Por P. P.
Saben que no son sólo
un instrumento y que a veces son ellos los que nos tocan a nosotros.
Ellos son los tambores los viejos dioses, y nosotros,
La Chilinga, los feligreses paganos. La frase está impresa en el
librito del segundo disco del grupo/escuela de percusión que reavivó
modestamente la cultura murguera en Buenos Aires. Los responsables atribuyen
el fenómeno a una aparición en la cortina del programa futbolero
El Aguante, y a la autoría de la base de Verano
del 92, acaso el hit más masivo de Los Piojos. El asunto
es que, más allá de cuestiones de popularidad, La Chilinga
ostenta el curiosísimo record de haber editado dos álbumes
siendo un grupo argentino de percusión. Después de un debut
casi por completo instrumental (titulado, precisamente, Percusión),
el colectivo de tambores decidió ocuparse de las canciones, resumir
los años de investigación sonora tercermundista y combinarlos
con las nociones de una cultura inequívocamente rockera. Entonces
grabaron Viejos Dioses.
Venimos investigando todo tipo de ritmos desde el comienzo,
cuenta Pol Neiman, voz, guitarra y armónica. Y si bien en
la escuela se siguen laburando esos ritmos más básicos como
la murga, hay una necesidad de avanzar y despegar de las cosas tradicionales
hacia algo más elaborado. Dani Buira, ex baterista de Los
Piojos y cerebro percusivo de La Chilinga (que esta noche se presenta
en el boliche El Borde, en la estación de Temperley), dice que
la incorporación de rasgos explícitamente rockeros guitarras
eléctricas bluseras, dosis de psicodelia tiene que ver con
los gustos de los autores. Nos gustan tanto los Beatles y los Rolling
Stones como tocar el tambor. Preferimos meter guitarras eléctricas
antes que imitar a un grupo africano de percusión. Somos
rockeros. La Chilinga es rockero, determina Raulo Giberman, bajo
y bombo. Buira reconoce que es fuerte el hecho de que una
banda de percusión argentina vaya por su segundo disco. Yo
pensaba que eso sólo pasaba en Brasil, o en Africa, comenta.
A propósito, ¿cómo ven a La Chilinga como proyecto
internacional? Parece un grupo que encaja perfecto en la world music.
Buira: Te tienta que te conozcan afuera, pero todavía hay mucho
por hacer acá. En verdad, muy pocos países tienen buen nivel
de percusión. Yo también creo que La Chilinga podría
funcionar en el extranjero, pero primero tenemos que hacernos fuertes
acá, que la gente del interior conozca una comparsa de tambores.
Una vez vi a unos grupos de percusión en el Central Park y me dio
una vena... La Chilinga ahí hubiera sido impresionante, porque
con esos grupos no pasaba nada.
Detrás de la banda y la escuela, ¿hay una idea de
La Chilinga como movimiento social?
Buira: Sí. Los 24 de marzo, por ejemplo, salimos siempre con la
gente de HIJOS, el Día del Niño hacemos cosas con UNICEF.
Este 25 de mayo vamos a estar tocando en Florencio Varela a beneficio
de la parroquia del padre Miguel. Está por cerrar un comedor que
alimenta a 600 personas por día, y queremos apoyar la movida. La
entrada es un alimento no perecedero.
¿Y cómo manejan esas invitaciones?
Buira: Tenemos cuidado. Porque nos llueven muchas cosas y a veces los
fines no son del todo claros. Cuando tocás gratis te llama mucha
gente. En épocas de campaña te llaman de todos los partidos
(nos ha llamado hasta Eduardo Duhalde), pero no podemos ir detrás
de una caravana. Nunca lo hicimos.
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