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UNOS 15 MIL MILLONES, TASA DEL 15 POR CIENTO Y HASTA 5 AÑOS DE GRACIA
El canje de deuda que alegra a banqueros

Para aliviar desembolsos de 3 mil a 4 mil millones por año en los próximos cuatro, Economía trocará bonos con una tasa promedio del 9 por ciento por otros al 15. Organizadores de la operación afirmaron a Página/12 que el monto alcanzaría los 20 mil millones. Claves del canje.
Domingo Cavallo, ministro de Economía, exponiendo en la Universidad Austral, apuesta al canje. El riesgo país bajó a 991 puntos. A ese nivel, la tasa del canje será “ruinosa” para el país.

Por Claudio Zlotnik

Lejos de resolver los problemas económicos, el megacanje que dentro de dos semanas lanzará el Gobierno aparece como una fuga hacia adelante en medio de la actual crisis. Uno de los organizadores de la operación confirmó a Página/12 que la tasa de interés promedio de los nuevos títulos de deuda rondará el 15 por ciento anual, un costo altísimo que deja al descubierto la desconfianza de los inversores en la Argentina. Para aliviar los compromisos de corto plazo, una porción de los nuevos bonos contará con un período de gracia de entre tres y cinco años, lapso durante el cual Economía no deberá pagar intereses. Pese a que en un primer momento Domingo Cavallo se ilusionó con una megaoperación superior a los 20 mil millones de dólares, el canje llegaría –como mucho– a los 15 mil millones. Ayer, los títulos públicos subieron entre 1 y 1,8 por ciento y el riesgo país cayó 16 puntos, a 991.
Para los poseedores de títulos de deuda, el megacanje se presenta como un negocio fabuloso. De alguna manera, el Estado les asegura una rentabilidad anual del 15 por ciento para los próximos años. Así y todo, los inversores se muestran renuentes a aceptar el trueque. ¿Por qué alargar los plazos de las acreencias en un país poco confiable, que soporta una recesión económica desde hace tres años?
Esa duda es la que gana adeptos tanto en la city como entre los fondos de inversiones de Wall Street. Distintas fuentes consultadas por este diario, participantes de las negociaciones, realizaron el siguiente análisis, en diálogo con Página/12.
En total, los bancos poseen bonos por 15 mil millones de dólares. Pero de ese monto sólo estarían dispuestos a canjear una cuarta parte. Es decir, 3750 millones. El aporte de las entidades financieras podría ser superior si se incluyeran las Letras del Tesoro (Letes). En sus carteras, los bancos poseen 2500 millones en estos títulos, pero lo más probable es que éstos queden afuera de la operación.
Las AFJP tienen 11 mil millones de dólares en bonos del Estado. A los que se añaden otros 2800 millones en poder de las compañías de seguros. Todavía no hay una estimación aproximada respecto del monto que acercarán al megacanje esos agentes, que en su totalidad retienen títulos de entre 20 y 30 años de plazo. Si bien el problema de la Argentina es su deuda de corto plazo, por los bonos de largo Economía paga capital e intereses cada tres y seis meses. Por eso, se les propondrá entregar esos títulos a cambio de otros –también de hasta 30 años de plazo–, pero que gozarán de un período de gracia de entre tres y cinco años.
Por último, están los fondos de inversiones del exterior. Se calcula que se reparten bonos por unos 30 mil millones de dólares, la mayoría también de largo plazo. Los fondos más importantes son Templeton, Alliance y JP Morgan Asset Managment. Son los menos convencidos por entrar al megacanje porque desconfían de la marcha económica. En un principio se calculaba que aportarían entre 8 mil y 10 mil millones. Ahora, en cambio, la expectativa cayó a no más de 3 mil millones. En un último intento por seducir a los inversores, funcionarios del equipo económico viajarían de nuevo a Europa y a Wall Street en los próximos días.
A cambio de los títulos que se rescaten, Economía emitirá cuatro nuevas emisiones, a plazos de entre 6 y 30 años. El prospecto explicativo del megacanje llegará hoy a la SEC, la entidad que regula el negocio bursátil en los Estados Unidos. Algunas claves de la operación son las siguientes.
¿Qué gana Economía con el megacanje?
–Básicamente, estirar los vencimientos de la deuda de los próximos cuatro años. En ese lapso, la Argentina debe afrontar pagos por 65 mil millones de dólares (45 mil millones de bonos y 20 mil millones de préstamos de organismos multilaterales). De acuerdo con las últimas estimaciones, el canje servirá para aliviar pagos por entre 3 mil a 4 mil millones por año, entre 2001 y el 2005.
¿A qué precio comprará los títulos en circulación?
–A valor de mercado. Esta condición es mejor para el Estado ya que un bono que en su momento emitió a 100 pesos de valor nominal, ahora lo rescatará a un precio sensiblemente inferior. El costado negativo es que se endeudará a tasas de interés mucho más elevadas que en el pasado (los bonos en circulación rinden un 9 por ciento en promedio).
¿Qué ganan los inversores?
–Obtendrán activos que les asegurarán un rendimiento anual del 15 por ciento anual.
¿Arrancará la economía después de concretada la transacción?
–En todo caso, el megacanje servirá para salir de terapia intensiva. Si, en efecto, alcanza al menos a 15 mil millones, se aliviará el peso de la deuda para los próximos años y alejará el temor a la cesación de pagos. Además, Domingo Cavallo apuesta a que, tras la operación, el riesgo país se desmorone, bajen las tasas de interés y el Estado pueda seguir refinanciando la deuda a costos más baratos.
¿Por qué no se emiten bonos garantizados por el BID, el Banco Mundial o el Tesoro de los Estados Unidos?
–Los organismos multilaterales podrían garantizar emisiones pequeñas pero no una de esta envergadura. Por otra parte, si lo hicieran sería a cambio de suspender los programas en curso, que significan ingresos de fondos frescos al Palacio de Hacienda.

 

“Revertirá la confianza”

Para Domingo Cavallo, el megacanje permitirá “revertir la confianza” de los inversores en la Argentina, al tiempo que culpó de la actual crisis a Pedro Pou, quien “hizo que en el exterior tengan desconfianza de los bonos argentinos”. Durante una disertación organizada por la Universidad Austral, Cavallo dijo que la recuperación total de la competitividad de la economía argentina demorará “dos años”, y mencionó que para lograrlo continuará con su política de “abaratar los costos de las nuevas inversiones y eliminar los impuestos distorsivos”.
Luego de resaltar la figura del flamante titular designado del Central, Roque Maccarone, sobre quien existen dudas de que el Senado apruebe su pliego (“es el mejor banquero de la Argentina”, señaló), el ministro se dedicó a repartir dosis de optimismo entre quienes lo escuchaban. Por un lado, prometió que “se eliminarán todos los impuestos distorsivos” y que “los aportes patronales serán computados a cuenta del IVA”. Según Cavallo, bajo ese esquema “todos deberán pagar IVA y ganancias”.

 

EL CITIGROUP COMPRO EL GRUPO MEXICANO BANAMEX
Sin tequila ni mariachis

Por Claudio Scaletta

12.500 millones de dólares, la mitad en efectivo y la mitad en acciones, fueron necesarios para que el grupo financiero estadounidense Citigroup absorba al grupo mexicano Banamex-Accival. La estrategia internacional apunta a ganar posiciones en el segmento del mercado regional. En Argentina el resultado será otro. El Bansud, la entidad que localmente controla el Banamex, saldría de cotización. Por la compra del Citi y por esa última especulación, su acción se disparó ayer casi el 30 por ciento. Desde setiembre, cuando el Citi local se haga cargo de su inesperada adquisición, el escenario más probable será el desguace operativo del Bansud. El Citi sumará las sucursales que le interesen y liquidaría las restantes.
Desde que tres años atrás el Banamex adquirió el 60 por ciento de las acciones del Bansud, las cuentas entraron en rojo perpetuo. Durante el 2000 los resultados negativos llegaron a los 150 millones y, de acuerdo a datos del Banco Central, sólo en enero de este año las perdidas sumaron más de 40 millones. Desde que son accionistas mayoritarios los mexicanos fueron reemplazando al management local y hoy restan sólo dos ejecutivos argentinos. Aunque oficialmente la gente del Bansud atribuye el rojo a la crisis rusa de agosto del ‘98, analistas del mercado local consideran que las pérdidas se debieron a graves errores de gerenciamiento. Según estas fuentes, el Bansud equivocó su estrategia al abandonar el sector de grandes empresas como principal cliente y pasar al minorista (individuos y pequeñas y medianas empresas). De esta opción resultó una elevada morosidad que lo condujo a una situación de nula rentabilidad. El verdadero efecto de la crisis rusa fue otro: el accionista mayoritario decidió desde entonces cortar cualquier aporte de fondos frescos. Los últimos desembolsos del Banamex asumieron la forma de créditos.
En el Citi estaban sorprendidos, pero contentos con la noticia. La nueva adquisición, de la que se harán cargo a partir de septiembre, trae la solución para uno de sus retrasos en el mercado: la cantidad de sucursales. Contra cifras varias veces centenarias de sus competidores, el Citi, el séptimo banco del mercado local en términos de depósitos, sólo cuenta con 90 sucursales. El Bansud, 17º en el ranking de depósitos y con apenas poco más de 1 por ciento de participación en el mercado, cuenta con 72 filiales.
Uno de los principales accionistas del Bansud describió a Página/12 los escenarios posibles tras la fusión. El menos probable es que el banco se mantenga independiente como una segunda marca con el aporte de “la mirada fresca y diferente que frente al actual accionista mayoritario, tiene el Citi sobre el mercado local”. La otra es que el Bansud sea liquidado sumando sus activos más útiles al Citi. En ese caso –según indicó a este diario un analista del mercado– “el problema será para la Asociación Bancaria”.
A nivel global, la adquisición –consistente con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA)– permitirá al Citigroup aprovechar el potencial de México, el 90 por ciento de cuyas exportaciones tienen como destino Estados Unidos. La fusión permitirá también al Citi consolidar su presencia en el creciente mercado hispano de su país.
Después de que la operación se concrete, lo que se espera suceda en el cuarto trimestre, los activos combinados operarán en México bajo la marca de Banamex, señalaron ambas compañías. Con 1300 sucursales en todo México, el Banamex es la segunda compañía de servicios financieros tras el BBVABancomer, que pertenece al grupo español Banco Bilbao Vizcaya Argentaria.

 

OPINION
Por Roberto Feletti *

Reforma del Estado con la sociedad

Es un lugar común plantear los temas sobre los cuales el sistema político no se hace cargo. El primero y obviamente el más denso es el referido al rápido agotamiento del modelo surgido en la década del 90, incapaz de generar un ciclo de crecimiento y caída del desempleo desde hace tres años; el segundo más opaco, en este período, es el no haber abordado ya desde hace tiempo lo que se ha dado en llamar las reformas del Estado “de segunda generación”, por el cual se eleve la calidad de la oferta de los servicios públicos (educación, salud, programas sociales y regulación de los mercados concesionados al sector privado).
No es mi intención referirme a las dificultades que se le plantean a la política respecto de representar las demandas de una sociedad exhausta en términos de distribución del ingreso o a un poder económico surgido de la década del 90 que intenta consolidar su esquema de acumulación de beneficios, sino a la necesidad de activar una reforma del Estado con la sociedad, hecho que constituye uno de los núcleos duros de la política del Frepaso y a la vez de los factores de la crisis de la Alianza a nivel nacional.
La reforma del Estado inmediata a la hiperinflación se centró en conceder al sector privado mercados altamente rentables, a cambio de una modernización, que se revela en el presente como muy costosa, así ocurrió con el sector público empresario y con el sistema previsional. Sin embargo, la holgura fiscal de los primeros años de la década del 90 no fue aprovechada para encarar reformas en el sector salud, educación y seguridad social en general que permitieran elevar la calidad de los servicios que el Estado brinda en esas áreas.
La inviabilidad que presenta hoy para el oficialismo y la oposición en cualquiera de sus formas para legitimar un modelo que expulsa cotidianamente gente hacia la miseria se vería atenuada si se hubiera encarado un conjunto de reformas del Estado dirigidas a la sociedad (al menos por parte de la coalición posmenemista). La transferencia desde la nación hacia las provincias del gasto social sólo sirvió para diluir responsabilidades políticas ante la crisis, pero no para mejorar su administración.
No es posible que después de una década de reestructuración económica y social argentina no cuente con un adecuado sistema de seguro de desempleo para los jefes de familia de más de 40 años, a pesar de que el desempleo abierto lleva 7 años en un promedio del 15 por ciento, tampoco es aceptable que la educación pública, sobre todo en el nivel secundario, no sea capaz de mejorar las condiciones de empleabilidad en un contexto en que la capacitación es decisiva para acceder al primer empleo, tampoco se sostiene la coexistencia de tres sistemas de salud (público, obras sociales y privado en sus distintos segmentos) frente a las carencias de cobertura presentes, y por último las dificultades para atender la pobreza focalizada a través de programas centralizados sin mediaciones entre el Estado y los asistidos.
La crisis que va desde la economía a la política, y no al revés como se la presenta, está definida por el estancamiento de un modelo de acumulación construido en los ‘90, basado en servicios, explotación de recursos naturales y el ensamblado de importados, que encontró límites para evolucionar mucho más rápido que sus predecesores que signaron la Argentina moderna, el agro-exportador y el industrializador-mercado internista, pero al igual que los dos anteriores su crisis como los ‘30 y los ‘70 impacta fuertemente en el sistema de representación política.
Lo grave es que una vez más, como en la resolución del desmadre hiperinflacionario, produzca que la agenda sea puesta exclusivamente por el poder económico ante el vacío de representación de la sociedad.
Concretamente, es posible que las necesarias reformas “de segunda generación” del Estado sean impuestas a partir de los fondos públicos residuales que queden después de atender los servicios de la deuda pública. Estos servicios pueden alcanzar un nivel de casi un tercio delpresupuesto nacional, si la tasa de interés del megacanje de bonos refleja el “riesgo país”. Sin embargo, el déficit fiscal operativo no supera el 1 por ciento del PBI.

* Presidente del Banco Ciudad.

 

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