Desde la medianoche de ayer,
cuando expiró la conciliación obligatoria que dejó
en suspenso el conflicto desatado por los despidos en Aerolíneas
Argentinas, el futuro de la compañía tiene un destino incierto.
Tal como se ocupó de subrayar anoche por cadena oficial la ministra
Patricia Bullrich, la Asociación de Personal Técnico Aeronáutico
es el único de los siete gremios del sector que no admite resolver
esta controversia a través de un arbitraje voluntario
y, por lo tanto, el único que rechaza suscribir un compromiso más
amplio, sacrificando salario y otras prerrogativas convencionales a cambio
de estabilidad por dos años. No queremos que se den excusas
para cerrar la empresa, advirtió ayer la ministra de Trabajo,
dejando abierta la posibilidad de que la empresa insista con las expulsiones
y el gremio con el consecuente paro. Nadie -obviamente ni el propio gobierno
garantiza que los accionistas españoles no decidan abandonar el
vuelo.
El ministerio de Trabajo propuso arbitrar en el último conflicto
gremial que involucró a APTA, gremio al que pertenecen los más
de cuatrocientos técnicos de mantenimiento despedidos en las últimas
semanas, y a la Asociación Argentina de Aeronavegantes, al que
pertenecen una cincuentena de contratados con los que la empresa resolvió
no renovar el compromiso laboral. Con la promesa oficial de que ese personal
será reincorporado y con parte de su convenio colectivo ya renegociado,
las azafatas aceptaron el convite. APTA, por el contrario, pidió
plazo hasta el martes, para tomar una decisión definitiva en una
asamblea amplia del gremio. Trabajo se negó a extenderle la conciliación
pero, de hecho, dejó las puertas abiertas hasta hoy para que el
gremio que conduce Ricardo Cirielli revise su negativa.
El arbitraje, en rigor, era condición para que esos dos gremios
se sumen a un acuerdo con la empresa, que debe involucrar a los siete
sindicatos. Los otros cinco (que nuclean a pilotos, técnicos de
vuelos y administrativos) ya admitieron suscribir este pacto, por el cual
Aerolíneas se compromete a reincorporar a los despedidos, no expulsar
personal por dos años y restituir las rebajas salariales a aplicar
en la medida que la situación lo permita. A cambio,
los trabajadores admiten esos recortes en sus remuneraciones y resignan
otras prerrogativas otorgadas por convenio.
Pero para que este pacto tenga validez, debe ser firmado por todos los
sindicatos, de modo que la empresa tenga la certeza de que no habrá
ninguna medida de fuerza en el corto y mediano plazo. La solución
posible se podía implementar con la totalidad de los gremios,
se quejó Bullrich, sugiriendo que el acuerdo con seis de los siete
gremios no permite una última palabra en esta controversia.
El gobierno argentino había acordado con los representantes estatales
españoles de Aerolíneas firmar un acuerdo público
en Madrid no bien obtuviera la aprobación de los siete gremios.
El mismo contemplaba un arbitraje neutral, el compromiso de la empresa
de reincorporar a los despedidos y dos años de estabilidad para
el personal, y una restitución salarial (a los que sufrieron quitas)
cuando la empresa superara la crisis. Pero el acuerdo se frustró
por la oposición de APTA, gremio al que Bullrich no vaciló
de echarle la culpa por dicho fracaso. Al no existir
más herramientas legales, las partes quedan liberadas para adoptar
las medidas que consideren necesarias. Esto es, por parte de la
empresa, dejar en firme los despidos. Por la parte laboral, volver al
conflicto.
Si se desata el conflicto, la empresa entra en un camino incierto,
advirtió la ministra, que sin embargo reconoció compartir
las críticas de los gremios a todo lo malo que tuvo el proceso
de privatización. Al respecto, advirtió que el gobierno
llevará hasta las últimas consecuencias la investigación
sobre las responsabilidades que pudieran caber en lo que algunos diputados
han señalado como vaciamiento de la empresa, con lo cual
repartió las presiones hacia uno y otro lado del mostrador. Hoy,
a las 10, Bullrich volverá a recibir a directivos deAerolíneas.
Allí sabrá si la empresa confirma los despidos, condiciona
su continuidad al frente de la compañía, o mantiene abierta
las puertas para volver a la negociación.
HABERES
Y PLANTEL MENOR AL ESTANDAR INTERNACIONAL
El problema no son los sueldos
Por Cledis Candelaresi
Es cierto que esta última
crisis de Aerolíneas Argentinas es de raíz gremial. Está
probado que una medida de fuerza del personal de mantenimiento indefectiblemente
paraliza la compañía, con el consiguiente perjuicio económico.
Pero es igualmente cierto que las condiciones de trabajo de todo el personal
y sus remuneraciones son, aun desde la óptica empresaria, un capítulo
casi secundario en los pesares económicos de la empresa privatizada.
La primera precisión surge del propio Plan Director que presentó
la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) al gobierno
y que en octubre pasado el ex ministro José Luis Machinea y el
actual jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, celebraron como si se tratara
de un verdadero rescate de la compañía de bandera. Entonces,
los españoles detallaron que aspiraban a reducir costos por un
total de 140 millones de dólares anuales, de los cuales sólo
22,7 millones surgirían del ahorro que permitiría la renegociación
de convenios colectivos y los recortes salariales.
El resto del alivio sería consecuencia de otros ahorros, que el
propio gobierno se comprometía a propiciar: desde la reducción
de las tasas aeroportuarias (tanto las que cobra la Fuerza Aérea
como las de Aeropuertos Argentina 2000) a la restricción de nuevos
competidores al mercado. Pero el mayor bálsamo para la compañía
sería la reestructuración de su voluminosa deuda, que de
943 millones de dólares este año, debía reducirse
a 849 millones en el 2003.
Al margen de los postulados de ese plan de salvataje, el costo salarial
en Aerolíneas y Austral tampoco supera los estándares internacionales.
Según el informe del año 2000 de IATA (International Air
Transport Association), en Aerolíneas las remuneraciones representan
el 17,7 por ciento del total de sus costos operativos, bastante
por debajo de los 34,08 por ciento de United, el 34,77 por ciento de American
o del 29,0 de Air France.
Otra parámetro internacional para juzgar el peso relativo de la
grilla de personal es la cantidad de empleados por avión que tiene
una compañía. De acuerdo a los registros de Iata, Aerolíneas
tiene 124 empleados por aeronave, prácticamente igual que Continental,
pero menos de los 155 de Iberia (recientemente privatizada por la SEPI)
y muy por debajo de los 241 de Swissair.
A la luz de estos datos, el reiterado argumento de los técnicos
de mantenimiento sobre el magro ahorro que significaría para Aerolíneas
reformular sus convenios y recortar salarios tiene más sustento.
Según los dirigentes de la Asociación del Personal Técnico
Aeronáutico, las modificaciones convencionales y remunerativas
que aspira a aplicar la empresa, le reportarían una merma en sus
gastos de 250 mil pesos por mes, menos del uno por ciento de su
déficit total mensual, que roza los 30 millones.
Los técnicos del gremio que comanda Ricardo Cirielli no son de
los que más ganan en la actividad aerocomercial. Según información
proporcionada por los sindicatos, los 1300 pesos mensuales de remuneraciones
promedio de los empleados de este rubro contrastan con los 8500 que promedia
un piloto. Pero la cantidad de personal amparado en APTA representa un
quinto del plantel total, el doble que la que ampara el sindicato de pilotos.
Un argumento que, posiblemente, la SEPI no dejará de esgrimir para
exigir que Patricia Bullrich llame al orden a los seguidores de Cirielli.
Posiblemente Aerolíneas ganaría competitividad si los técnicos
de mantenimiento, las azafatas o pilotos trabajaran mayor cantidad de
horas y cobraran adicionales más modestos. Pero la mayor eficiencia
estaría mucho más a mano si la aerolínea tuviera
la flota adecuada para competir, si SEPI no hubiese comprado un sistema
de reservas tan ineficiente como caro(Amadeus) o si, tras diez años
de gestión, no hubiera pulverizado el patrimonio de la aerolínea
de bandera.
RENUNCIO
JORGE KOGAN, SECRETARIO DE TRANSPORTE
Negociador con mal desempeño
Sobrevivió a la disolución
del Ministerio de Infraestructura, del que dependía, a la renuncia
de José Luis Machinea y al breve paso de Ricardo López Murphy,
pero su gestión como secretario de Transporte llegó a su
fin. Jorge Kogan presentó ayer su renuncia al cargo, por pedido
de Fernando de la Rúa. Uno de los motivos de su eyección
habría sido el pésimo desempeño que tuvo en
las negociaciones por la crisis de Aerolíneas Argentinas,
según comentó a Página/12 una fuente de Presidencia.
Como posibles reemplazantes se mencionan a Fernando Cabrera, asesor del
ministro de Infraestructura, Carlos Bastos (el organismo resurgió
con el ingreso de Domingo Cavallo al Gobierno), y a Rafael Conejero, ex
subsecretario de Transporte Fluvial durante el gobierno anterior.
Una versión que circulaba anoche era que Kogan habría tenido
una violenta discusión con el secretario privado de Fernando de
la Rúa, Leonardo Aiello, quien le habría reprochado su labor
en el caso Aerolíneas. Los cambios en la Secretaría de Transporte
habían comenzado la semana pasada, cuando se produjo la dimisión
del subsecretario, José Carballo.
Kogan se mantuvo en su puesto desde el comienzo del gobierno de la Alianza,
pero estuvo varias veces en la cuerda floja. Una de ellas fue cuando dijo
en un reportaje con este diario que el aumento (de las tarifas del
autotransporte) no afecta a los más pobres, porque éstos
directamente no viajan en colectivo. Semejante declaración
le valió el repudio de distintos sectores y denuncias penales por
presunta violación a la ley antidiscriminatoria. Sin embargo, Machinea,
por entonces ministro de Economía, lo ratificó en su puesto.
Además del tema Aerolíneas, fuentes del Gobierno indicaron
que el alejamiento del funcionario habría sido consecuencia de
una serie de episodios que desgastaron su imagen dentro del Ejecutivo.
Entre ellos, se mencionan la falta de normalización de los pagos
de los subsidios a los concesionarios ferroviarios, y la demora en la
implementación de varios proyectos, como el de boleto único
y la reestructuración de la Comisión Nacional de Regulación
del Transporte.
Kogan fue funcionario en el área de Transporte durante la última
dictadura militar y, tiempo después, participó como consultor
del Banco Mundial en el diseño de las privatizaciones ferroviarias,
cuando Cavallo era ministro de Economía de Carlos Menem. Este ingeniero
de 54 años también asesoró a los gobiernos de México,
Polonia y Sudáfrica en la reestructuración ferroviaria e
integró el directorio de Aerolíneas Argentinas, empresa
que ahora se encuentra al borde de la quiebra.
Polémica misión
Una resolución de la Cámara de Diputados designando
una delegación de legisladores de ese cuerpo para viajar
a España reflejó las diferencias existentes entre
los gremios aeronáuticos en torno del conflicto de Aerolíneas
Argentinas. Un proyecto de resolución de la diputada Alicia
Castro, titular del gremio de Aeronavegantes, aprobado el último
miércoles, dispuso que una delegación de legisladores
viajara a Madrid facultándolos a requerir a la Sociedad
Estatal de Participaciones Industriales y de las máximas
autoridades del gobierno español, el compromiso de no producir
despidos del personal de Aerolíneas Argentinas y sus empresas
asociadas y/o controladas. Rápidamente, la Cámara
baja procedió a designar a los integrantes de la misión:
la propia Alicia Castro, Alberto Natale, Alejandro Nieva y Gustavo
Gutiérrez. La delegación, se señaló,
también tendrá la misión de promover
entrevistas con parlamentarios españoles a fin de recabar
toda la información referida a la actuación de la
SEPI, la situación societaria de Interinvest SA y su desempeño
en Aerolíneas Argentinas SA.
En tanto, la Asociación del Personal Aeronáutico rechazó
la formación de dicha comisión. No hay necesidad
de que diputados argentinos viajen a Madrid, ocasionando un gasto
innecesario al presupuesto público, para discutir un acuerdo
que ya está contenido en las dos actas que, durante las últimas
semanas, se han venido negociando entre los gobiernos argentino
y español, por un lado, y el Ministerio de Trabajo y los
sindicatos aeronáuticos, por el otro; dichas actas contemplan
cláusulas de estabilidad laboral por dos años y continuidad
financiera y operativa a cargo del grupo empresario, señaló
APA en un comunicado distribuido ayer por la tarde con la firma
de su secretario general, Ariel Basteiro.
APA, adherida a la Central de Trabajadores Argentinos, es uno de
los gremios que ha participado del acuerdo alcanzado con la ministra
de Trabajo, Patricia Bullrich, pero condicionó su firma a
la liquidación de los salarios adeudados al personal. Aeronavegantes,
alineada con la CGT disidente, hasta ayer no había suscripto
dicho acuerdo, aunque ayer aceptó una resolución por
arbitraje. La Asociación del Personal Técnico, liderado
por Ricardo Cirielli y encuadrada en la CGT oficialista, es el único
gremio que se mantiene al margen de firmar el acuerdo.
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