perfectas. Mientras tanto, Oregon se convertía en
uno de los grupos más originales de la segunda mitad del siglo
XX, incorporaba sintetizadores a su sonido militantemente acústico
y, en 1984 moría Collin Walcott, se producía una suerte
de retiro de la escena, y Towner, reconocido como su maestro por Gismonti,
seguía produciendo discos ejemplares. Nuevos dúos con Burton,
con Gary Peacock y con John Abercrombie; álbumes como Open Letter
y Anna; músicas para ballets de Pilobolus y Alvin Ailey.
En el recién publicado Anthem, los instrumentos son la guitarra
clásica y la de 12 cuerdas. Junto a una mayoría de maravillosos
temas propios, Towner elige dos ajenos: Glorias Step
de La Faro y Goodbye, Pork-Pie Hat de Mingus. Towner hace
gala de un uso polifónico del instrumento, riqueza colorística
(uso de sordina, pizzicato, armónicos), la misma fluidez armónica
de siempre (los acordes siempre suenan naturales y hasta inevitables en
la música de Towner) y un registro que va desde la miniatura (los
brevísimos e imprevisibles movimientos de Four Comets
y de Three Comments) hasta el más largo aliento de
Solitary Woman o The Lutemaker.
|