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“EL AMOR Y EL ESPANTO”, DE JUAN CARLOS DESANZO
Borges en sus laberintos

Miguel Angel Solá se mete en la
piel del escritor, en un film que lo retrata desolado por la llegada del peronismo al poder. El guión de José Pablo Feinmann juega a hacer ficción sobre sus ficciones.

Miguel Angel Solá interpreta a aquel Borges que fue nombrado inspector
de gallineros por el peronismo.

Por Martín Pérez

“Sombra terrible de Facundo, voy a buscarte”, lee en voz alta el Jorge Luis Borges de Juan Carlos Desanzo y Jose Pablo Feinmann al comienzo de El amor y el espanto, un film con el que el director completa una trilogía cinematográfica de personajes claves de la historia argentina, que incluye el Che en Hasta la victoria siempre y Eva Perón, esta última también con guión de Feinmann. La reflexión que planea sobre este film es, para los autores, un dilema de la historia argentina: como un gran escritor no puede entender las complejidades de su país mientras el país no puede incorporar al más grande de sus escritores. Para el Borges que lee al Facundo –después de acomodar en su estante un ejemplar de La Guerra Gaucha–, el dilema es otro: que el libro fundacional de la patria no haya sido el de Sarmiento, sino el Martín Fierro.
Lejos de ser un retrato histórico de la vida del escritor, el camino elegido para El amor y el espanto es mezclar realidad, ficción y hasta ensayo al situar al antipopulista Jorge Luis Borges en el preciso momento en que el peronismo asume el poder en la Argentina. De estar oficialmente entre los libros, Borges es enviado a inspeccionar aves, conejos y huevos en las ferias municipales, y la falta de visión histórica del escritor es trocada por paranoia.
Y no sólo eso: dentro del juego de construir una ficción alrededor del Borges paranoico y antiperonista, saltan al ruedo también varias de las ficciones del escritor para ser canibalizadas. Así, “El Sur” es soñado por un Borges pasado de cañas en un bar del sur porteño; Pierre Menard escribe su Quijote como recepcionista de un detective privado y el propio Georgie –así le dicen sus amigos a Jorge Luis– develará el misterio de “La muerte y la brújula” compás en mano.
Antihéroe pusilánime y de frases entrecortadas, al Georgie interpretado por Migue Angel Solá lo rodean toda clase de personajes estrambóticos. Como un muñeco de madera perdido en el vientre de la bestia, el Borges de Desanzo/Feinmann/Solá tiene un aire que por momentos recuerda a un Tato Bores, visitado por extraños personajes que le cuentan (o actúan) sus delirios. Más allá de las buenas y malas actuaciones que contiene, este film, por momentos repetitivo en exceso, parece hecho para recordar que cine y literatura es un matrimonio difícil, sino imposible. No los une el amor, sino el espanto.

PUNTOS

 


 

INVESTIGA LA VIDA SEXUAL DEL PRESIDENTE
Larry Flynt contra Bush

Larry Flynt, el extravagante empresario de la pornografía y fundador de la revista estadounidense Hustler, ordenó a sus redactores investigar la vida íntima del presidente estadounidense, George W. Bush. “Aún no sé si será mi enemigo”, dijo Flynt, activista de la libertad de prensa, en el marco del Festival Internacional de Cine de Cannes. “Pero con seguridad es el presidente más tonto que hayamos tenido jamás”, añadió. Su equipo está investigando el pasado de Bush, pero, aclaró, es “muy difícil enterarse de algo en Texas”. Durante el caso Clinton-Lewinsky, Flynt, que se desplaza en silla de ruedas desde que sufrió un atentado en 1978, ofreció una recompensa de un millón de dólares a quien aportara información sobre relaciones extramatrimoniales de legisladores republicanos. El editor se ve a sí mismo como luchador “contra la censura de los gobiernos y de los grupos religiosos que intentan imponer su moral”, según dijo ayer en el festival.

 

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