Por Gabriel A.
Uriarte
De la misma manera que sólo
Nixon podía ir a China, se dirá que sólo un Bush
puede cambiar la política norteamericana hacia Irak. Ayer se supo
que Estados Unidos apoyará una resolución la semana que
viene en el Consejo de Seguridad de la ONU para una modificación
fundamental de las sanciones que Bill Clinton defendió con bombas
y misiles Tomahawk en 1999. Los cambios incluirían permitirle a
Irak la importación de productos no militares, reanudar los vuelos
civiles a Bagdad, reducir o eliminar las zonas de exclusión
aérea y la libre exportación de petróleo y
libertad para la inversión extranjera en ese sector. Superficialmente,
todo esto podría parecer una victoria de la comunidad internacional
contra la intransigencia de la Casa Blanca, logrando que incluso
George W. Bush acepte alterar las sanciones impuestas durante la administración
de su padre. Pero es una lectura demasiado general. La realidad es bastante
más sórdida. El cambio de actitud en Washington pudo o no
ser una victoria del sentido común, pero ciertamente lo fue para
la industria petrolera. Y, en consecuencia, de su hombre en la Casa Blanca,
el vice Dick Cheney.
El ex director de la petrolera Halliburton sabe que sus vínculos
con el big oil son mucho menos que secretos. Es por eso que le cedió
el protagonismo al secretario de Estado, Colin Powell. En efecto, Powell
siempre aseguró que buscaba una revisión del régimen
de sanciones, lo que se interpretó como otra muestra de su
gradualismo multilateralista. Quizá fuera así a nivel personal,
pero institucionalmente su política estaba siendo dictada por otras
personas, y por otros motivos. El hombre clave es Richard Haas. Antes
de ser director de planeamiento político para Powell,
Haas había dirigido un proyecto sanciones en el instituto
Brookings, donde enfatizaba que, además de causar problemas
estratégicos para Washington, las sanciones dañan
a industrias en particular, como, por citar un ejemplo, la
industria del petróleo. El dinero para su revisionismo vino
primordialmente desde petroleras como Arco, Conoco y Santa Fe (que tuvo
la cortesía adicional de colocar a Haas en su directiva). Estas
compañías también financiaron a una serie de papers
del Brookings con títulos como Para Desmantelar la Contención,
Reemplazar la Retórica de los Estados Paria, y, claro,
Irak, Tiempo de Cambios.
Pero la victoria de las petroleras no se explica sólo por su control
del Departamento de Estado. Al contrario, hasta ahora Powell perdió
la mayoría de las disputas internas en Washington, especialmente
frente al Pentágono de Donald Rumsfeld. Fue el secretario de Defensa
quien maquinó los últimos ataques contra Bagdad que
arruinaron una gira de Powell por Medio Oriente para consensuar una modificación
de las sanciones, y es su segundo, Paul Wolfowitz, el que apoya
más insistentemente el aislamiento total de Saddam Hussein. Pero
gran parte de la influencia de Rumsfeld se debió a su relación
con Cheney, y, respecto a Irak, el vicepresidente tenía relaciones
más importantes. Su comisión sobre energía,
cuyos miembros son todos ex ejecutivos de corporaciones del sector, enfatizó
hace poco que el suministro de energía a Estados Unidos se
ve complicado por las sanciones contra Irak y los daños que causan
a nuestras compañías petroleras. Ahora que Washington,
seguido por Gran Bretaña, cambió su postura sobre el tema,
no hay dudas de que recibirá el apoyo del resto del Consejo de
Seguridad, países que siempre buscan hacer negocios en Irak.
¿Qué queda de la contención a Saddam?
Los informes de Haas y otros afirman que, a cambio de modificar las sanciones,
Estados Unidos podría conseguir apoyo para instituir controles
muy estrictos para que Saddam no refuerce su régimen y su arsenal
de armas de destrucción masiva. Pero estos controles son
hipotéticos, mientras que el cambio de sanciones ya es un hecho.
Así, los halcones en la Casa Blanca deberán confiar en que
lo que es bueno para Halliburton es bueno para Estados Unidos.
Claves
Gran Bretaña,
apoyada por Estados Unidos, presentará la semana que viene
una resolución ante el Consejo de Seguridad de la ONU para
desmantelar gran parte del régimen de sanciones que rige
contra Irak desde la Guerra del Golfo. Es seguro que los otros países
del Consejo la apoyarán.
La clave en el cambio
de actitud Washington es la influencia de la industria petrolera
norteamericana, que ansía invertir en Irak, sobre el Departamento
de Estado y, especialmente, el vicepresidente Dick Cheney.
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LOS
CINCO POLICIAS PALESTINOS MUERTOS EL DOMINGO
Esta vez fueron balazos por error
Mandos militares israelíes
han reconocido oficiosamente haber matado por error a los cinco policías
palestinos del puesto de Beitunia, el pasado domingo por la noche, cuando
se encontraban cenando en el interior de su casamata. Y el jefe del Estado
Mayor, el general Saul Mofaz, ha anunciado la formación de una
comisión para investigar el caso.
La muerte de los cinco policías palestinos fue un error debido
a la mala información facilitada por los servicios de información.
Los soldados pensaban que atacaban una posición ocupada por miembros
de la Fuerza 17 o de otro servicio de seguridad, cuando en realidad eran
policías, que no se dedican a actividades terroristas, aseguró
ayer un mando militar israelí a una agencia de prensa internacional.
También ayer, y coincidiendo con estas declaraciones, comparecía
ante la prensa palestina el policía Ahmed al Najjar, único
superviviente de la matanza, quien explicó de manera detallada
cómo sufrieron un atentado en el que logró salvar la vida
porque un sargento lo obligó a esconderse en el interior de una
letrina, desde donde pidió ayuda con un teléfono móvil.
Sin embargo, el policía no pudo evitar que el sargento que le salvó
la vida muriese junto a él como consecuencia de las heridas producidas
por las balas de los israelíes.
Mientras tanto, ayer continuaron produciéndose incidentes entre
israelíes y palestinos, especialmente en la Franja de Gaza, donde
los blindados del ejército efectuaron cinco incursiones. Una de
estas operaciones tuvo como objetivo desmantelar una fábrica de
productos lácteos en Kfar Darom con la excusa de que desde allí
se habían efectuado disparos contra los soldados. En otra de estas
incursiones murió alcanzado por las balas un muchacho palestino
de 14 años.
Por su parte, los activistas palestinos atacaron ayer la línea
férrea de Tel Aviv a Haifa, la más importante de Israel,
donde un artefacto estalló minutos después de que hubiera
pasado un convoy de viajeros, provocando desperfectos e interrumpiendo
durante dos horas el tráfico ferroviario. También se registró
una explosión en Jerusalén Oriental, sin que hubiera víctimas.
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