Por Raúl
Kollmann
Distintas fuentes del Gobierno
le confirmaron anoche a este diario que el gigantesco contrato por los
nuevos DNI será rescindido. El convenio con la empresa alemana
Siemens representaba más de mil millones de dólares y por
lo tanto se trataba del mayor negocio que tenía y aún
tiene el Estado para ofrecer este año. Tal como adelantó
Página/12 el miércoles, el titular de la Sindicatura General
de la Nación (Sigen), Rafael Bielsa, recomendó la rescisión
del contrato, un criterio que compartió el ministro del Interior,
Ramón Mestre.
Ayer al mediodía se produjo una tormentosa reunión en la
Jefatura de Gabinete:
¡En ese contrato hay comisiones! ¡Es un contrato corrupto!
gritó Bielsa.
Los otros tres participantes de la cumbre los ministros del Interior
y de Economía, Ramón Mestre y Domingo Cavallo, y el jefe
de Gabinete, Chrystian Colombo lo miraron azorados. El Mingo estalló:
¡Nunca firmé ningún contrato con comisiones!
¡Si tenés una denuncia que hacer, hacela en la Justicia!
contestó furibundo.
Mestre se levantó para irse pegando un portazo, pero Colombo, conciliador,
alcanzó a detenerlo. Ese fue el tono de violencia y agresividad
que dominó el encuentro. El ministro del Interior inicialó
el decreto para anular definitivamente el contrato con la empresa Siemens,
pero Cavallo se negó a poner sus iniciales en ese texto. Al anochecer,
y tras una frustrada negociación con Siemens, De la Rúa
le bajó el pulgar a un contrato que iba a significar un costo obligatorio
de 27 pesos para cada ciudadano. Todo indica que habrá una nueva
licitación en la que van a participar, entre otras, empresas norteamericanas,
francesas e israelíes.
Es uno de los temas difíciles que heredé de la administración
anterior sostuvo el propio De la Rúa por la mañana.
El Gobierno puede tomar la decisión de rescindirlo. Nosotros aspiramos
a firmar uno nuevo, pero bajando los costos, que parecen excesivos. Para
Corach era un buen contrato, pero para mí es muy caro. Además
hay otras irregularidades y defectos.
Pese a que en estas palabras De la Rúa ya daba algunas pistas de
su opinión, al mediodía se desató una verdadera tormenta
en la Jefatura de Gabinete. Las posturas eran las sigui-entes:
u Mestre y Bielsa sostenían que el contrato debía rescindirse.
Siemens no aceptó desglosar sus costos para que se esclareciera
cómo es que el nuevo documento iba a ser tan caro para el ciudadano
común. Los 27 pesos están lejos del disparate que se paga
hoy por un pasaporte 75 pesos, pero igualmente, para una familia
tipo, el costo de documentarse iba a trepar a más de 100 pesos.
El argumento del contrato es que con ese dinero se informatizan las fronteras,
pero la realidad es que si, por ejemplo, se iban a utilizar 10 pesos con
ese objetivo, se estaría hablando de casi 400 millones de pesos,
una cifra increíble para computadoras, periféricos y programas.
La Gendarmería había ofertado informatizar los pasos fronterizos
por un millón de pesos.
u La postura de Domingo Cavallo era favorable a firmar el contrato, básicamente
para no quedar mal con un país clave en el mapa europeo, Alemania.
Uno de sus allegados le dijo a este diario que justo en este momento
que estamos hablando del euro y de la canasta de monedas mirando a Europa,
no podemos producir semejante choque con los alemanes. Por otra parte,
la rescisión del contrato derivará en un juicio y un pago
de indemnización de aproximadamente 150 millones de pesos. Además,
Siemens (una de las 20 empresas más grandes del mundo) amenazó
con dejar el país.
El contrato tuvo una historia increíble de seis años, en
la que aparecieron maniobras de todo tipo, nombres como el Yabrán,
Macri y Ciccone Calcográfica, compras extrañas de empresas
a precios aún másextraños, dictámenes técnicos
contrarios al contrato y dictámenes políticos a favor (ver
asimismo nota aparte). Diseñado en los últimos años
del menemismo, la papa caliente de los DNI quedó en manos del primer
ministro del Interior del actual Gobierno, Federico Storani. Este renegoció
con Siemens y consiguió una reducción de precio: de 35 que
iba a costar por persona, bajó a 27. Además, la empresa
aceptó entregar una cantidad de documentos en forma gratuita a
jubilados y ciudadanos carentes de recursos. Aun así, el precio
seguía apareciendo altísimo.
Más allá de las idas, vueltas y posturas distintas, el día
de ayer resultó clave ya que había que definir todo antes
del lunes próximo, último plazo para rescindir o confirmar
el contrato. Por ello, los encuentros urgentes y la tormenta del mediodía
en la Jefatura de Gabinete. Mestre amenazó dos veces con levantarse
y pegar el portazo, Cavallo estaba extremadamente agresivo y la palabra
corrupción se dijo reiteradamente. Después de una hora y
cuarto de duro debate, el ministro de Economía abandonó
la Jefatura de Gabinete y Colombo se quedó tratando de conciliar
posturas con el ministro del Interior. Más tarde llegaron dos directivos
de Siemens, Anders Troupell y Rodolfo Schmidt, con quienes el jefe de
Gabinete que ya se había reunido con miembros de Siemens
el jueves intentó una renegociación de última
hora.
Al atardecer, sonó fuerte la sigui-ente versión: De
la Rúa ya tomó la decisión: el contrato se cayó.
La gente de Siemens hizo gestiones cerca de las 19 para ver si podían
salvar la parte informática del contrato o sea que se mantengan
los sistemas de computación que ya están instalados y funcionando,
por ejemplo en Ezeiza. Ni siquiera eso se les dio, porque justamente la
parte informática es una de las que está más sobredimensionada,
señaló una fuente muy cercana a las empresas norteamericanas
que impulsaban la caída del contrato y un nuevo llamado a licitación.
Finalmente, al cierre de esta edición, fuentes de la Presidencia
y de Jefatura de Gabinete confirmaron que tras una larga reunión
en Olivos, el contrato con Siemens quedó sentenciado. Habrá
que ver las consecuencias para el Estado está establecida
una indemnización que llegaría a los 150 millones de pesos
y las condiciones en que se lanza una nueva licitación. No faltan
los que sostienen que se demora así la instalación de un
sistema más seguro de documentación y de control de fronteras.
Para el hombre de la calle, la consecuencia más importante es que
no tendrá que sacar 27 pesos de su bolsillo. Al menos por ahora.
Página/12 le
puso la tapa
El 27 de febrero de 2000, Página/12 informó en su
tapa que el Ministerio del Interior sabía que Siemens no
estaba en condiciones técnicas de hacer los DNI. Tres días
después, se publicó la historia secreta de un contrato
que nació de la mano de Yabrán y terminó en
las de Siemens. Y el 16 de mayo de 2001, en la tercera nota de tapa,
Página/12 dio a conocer el dictamen de la Sigen que convenció
a Mestre de enfrentar a Cavallo para forzar la rescisión.
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LA
SAGA DE UN CONTRATO URDIDO POR EL MENEMISMO
Una película de terror
Favoritismos, irregularidades,
cifras multimillonarias y empresarios de alto vuelo atraviesan la historia
de la privatización de la emisión de los DNI. Un negocio
que cocinó el menemismo, que en el actual gobierno defendió
Domingo Cavallo y que, tras arduas disputas, cayó como un fruto
marchito. Esta es la historia.
El negocio de los DNI fue originalmente
diseñado por Alfredo Yabrán, junto con Franco Macri, Ciccone
Calcográfica y la firma israelí Malam Systems. El empresario
postal se retiró del negocio cuando quedó en el ojo de la
tormenta después del asesinato del reportero gráfico José
Luis Cabezas. Macri quedó al frente. La Unión Transitoria
de Empresas (UTE), formada por la firma Itrom (del Grupo Macri), TRW Systems
Overseas, Malam y SLH Systemnhouse, tenía que competir con otras
dos, aunque su principal contrincante era la que encabezaba Siemens.
El llamado a licitación
para la confección de los DNI, y para la informatización
de los controles migratorios y los padrones electorales, fue en 1996.
Para fines de ese año ya existían denuncias penales que
cuestionaban el negocios.
En 1997, durante la licitación,
la Sindicatura General de la Nación (Sigen) formuló reparos
al proceso de adjudicación y a las empresas oferentes.
La firma alemana Siemens ganó
la licitación en febrero de 1998. Es un negocio de unos mil millones
de pesos.
El ex presidente Carlos Menem
y el ex ministro del Interior, Carlos Corach, firmaron el decreto 1342/98
que fijaba para cada DNI un costo de 30 pesos.
Para esa época, el ingeniero
Israel Loterzstain, representante de Malam Systems, presentó una
nota de impugnación dirigida a Corach, donde denunciaba serias
irregularidades en la adjudicación a Siemens. Y acusaba al entonces
director de Migraciones, Hugo Franco y al director del Registro Nacional
de las Personas, Eduardo DAmico, de haber incluido modificaciones
en el expediente a favor de los alemanes.
Para cubrirse, en septiembre
de 1998 el gobierno menemista envió todo el expediente de la licitación
a la Sigen.
El contrato se firmó
en octubre, pero Siemens no comenzó su tarea porque Menem no firmó
el decreto que la habilitaba para hacerlo. En 1999 se volvió a
postergar el cambio de lo DNI, por temor a producir una confusión
ante las elecciones.
Cuando asumió el gobierno
de la Alianza, el ex ministro del Interior Federico Storani y su equipo
prefirieron volcarse en un principio por una renegociación. Para
presionar, Storani le a otra firma una oferta para la renovación
de los documentos atrasados.
Lo máximo que se logró
fue una reducción del precio de los DNI a 27 pesos. La Sigen siguió
cuestionando el contrato y Storani no firmó nada.
La Sigen volvió a ejercer
presión sobre el sucesor de Storani en Interior, Ramón Mestre.
El nuevo ministro se mostró interesado y receptivo respecto de
los reparos del organismo que controla las cuentas del Estado. Eso le
valió un fuerte enfrentamiento con el ministro de Economía,
Domingo Cavallo, que luchó a capa y espada la aprobación
del contrato alegando que de lo contrario se pondría en riesgo
la seguridad jurídica.
Finalmente ayer, se reunieron
Mestre, Cavallo, el jefe de Gabinete Chrystian Colombo y el síndico
de la Nación Rafael Bielsa. Y después de otra reunión
en Olivos, con el presidente Fernando de la Rúa, se resolvió
rescindir el contrato con Siemens (ver nota central).
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