Por Julian Borger
Desde
Washington
El presidente George Bush lanzó
ayer un plan energético que aumentará dramáticamente
la cantidad de excavaciones petroleras, centros de energía y plantas
nucleares en todo el país, adviritiendo de un futuro más
oscuro para Estados Unidos a menos que se haga algo en torno a la
peor escasez de energía desde los años 70. Trazando
el perfil de su plan en Minnesota, Bush afirmó que era posible
incrementar dramáticamente la extracción de petróleo
y el minado de carbón sin daños serios al medio ambiente
y volvió a afirmar su intención de abrir las zonas protegidas
de Alaska en el Artico a la extracción de petróleo. La
verdad es que la producción de energía y la protección
del medio ambiente no son prioridades competitivas. Son aspectos duales
de una sola intención de vivir bien y sabiamente en el planeta
Tierra, dijo Bush.
Sin embargo, defensores del medio ambiente y congresistas demócratas
rápidamente retrataron el plan elaborado por un equipo especial
dirigido por el vicepresidente Dick Cheney como el programa de un
contaminador, elaborado en secreto para servir los intereses de grandes
corporaciones como la industria del petróleo, en la que Bush y
Cheney participaron en el pasado. En una columna en el Washington Post,
el ex presidente Jimmy Carter puso en cuestión las afirmaciones
de la Casa Blanca de que el país estaba enfrentando una crisis
comparable con los shocks petroleros de los años 70, cuando los
precios de la energía se duplicaron en el curso de unos pocos meses
y se formaban largas colas de automóviles ante las estaciones de
servicio. Hoy no existe ninguna crisis de energía que pueda
igualarse de manera alguna con las que enfrentamos en 1973 y 1979 escribe
Carter. Los suministros mundiales son adecuados y razonablemente
estables, las fluctuaciones de precios son cíclicas, las reservas
son abundantes y no hay filas automóviles esperando en las estaciones
de servicio.
El informe de la Casa Blanca sostiene que el consumo de energía
va a incrementarse un tercio en las próximas dos décadas,
y que si sigue creciendo al mismo ritmo que en la última, el suministro
de energía se va a acabar. Bush apuntó a la ola reciente
de cortes de electricidad en California como lo que puede estar por venir
a nivel nacional, negando la expectativa rutinaria de cada día
de que, al pulsar un interruptor, la luz se va a encender. Según
Bush, la amenaza es lo suficientemente seria para justificar la relajación
de las limitaciones medioambientales. El refugio de vida silvestre en
el Artico debe ser abierto, argumentó, porque las nuevas tecnologías
permiten la extracción de petróleo con mucho menos daño
para el medio ambiente que antes. El refugio puede producir hasta 600.000
barriles de petróleo por día, dijo Bush, lo mismo que ahora
Estados Unidos compra de Irak un ejemplo del modo en que la nueva
exploración petrolera puede reducir la dependencia norteamericana
respecto a poderes externos hostiles. Bajo el plan, las regulaciones
que gobiernan la extracción de carbón y la puesta en marcha
de nuevas plantas nucleares serían relajadas. El gobierno federal
adquiriría el poder de disponer de tierras para la construcción
de cables de transmisión de energía, y para despejar el
camino a 57.000 kilómetros de nuevos conductos de gas natural.
El plan contempla la necesidad de 1900 nuevas plantas de generación
eléctrica en los próximos 20 años, más de
una por semana.
Asociaciones medioambientalistas como Amigos de la Tierra en Londres y
el Worldwatch Institute en Washington dijeron que la Unión Europea
y otros países desarrollados podrían adquirir una ventaja
competitiva al adoptar nuevas tecnologías tales como la energía
solar y de hidrógeno, dejando a Estados Unidos con industrias anticuadas
como las del carbón, el petróleo y la energía nuclear.
Un vocero de la primera dijo que en vez de atacar seriamente el
problema del despilfarro de energía en la economía más
derrochadora del mundo, la estrategia energética de Cheney simplemente
da luz verde a un consumo aún más rápido de los combustibles
fósiles y unouso aún mayor de la energía nuclear.
La administración enfrentará protestas internas y externas
si trata de poner este plan en acción.
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